sábado, 26 de diciembre de 2020

La familia

 Fiesta de la familia de Jesús

27 de diciembre 2020

Retomamos en el este domingo después de Navidad el texto del evangelio de Lucas.

Y en ese texto nos presenta, junto con las normas judías que había que cumplir y las reflexiones que pone en boca del anciano Simeón y de la no menos anciana la profetisa Ana, algo tan sencillo como que "el niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba."

Como siempre hemos dado por supuesto que Jesús, niño o adulto, era Hijo de Dios, casi casi que nos sobraba eso de que iba creciendo como cualquiera de nuestros hijos o nietos. Porque, naturalmente, la familia de Jesús era totalmente especial: José, el padre, un bendito dedicado a mantener su familia; María, la llena de gracia y virgen santísima... Si añadimos que Jesús desde siempre es el Unigénito de Dios (segunda persona de la Santísima Trinidad)..., entonces nos quedamos con una familia tan alejada de nosotros que no nos podemos mirar en ella.

Y, sin embargo, estoy convencido de que su familia se pareció a las nuestras mucho más de lo que podemos imaginar: Nazaret tenía más de aldea que de pueblo, Las necesidades y penurias serían las comunes de su tiempo y de época (en una ocupación del Imperio Romano) que no era ninguna broma. El aprendiizaje del niño debió de lo más parecido a lo que todos hemos experimentado en nuestras propias casas: Aprender a caminar, a comer, a hablar, a ayudar al padre y a la madre, etc.

Y, al mismo tiempo, al igual que todos nosotros, vivía y tenía la referencia constante de su padre y de su madre: su manera de hacer, su manera de pensar, la solidaridad, la amistad, la ayuda mutua... Como se suele decir: Hay cosas que se maman en casa... Una infancia que sería el punto de partida del camino que, a medida que se fue haciendo adulto, fue ahondando y profundizando. 

Dios fue una vivencia tan intensa y profunda que le hará clamar y proclamar la Buena Noticia de Reino de Dios.  Todo un camino y proceso pasando por acercarse a Juan el Bautista, el paso por el desierto y toda la búsqueda que llenaba su vida y su corazón... 

Como digo, nos hemos acostumbrado a dar todo eso por supuesto aún leyendo lo que nos dice Lucas. Como si Jesús niño, adolescente, joven o adulto, simulara que aprendía, que crecía en edad, en estatura y en gracia de Dios... Pienso que lo importante no es confesar que Jesús es Hijo de Dios o que sabía y podía todo porque es Dios... No, es más importante que nosotros mismos vayamos haciendo camino y progresando en el acercamiento a Dios, nuestro padre, que nos centremos en vivir al estilo de Jesús mismo y que, a la manera de José y María, también en nuestras casas podamos mostrar a nuestros hijos y nietos esa manera nueva de vivir. Los misterios de Dios son de Dios y a Dios, como decía Juan, nadie lo ha visto; pero caminando tras las huellas de Jesús de Nazaret, podemos entender que está tan cera y tan dentro de nosotros que no nos hace falta buscar demasiado lejos. Abbá - papá rezaba Jesús y tan profundamente lo vivía que llegó a decir aquello de "...éstos son mi madre y mis hermanos: los que hacen la voluntad de Dios"

Así comenta José Antonio Pagola la educación y vida en familia: "Esto exige todo un estilo de educar hoy en la fe donde lo importante es transmitir una experiencia más que ideas y doctrinas; enseñar a vivir valores cristianos más que el sometimiento a unas normas; desarrollar la responsabilidad personal más que imponer costumbres; introducir en la comunidad cristiana más que desarrollar el individualismo religioso; cultivar la adhesión confiada a Jesús más que resolver de manera abstracta problemas de fe.

En la educación de la fe, lo decisivo es el ejemplo. Que los hijos puedan encontrar en su propio hogar «modelos de identificación», que no les sea difícil saber como quién deberían comportarse para vivir su fe de manera sana, gozosa y responsable..."

Texto del evangelio de Lucas (2,22-40)


viernes, 25 de diciembre de 2020

Reencontrar el sentido de la Navidad

¿Dónde se encarna Dios?

 25 de diciembre 2020 - Navidad


El texto del evangelio del día de Navidad está tomado del evangelio de Juan: "La Palabra se  hizo carne y habitó entre nosotros" y como escribe Inma Calvo "deberíamos interpretarlas en presente. El logos, el proyecto de Dios, está entre nosotros."

Estoy pensando que nuestra fiesta de Navidad  tiene más de cumpleaños que de reencuentro, celebración de una presencia que nos acompaña a lo largo de nuestra vida.

"La Navidad -como escribe José Antonio Pagola- nos obliga a revisar ideas e imágenes que habitualmente tenemos de Dios, pero que nos impiden acercarnos a su verdadero rostro. Dios no se deja aprisionar en nuestros esquemas y moldes de pensamiento...

Lo imaginamos fuerte y poderoso, majestuoso y omnipotente, pero él se nos ofrece en la fragilidad de un niño débil, nacido en la más absoluta sencillez y pobreza. Lo colocamos casi siempre en lo extraordinario, prodigioso y sorprendente, pero él se nos presenta en lo cotidiano, en lo normal y ordinario. Lo imaginamos grande y lejano, y él se nos hace pequeño y cercano."

La pregunta que hoy me hado es ésta: ¿Dónde se encarna Dios? Desde siempre hemos aprendido a responder que en Jesús de Nazaret; pero creo que tanto la tradición como los muchos escritos y predicaciones han hecho que nos quedáramos en la superficie del mensaje que el mismo Jesús nos quiso transmitir con su vida y con su palabra. Por eso me temo que si no aprendo a caminar tras sus huellas, a vivir y volcarme como él lo hizo, todo el tema de la encarnación de Dios se quedará en un misterio que iremos olvidando poco a poco.

Tanto el texto del evangelio de Lucas como el de Juan nos quiere transmitir el mensaje de la encarnación de Dios. Lucas utiliza una narración popular y casi folklórica y Juan nos ofrece toda la experiencia de una comunidad mística, centrada en esa vivencia de la realidad y presencia de Dios en todo y en todos. Y tiene como referencia a Jesús de Nazaret. Esa presencia y encarnación se hizo tan palpable en Jesús porque... (dice el texto que el Logo = la Palabra estaba junto a Dios...) "Y esa expresión -como explica Fray Marcos- es muy interesante: "junto a Dios", en griego: vuelto hacia…, volcado sobre..." Por eso se nos insiste tanto hoy en día en que si no nos acercamos a Jesús de Nazaret nos va a resultar muy difícil captar el sentido profundo de la encarnación.

De ahí que el mensaje de la Navidad aunque vaya envuelto en las figuras del belén y en la ternura del nacimiento de un niño tiene que invitarnos a una mirada y reflexión más profunda. Como escribe José Antonio Pagola, "ahora sabemos que lo podemos encontrar en cualquier ser indefenso y débil que necesita de nuestra acogida. Puede estar en las lágrimas de un niño o en la soledad de un anciano. En el rostro de cualquier hermano podemos descubrir la presencia de ese Dios que ha querido encarnarse en lo humano..." Esos son, precisamente los pasos que fue dando Jesús (volcado totalmente en Dios y empapado de su ternura y compasión). Recordamos siempre la descripción que hacía Pedro de Jesús de Nazaret "que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el Diablo; porque Dios estaba con Él» (Hechos 10, 37-38). Porque vivía junto a..., volcado en... 

De ahí que en esta fiesta de Navidad mi objetivo y perspectiva es vivirla intentando descubrir esa encarnación Dios en Jesús y en cada una de las personas que me rodean. Así, al rezar el Credo (en la misa) me gusta rezarlo de esta otra manera: "Creo en Dios, nuestro Padre, origen, raíz y fuente de todo lo que somos y tenemos. De Él vengo y a Él voy, me apoya y me sostiene..." Quiero sentirme empapado de ese Dios de Jesús de Nazaret más que del Dios todopoderoso creador del cielo y de la tierra... Me parece, incluso, más navideño.

sábado, 19 de diciembre de 2020

La sencillez de Dios

Dios es encarnación

20 de Diciembre de 2020 - 4º domingo de Adviento

El Rincón del pensador: junio 2012

Último domingo antes de Navidad y un texto que hemos escuchado tantas veces que casi nos lo sabemos de memoria. Es la Anunciación: "Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo..."

Tan acostumbrados estamos a escucharlo y a rezarlo que apenas si tienen alguna profundidad. Por otra parte está el hecho de que la narración (tanto de la Anunciación como del Nacimiento de Jesús) los escuchamos y los metimos en nuestro subconsciente como si fueran crónicas de sucesos, como algo que ocurrió hace tiempo y que pudo aparecer en las reseñas de los periódicos... Y creo que ahí nos perdimos.

A la hora de reflexionar y tratar de entender el mensaje que nos ofrece el evangelio de Lucas prefiero echar mano de quien nos puede orientar. Y Fray Marcos nos clara unas cuantas cosas: "Los textos que vamos a leer estos días están tomados del “evangelio de la infancia”. Debemos tomar conciencia del sentido “no histórico” de los textos. El anuncio del nacimiento de un hijo de dios, el nacimiento de madre virgen, el nacimiento en una gruta, los pastores adorando al niño, el intento de matar al niño, la huída después de un aviso, la muerte de los inocentes, el anuncio por medio de una estrella, la adoración de unos magos, etc.; todos son relatos míticos ancestrales y ninguno es original del cristianismo..."

Escuchar y leer una cosa así nos descoloca. De pronto tenemos la sensación de que nos han engañado, de que toda la motivación que sentíamos al celebrar la Navidad, los villancicos, los belenes..., todo eso resultara falso. Sería como quedarnos en el aire...

"El decir “mítico” -continúa Fray Marcosno quiere decir “mentira”. Este es el primer error a superar. El mito es un relato que intenta desvelar una verdad radical que atañe al hombre entero, y que no se puede explicar por medio de discursos racionales. Al decir que estos relatos son míticos, no estamos devaluando su contenido, sino todo lo contrario; nos estamos obligando a descubrir el significado profundo y vital que tienen. Lo nefasto es haber considerado los relatos míticos como crónicas de sucesos sin mayor alcance vital..."

Ahí tenemos nuesro primer esfuerzo: Tratar de descubrir el significado profundo de Jesús mismo, de lo que llamamos "encarnación", de la Buena Noticia que Jesús mismo irá proclamando a lo largo de su vida. El texto del evangelio utiliza imágenes, textos y alusiones tomadas del Antiguo Testamento. Algo que aquellas primeras comunidades de seguidores podían comprender: Se anuncia un Salvador, un Dios que viene y se abaja hasta lo más humilde y sencillo de la sociedad. Todo lo que se nos dice en imágenes (tan tiernas, tan sencillas, tan humildes) queda muy lejos del Dios del Antiguo Testamento (Dios Todopoderoso, vencedor en todas las batallas, que hace desaparecer a los enemigos, que premia o castiga, que está y vive allá en las alturas como señor del cielo y de la tierra...). No, es el Dios de Jesús de Nazaret, Abbá - papá-mamá, tierno y compasivo (como aparece en tantas parábolas que contaba Jesús mismo).

Ciertamente, el misterio de la encarnación se convierte en un tema pendiente para muchos de nosotros. Que Dios se haga carne, que acampe entre nosotros, que seamos capaces de descubrirlo como hacía Jesús, que lleguemos a interiorizarlo y sea una verdadera meta en nuestra vida. Porque, creo entender, que no se trata de decir o confesar que Dios se encarnó en Jesús de Nazaret y que vino a nosotros para salvarnos... Creo que el camino es diferente. El ejemplo de María, una chica humilde de Nazaret, tendría que servirnos para ahondar en el misterio mismo de la encarnación.

"Aquí esta la esclava del Señor. "Hemos insistido tanto -escribe Fray Marcosen los privilegios de María que hemos convertido en impensable la encarnación de Dios en alguien que no sea perfecto. Pablo nos habla del misterio escondido y revelado. El misterio mantenido en secreto, por generaciones, es que Dios es encarnación. Dios salva desde dentro de cada persona, no desde fuera con actos espectaculares. La buena noticia es una salvación que alcanza a todos. Misterio que está ahí desde siempre, pero que muy pocos descubren. No es que Dios realice la salvación en un momento determinado; Dios no tiene momentos..."

Un detalle más para terminar. El saludo que pone el evangelio en boca del ángel: «Alégrate».  Me parece muy interesante el comentario que hace José Antonio Pagola: "Alégrate es la primera palabra que escucha el que se prepara para vivir una experiencia buena. Hoy no sabemos esperar. Somos como niños impacientes, que lo quieren todo enseguida. No sabemos estar atentos para conocer nuestros deseos más profundos. Sencillamente se nos ha olvidado esperar a Dios, y ya no sabemos cómo encontrar la alegríaNos estamos perdiendo lo mejor de la vida. Nos contentamos con la satisfacción, el placer y la diversión que nos proporciona el bienestar. Sabemos que es un error, pero no nos atrevemos a creer que Dios, acogido con fe sencilla, nos puede descubrir nuevos caminos hacia la alegría..."

Texto del evangelio de Lucas (1,26-38)



viernes, 11 de diciembre de 2020

Quién eres tú?


Testigos de la luz
13 de Diciembre de 2020 - III Domingo de Adviento 


El evangelio de este domingo nos habla de Juan el Bautista. Y comienza así: "Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Y éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz..."

Le preguntaban que ¿quién era? ¿Si era el Mesías? ¿O un profeta?... No, nada de eso. Sòlo testigo de la luz.

Como escribe José Ant. Pagola: "El testigo de la luz no habla mucho, pero es una voz. Vive algo inconfundible. Comunica lo que a él le hace vivir. No dice cosas sobre Dios, pero contagia «algo». No enseña doctrina religiosa, pero invita a creer. La vida del testigo atrae y despierta interés. No culpabiliza a nadie. No condena. Contagia confianza en Dios, libera de miedos. Abre siempre caminos. Es como el Bautista, «allana el camino al Señor»... 

A Juan el Bautista le preguntaron quién era... Ahora esa pregunta me llega a mí, a nosotros, a todos los que nos decimos seguidores de Jesús de Nazaret: ¿Y tú quién eres?

Quizás mi respuesta sería más bien la expresión de un deseo, de un objetivo que le pongo a mi vida, de ese camino que voy haciendo dia a día. Y sí, yo también quiero ser testigo de la luz. Tal y como escribe J.A.Pagola, yo sólo quiero ser el testigo que intenta reflejar eso que a mí me ha impactado y me anima a seguir una manera y estilo de vida que no coincide con lo que nos presentan como moda, como lo que se lleva, como lo que todo el mundo hace.

Jesús de Nazaret fue y es alguien muy especial para mí. Se me presenta como una persona profundamente humana que mira en profundidad a cada una de las personas con las que se encuentra. Vive una empatía y una compasión que le permite acercarse a un leproso o a un marginado o a una persona despreciada por todos con todo el cariño, como lo haría a un bebé, a la persona más débil y necesitada... A medida que vas captando su manera de ser y de actuar, entiendes que Él, como persona, resulta un auténtico reflejo de Dios mismo.

Tal vez, hay algo que, debido a nuestra formación religiosa, a lo que siempre nos han predicado (Jesús es el Hijo de Dios), se nos hace muy difícil de asumir. Y es la humanidad de Jesús.   
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Fray Marcos lo comenta de esta manera: "Jesús desplegó su vida humana como cualquier otro ser humano. Como hombre, tuvo que aprender y madurar poco a poco, echando mano de todos los recursos que encontró a su paso. Fue un hombre inquieto que pasó la vida buscando, tratando de descubrir lo que era en su ser más profundo. Su experiencia personal le llevó a descubrir dónde estaba la verdadera salvación del ser humano y entró por ese camino de liberación. Si no entendemos que Jesús fue plenamente hombre es que no aceptamos la encarnación..."

Entonces, seguir las huellas de Jesús de Nazaret, ser testigos de la Luz (de su Luz) sería, ante todo, rehacer su camino, poner en mi vida esa profundidad y esa manera de ver que hace que las personas (todas las personas) adquieren una dimensión diferente. Sería ir creciendo en humanidad, en solidaridad, en fraternidad. Y así ser como el reflejo de lo que Jesús llegó a ser.

"La simbología de la luz, escribe Inma Calvoes una de las más sugerentes para comunicar la experiencia espiritual. Qué diferencia entre el día y la noche... A plena luz del día, el optimismo y la esperanza disipan los miedos y nos ponen en marcha. Por eso decimos que Jesús es nuestra luz. Su vida nos llena de motivos para seguir creyendo en la humanidad y descubrir en ella esos destellos divinos."

Así caminamos hacia ese encuentro que colmará todas nuestras esperanzas y anhelos.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,6-8.19-28):


sábado, 5 de diciembre de 2020

Dios viene, pero nosotros nos vamos

Preparad el camino
6 de Diciembre de 2020 - II Domingo de Adviento

Comentario Seglar al Evangelio Estamos metidos en el Adviento. No sé si se notará mucho. A lo mejor lo que más se nota es que se acercan las fechas de las Fiestas de Navidad y, aunque sea en medio de esta pandemia, queremos y tenemos que preparar algo: comidas, regalos, encuentros familiares aunque sean restringidos... Pero ¿el Adviento? Incluso habrá quien se pregunte qué puede ser eso. 

Fray Marcos hace esta especie de resumen: Preparadle el camino al Señor. "Este grito es el mejor resume del espíritu de Adviento. Pero fijaros que fuerza el sentido del texto, que habla de prepararle un camino a Yahvé, mientras Mc habla de preparar un camino a Jesús. El texto está insinuando que si Dios no llega a nosotros es porque se lo impedimos con nuestra actitud vital, que orienta su preocupación en otras direcciones. Él viene, pero nosotros nos vamos..."

En estos tiempos podríamos decir que hemos dejado de lado toda aquella preparación "religiosa" de la Navidad para irnos directamente a la fiesta, a lo más externo, a las luces y colores y todo lo que envuelve el mensaje propiamente dicho.

Cuando en el texto de Marcos se lee eso de Preparar el camino, tenemos el peligro de pensar en el belén, en los regalos de Reyes o simplemente en la misa de Navidad y los villancicos. Pero esa preparación es algo mucho más profundo tal y como comenta Fray Marcos: Que Dios llega a nosotros, que está entre nosotros, que forma parte de nuestra realidad y... no nos damos cuenta.

"Hoy, la necesidad de estar alerta - escribe Fray Marcoses más apremiante que nunca, porque jamás se han ofrecido al ser humano más caminos falsos de salvación. Hay toda una gama de productos disponibles en el mercado, desde las drogas hasta los gurús a medida. Por eso necesitamos más que nunca de la figura del profeta. Seres humanos que por su experien­cia personal puedan arrojar alguna luz en esa maraña de senderos que se entrecruzan y que la inmensa mayoría son sendas perdidas que no llevan a ninguna parte..."

Entendemos, los seguidores de Jesús de Nazaret, que Él es el profeta y más que profeta. El que nos marca el camino, el que ha vivido la Buena Noticia del reino de Dios. Y desde esa profundidad de su vida, de ese estar empapado de Dios, nos invita a ese cambio de vida que nos permita reconocer a Dios entre nosotros señalando a los otros hombres y mujeres, especialmente a los más pobres y marginados, como el lugar y el medio de descubrir al Enmanuel (Dios con nosotros).

Y por ahí tiene que ir nuestro Adviento, nuestra preparación y nuestro caminar ahora y a lo largo de nuestra vida.

El texto de Marcos dice que Él "os bautizará con Espíritu Santo". Probablemente nos preguntemos ¿qué querrá decir eso?. El texto hace la distinción entre el bautismo de Juan (bautismo con agua) y el bautismo de Jesús de Nazaret (con Espíritu Santo). Y me pregunto si no nos habremos quedado con el bautismo del agua que resulta más práctico y sensible. Y el tema del Espíritu Santo se nos queda como misterio.

Jesús de Nazareth se unió a toda aquella gente que pedía a Juan el bautismo de agua; pero Él siguió adelante y día a día hizo más honda e íntima su relación con Dios, al que siempre llamaba Abbá (padre, papá). Y hace tan suyo el mensaje de la Buena Noticia que proclama que si no nos convertimos, si no cambiamos no entraremos en el reino, no lo encontraremos a Dios.

"La experiencia del bautismo -concluye Fray Maroses la clave para entender a Jesús. Después de esa experiencia personal, dice a Nicodemo: “Hay que nacer del agua y del Espíritu”.
El único camino hacia lo humano es el que Jesús recorrió. Tenemos que sumergirnos en lo sagrado... 
Tenemos que dejarnos inundar por lo divino."

 

Texto del evangelio de Marcos (1,1-8)


Yo soy el buen pastor

...que se entrega por sus ovejas 21 de abril 2024 El texto del evangelio de Juan que escuchamos este domingo 4º de Pascua nos habla del &quo...