"Dios-con-nosotros"
21 de diciembre 2025
A partir de este domingo todo apunta a la celebración de la Navidad. Quizás, hoy en día, ya no tiene el eco que tenía antiguamente con sus celebraciones, sus villancicos, sus devociones. Es cierto que, todavía, conservamos lo del belén en las casas y en las iglesias. También algunos villancicos que iluminan y alegran nuestras eucaristías...
Por otra parte, las fiestas navideñas (Navidad, Año Nuevo, Reyes) arrastran cada vez más ese poso de consumo, de regalos, comidas, festejos y diversión... ¿Dónde pasaremos la Nochebuena? ¿Con quién comeremos el día de Navidad? ¿A qué fiesta iremos para Nochevieja? ¿Te han hecho muchos regalos en Reyes?...
La Iglesia nos señalaba la preparación para la Venida del Salvador. Porque Dios venía a salvarnos. Se hacía niño, nacía en un portal (en un pesebre) como un migrante más tomando nuestra carne para hacerla suya y salvarnos de todos los males y pecados...Durante siglos todas las celebraciones apuntaban a eso. Y nos llenaba de alegría. Y era motivo de celebración, en la iglesia y en la familia...
El evangelio de este domingo, tomado de Mateo, nos ofrece una estampa que, además de muy sabida y conocida, nos ha hecho seguir una tradición que, a mi modo de entender, se aleja mucho de la intención que podían tener las personas que escribieron los evangelios.Mateo, judío de nacimiento y de religión, apela a todos sus conocimientos de su libro sagrado, la Biblia, para que aquellos primeros seguidores de Jesús y su movimiento entendieran el profundo mensaje del Maestro.Jesús, nacido en Nazaret, un niño-muchacho-joven-hombre, totalmente desconocido, transmite un mensaje totalmente especial. Es una persona llena de Dios que actúa movido por un espíritu nuevo, lleno de fuerza, de entrega y servicio, que ve el mundo con ojos nuevos. Descubre la pobreza y la miseria que rodea a su gente. Se conmueve y anuncia una gran noticia para toda esa pobre gente. Dios no es un dios lejano, no es un juez que vigila y castiga. Dios es nuestro abbá-immá (papá-mamá). Y grita a todos los que encuentra: Convertíos, cambiad vuestra vida y vuestro corazón. El reino de Dios está entre vosotros, dentro de vosotros...Todo eso era un mensaje muy fuerte. Ilusionaba y también molestaba a los que mandaban (política y religiosamente). Y por eso, al final, lo mataron...Pero esa vida y esa muerte no quedaron enterradas y muertas. No! Los seguidores y seguidoras lo entendieron de otra manera. Aquella vida seguía viva! Estaba ahí dentro de ellos y ellas...Luego vino lo de escribir el evangelio.Y recordaron dichos y escenas narradas antiguamente: Ese hombre, Jesús, impulsado y movido por el aliento de Dios... Nació, creció y se entregó movido e impulsado por el Espíritu Santo. María recibió el mensaje de Dios a través del ángel. Y recuerda el evangelista lo dicho por el profeta:-«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».
Y, a partir de ahí, nos ofrece una narración (tanto Mateo como Lucas) en la que (como si fuera una lección de teología) nos hace ver y contemplar: el anuncio del ángel, la aceptación de María, la acogida de José... Porque era muy importante mostrar la genealogía de Jesús, de la familia de David, de manera que así se confirmaba que él era el esperado, el Mesías, que salvaría a su pueblo.Los seguidores judíos pudieron sentir la satisfacción de verse unidos y enlazados a los mensajes de los profetas, a la tradición de sus padres.Los que vinieron después (no judíos) sin tradición y con una cultura greco-romana, prefirieron ver y contemplar a Jesús como el hijo del Altísimo, el nacido por obra del Espíritu Santo, el resucitado hijo de Dios, el que tiene el poder y la gloria que vive a la derecha del Padre...Todo lo demás, la Tradición lo ha ido añadiendo: La Virginidad de María, los dones y privilegios que le convenía por ser la madre del Hijo de Dios; el no tener relación con hombre alguno; no tuvo pecado original; no pudo quedar enterrada como una persona cualquiera..., etc. etc.
Todo eso y muchas cosas más han sido consecuencia lógica de tomar la narración del evangelio como si fuera una crónica de sucesos... Como advierte muy bien Fray Marcos: "-Estamos ante el texto más leído de tda la Escritura. Lo que no es tan seguro es que lo hayamos interpretado correctamente. Tomado al pie de la letra nos lleva a conclusiones disparatadas. Es teología narrativa y como tal debemos tratar de comprenderlo más allá de la letra."-"Lo que fue Jesús teológicamente no tiene nada que ver con su procedencia biológica. Interpretar la acción del Espíritu Santo como sustituto de José es una monstruosidad que no tiene pies ni cabeza. El significado debemos descubrirlo a otro nivel".
Todo eso me lleva a la pregunta que debería hacerme siempre (tanto en Navidad como en Semana Santa) es si he escuchado bien el mensaje de Jesús, si lo hago mío, si es el que rige mi vida... Si me dejo salvar. Si soy capaz de ir al encuentro de Dios, nuestro padre-madre. De eso estoy convencido. Su nacimiento, su infancia, su juventud, su vida en Nazaret, en el desierto, en los pueblos y calles de aquellos pueblos... Creo que no tiene importancia. Eso que él vive y proclama. Eso que es lo que incendia su corazón y nos quiere transmitir... Eso sí que es algo fundamental y lleno de exigencia: Mi conversión.
Texto del evangelio de Mateo 1, 18-24
La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.
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