domingo, 30 de enero de 2011

Dichosos los pobres


30 de enero 2011 - 4º domingo Ciclo A
"Bienaventurados..."
Anoche en la eucaristía hice como una revisión de los tantos modos y maneras con las que he escuchado estas palabras de Jesús.
"Felices los pobres de espíritu..."
"Felices los que lloran..., los que sufren..., los perseguidos..., los que trabajan por la paz..."
Y me decía que, a lo largo de mi vida y quizás de las enseñanzas de la iglesia, he ido haciendo de estas palabras algo así como un icono, un amuleto, o una lección que había que saber (tal como se aprendían en el Catecismo)... sin llegar a asumirlas, sin hacerlas carne de mi carne.
Y creo que Jesús de Nazaret no las dictó como una lección. Eran su vida, su manera de encarar la realidad que le rodeaba: Los pobres, los sufridos, los que lloraban, los perseguidos, los que se esforzaban por crear un mundo más justo...
Y con su actitud nos decía que ése era el camino de Dios, el reino que ya estaba en medio de ellos. Que Dios tenía una debilidad: los últimos de este mundo, los débiles, los desfavorecidos, los que sufren injusticia, los que no tienen lo suficiente para vivir como personas...
¿Por qué?
Todas esas personas, que hoy en día son millones y millones, no tienen ninguna importancia económica, no son importantes, no son tan necesarias, no "pintan nada"...
¿Por qué Dios apuesta por ellas? ¿Por qué son su debilidad?
Quizás porque lo que más le molesta a Dios es precisamente la "injusticia" de nuestro mundo, la inhumanidad de las personas, el que rompamos el "esquema" y plan suyo sobre el universo, sobre la humanidad... ("creados a imagen suya", así nos define la biblia). Y este mundo que vamos creando con nuestras obras, con nuestra vida, con nuestra actitud, es lo contrario de ese plan de alguien a quien Juan define como "Amor" (Dios es amor).
¿Hay algo más lejano del amor que el mundo que nos rodea?
Los pobres, los que sufren, los que lloran, los oprimidos, los perseguidos... Basta que miremos nuestros barrios, nuestros inmigrantes, los abandonados, los ignorados, los hambrientos, los que no tienen suficiente para vivir... En Caritas (repartiendo alimentos) lo vemos, en Karibu (en las clases a los inmigrantes africanos) lo vemos, en Fundación Concordia (ante los proyectos de las Delegaciones de Ruanda, Camerún, Rep. Dominicana o Argentina) lo vemos...
Deseo ardientemente aprender a vivir esas palabras de Jesús. Que se me graben en el corazón.
Ser pobre "en el espíritu": Ir haciendo el vacío en mi vida y en mi corazón para que se llene del reino de Dios; aspirar a no tener para encontrar lo único importante, como dice Jesús. Así podrá entrar dentro de mí el reino y estilo de Dios, como lo proclama Jesús de Nazaret.

domingo, 23 de enero de 2011

Una luz les brilló


23 de enero 2011 - 3º domingo Ciclo A
"El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande..."
No sé si es lo correcto; pero me gusta leer y escuchar el evangelio desde la perspectiva global del mensaje de Jesús de Nazaret.
Mateo, siguiendo el tono y la manera de los libros de los profetas y de la biblia, en general, nos ofrece esa visión de fe, la convicción que tenían aquellos hombres y mujeres que habían escuchado y seguido a Jesús.
Entendieron que Jesús les había iluminado y guiado y que el camino que les mostraba era como la continuación de lo que Isaías (y los otros profetas) les había dicho. Y en esa misma línea Mateo nos hablaba de Belén, de los pastores, de los magos: "los ángeles que anuncian la buena noticia, la estrella que guía a los magos..." la luz que ilumina a las gentes y les encamina hacia Dios.
De la misma manera, la llamada a los primeros hombres (los discípulos) va en la misma línea.
"Venid y seguidme..."
Entiendo que esa es la traducción del camino que hicieron al encontrar a Jesús.
Es el paso de la preocupación de "pescar más", "ganar más", "tener mejor empleo", "conseguir más éxitos en esta vida"... a la llamada del Reino: "Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos".
Ése es el cambio.
Me gusta entender que todo el evangelio es una invitación a cambiar de estilo de vida, a vivir al estilo y manera de Dios. Y eso que siempre se ha llamado "vocación" o llamada es precisamente eso: dejarse "enredar" por Dios y "convertirse".
Y con nuestra manera de vivir nos convertimos en "pescadores de hombres" porque entonces comenzamos a ser "la sal" de la vida, "luz" que ilumina y hace que nuestro mundo sea más humano, más a la manera de Dios.
Mi mejor deseo: Que esa luz brille en mi vida!

viernes, 21 de enero de 2011

¿Rezar, orar? Para qué?


Sigo a vueltas con el libro de Joan Chittister...
Me encanta su sencillez, su claridad, y esa sensibilidad femenina que tantas veces nos ha faltado en la institución de la Iglesia.
Cuando habla de la oración se expresa así:
"...Cuando transformamos a Dios en una máquina expendedora, cuando oramos para "conseguir" cosas y no para conseguir a Dios, no hay "iluminación"...
La oración no es una cadena de murmullos distraídos...
...en mi opinión, no son necesarias las palabras. Llegamos a vivir en presencia de dios en toda ocasión."
Y comenta con gracia: "-Yo no oro, me dice la gente. Y yo replico: Ni yo. Me limito a inspirar a Dios en la esperanza de aprender a espirar también a Dios"
Y afirma:"...Oramos para ser transformados, para lograr ver el mundo como Dios lo ve, para estar en presencia de Dios, para adquirir un corazón justo, amoroso y compasivo para con los demás."
Y es que "la verdadera oración nos sume en la vida en toda su crudeza. Nos da nuevos ojos; moldea un nuevo corazón en nuestro interior; nos deja sin aliento en presencia del Dios vivo; nos plantea exigencias: dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, dar de beber al sediento y ocuparnos del enfermo. Nos exige ser las manos de Dios a quien decimos haber encontrado..."
¡Cómo me gusta escuchar todo eso!
Así lo quiero compartir con las personas amigas y conocidas...

domingo, 16 de enero de 2011

La presencia de Dios


Me encanta releer el libro de Joan Chittister ("Ser mujer en la iglesia" -"Called to question. A spiritual memory").
Tiene esa agudeza y esa profundidad que echo de menos en muchos escritos de esos llamados religiosos o espirituales.
Voy a citar estos ejemplos tomados del capítulo 4:
"A medida que iba cultivando la vida espiritual, ésta me iba resultando cada vez más un entramado de dobles mensajes: un día nos decía que "el pecado nos separa de Dios", y al siguiente que "Dios está en todas partes". Nos decían que teníamos que esforzarnos por ser santas, como si la empresa tuviera algo que ver con hacer cosas santas... Y la santidad -el mensaje estaba muy claro- dependía enteramente de nosotras. Si éramos fieles -en el sentido de cumplir las normas- , Dios nos premiaría con el cielo. Si no lo éramos, nada podría salvarnos. Al mismo tiempo, también nos decían que "la fe es un don" y que nadie podía merecerla...
Podías pasar la vida entera siendo "buena", y de repente un día tropezabas. Entonces, antes de darte cuenta, te encontrabas en las entrañas del infierno, condenada para toda la eternidad. Todo el resto, todos los esfuerzos, sacrificios y oraciones, habían sido en balde...
Aquel Dios era verdaderamente diabólico...
...(La verdad es que) Dios no estaba cerca cuando éramos perfectos, y lejos cuando no lo éramos. Dios estaba allí siempre que queríamos llamarle. Dios estaba con nosotros. Aquí. Ahora. Así de sencillo. Sin preguntas.
... Sencillamente teníamos a Dios. Dios era (y es) la esencia de nuestra vida. Únicamente teníamos que ser conscientes de Dios y crecer en la fuerza vital que vivía ya en nosotras...
...El reconocimiento claro y consciente de que Dios está con nosotros -seamos quienes seamos, seamos lo que seamos, estemos donde estemos- hace que Dios sea Dios. No es nuestra virtud la que apresa a Dios, como si le hiciéramos caer en una trampa, sino que, sencillamente, es propio de la naturaleza de Dios el estar en y con la creación. En y con todos nosotros. Siempre. La sencilla verdad, la obvia verdad, prueba la falsedad de la teología del mérito. No tenemos que merecer a Dios...
...La vida no consiste en conseguir a Dios, sino en crecer en Dios".

Así de sencillo. Así de profundo.
Y me repito, junto con ella: No tengo que merecer a Dios. Simplemente crecer en Dios. Estoy dentro de Él. Sólo me queda ser consciente de ello.
Como me decía un amigo hace unos días: Buscamos milagritos que nos confirmen y aseguren... cuando tenemos delante de las narices la grandiosidad, la maravilla, el gran milagro de la creación (el cosmos en su enorme infinita extensión y el micro-cosmos en sus más pequeñas partículas)...
Aprender a ver y comprender la presencia de Dios.

Testimonio


16 de enero 2011 - 2º domingo ciclo A
"Y yo lo he visto, y he dado testimonio..."

Comentaba hace unos días que, muy a menudo, leemos el evangelio como algo acabado, como si se tratara de un libro de historia... Y nos equivocamos. Lo convertimos en ídolo, lo adoramos y veneramos... quedándonos en la cáscara de lo esencial.
Mateo, Pedro, Juan, Andrés y todos los demás encontraron a Jesús de Nazaret, convivieron con él, le escucharon y quedaron impactados por su estilo de vida, por su manera de hacer y de pensar, por su actitud, por esa motivación que llenaba su vida totalmente. Y eso les conmovió toda su vida. Cambiaron. Lo que diríamos ahora: su escala de valores dio un vuelco total.
Más tarde, algunos quisieron escribir y transmitir lo que ellos sintieron, su interpretación, cómo entendían ellos el mensaje y estilo de Jesús.

Hace tiempo leí el libro de John D. Crossan - "El Jesús de la historia" en el que decía: "Las palabras de los evangelios no son una lista que se lea y punto. Tampoco son un sermón que se predica. Son una partitura que debe ser tocada, un programa que debe ponerse en práctica"...
Y a partir de ahí entiendo que, efectivamente, cada uno de nosotros debe interpretar esa partitura, esa música...
¿Seré capaz de tocar esa música, de bailarla?
Me viene a la cabeza la pregunta de Jesús a aquellos hombres y mujeres: "-Y vosotros quién decís que soy yo?"
Porque lo importante, iba a decir con perdón de los doctores de la iglesia, no es lo que dicen los escritos de los evangelio; sino lo que yo entiendo de ese mensaje, si me compromete, si afecta mi vida, si me cambia en algo.
Por eso, la escena del evangelio de hoy en la que Juan el Bautista da testimonio de Jesús de Nazaret, sólo me sirve como referencia de personas que sintieron eso que se pone en boca de Juan. Juan, en su evangelio, o Mateo o Lucas o Marcos... recogiendo el sentir de aquellos hermanos y hermanas de la primera generación de discípulos y seguidores de Jesús me ofrecen su fe, su convicción y cómo afectó sus vidas.
Ahora debo ser yo el que da testimonio.
Claro, lo primero que tengo que hacer es escuchar el mensaje de Jesús, poner atención, abrir mi vida y mi corazón a ese estilo de vida... y a medida que vaya transformando mi vida surgirá mi testimonio. Y Jesús, quién es para mí?
Si continúo utilizando frases hechas, testimonios de otras personas surgidas en tiempos y cultura muy alejados de nosotros, tengo el peligro de no comprender el propio mensaje de Jesús y vaciar de contenido el evangelio mismo.
Ésa es una invitación que me hago a mí mismo. Buscar, ante todo, el reino de Dios. Vivir lo mejor que pueda al estilo de Jesús de Nazaret.

jueves, 13 de enero de 2011

La convicción de los discípulos


9 de enero 2011 - Domingo, Bautismo de Jesús
"Éste es mi hijo, el amado, el predilecto"

Casi siempre hemos leído los evangelios como si fuera la "crónica" o la historia de un personaje, de unos acontecimientos... Y convertimos en verdaderos ídolos los personajes y relatos que aparecen en ellos.
Y, como dice José Mª Castillo, tenemos que comprender que los escritos de los discípulos de Jesús no tienen nada de "historia", de crónica... Son relatos de fe, son la convicción de unos hombres y mujeres que quedaron cautivados por la persona y el mensaje de Jesús de Nazaret.
Un mensaje, una persona, que compromete la vida de aquel que lo acepta.

Y otra cosa. Me doy cuenta de que he ido invirtiendo el camino. Leo el evangelio y creía entender que "Dios nos decía quién era Jesús, cómo era, lo que representaba, lo que venía a hacer..." Y, nuevamente, creyendo que es una crónica dictada por Dios para que entendiéramos y conociéramos... "aceptamos" las cosas así, como si habláramos de un personaje de la historia...
Ahora creo entender que el itinerario es al revés.
Jesús de Nazaret es el que nos muestra el camino, el que nos dice "cómo es Dios", su mensaje, el estilo de vida de Dios, cómo hacer para llegar a Él.
Y ahí, volvemos al principio.
Mi lectura es la lectura de fe de aquellos hombres y mujeres que me dicen lo que ellos sintieron, lo que motivó su cambio de vida.
En la eucaristía cantábamos esa canción tan conocida: "Alrededor de tu mesa venimos a recordar: Que tu palabra es camino, tu cuerpo fraternidad..."
Y me pareció acertado. Mucho más de lo que siempre podía pensar.
Nos reunimos en la eucaristía para recordar y revivir nuestra fe, nuestro compromiso de vida con Jesús (como aquellos primeros discípulos y discípulas). Y nos recordamos unos a otros que "su palabra es camino" = nuestro camino y compromiso. Porque Jesús nos dice cómo vivir, cómo caminar hacia Dios, nuestro estilo de vida. Y "su cuerpo fraternidad". Que entiendo yo que si no vivimos la fraternidad (como hermanos) no hay eucaristía. Que no me equivoque, que adorar, venerar, hacer muchos ritos y cantar muchos cantos a la "eucaristía" si no hay fraternidad es pura idolatría, no entiendo el mensaje de Jesús ni la fe de aquellos primeros que escribieron los evangelios.
Cómo deseo que mi lectura del evangelio sea de una vez por todas "convicción" y compromiso de vida. Y es lo que deseo a todos los que llegan a leerlo.

sábado, 8 de enero de 2011

Hemos visto su estrella


Mateo, como discípulo y seguidor de Jesús, tiene mucho interés en que su gente, el pueblo judío, vea en él la persona que nos conduce al Padre, que nos muestra el camino y nos desvela al Dios de sus padres, el que siempre anunciaron los profetas... y recorre los diferentes libros de la biblia señalando profecías, dichos y escritos antiguos que les ayuden a entender y sobre todo a creer.
Nosotros estamos muy lejos de todo ello. Los profetas, los anuncios, las imágenes y figuras se han ido quedando en eso: meras imágenes de otros tiempos. Y, quizás por eso, se nos hace extraño y difícil de comprender.
El nacimiento en Belén y los pastores, junto con los ángeles que anuncian "Os ha nacido un salvador"; los magos de vienen de oriente y se acercan hasta el lugar donde está el niño para adorarlo...
Nos hemos quedado con las imágenes y las hemos fijado como hechos históricos que nos dicen la historia y todo lo que ocurrió... Nos sucede, como indica J.M. Castillo en su libro "La humanización de Dios", que hemos terminado confundiendo los escritos de los evangelios con una crónica, la fe y convicción con la historia... Y los evangelios son el testimonio de unos creyentes, seguidores de Jesús. No son un "conocimiento", sino una convicción. Algo que condiciona y compromete mi vida.
Y ahí es donde nos cuesta llegar.
Porque todas esas figuras e imágenes tienen como finalidad única la convicción, la fe de los seguidores de Jesús que conocieron al Jesús adulto que proclamaba el Reino de Dios, el cambio de mentalidad, la nueva forma y estilo de vida al tiempo que les decía cómo es Dios, nuestro Padre, al que le importan tanto los pobres, los desvalidos, los últimos, los no-importantes en este mundo, las mujeres, los extranjeros, que proclama que ellos serán los primeros en la casa del padre... ¿No resulta curioso que Mateo utilice la imagen de los pastores, pobres y humildes gentes que dormían al raso? Que fueran ellos los únicos que se acercaron hasta la cueva donde nació Jesús? Y la otra figura, la que nos presenta en el evangelio de hoy, los magos de oriente... extranjeros que llegan hasta la casa de una familia humilde como la de José y María?
Creo entender que es ese giro que Jesús dio a la vida religiosa, a la manera como tenía el pueblo judío de buscar a Dios, acercarse a Él y cumplir sus deseos... Porque no son las autoridades religiosas, los sabios y los entendidos en la Ley. Tampoco los más religiosos y asiduos en los ritos y ceremonias del Templo. No, los pastores..., los magos de oriente...
Escuchando el relato, aparte las consideraciones sobre la manifestación o Epifanía del Señor, me ha llamado la atención esa palabra que dicen los magos de oriente: "Hemos visto salir su estrella..."
Me pregunto si, a lo largo de mi vida, llegaré a poder afirmar eso mismo: He visto su estrella y quiero seguirle. Y, cuidado, que la estrella no nos lleva a la catedral, a la gran iglesia, al hermoso templo de nuestro pueblo o de nuestro barrio... Dice Mateo que los magos llegaron a Jerusalén, la capital, al lugar donde estaba el Templo y las autoridades religiosas. Pero allá no estaba. Mateo hace señalar un pequeño pueblo, Belén. Y en cuanto se encaminaron hacia allí, "la estrella comenzó a guiarlos..."
Un pueblo pequeño, un barrio marginado, unos pobres emigrantes, gentes desvalidas, personas sin ninguna relevancia ni importancia... ¡Qué cosa más extraña! verdad?
Y termina el relato diciendo que "se volvieron a su tierra por otro camino".
Entonces creo que buscamos a Dios en sitios y lugares desacertados. Y no vemos brillar la estrella y caminamos sin saber a dónde. Y es que el Reino de Dios está entre vosotros, dirá Jesús de Nazaret. Mirad con atención. Como los pastores, como los magos de oriente.
Seguro que, una vez que encontremos a Jesús y seamos sus discípulos nos volveremos a nuestra tierra por otro camino.
Eso sería el mejor regalo de Reyes. Felicidades!

La Mala Costumbre

Ser mujer en la iglesia


Es el título de un libro. Publicado en España por la Editorial Sal Terrae (2006). Autora: Joan Chittister, OSB en 2004 y cuyo titulo en inglés es: "Called to question. A spiritual memory".
Me ha parecido un libro no sólo interesante, sino que ayuda muchísimo a adquirir una sensibilidad que buena falta nos hace.
Por mi parte diría que es un libro a recomendar, ante todo, a todas las mujeres. Y de manera muy especial a los que están al frente de la institución eclesiástica.
Tan acostumbrados estamos a entender las cosas de la Iglesia y de la religión desde el punto de vista masculino que nos perdemos toda la sensibilidad, ternura y delicadeza de la mujer.
He aquí un detalle que comenta Joan Chittister:
"Dios es. Dios es amor.Dios hizo también a la mujer, y también la hizo a su imagen..."
Qué bueno alejarnos de esas imágenes de un Dios "todopoderoso, juez, el ojo que siempre nos vigila, el que está allá en su cielo..."! Qué bueno que poco a poco nos vayamos acercando a la imagen que nos da Jesús de Nazaret: el padre que acoge, que hace fiesta, que se conmueve con los más pequeños y perdidos, con los últimos, con los niños... O sea, un padre que es madre y que se le conmueven las entrañas... Y eso es muy femenino, desde luego.

lunes, 3 de enero de 2011

Dios, madre nuestra?


Continúo con mis pequeñas notas de "Mis lecturas".
El libro Joan Chittister es intenso y lleno de sugerencias..., sobre todo para el mundo masculino. Estamos tan acostumbrados a algunas expresiones, incluso en el mundo de la religión y de la fe, que sus pensamientos nos sorprenden y nos estimulan.
"Empecé a caer en la cuenta de que jamás orábamos a Dios como madre. Dios, el origen de la creación, el Seno eterno, nunca era reconocido como un Dios maternal. Podíamos llamar a Dios roca - fuego - luz - viento - ave - puerta - llave y padre; pero jamás madre. ¿Dónde estaban las mujeres en esas imágenes de Dios? Y si no estaban qué clase de Dios era ése?... ¿Dónde estaban las mujeres en la economía de Dios? La respuesta era, sencillamente, demasiado dolorosa: éramos invisibles. Yo había entregado mi vida a un Dios que no me veía, no me incluía, no tocaba mi naturaleza con la suya..."
¿Verdad que es una reflexión profunda y valiente?

domingo, 2 de enero de 2011

El hambre del corazón humano


"Hay una gran diferencia entre religión y espiritualidad". Así se expresa Joan Chittister...
La religión consiste en lo que creemos y en por qué lo creemos. Consiste en la tradición, la institución, el sistema...
La espiritualidad es el hambre del corazón humano.

Entiendo que tiene mucho sentido y que es profundo. Y tal vez, durante toda nuestra vida nos aferramos a la religión y nuestra espiritualidad es nula o se ha quedado enana, no ha crecido nada.

Por eso, añade Joan, "la religión termina donde la espiritualidad empieza".
Y cuando tomamos esa senda es mejor dejarse llevar y volar con el espíritu. Dejar que Dios, que nos abarca a todos, nos encamine hacia la vida plena, hacia El mismo.
Y es que, como dice más adelante: "Dios es mayor que la religión"
En el mismo capítulo dice: "Podemos cometer el error de pensar que Dios y la religión son sinónimos, y hacer de la religión un dios..."
Y comenta una frase del salmo 105: "...alégrense los que buscan a Yahvé" (la búsqueda).
"Es fácil olvidar esta sencilla verdad en una sociedad capitalista que nos enseña a ganar, lograr, tener, amasar... y que define como el mejor de nosotros al que tiene más de todas esas cosas. Pero en el Dios-vida la búsqueda es el final. Nunca logramos a Dios, pero siempre lo tenemos; nunca encontramos a Dios, pero moramos siempre en El. Por lo tanto, si estoy buscando a Dios, ya he llegado a él. Y ésa es la cima de la espiritualidad".

La luz de los hombres


2 de enero de 2011 - 2º domingo de Navidad
La introducción que hace Juan al cuarto evangelio se presta a tantísimas reflexiones y comentarios. Los he escuchado muchísimas veces. Todas muy profundas, muy pensadas, muy sabias diría yo; pero a la hora de aterrizar en nuestra vida, se me quedan muy elevadas, como que no tocan tierra. Y eso hace que toda la presentación del cuarto evangelio se nos vaya a las nubes. Como si fueran cosas para los "doctores de la Iglesia" y no para los cristianos de a pie.
Hoy, mientras escuchaba su lectura y los comentarios que hizo después el sacerdote se me ocurrieron varios puntos que creo que se acercan mucho a lo que podemos entender.
Dice: "...la vida era la luz de los hombres..."
Me parece maravilloso ya que, efectivamente, la vida es el punto que nos hace ver, sentir, gozar, existir junto a los nuestros, compartir, ser expresión de Dios mismo. La vida, esta vida, la que hemos recibido de nuestros padres, la que tenemos que cuidar (la nuestra y la de los que nos rodean), la nuestra y la del planeta, la del mundo...
Quizás eso quiere decir que únicamente cuando nos centramos en la vida, en vivir, es cuando se ilumina nuestro ser porque cada uno de nosotros somos la expresión de Dios mismo. Y si no vivimos ahora cuándo lo haremos?
El segundo punto que ya he comentado en algún otro momento es éste: "y la Palabra se hizo carne..." La Palabra, expresión de Dios, se hizo carne, se hace carne, está entre nosotros...
Me parece tan profundo. Además, Juan insiste ( y lo hará también en sus cartas): "A Dios nadie lo ha visto jamás..." En cambio ese Dios (a quien nadie ha visto) se hace carne. Y me voy a permitir decir algo que tal vez alguno sentirá que es una barbaridad: Ese Dios, en quien creemos o decimos creer, a quien nadie ha visto jamás, se hace carne, se hace visible en los hombres, en cada uno, especialmente en los más desvalidos... Y nos parece tan absurdo y demencial que no nos lo creemos, pasamos de largo, (Juan dice que "vino a los suyos y no lo reconocieron")...
Nos hemos quedado con la imagen del Niño Jesús y adoramos sus imágenes, nos enternecemos con las figuras del belén o con las pinturas del nacimiento, y no lo vemos en los inmigrantes, en los vagabundos, en los empobrecidos, en los ancianos olvidados, en los marginados de tantos y tantos barrios...
Y la Palabra se hizo carne. Sí, como la nuestra. De nuestra condición, hombre-mujer, niño-niña...
Como leía en un autor: Parece que Dios quiso jugar con los hombres y puso como regla de juego que Él se hacía como nosotros y además perdía la memoria... con lo que no se le podía distinguir, ni Él mismo sabía quién era... Y se hizo carne.
Y por último, una palabra que dice Pablo en la carta que escribe a los de Éfeso: "Dios nuestro padre nos eligió... para que fuésemos santos e irreprochables por el amor..."
Y ahí sí que me parece entender y responder a la pregunta que me hacía: ¿Cómo reconocer a Dios que se hace carne? Y ¿cómo hacer que la luz ilumine nuestra vida?... Sólo por el amor. Un amor de verdad, con entrega, con dedicación, con detalles... Amar como hombre, como mujer, viviendo esa realidad como la luz de nuestra vida, como la manera de reconocer la Palabra que se hace carne y descubrir a ese Dios escondido entre nosotros.
Ése quiero que sea el propósito de este nuevo año. Y también mis mejores deseos para los que tengo cerca.

Yo soy el buen pastor

...que se entrega por sus ovejas 21 de abril 2024 El texto del evangelio de Juan que escuchamos este domingo 4º de Pascua nos habla del &quo...