sábado, 27 de noviembre de 2010

A la hora que menos penséis


28 de noviembre - 1º domingo de Adviento
"Estad preparados"
Durante mucho tiempo he oído hablar de este evangelio como algo cercano al "juicio de Dios", al examen final, a rendir cuentas... Y supongo que tendrá su razón de ser, su razonamiento. En la iglesia se predicaba tanto ese tema que siempre me pareció normal.
Era cuestión de hacer méritos, de sacar nota, de pasar ese examen que, nos insistían, sería riguroso... y no se podía copiar.
Claro, todo eso caía sobre nuestras conciencias e inteligencias de muchachos en formación, saturados de estudios, de preparaciones, de exámenes, de notas finales. Entonces, este evangelio y otros parecidos significaban un toque de atención a "estar preparados". "Si el dueño de la casa supiera a qué hora iba a venir el ladrón..."
Hoy en día, releo el evangelio y es como si lo viera con otra luz, desde otro ángulo. Ya no me preocupan los exámenes, ni los estudios, ni la preparación, ni hacer chuletas para aprobar el examen... Quizás por el hecho de estar jubilado. O quizás porque en esta etapa de la vida nuestras preocupaciones son otras... El caso es que estas palabras de Jesús (textuales o interpretadas por el que las escribe) me hacen entender la necesidad de vivir intensamente los días que tengo, los momentos, las situaciones, la realidad de cada día.
Creo que no tengo que esperar ni un diluvio, ni una catástrofe final, ni algo extraordinario par captar la idea de Jesús.
Las referencias a relatos de la biblia ayudaban en aquellos tiempos a entender lo que quería decir.
Hoy me agarraría yo a la palabra "hijo de hombre". "Cuando venga el hijo del hombre..." Dios se me manifiesta a través del hijo del hombre, a través de tantos pequeños acontecimientos de la vida ordinaria: el inmigrante que llega, el vecino necesitado, el vagabundo que pide, las informaciones que nos hacen llegar sobre las desgracias de Haití (el cólera), los millones que mueren por falta de medicamentos (hablan de las "pastillas para el dolor ajeno"), las mujeres que sufren violencia, los abandonados y olvidados... Sí, cuando el hijo del hombre pasa a nuestro lado... sabré reconocerlo? Dios anda ahí. Y si yo paso de largo, seré como aquellos que pasaban de largo ante el herido o como las vírgenes de la parábola que se quedaron sin aceite... y llegó el novio y no pudieron entrar en la fiesta.
"Estad preparados". Pienso que no se trata de preparar ningún examen ni de revisarse continuamente; sino de estar atentos al "hijo del hombre"... Es la referencia de Dios que pasa a nuestro lado, que nos invita a vivir como Él, a seguir el camino de Jesús y entrar en el Reino de Dios.
Lo que nos resulta difícil es porque esperamos una aparición especial y el hijo del hombre es como anónimo, sin marca, sin distinción, escondido, pobre y hasta despreciable y sin educación...
Como dice Jesús, "a la hora que menos penséis"... llega y pasa el hijo del hombre.
Tiempo de Adviento: tiempo de prestar atención. A ver si soy capaz de verlo y acogerlo.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Nuestra cruz


21 de noviembre - 34º domingo del tiempo ordinario (Fiesta de Cristo Rey)

"Nuestra cruz"

La escena que nos cuenta Lucas la conocemos bien. Me llena de compasión; pero, al mismo tiempo, sé que termina en triunfo, que "hoy mismo estarás conmigo en el paraíso...". Jesús vence a la muerte y lo que decían como burla y desprecio se convierte en realidad: "Jesús, Rey". Y no sólo de los judíos, sino de todo el mundo.

Y la Fiesta de Cristo Rey que, en otros tiempos, parecía tan apropiada, hoy resulta como fuera de lugar... Porque ¿qué significa hoy en día ser rey? Algo así como nuestro rey Juan Carlos? ¿O como la reina Isabel II de Inglaterra? No, es otra cosa. No me parece que tenga nada que ver.

Con la cruz me sucede lo mismo. La cruz de los cristianos ya no significa lo mismo. En los primeros tiempos del cristianismo la misma palabra "cruz" infundía miedo y temor, significaba algo terrible, el peor sufrimiento, la muerte más cruel... El Imperio Romano sabía cómo aplastar a los que se oponían a sus normas y a sus leyes, a los que se rebelaban con su poder absoluto. Y Jesús fue una víctima más.

Hoy, nuestras cruces, mi cruz, es de adorno. La cruz se ha convertido en un colgante, en un amuleto, en un adorno, en algo que nos ponemos como complemento... O, tal vez, se ha convertido en un ídolo que adoramos, veneramos, nos inclinamos ante él, le rezamos, le pedimos, le rogamos...

Creo que hemos errado el camino. Ver y entender la cruz de Jesús (y la nuestra) es otra cosa. Es parte del camino de Jesús, parte de nuestro camino y de nuestra vida. Y sólo cuando abrimos los ojos a la realidad de tantas personas crucificadas, a tantos hombres y mujeres que arrastran su cruz, su opresión, su injusticia, su abandono y su olvido... es entonces cuando redescubro el verdadero sentido y significado de la cruz.

J.A.Pagola comentaba en Eclesalia lo siguiente: "Para los seguidores de Jesús, reivindicar la Cruz es acercarse servicialmente a los crucificados; introducir justicia donde se abusa de los indefensos; reclamar compasión donde sólo hay indiferencia ante los que sufren. Esto nos traerá conflictos, rechazo y sufrimiento. Será nuestra manera humilde de cargar con la Cruz de Cristo.

El teólogo católico Johann Baptist Metz viene insistiendo en el peligro de que la imagen del Crucificado nos esté ocultando el rostro de quienes viven hoy crucificados. En el cristianismo de los países del bienestar está ocurriendo, según él, un fenómeno muy grave: “La Cruz ya no intranquiliza a nadie, no tiene ningún aguijón; ha perdido la tensión del seguimiento a Jesús, no llama a ninguna responsabilidad, sino que descarga de ella”.

Entonces, tal y como indican estos dos teólogos, al quedarnos embobados mirando la cruz que adorna nuestras iglesias o nuestra habitación o nuestros colgantes, nos estamos alejando de la verdadera cruz, nos despistamos y nos alejamos del camino de Jesús. Y, únicamente, cuando nos fijamos en las personas crucificadas y nos acercamos a ellas aprendemos a cargar nuestra cruz y a unirnos a Jesús en su camino hacia el Padre, hacia la vida sin fin.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Vuestra perseverancia


14 de noviembre 2010 - 33º domingo tiempo ordinario
"Vuestra perseverancia salvará vuestras almas"

En la predicación de hoy han utilizado una palabra difícil: "escatológica". No sé para qué se utiliza si luego hay que explicarla. En fin... Todo el evangelio de este domingo suena a sermones antiguos, de aquellos que, especialmente antes que no disponíamos de los medios de hoy (TV, internet), que te encogían el corazón: revoluciones, guerras, destrucciones, terremotos, muertes...
¿Cuándo pasará eso?, así le preguntaron a Jesús aquellos que le seguían.
Hoy, la TV, internet, los medios de comunicación nos llenan los ojos y los oídos de acontecimientos de esa clase: "El cólera se ha cobrado tantas muertes en Haití", "la destrucción y atropello del campamento saharaui", "matanza en Irak", "un ataque suicida en Afganistán"... Y más cercano a nosotros: asesinatos y violencia de género... También está la violencia ecológica y medio-ambiental, los miles de inmigrantes desamparados sin medios y sin futuro.
De ahí a los pensamientos de "fin del mundo", la visión de la humanidad que, a pesar de los conocimientos de que dispone, se empeña en su programa de consumir cada vez más, de explotar al máximo, de vivir con un egoísmo loco y suicida.
¿Cuándo pasará eso? El fin del mundo...
Si un tiempo llegamos a creer que iba a ser un acontecimiento repentino, hoy podemos entender que ese "fin del mundo" lo vamos provocando poco a poco, día a día, con nuestra manera de vivir.
La lectura del evangelio lo ve casi como inminente, unido a la destrucción de Jerusalén. Luego, a lo largo de la historia, la humanidad (y la iglesia abundó también en esa dirección) va repitiendo el ciclo: Cuando se acercaba el año 1000, al llegar el año 2000...
Son momentos en los que aparecen predicadores del desastre final y de sus exclusivas soluciones para salvarse.
"Que nadie os engañe"
Las recomendaciones de Jesús pueden ayudarnos a serenar nuestro corazón y a comprender en profundidad cuál debe ser nuestra manera de actuar y de vivir.
"Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas"
Naturalmente, eta palabra de Jesús va unida a su mensaje, a su estilo y modo de vivir, a su gran preocupación: el Reino de Dios.
-El Reino está cerca
-El Reino está entre vosotros
-Cambiad vuestra manera de vivir, vuestro corazón
-No os preocupéis tanto por lo que vais a comer o vestir
-Mirad las flores del campo, los pajarillos
-Dios es nuestro padre
-Buscad, ante todo, su Reino y su justicia y lo demás se os dará por añadidura
Pienso que es en este contexto que debemos incluir la palabra de hoy. Porque no es cuestión de insistir en obras y actividades que sean como el remedio y solución a tanto mal y desastre-
Lo que nos salva es la "perseverancia", el mantenernos en el camino de Jesús, en esa búsqueda del Reino como lo primero y más importante. Y hacerlo en nuestra vida, en nuestra actividad, en nuestra relación con los otros.
Entiendo, entonces, cómo se van mezclando en mi vida aspectos que Jesús nos ha ido mostrando: la actitud del buen samaritano; la manera de orar del publicano; la visión del hijo pródigo; la reacción de Zaqueo; la atención y preparación de las lámparas de aceite mientras esperan al novio...
"La perseverancia salvará vuestras almas", vuestras vidas...
Que el Señor nos ayude a tener clara nuestra mente, sereno nuestro corazón, confiados y entregados en manos de Dios, nuestro padre. Amén.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Dios de vivos


7 de noviembre - 32º domingo del tiempo ordinario
"Dios de vivos"
Hubo un tiempo, en nuestra sociedad, en el que no se podía hacer nada sin contar con Dios, con la iglesia, con sus ministros.
En los tiempos antiguos se consultaba al adivino, al brujo o a los sacerdotes de los diferentes templos y religiones. Acontecimientos familiares, trabajos del campo, viajes, enfermedades, estudios, compras y ventas, decisiones que tomar, elecciones en las que decidir...
Todavía hoy en día quedan personas, sobre todo mayores, que en sus oraciones repasan su lista de peticiones y encomiendas.
Como contraste el mundo de hoy, nuestra sociedad, tiene un marcado acento de incredulidad. Cierto que a casi todos les gustaría poder asegurar su vida y los eventos que le afectan. También es verdad que se echa mano del tarot, de las cartas, de adivinadores e incluso de nuevas religiones que parecen prometer cierta seguridad... Pero en una gran mayoría no es el caso.
Se pasó de poner todo en manos de Dios y de sus santos y santas a una duda existencial que termina siendo un interrogante sin respuesta.
¿Por qué?
Me pregunto si no nos habíamos quedado en las afueras de la iglesia y en la costra de la institución.
A mayor conocimiento de lo humana que es (la institución), más dudas se generaban en nuestro interior. Su respuesta a nuestras dudas perdía fuerza y su lenguaje nos resultaba tan alejado de la realidad que, poco a poco, fuimos dejando de pedir y preguntar.
Y Dios se fue alejando (o lo alejamos nosotros) junto con la institución, sus normas y ceremonias.
Al final nos parecemos a los saduceos que le preguntaban a Jesús... Es una pregunta como de chiste: -"Si se ha casado con los siete hermanos, de quién será la mujer en la otra vida?"
Seguro que a nosotros se nos ocurren muchas otras preguntas parecidas:
-Qué pasa después de la muerte?
-Y nuestro cuerpo?
-De verdad resucitaremos?
-El cielo es realmente un lugar?
Y no terminaríamos nunca...
Jesús no les da una respuesta a su pregunta. Y creo que tampoco es importante que respondan a cuestiones como las que se me ocurren... Lo importante, creo yo, es la afirmación clara de Jesús: "Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos..."
Y cada uno de nosotros debería escuchar bien esa palabra y aplicarla a su propia vida.
Si Jesús les dice que es el Dios de Abraham, Isaac y Jacob..." nosotros podemos entender que nos dice: "Es el Dios de mis padres, de mis abuelos, de toda esa larga familia que ha vivido antes que yo..."
Y no responde a esas cuestiones de lugar, de cuerpo, de nuestra carne, de las circunstancias...
A Dios le importa la vida, mi vida, tu vida... la que tengo entre manos.
No sabemos a dónde vamos (exactamente el lugar, el cómo, cuándo, de qué manera). Tampoco supimos de dónde veníamos. Nos basta con saber que vinimos, que llegamos, que nacimos a esta vida.
Nos la dieron como un regalo, totalmente gratuito (como una gran entrega de amor) y lo que se nos pide es que la vivamos así, al estilo de Dios (al estilo de Jesús que anuncia su Reino)... Todo lo demás se nos dará por añadidura. Como un bebé que vive confiado en brazos de su mamá.
Creo que si alcanzamos a sentir de esa manera experimentaremos una gran paz y la serenidad más grande que podamos desear. Experimentar que estamos en manos de Dios. El sabe bien de nosotros y de nuestra vida. Aunque yo me olvide rezarle...
Especialmente hoy en día es importante que vivamos con intensidad que Dios es fuente de vida, que nuestra vida es un regalo suyo, que mi vida es un regalo para los demás y que mi vida se encamina hacia su fuente que Dios. El Dios de la vida. Dios de vivos.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Tengo que alojarme en tu casa


31 de octubre - 31º domingo del tiempo ordinario
"Tengo que alojarme en tu casa"
Leer la historia de este encuentro (Zaqueo con Jesús o Jesús con Zaqueo) es algo que despierta en mí, como supongo en muchas otras personas, una sonrisa y un sentimiento de confianza y esperanza.
Zaqueo no era buena gente. No era de los que van siempre a misa y cumple con los mandamientos y normas de la institución. Vivía inmerso en sus negocios (que eran los negocios e intereses de los gobernantes de entonces: los romanos y su imperio): Dineros, impuestos, influencias, beneficios... buena vida.
Los temas de iglesia (de sinagoga o de religión) no eran su fuerte y creo que le importaban más las cosas de este mundo, lo que podía tocar con sus manos y sacar el mayor provecho posible.
Sin embargo tenía curiosidad. Habría oído hablar de Jesús de Nazaret. Decían que...hablaba del Reino de Dios; que aseguraba que a Dios le importaba lo que le pasaba a la gente; que si cambiaban de estilo de vida aparecería el Reino de Dios; que lo importante de verdad era el cómo tratábamos a los demás... Y así muchas más cosas.
Y con esa curiosidad se subió a aquel árbol. Por lo menos vería cómo era ese tal Jesús...
Entonces se encontró con la sorpresa. Fue Jesús mismo el que se invitó y le dijo aquello de: "Zaqueo, baja enseguida, que hoy tengo que alojarme en tu casa..."
Sorpresa, alegría, halagado, indigno... Todas esas emociones y sentimientos al mismo tiempo.
Mi reflexión de hoy es ésta:
No son los méritos y la obras buenas de Zaqueo la razón de que Jesús quiera alojarse en su casa.
Es más que probable que en aquel pueblo hubiera muchísimas personas, buena gente, piadosas, cumplidoras...
Y Jesús escoge a Zaqueo.
¿Lo hizo para provocar?
Jesús no se tenía por el mejor, ni por el más santo. Le criticaban porque acogía a pecadores, a prostitutas, que se alojaba en casa de publicanos, que comía y bebía con pecadores... El no era representante de la Ley, ni era un maestro o un escriba. Tampoco era un fariseo.
El anunciaba el Reino de Dios, cómo había que ser y vivir para que se hiciera realidad la Buena Noticia de que llegaba, por fin, un nuevo mundo.
Así, con su vida, con sus palabras y sus acciones expresaba que Dios esperaba a todos, que no rechazaba a nadie, que todos eran elegidos... gratuitamente, que simplemente era un regalo de Dios.
Además creo que Jesús intuía que, precisamente, gente como Zaqueo entendía mejor ese mensaje.
Basta recordar que cuando Jesús escoge amigos y compañeros que le acompañen y quieran vivir a su manera... no se va a la sinagoga, ni busca entre los escribas y maestros, ni siquiera entre los más fervorosos y cumplidores como eran los fariseos. No! Escoge a unos pescadores, a un publicano, a gentes ordinarias.
Entonces, siguiendo con mi reflexión, me pregunto si cuando perdemos ánimo y entusiasmo en el seguimiento de nuestro maestro no querrá decir que hemos perdido también curiosidad, que nos hemos acostumbrado a todo esto, que ya nos sabemos de memoria los relatos del evangelio...
Y si tratáramos de actuar como Zaqueo?
Y si pusiéramos un poco de curiosidad en conocer ese camino y estilo de Jesús de Nazaret?
Porque no es la institución, ni las normas, ni los mandamientos, ni las iglesias, ni las devociones lo que me salva...
Creo que la salvación entra en mi vida cuando poniendo curiosidad en mi vida termino por alojar a Jesús en mi casa...
Resulta que entonces me doy cuenta, al igual que Zaqueo, de los demás. Que tengo que compartir, que lo mío deja de ser mío. Que lo que les sucede a ellos, me afecta.
Y en ese momento entra la salvación... Así lo asegura Jesús de Zaqueo y su casa.
No te entra curiosidad?

Yo soy el buen pastor

...que se entrega por sus ovejas 21 de abril 2024 El texto del evangelio de Juan que escuchamos este domingo 4º de Pascua nos habla del &quo...