jueves, 28 de julio de 2022

Guardaos de toda codicia

La vida no depende de los bienes

31 de julio 2022



Inma Calvo nos ofrece esta introducción: -"El evangelio de este domingo recoge unas enseñanzas de Jesús sobre el uso de los bienes materiales. “Guardaos de toda codicia”. Con la parábola del granjero, que construye unos graneros nuevos sin saber si vivirá al día siguiente, señala la necedad de amontonar riquezas... No es difícil percibir cómo la codicia está en la raíz de tantas desigualdades y sufrimientos. Construimos muros y vallas en las fronteras para no compartir nuestro bienestar con los que menos tienen. Las empresas están esquilmando los recursos naturales del planeta y generando residuos que empobrecen a muchos y enriquecen a unos pocos."

Ahí está la realidad de nuestro mundo y de nuestra sociedad. La prensa, los medios de comunicación nos proponen el consumo cada vez mayor como el objetivo de nuestra vida...si queremos ser felices: Tener la última tecnología, vestir a la última moda, ganar más y más dinero, alcanzar la fama, conseguir más poder... Y siguiendo esas sugerencias nuestra vida se va llenando de más y más codicia.

Y, como nos dice Jesús, "nuestra vida no depende de los bienes." 

Si el objetivo de nuestra vida es tener más y más nunca llegaremos a saciar el afán y el ansia que irá creciendo dentro de nosotros y, en medio de tantos y tantos bienes, terminaremos sintiendo un vacío enorme.

Porque, como comenta Fray Marcos: -"Se trata de desplegar una vida verdaderamente humana que me permita alcanzar una plenitud. Solo esa Vida plena, puede darme la felicidad. Se trata de elegir entre una Vida humana plena y una vida repleta de sensaciones, pero vacía de humanidad. La pobreza que nos pide el evangelio no es ninguna renuncia. Es simplemente escoger lo que es mejor para mí. No se trata de la posesión o carencia material de unos bienes. Se trata de estar o no, sometido a esos bienes, los posea o no. Es importante tomar conciencia de que el pobre puede vivir obsesionado por tener más y malograr así su existencia."

Y José Antonio Pagola nos recuerda otra palabra de Jesús de Nazaret: -De ahí su grito de alerta: «No podéis servir a Dios y al Dinero». No podemos ser fieles a un Dios Padre que busca justicia, solidaridad y fraternidad para todos, y al mismo tiempo vivir pendientes de nuestros bienes y riquezas."

Se diría que hemos aceptado como bueno lo que Jesús pone en boca del rico que tiene tantas provisiones...  -"Luego podré decirme: "Amigo, tienes muchas provisiones en reserva para muchos años: descansa, come, bebe y date a la buena vida"... Aprovechar el momento y disfrutar. Y termina convirtiéndose en el objetivo de nuestro vivir...

Tenemos que preguntarnos si eso nos hace más humanos, más solidarios, más hermanos. Si no es así, estaremos malgastando nuestra vida...

Texto del evangelio de LUCAS 12, 13-21


miércoles, 20 de julio de 2022

Enséñanos a orar

Orar: una práctica y una necesidad

 24 de julio 2022



Durante mucho tiempo los seguidores de Jesús, incluída nuestra generación, vivimos nuestra fe a partir de una práctica diaria de la oración.

No es que fuéramos grandes oradores (o rezadores), pero nuestra vida estaba marcada por toda una serie de oraciones que rezábamos (o recitábamos) a lo largo de nuestra jornada: Oraciones al levantarnos, la señal de la cruz al salir de casa, la bendición de la mesa, oraciones al acostarnos... Luego había, también, las oraciones del pueblo o de la comunidad: el rosario, las novenas, las diferentes devociones que nos hacían aprender de memoria: la salve, alma de Cristo, el via crucis...

Quizás, sí, rezábamos sin saber muy bien  qué era orar y al faltarnos la intensidad y la profundidad de la oración, nuestra práctica ha ido decayendo y bien se puede afirmar que, en una gran parte de la comunidad cristiana, apenas si queda otra práctica que la de ir a misa los domingos y alguna oración residual que, de cuando en vez, acude a nuestra memoria.

Como comenta muy bien José Antonio Pagola: 

-"Quizá la tragedia más grave del hombre de hoy sea su incapacidad creciente para la oración. Se nos está olvidando lo que es orar. Las nuevas generaciones abandonan las prácticas de piedad y las fórmulas de oración que han alimentado la fe de sus padres. Hemos reducido el tiempo dedicado a la oración y a la reflexión interior. A veces la excluimos prácticamente de nuestra vida."

"Parece que las personas están perdiendo la capacidad de silencio interior. Ya no son capaces de encontrarse con el fondo de su ser. Distraídas por mil sensaciones, embotadas interiormente, encadenadas a un ritmo de vida agobiante, están abandonando la actitud orante ante Dios."

Todas las personas necesitamos momentos de reflexión, de repensar nuestra vida, de rehacernos, de encontrar ese punto de equilibrio que evita que perdamos el rumbo y andemos por la vida como pollos sin cabeza...

Y ese momento de reflexión es (debe ser) nuestro tiempo de oración. Hoy en día, hay mucha gente que hace yoga, meditación y otras prácticas que les sirven como acumuladores de paz y serenidad... Pues bien, cada seguidor de Jesús de Nazaret debería sentir la misma necesidad que tuvieron los primeros discípulos: "Señor, enséñanos a orar..." Porque es a través del Maestro que seremos capaces de vivir su mensaje, de hacerno carne de nuestra carne e ir creciendo en humanidad, en solidaridad, compasión y fraternidad.

José A. Pagola completa su comentario así: 

-"Necesitamos orar para enfrentarnos a nuestra propia verdad y ser capaces de una autocrítica personal sincera. Necesitamos orar para irnos liberando de lo que nos impide ser más humanos. Necesitamos orar para vivir ante Dios en actitud más festiva, agradecida y creadora."

Texto del evangelio de LUCAS 11, 1-13

jueves, 14 de julio de 2022

Invitados a escuchar y a servir

Marta, Marta, andas preocupada e inquieta con tantas cosas

17 de julio 2022


Inma Calvo nos ofrece una introducción excelente para leer y reflexionar sobre el texto del evangelio que tenemos este fin de semana: Marta y María acogen a Jesús en su casa. Marta está ocupada y atareada con el servicio, mientras María, sentada a los pies de Jesús, escucha todo lo que dice... -"Tradicionalmente interpretamos el relato de Marta y María como reflexión sobre la vida contemplativa y la acción. Todo eso nos puede ayudar pero según algunos exégetas, el tema de fondo era el que más preocupaba a los primeros cristianos: si debían seguir observando, o no, la Ley de Moisés."  -"En torno a Jerusalén cumplían la Torá. Los cristianos de Antioquía, sin embargo, provenientes de la gentilidad, tenían dificultades para practicar los preceptos judíos. La figura de Marta representa a una mujer intentando cumplir todos los preceptos, con un gran agobio porque sabemos que eran muchísimos. María simboliza a los cristianos que, liberados del cumplimiento, beben las Palabras de Jesús y simplifican la ley en un solo mandamiento, el del amor."

Más que hacer un comentario sobre la narración que nos ofrece el evangelio de Lucas, lo que importa es que cada persona escuche y haga suyas las palabras que comenta Jesús tanto a Marta como a María.

Mari Paz López Santos reflexiona de esta manera: -"Bello texto del evangelio de Lucas. Archiconocido. Estudiado. Explicado. Estereotipado. Domesticado. Manipulado. Pero, repito, lleno de belleza y grandes posibilidades de ser meditado, contemplado, proclamado… " Y nos anima de esta manera: -"Abre tu casa y anímate a hacer un viaje interior y encontrarte con la Marta y la María que viven dentro de cada uno de nosotros y no tienen porqué generar conflicto..." -" Quien se expone a la mirada y la palabra de Dios a través de la oración contemplativa escuchará desde lo más hondo de su ser: “Ahora ve a servir a tus hermanos”.

Y José Antonio Pagola repite esa invitación a cada creyente escuche dentro de sí la voz de Jesús:  -"La teología contemporánea insiste en esta verdad demasiado olvidada por todos, jerarquía y fieles: las palabras que se pronuncian en la Iglesia solo han de servir de invitación para que cada creyente escuche dentro de sí la voz de Cristo. Esto es lo decisivo. Sólo cuando uno «aprende» del mismo Cristo se produce «algo nuevo» en su vida de creyente."


Dos pasos que tienen que ser como la tónica de cada persona que quiere seguir las huellas del Maestro.

Él es el Maestro... Su vida, su manera de hacer, sus palabras tienen que ser nuestra guía.

Por otra parte, nos dice y nos insiste en que lo más importante es amar, servir, atender al prójimo que lo necesita (como el samaritano).  Eso tiene que ir calando dentro de nosotros en una reflexión y contemplación. Y de ahí nacerá esa disposición para cuidar y servir (como lo expresa Jesús al lavar los pies a sus discípulos).


Texto del evangelio de LUCAS 10, 38-42


viernes, 8 de julio de 2022

¿Quién es mi prójimo?

Pues anda, haz tú lo mismo.

10 de julio 2022

 

El texto del evangelio de este fin de semana puede ayudarnos a "resetear" nuestra fe, nuestra religión.

Es la parábola del "Buen Samaritano"

La conocemos de memoria. Un jurista le pregunta a Jesús (tal vez con doble intención): "- Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida definitiva?" Y Jesús le pregunta a su vez lo que dice la Ley. Y el jurista responde muy adecuadamente: "- "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti mismo" (Dt 6,5; Lv 19,18)." Entonces pregunta el jurista: "- Y ¿quién es mi prójimo? "

Y ahí viene la parábola.

Y Fray Marcos hace el comentario: "Solo Lucas narra esta parábola del “buen samaritano”. Como todas, no necesita explicación. Lo único que exige es implicación. El oyente tiene que tomar partido después de oírla. Si no lo hace, la narración carece de sentido. Se nos invita a descubrir una manera nueva de ser religiosos, siendo más humanos. No basta tener muy buenas relaciones con el Dios del templo, aunque sea sacerdote o levita, hay que hacerse prójimo. La parábola nos propone dejar de considerarse a sí mismo el ombligo del mundo y poner en el centro al otro."

Eso de amar a Dios y al prójimo como a ti mismo lo aprendimos en el catecismo y, seguramente, así responderíamos si nos preguntaran cuál es el principal mandamiento. Y, siguiendo esa misma idea, decimos y oímos decir: Lo primero es amar a Dios. Luego amo a las otras personas porque así cumplo el primer mandamiento o porque también son hijos-hijas de Dios...

Como bien comenta Fray Marcos: -"La ayuda al miserable desde el estricto cumplimiento de la Ley no excluye el sentimiento de superioridad. Cumplo lo mandado pero no me involucro en la situación del otro. Lo hago “por amor a dios”. Esta es la trampa donde hemos caído. Lo que hizo el Samaritano está a años luz de esta actitud. Se aproxima, lo cura, lo venda, lo lleva a la posada…"

Si no soy capaz de descubrir al prójimo, a la persona que está ahí tirado a la vera del camino, olvidado, despreciado, sin medios, enfermo, sufriendo opresión e injusticia... Si no lo veo con los ojos de Dios, esa limosna que le doy, esa mirada... puede que me consuele a mí pensando que he cumplido con la Ley, pero habré pasado de largo y perdido de vista a Dios mismo.

Y José Antonio Pagola nos ofrece este comentario: -"Es difícil imaginar una llamada más provocativa de Jesús a sus seguidores, y de manera directa a los dirigentes religiosos. No basta que en la Iglesia haya instituciones, organismos y personas que están junto a los que sufren. Es toda la Iglesia la que ha de aparecer públicamente como la institución más sensible y comprometida con los que sufren física y moralmente."

"Si a la Iglesia no se le conmueven las entrañas ante los heridos de las cunetas, lo que haga y lo que diga será bastante irrelevante. Solo la compasión puede hacer hoy a la Iglesia de Jesús más humana y creíble."

Creo que es una buena invitación a leer y releer un montón de veces esta parábola al tiempo que nos preguntamos: -Y ¿quién es mi prójimo?"


Texto del evangelio de LUCAS 10, 25-37


lunes, 4 de julio de 2022

La Iglesia es, ante todo, femenina

LA ÚLTIMA QUE CIERRE LA PUERTA
MARI PAZ LÓPEZ SANTOS, pazsantos@pazsantos.com
MADRID


Otra reflexión que me ha parecido sensacional... Muy a menudo leo los comentarios de Mari Paz López Santos y siempre tiene ese sentido profundo  y una percepción fina y acertada coincidiendo con la visión femenina que tantas veces ha faltado en nuestra Iglesia.

Subrayo algunos comentarios.

ECLESALIA, 04/07/22.- Cuando viajo, visito familia o amigos y coincide que es domingo me gusta ir a misa a la iglesia del pueblo, a la parroquia más cercana de donde esté alojada.

El domingo del Corpus asistí a la Eucaristía de las diez de la mañana en un pueblo de Toledo. Había bastante gente para la hora que era, al menos eso me pareció. Fue una misa sencilla. La de doce sería la solemne junto a la procesión por el pueblo.

Estaba sentada cerca de la puerta de entrada y como llegué con tiempo pude ver el goteo de personas entrando a la iglesia. No fui contando como para una estadística pero, una vez más, me di cuenta de lo que ya sabemos.

Salió el sacerdote hacia el altar y unos acordes de guitarra acompañaron a una suave voz femenina entonando el canto de entrada.

Otra mujer se levantó dirigiéndose al ambón proclamó la primera lectura“En aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo…” (Gn 14, 18-20).

Antes de que ésta volviera a su sitio, otra mujer caminaba ya por el pasillo central para poner voz a las palabras de Pablo: “Hermanos: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido…” (1Co 11, 23-26).

Tras la homilía, otras dos mujeres se acercaron a coger dos cestas de mimbre para hacer la colecta.

Llegado el momento de la Comunión la mujer con la guitarra y voz suave entonó una bella oración:

“Dime cómo ser Pan,
cómo ser alimento
que sacia por dentro,
que trae la Paz”.

Viendo la fila de personas que se formó para ir a comulgar, sin poder evitarlo, me puse a contar: mujer, mujer, mujer, hombre, mujer, mujer, mujer, mujer, mujer, mujer, mujer, mujer, mujer, hombre, mujer, hombre, mujer, mujer, mujer, hombre, mujer, mujer, mujer, hombre, mujer… detuve mi mente. La fila avanzaba pero para qué seguir.

Un triste pensamiento me abordó: “La última que cierre la puerta”. Me levante e incluyéndome en la fila me acerqué a comulgar.

Las mujeres en la Iglesia limpian, barren, ponen las flores, preparan cálices, albas, estolas; ponen voz a Melquisedec, a Pablo, al Génesis, al Apocalipsis… pero no a Jesús en los cuatro evangelios que nos dejaron escritos.

No, no será una mujer la que cierre la puerta porque las mujeres en la Iglesia no cierran puertas, pero sí quieren abrir las que están cerradas para ellas (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia.

viernes, 1 de julio de 2022

 EL MUNDO VA MAL

Quiero hacerme eco de lo que escribe y comenta Cristina Plaza, de Madrid.

También quiero resaltar en negrita las sugerencias que hace para que cada uno de nosotros intente mejorar este mundo nuestro…

CRISTINA PLAZA, eclesalia@gmail.com

MADRID.

ECLESALIA, 01/07/22.- El domingo por la noche, después de cenar en familia, mientras nuestro hijo adolescente guardaba la escoba y el recogedor tras hacer su turno de barrer las migas, le pregunté cómo estaba porque le vi muy serio. Él respondió que mal. “¿Por qué hijo, qué te pasa?” le pregunté yo preocupada pensando que habría tenido una nueva pelea fraterna o un contratiempo en sus planes de vacaciones. “Por el mundo. Por la guerra de Ucrania, porque todo está mal y estoy muy triste”. Me sorprendió la respuesta, me emocioné y le di un abrazo grande.

El mundo está mal, sí. En este mundo de hiperinformación las noticias que recibimos abruman porque nos acercan a nuestros hogares, a nuestras vidas, sufrimientos en todas las partes del mundo. Estamos sobrecogidos por lo que ha ocurrido en la frontera con Marruecos. Por las pateras que no dejan de llegar. Por la guerra de Ucrania que se retransmite casi en directo y se prevé larga. Por todas las otras guerras del mundo que no salen tanto en los medios y que siguen sembrando destrucción y muerte. Por las decisiones de tribunales superiores que revocan leyes. Por los resultados de elecciones que desfavorecen lo público. Por el poco sentido común que hay en política…

En mi pequeñez de ciudadana abocada a trabajar para ganarme el pan y a vivir en comunidad con mi vecindario y resto de habitantes de mi ciudad y de mi país, pienso que poco puedo cambiar. Es cierto, poco puedo hacer. Pero algo sí. Un voto a un partido político determinado. Una reclamación en el centro de salud. Una queja al ayuntamiento. Una idea a la asociación vecinal o a la de padres y madres del colegio o del instituto. Una asistencia a una concentración. Una reclamación en el establecimiento donde algo no ha ido bien. Una conversación valiente con quien nos ha herido. Una propuesta de mejora en el lugar de trabajo. Una mediación en un conflicto familiar. Unas horas de voluntariado. Una reflexión sobre por qué comprar en un establecimiento y no en otro. Un tiempo para hablar o visitar a quien sabemos que lo necesita. Una sonrisa en cada saludo, en cada gracias y en cada por favor. Pocas cosas. Pero es lo que puedo hacer, lo que está a mi alcance, la parcela de lo que puedo ocuparme…

Conecto esta reflexión con un cuento que escuchamos este curso en la catequesis familiar: el cuento del colibrí.

Cuenta la fábula que un día hubo un enorme incendio en el bosque. Todos los animales huían despavoridos, pues se trataba de un fuego terrible que asolaba todo a su paso. De pronto, los animales vieron pasar sobre sus cabezas al colibrí en dirección contraria, es decir, hacia el fuego. Les extrañó sobremanera, pero no quisieron detenerse. Al instante, lo vieron volar de nuevo, esta vez en su misma dirección. Y pudieron observar este ir y venir repetidas veces, hasta que se decidieron a preguntar al pajarillo, pues su comportamiento les resultaba harto extravagante. “¿Qué haces colibrí?”, le preguntaron. “Voy al lago -respondió el ave- tomo agua con el pico y la echo en el fuego para apagar el incendio”. Los animales se echaron a reír. “¿Estás loco? ¿Crees que vas a conseguir apagar el fuego con tu pequeño pico y tú solo?”. El colibrí respondió: “Bueno, yo voy a hacer mi parte…”.

Jesús de Nazaret nos lanza una invitación constante a hacer nuestra parte, a ser sal, a ser luz, a ser grano de mostaza… A acoger lo pequeño (y a los pequeños) porque ahí es donde encontraremos la grandeza del amor. Y todas las paradojas que nos parece que encierra su mensaje nos ayudan a acoger nuestra vida, nuestro momento presente, a llenarlo de su Palabra y su esperanza y a ponernos manos a la obra para ocuparnos de nuestra parcela, cual colibríes.

Como no parece que este mundo vaya a ir bien de la noche a la mañana, además de tener el abrazo preparado y tratar de contener la emoción, ante la próxima tristeza compartida le recordaré a nuestro adolescente el cuento del colibrí y las bienaventuranzas para mantener alta la esperanza (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia. 


Yo soy el buen pastor

...que se entrega por sus ovejas 21 de abril 2024 El texto del evangelio de Juan que escuchamos este domingo 4º de Pascua nos habla del &quo...