viernes, 29 de agosto de 2025

Cuando des un banquete...


...invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte

31 de agosto 2025



"En estos tiempos con tantas brechas y diferencias,
indignación y protesta,
llenos de espacios protegidos y basureros que se esconden,
de banquetes a lo grande y comedores sociales,
de mansiones para perderse y pisos que se pierden,
de desahucios sin contemplaciones y fondos buitre...

En estos tiempos en los que vivimos, o quizá solo malvivimos,
con trabajos precarios y míseros salarios,
con derechos humanos solo para unos privilegiados,
con emigrantes, exiliados, desplazados
y refugiados por todas partes,
con tanta gente silenciada que no deja de oírse...

En estos tiempos que muchos aplauden
y otros desean que cambien,
con plazas y puestos que no se discuten,
poltronas y sillones para pagar favores,
corrupción en todas las sedes,
cajas B para reírse de la buena gente,
crisis para cargar a otros los desmanes,
cambios para que nada cambie y trajes muy elegantes
para cubrir tanta podredumbre...

En estos tiempos, es hora de preguntarse
por nuestros puestos, leyes y dignidades:
Y tú, ¿cuántas veces has dejado el asiento a otro?
¿A cuántos has acogido sin juzgarlos por su aspecto?
¿A quiénes invitas a estar contigo? ¿Con quiénes compartes banquete y camino?

¿A quiénes abres tu corazón, casa y piso?
Y tú, ¿cómo te rozas con pobres y excluidos?
¿Para qué usas tus dones y títulos?

¿Has decrecido o sigues aferrado a tu sitio?...

En estos tiempos, Señor,
¡qué extraños resultan tus consejos
y el ser discípulo!"

(Y TÚ, ¿A CUÁNTOS HAS CEDIDO TU PUESTO? Florentino Ulibarri)

Escuchar a Jesús de Nazaret es cuestionarse también. ¿En qué afecta a mi vida? Prestar atención, escuchar atentamente, dar tiempo al silencio y ahondar en mi vida y en mi corazón.

Texto del evangelio de  Lucas 14, 1. 7-14

En sábado, Jesús entró en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando.

Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola:
«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y al otro, y te diga: “Cédele el puesto a este”. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.

Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:
“Amigo, sube más arriba”. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.

Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido».

Y dijo al que lo había invitado:
«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.

Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos».

miércoles, 20 de agosto de 2025

Hay últimos que serán primeros...

...Y primeros que serán últimos

24 de agosto 2025


Una vez más el modo de pensar y de hacer de Jesús de Nazaret nos descoloca. Y espontáneamente nos sale aquello de "no es justo", "no hay derecho", "no lo entiendo".
Efectivamente, no lo entendemos. El reino de Dios, el modo de hacer de Dios, su estilo, no es el nuestro. Vivimos en un mundo de competencia o mejor dicho de competición. A través de todos los medios de comunicación, en la televisión, en los periódicos y en las redes, nos muestran una y otra vez, los resultados de la competición. También en las empresas se exigen resultados, ganancias... De ahí ese subconsciente que se nos clava y nos empuja a tener más, a estar por encima de los demás, a destacar, a hacer más goles, a acumular ganancias.

A la hora de apuntarnos al movimiento de Jesús de Nazaret lo único que nos pide es... amor, servicio, entrega, ser compasivos, ser hermanos. Eso parece ser el lugar de los perdedores, de los segundos o quizás de los últimos. Eso a nuestro ego le duele y le cuesta un montón. Porque cuando sirves, lo que importa es que la persona que recibe el servicio esté contenta, bien atendida, que se le alegre la cara y supere sus sufrimientos y molestias.
Cuando eres compasivo, lo que importa es que la persona caída en manos de los salteadores, la persona oprimida o malherida se vea cuidada, escuchada y querida.
Cuando te sientes hermano de las personas que te rodean, lo que importa es que esas personas que se sienten desanimadas, desesperanzadas, sin fuerzas para seguir, sientan el apoyo y el ánimo para seguir y experimenten que Dios está ahí, también en medio de las dificultades, de las deficiencias, de nuestras limitaciones. Y ese amor llene su boca de risas.

Y en todo eso no hay medallas, ni trofeos, ni fotos de la prensa o grabaciones para la televisión. No, no hay fama ni reconocimiento social... Todas esas personas se quedarán entre los últimos, comparten su vida con ellos, se confunden con ellos. Pero ellos sí han entendido el mensaje de Jesús de Nazaret. Y su corazón se llena de paz y de alegría.
Porque hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos...
Aunque, ellos también, digan aquello de:-“Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”
Pero Dios no los reconoce: "No sé quiénes sois".

Ése es nuestro reto o nuestro objetivo. Porque, contrariamente a lo que se nos decía, no estamos llamados a ser santos; sino a vivir como personas que sirven, las que lavan los pies de los que llegan cansados y agotados, las que ponen su afán y su corazón en amar y estar atentas a los caídos en el camino... ¡No!, no son los altares, ni la fama de la canonización... 

Texto del evangelio de  Lucas 13, 22-30

En aquel tiempo Jesús pasaba por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén.

Uno le preguntó:
«Señor, ¿son pocos los que se salvan?».

Él les dijo:
«Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo: Señor, ábrenos; pero él os dirá: “No sé quiénes sois”. Entonces comenzaréis a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”.
Pero él os dirá: “No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad”.

Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.

Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos».

miércoles, 13 de agosto de 2025

He venido a traer fuego a la tierra...

...¡Y cuánto deseo que esté ya ardiendo!

17 de agosto 2025


El texto que nos trae este fin de semana Lucas, precisamente en estos días de tantísima calor y de tantos incendios en tantos sitios, es una expresión dura y atrevida.

Andamos (está en la mente de todas las personas) preocupados por encontrar la manera de controlar y apagar tanto incendio que destruye nuestro entorno, los bosques y montes, incluso propiedades de todo tipo... ¿Cómo entender eso que nos dice Jesús? "He venido a prender fuego a la tierra, ¡Y cuánto deseo que ya esté ardiendo!...

Podemos hacer una lectura moralista y referirnos a los pecados que se cometen. Podemos pensar e imaginar que Jesús se podía referir a las malas costumbres, a los abusos, a las injusticias, a los desórdenes que aparecen en nuestra sociedad, en nuestro mundo...
Por otra parte, nos choca que diga que no ha venido a traer paz, sino división...
¿Cómo entender esos mensajes de Jesús de Nazaret?

Quizás, después de tantos siglos de predicar las palabras del evangelio, las hemos domesticado y han terminado por decir palabras y mensajes pacíficos, adaptados a nuestro sentido más cómodo, menos comprometido, más pacífico... 
Nuestra iglesia nos ha comentado y programado el camino que tenemos que seguir. Todo está normalizado, y si seguimos los pasos que nos ha propuesto conseguiremos alcanzar la felicidad eterna, el cielo.
Sacramentos, ritos, oraciones, comportamientos y actitudes, mandamientos de Dios y de la Iglesia... Todo ello nos traerá la paz y nos permitirá vencer al mundo. Sí, ese mundo que es malo y al que Jesús quiere incendiar, que arda hasta que sea destruido...

Sin embargo, creo que el mensaje de Jesús tenía otra profundidad. Él tiene claro su mensaje (buena noticia) del reino de Dios. Un mundo de fraternidad, de solidaridad, de compasión y empatía hacia todas las personas (en especial hacia los más desvalidos, desprotegidos, marginados, enfermos y dependientes... Los don-nadie). Y tiene unos deseos ardientes, prisa e impaciencia, de que todo eso se vaya haciendo realidad. Centrar nuestra vida en la persona, no en la Ley y el Templo. Porque lo que traerá el reino de Dios no son los mandamientos, los ritos, las ceremonias, los sacrificios, los sacerdotes y levitas... Y seguramente se preguntaba: -¿Por qué no lo ven? -¿No se dan cuenta? La voluntad de Dios es el amor entre las personas, construir un mundo de servicio, de entrega.  
No es raro que llegara a decir todo eso.
Por eso mismo, intuye que con su mensaje no va a traer paz, sino división. Cuando te das cuenta de su mensaje y de cómo tendrías que vivir, enseguida te vas a encontrar con muchas otras personas que lo que quieren es que las dejes en paz, que no las metas un compromiso. Prefieren desentenderse de las demás personas. Que cada uno se las apañe como pueda... Sobre todo si se trata de extranjeros, negros, gitanos, marroquíes, latinos..., gente marginada, sin medios, con otra cultura, otra religión, otra raza... ¿Por qué no se vuelven a su país?
Nos molesta la pobreza, la marginación, los pobres extranjeros... Y ahí tenemos la división.
Seguir a Jesús de Nazaret no es fácil. Su mensaje es duro y comprometedor. Y a eso nos invita cada día. La eucaristía debería cuestionarnos siempre sobre nuestra manera de seguirlo.

Texto del evangelio de Lucas 12,49-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!

¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división.

Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».

miércoles, 6 de agosto de 2025

Donde está vuestro tesoro...

...Allí estará también vuestro corazón

10 de agosto 2025


Los textos de evangelio se prestan a consideraciones y/o explicaciones que tienen más de recomendaciones o exhortaciones piadosas que de reflexión seria y profunda sobre el mensaje de Jesús de Nazaret.

He propuesto como cabecera esa frase que ya conocemos bien: "Donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón".
Solía seguir un comentario animándonos a preparar y amontonar un gran tesoro en el cielo. Actos piadosos, actos de caridad, oraciones y rezos, asistencia diaria a la misa, la práctica de los sacramentos, etc. Todo ello nos haría poseedores de un gran tesoro en el cielo.

Y me pregunto si Jesús estaría pensando en todo eso. Él hablaba a gente sencilla, campesinos de Galilea, gentes humildes que vivían de su trabajo y que no tenían fácil salir adelante con sus familias... Habla del tesoro, de lo más preciado y precioso para aquellas gentes. Habla de estar vigilante y atento porque... el hijo del hombre llega cuando menos lo esperas: -"Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame."

-"Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.

Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos."

Aquella gente sabía de qué les hablaba. Gente humilde que espera a su señor. Y si llega a la segunda o a la tercera vigilia... Bienaventurados ellos.

Felices porque están atentos, porque viven centrados en el mensaje y estilo de vida que él nos ha mostrado.

Por eso, me pregunto (tengo que hacerlo todos los días): -¿dónde está mi tesoro?. ¿Qué es lo más importante para mí? En la vida hemos podido hacernos ilusiones, hemos hecho planes y nos hemos propuesto objetivos: El trabajo, el dinero, los estudios, la posición social, el saber y el conocimiento... Y, quizás, hemos dedicado esfuerzo y dedicación hasta conseguir lo que nos parecía que sería nuestra mayor felicidad.

Supongo que todos hemos pasado por eso. Y también llega un día en el que nos preguntamos si esos objetivos nos llenan, nos hacen felices de verdad, si nos hacen más humanos, más personas, más plenamente felices.

Y pasamos poco a poco a entender que es mucho más importante ser plenamente humano, crecer en esas cualidades que nos acercan a las demás personas, a nuestro entorno, a la naturaleza, a tantas pequeñas cosas que hemos ido dando por supuesto y que hemos ido dejando de lado. Jesús de Nazaret nos ofrece un montón de ejemplos en su manera de acoger, de atender, de escuchar, de estar atento... sobre todo (como tantas veces hemos escuchado) a los más apartados, marginados, enfermos, despreciados, extranjeros, menos religiosos, menos cumplidores de la Ley. Ellos son el Señor que llega... a la primera vigilia, o a la segunda o a la tercera. Él es el que cayó en manos de los bandidos en su camino de Jerusalén a Jericó. Por ahí anda el tesoro escondido.

-"Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón"


Texto del evangelio de Lucas 12, 32-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.

Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.

Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.

Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos.

Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.

Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

Pedro le dijo:
«Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?».

Y el Señor dijo:
«¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?

Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes.

Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.

El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos.

Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».

viernes, 1 de agosto de 2025

Tu vida no depende de tus bienes


"-¿De quién será lo que has preparado?”

3 de agosto 2025


El texto del evangelio de Lucas que escuchamos este domingo nos dirige unas palabras que nos cuestionan a todos.
Planificamos nuestra vida teniendo como objetivo conseguir bienes y comodidades que hagan nuestra vida más placentera... Y a eso Jesús nos propone la parábola del hombre que ante una situación parecida se dice a sí mismo: -"...Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”.

"Pero Dios le dijo: -“Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”. Así es el que atesora para SÍ y no es rico ante Dios».

Demasiado a menudo, en nuestra formación religiosa (también en las predicaciones y charlas escuchadas en la iglesia) se nos ha insistido en ese aspecto de "ser rico ante Dios".

¿Cuál sería el sentido del comentario de Jesús? Según lo recibido como doctrina en la iglesia, se trataría de ser piadoso, asistir frecuentemente a misa, hacer actos de caridad, rezar mucho, sacrificarse, adorar al Santísimo... Algo así como acumular muchas obras buenas y piadosas como quien llena la cartilla de ahorros... Un verdadero tesoro en el cielo.

Sin embargo, al escuchar y entender la actitud de Jesús a lo largo de su vida, en ningún momento aparece como una persona piadosa, que iba muchas veces al Templo, hacía muchas oraciones, hacía actos de caridad... A Jesús se le ve como una persona atenta, compasiva, muy centrado en la voluntad de Dios, en el mensaje de la Buena Noticia, compartiendo con los vecinos, amigos y otras muchas personas que encontraba en su camino alegrías y penas; pero dando toda la prioridad a ese estilo nuevo de vivir: El hombre es más que el sábado; atender al desvalido sin mirar el color, la raza, la religión; tener en cuenta a los más débiles y marginados (mujeres, niños, enfermos, leprosos, desvalidos)...

Entiendo que todo eso es "ser rico ante Dios". Y si no vivimos de esa manera, ¿de qué me sirve el acumular bienes y comodidades, el beber, comer, hacer fiesta... si mi vida no alcanza su plena humanidad?

Ser una persona al estilo de Dios, con un gran respeto a la vida, a todo lo que nos rodea, con una atención consciente que escucha, que trata de comprender y de amar a las personas que vamos encontrando en nuestro camino. Que mi vida no se centre en tener, en acumular...


Texto del evangelio de Lucas 12, 13-21

En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús:
«Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia».

Él le dijo:
«Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?».

Y les dijo:
«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».

Y les propuso una parábola:
«Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose: “¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”.

Y se dijo: “Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”.

Pero Dios le dijo:
“Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”.

Así es el que atesora para SÍ y no es rico ante Dios».

"Quitad esto de aquí...

...No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.» 9 de noviembre 2025 El texto del evangelio de Juan nos presenta una escena que siempre ...