sábado, 28 de marzo de 2020

“El que cree en mí, aunque haya muerto… Vivirá“

29 de Marzo de 2020

La realidad de estos días se nos impone. Es la pandemia, el coronavirus, la vida y la muerte. Y el evangelio que se nos propone en la eucaristía de este fin de semana es un texto tomado del evangelio de Juan (11, 1-45). "La resurrección de Lázaro". 
Como escribe Fray Marcos: "En el relato de hoy, todo es simbólico. Los tres hermanos representan la nueva comunidad. Jesús está totalmente integrado en el grupo por su amor a cada uno. Unos miembros de la comunidad se preocupan por la salud de otro. La falta de lógica del relato nos obliga a salir de la literalidad..."

Frecuentemente nos hemos agarrado al texto, así tal cual. Jesús que resucita a su amigo Lázaro... Una milagro que nos muestra que es el Mesías, capaz de devolver a la vida a un muerto... Y, quizás, nos aferrábamos a eso para hacer fuerte nuestra fe en Jesús. Pero... ¿es realmente ése el sentido y significado de la narración de Juan?

"Si seguimos preguntando -escribe Fray Marcos- si Lázaro resucitó o no, físicamente, es que seguimos muertos. La alternativa no es, esta vida, solamente aquí abajo u otra vida después, pero continuación de esta. La alternativa es: vida biológica sola, o Vida definitiva durante esta vida y más allá de ella. Que Lázaro resucite para volver a morir unos años después, no soluciona nada. Sería ridículo que ese fuese el objetivo de Jesús..."

En otros momentos hemos comentado lo que Jesús de Nazaret proclama como Buena Noticia, ese proyecto de un estilo de vida que tiene como referencia y modelo a Dios mismo. Y toda su vida y todo su esfuerzo lo pone en hacernos comprender que nuestra vida tiene que ir marcada por unos objetivos diferentes. "Jesús no viene a prolongar la vida física, viene a comunicar la Vida de Dios que él mismo posee... - comenta Fray Marcos.

"En estos días la pandemia de coronavirus, -escribe Patricia Paz desde Argentina-  nos está mostrando muchos ejemplos de lo que somos como sociedad. Tanto los ejemplos positivos como los negativos traen enseñanzas para el futuro, si es que queremos construir un mundo distinto..."  "Creo en la conversión de los corazones, en conciencias que evolucionan y pueden vislumbrar una sociedad distinta... Quizás lo mío sea de un optimismo un poco infantil, pero soy seguidora de Jesús, y entiendo que sus enseñanzas tienen algo de utopía, pero si la utopía no es nuestro horizonte, será pobre nuestra respuesta..."

Quiero hacer mías esas palabras de Patricia Paz y soñar con ese proyecto de Jesús de Nazaret en situaciones como ésta que afecta directamente nuestra vida y revisar esa fe que he venido proclamando a lo largo de mi vida. 
Me hace mucho bien prestar atención a la palabra del Maestro: "El que cree en mí, aunque haya muerto... vivirá". Creo que, ante todo, me propone creer en él, en su proyecto, en su buena noticia... Y, aunque ande por esta vida como un muerto, como un zombi, tendré vida, algo que me devuelve a la raíz y fuente de donde venimos, a esa fuente de vida que es Dios mismo. Y en medio de cualquier realidad, esta pandemia o cualquier otra, que nos descoloca y nos remueve podré sentir que tengo vida y podré comunicar a los demás algo tan difícil de explicar como lo que dice Jesús de Nazaret: "...aunque haya muerto...vivirá".
Texto del evangelio de Juan (11,1-45)

sábado, 21 de marzo de 2020

Luz para volver a ver











22 de marzo
Resultado de imagen de me puso barro en los ojos, me lavé y veoEl texto, tomado del evangelio de Juan (9, 1-41) es el largo relato de la curación del ciego de nacimiento... (ciego y mendigo) con toda la discusión de los fariseos sobre la "legalidad" de lo sucedido, si realmente era ciego, si... Además una curación haciendo barro en día de sábado... Para el mendigo ciego la realidad es que ahora ve. Se siente una persona nueva. El que le puso barro en los ojos y le mandó a lavarse le ha salvado.
Esta semana y la que viene y no sabemos cuántas más nos hallamos recluidos en nuestras casas. Entre nosotros tenemos un mal que nos afecta a todos. Para muchos miles significa la hospitalización. Para otros está resultando más grave. Y todos experimentamos la negrura del momento. Como escribe Inma Calvo: "Para muchos es una pelea a vida o muerte. Para otros, el momento de desplegar la solidaridad o el heroísmo. Y para todos, sobre todo los confinados en casa, es una oportunidad, un kairós excepcional para situarnos frente al espejo, como individuos, como familia, como sociedad y como especie".


¿Cómo vivimos nosotros el coronavirus y tantas otras calamidades y desgracias que ocurren en nuestro mundo, en nuestra sociedad?  ¿Me da miedo que me alcance a mí, a mi familia, a las personas que conozco? Claro, diremos todos. Es normal. Pero me pregunto si esta globalización del mal, no será también el momento bueno para tomar conciencia de nuestra humanidad. Una humanidad que abarca a todas las personas (como vienen insistiendo los políticos), sin distinción de razas, colores, lenguas, religiones, sexo o procedencia. Que la solidaridad y la fraternidad están por encima de todo.

Mendigo y ciego de nacimiento. Reviviendo el relato del evangelio de Juan, estoy pensando que tal vez nosotros andamos necesitados de que Jesús de Nazaret nos ponga barro en los ojos y nos mande a lavar para que se nos abran a esa luz nueva que nos cambia la vida. Por los pueblos y caminos de Palestina fue el Maestro proclamando la Buena Noticia del Reino de Dios. Era tan nuevo que a unos les parecía un disparate, otros lo tomaban por loco y unos pocos le seguían si entender demasiado... 

Los fariseos eran totalmente legales, cumplidores, religiosos, obedecían lo que estaba mandado. Y, sin embargo, parece que no llegaron a entender el proyecto de Jesús de Nazaret. Hoy en día, nuestra Iglesia, nosotros si nos miramos en el espejo (del evangelio), como dice Inma Calvo, ¿cómo nos vemos? ¿Seguimos las huellas de Jesús, nos implicamos en ese proyecto de humanidad nueva, de sociedad de hermanos en la que la compasión y la solidaridad sea más importante que el dinero, que el poder, que la moda, que la fama, que las cosas que podamos adquirir, incluso que la religión?

José Antonio Pagola nos ofrece una conclusión profunda, seria y directa: "Nuestra Iglesia no necesita hoy predicadores que llenen las iglesias de palabras, sino testigos que contagien, aunque sea de manera humilde, su pequeña experiencia del evangelio. No necesitamos fanáticos que defiendan «verdades» de manera autoritaria y con lenguaje vacío, tejido de tópicos y frases hechas. Necesitamos creyentes de verdad, atentos a la vida y sensibles a los problemas de la gente, buscadores de Dios capaces de escuchar y acompañar con respeto a tantos hombres y mujeres que sufren, buscan y no aciertan a vivir de manera más humana ni más creyente."


No sabría expresarlo mejor. Tal vez en y desde nuestras casas no podamos hacer gran cosa; pero me gustaría pensar que este tiempo de encierro (verdadero desierto y verdadera cuaresma) nos va a servir para ahondar en el mensaje del Maestro y cuando esta pandemia y este virus pase (que pasará, como nos dicen), sigamos teniendo en nuestros ojos una luz nueva que nos haga ver... y ver con el corazón.


Texto del evangelio de Juan 9, 1-41 



viernes, 13 de marzo de 2020

Agua que salta hasta la vida eterna

15 de Marzo de 2020

Resultado de imagen de agua que salta para vida eternaSeguimos en Cuaresma y continuamos con la presencia y restricciones del "Coronavirus"... Siempre con una sed que no sabemos saciar. Andamos como la samaritana  que va a buscar agua al pozo de Jacob. El afán que ponemos en nuestra vida (dirigidos por el ambiente, por las modas, por lo que se dice, por la comodidad y por la sed constante que nos provoca el consumo y la acumulación de bienes), el esfuerzo y trabajo que nos damos en la búsqueda de algo que sacie nuestra sed, me hace pensar que, al igual que esa mujer de Samaría, llevamos dentro de nosotros un ansia que está por encima de todo lo que este mundo y esta sociedad nos puede ofrecer.
Fray Marcos nos ayuda a centrarnos en el mensaje que el evangelio nos ofrece: "Hoy y los dos próximos domingos vamos a leer evangelios de Juan: La Samaritana, el ciego de nacimiento y Lázaro. El “yo soy” característico de Jn, se repite en los tres: yo soy agua viva, yo soy luz, yo soy vida. Todo son símbolos que quiere trasmitirnos la teología más avanzada de todo el NT. El relato de hoy es una catequesis, que invita al seguimiento de Jesús como dador de Vida. Ni en este templo, ni en Jerusalén, ni en ningún otro templo se puede dar el verdadero culto a Dios..."
A partir de ahí, me pregunto si no estaremos nosotros repitiendo el papel de la mujer samaritana... Tenemos el pozo y el cubo. Nosotros podemos sacar agua, nosotros sabemos y creemos que podemos predicar y ofrecer un agua especial... porque tenemos y estamos en la Iglesia.
En cambio, esa voz (el mismo Jesús de Nazaret) nos dice: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.» ¿De qué habla? ¿Qué es ese don de Dios? Nos apunta que ese don es agua viva, agua que puede saciar toda la sed que puede sentir el ser humano...
A tener en cuenta que en ningún momento del diálogo apunta al cumplimiento de la Ley, a los ritos del Templo, a la práctica religiosa... Es algo distinto. "Se acerca la hora en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad..."  Decir que Dios es espíritu (para la mentalidad semita y judía) tiene una gama amplia de significados. "Significa que Dios es fuerza, dinamismo de amor, Vida para todos los hombres. El agua viva es la experiencia constante de la presencia y el amor del Padre...",  como comenta Fray Marcos.
Agua Viva, Vida para todos los hombres, Compasión y ternura hacia los que más lo necesitan, Atención y Acogida a los que buscan y rebuscan en el pozo de la vida cosas y cosas que puedan calmar su sed de una vida distinta... Intentar conectar con esa Fuente de Agua Viva que nos lleve hasta esa vida para siempre que es la vida de Dios mismo...
Reflexionando sobre el evangelio de este fin de semana, me ha hecho pensar mucho los comentarios de José Antonio Pagola: "Algo no va bien en nuestra Iglesia si las personas más solas y maltratadas no se sienten escuchadas y acogidas por los que decimos seguir a Jesús. ¿Cómo vamos a introducir en el mundo su evangelio sin «sentarnos» a escuchar el sufrimiento, la desesperanza o la soledad de las personas?... Algo no va bien en nuestra Iglesia si la gente nos ve casi siempre como representantes de la ley y la moral, y no como profetas de la misericordia de Dios..." 
Ante el Coronavirus, ante la riada de inmigrantes que cruza el Mediterráneo, ante los pueblos que mueren de hambre, de malaria, de ébola, dengue o tantas otras miserias y enfermedades, ¿qué anuncia y sugiere nuestra comunidad cristiana? ¿Hemos llegado a probar nosotros mismos el agua viva, esa que nos encamina a la vida de Dios?  O, tal vez, sigo dando sorbos del agua de siempre, la de nuestro pozo o de nuestro grifo...
Texto del evangelio de Juan (4,5-42)

viernes, 6 de marzo de 2020

La Vida y la Gloria están donde hay Amor

8 de marzo
Resultado de imagen de éste es mi hijo, el AmadoEste fin de semana escuchamos el texto del evangelio de Mateo en el que narra la transfiguración de Jesús en el Monte Tabor... Los expertos y entendidos nos aseguran que se trata de una narración hecha a partir de la experiencia de Pascua... 
Como escribe Fray Marcos: En la experiencia pascual descubrieron los discípulos lo que era Jesús. Todo lo que descubrieron después de su muerte, estaba ya presente en él cuando andaban por los caminos de Palestina... Los exégetas apuntan a que estamos ante un relato pascual. Si se retrotrae a la vida terrena es con el fin de hacer ver que Jesús fue siempre un ser divino... Una vez que, descubrieron en la experiencia Pascual, lo que Jesús era, trataron de comunicar esa vivencia que les había dado Vida. Para hacerlo creíble, lo colocaron en la vida terrena de Jesús, justo antes del anuncio de la pasión. Así disimulaban la ceguera que les había impedido descubrir quién era...
Dos cosas me llaman la atención: Primera - Sólo después de su experiencia pascual (la condena de Jesús, la sentencia y la muerte... y el abrirse su mente y su corazón a la resurrección y vida de Jesús) son capaces de captar la profundidad y verdadera divinidad del Maestro.
Segunda - La palabra que ponen en boca de Jesús: No tengáis miedo! junto con la voz que les dice: Éste es mi hijo, el Amado; escuchadle.
Son como dos preguntas que me hago yo mismo.  ¿Hasta dónde llega mi experiencia pascual? Aquellos hombres y mujeres caminaron y comieron con Jesús. Escucharon su mensaje. Vieron todo lo que hacía... Y, sin embargo, en el momento más duro lo dejaron solo.
Creo que nuestra Iglesia (y nosotros mismos) tenemos miedo. No acabamos de aceptar a Jesús y su proyecto (la Buena Noticia del Reino de Dios). Acogerlo y hacerlo nuestro...! Algo que tiene que ver mucho con la humanidad, con los hombres y mujeres de nuestro entorno; con la Vida. A ver si logramos hacerla más humana y solidaria, más justa y compasiva. Como que nos resulta más fácil lo de cumplir con ritos, normas y mandamientos... y así alcanzar la vida eterna...
Como escribe Fray Marcos: "No podemos seguir pensando en un Jesús que lleva escondido el comodín de la divinidad, para sacarlo en los momentos de dificultad. En la oración del huerto quedó muy claro. Lo que hay de Dios en él está en su humanidad..."  Por eso tenemos que ahondar en el conocimiento de Jesús. Los evangelios nos cuentan las cosas que decía, lo que hacía, cómo vivía, cómo se dirigía a la gente... Ahí descubriremos todo lo que hay de divino. Creo que eso mucho más importante que todos los estudios, todos los proyectos, todos los éxitos y todos los conocimientos. Porque seguir las huellas de Jesús compromete nuestra vida.
"Probablemente -escribe José Ant. Pagola- es el miedo lo que más paraliza a los cristianos en el seguimiento fiel a Jesucristo...Tenemos miedo a anteponer la misericordia por encima de todo, olvidando que la Iglesia no ha recibido el «ministerio del juicio y la condena», sino el «ministerio de la reconciliación»..."
Y, como resumen, me gusta repetirme una y mil veces lo que comenta Fray Marcos: "Escuchar al Hijo no es aceptar una doctrina que él trasmite por su palabra sino transformarse en él y vivir como él vivió, ser capaces de manifestar el amor a través del don total de sí... La plenitud del hombre está en la entrega total. No está la resurrección después de la muerte ni la dicha después del sufrimiento. La Vida y la gloria están allí donde hay amor.
Texto del evangelio de Mateo 17, 1-9






Yo soy el buen pastor

...que se entrega por sus ovejas 21 de abril 2024 El texto del evangelio de Juan que escuchamos este domingo 4º de Pascua nos habla del &quo...