...Allí estará también vuestro corazón
10 de agosto 2025
Los textos de evangelio se prestan a consideraciones y/o explicaciones que tienen más de recomendaciones o exhortaciones piadosas que de reflexión seria y profunda sobre el mensaje de Jesús de Nazaret.
Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos."
Aquella gente sabía de qué les hablaba. Gente humilde que espera a su señor. Y si llega a la segunda o a la tercera vigilia... Bienaventurados ellos.
Felices porque están atentos, porque viven centrados en el mensaje y estilo de vida que él nos ha mostrado.
Por eso, me pregunto (tengo que hacerlo todos los días): -¿dónde está mi tesoro?. ¿Qué es lo más importante para mí? En la vida hemos podido hacernos ilusiones, hemos hecho planes y nos hemos propuesto objetivos: El trabajo, el dinero, los estudios, la posición social, el saber y el conocimiento... Y, quizás, hemos dedicado esfuerzo y dedicación hasta conseguir lo que nos parecía que sería nuestra mayor felicidad.
Supongo que todos hemos pasado por eso. Y también llega un día en el que nos preguntamos si esos objetivos nos llenan, nos hacen felices de verdad, si nos hacen más humanos, más personas, más plenamente felices.
Y pasamos poco a poco a entender que es mucho más importante ser plenamente humano, crecer en esas cualidades que nos acercan a las demás personas, a nuestro entorno, a la naturaleza, a tantas pequeñas cosas que hemos ido dando por supuesto y que hemos ido dejando de lado. Jesús de Nazaret nos ofrece un montón de ejemplos en su manera de acoger, de atender, de escuchar, de estar atento... sobre todo (como tantas veces hemos escuchado) a los más apartados, marginados, enfermos, despreciados, extranjeros, menos religiosos, menos cumplidores de la Ley. Ellos son el Señor que llega... a la primera vigilia, o a la segunda o a la tercera. Él es el que cayó en manos de los bandidos en su camino de Jerusalén a Jericó. Por ahí anda el tesoro escondido.
-"Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón"
Texto del evangelio de Lucas 12, 32-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.
Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.
Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.
Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.
Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
Pedro le dijo:
«Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?».
Y el Señor dijo:
«¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?
Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes.
Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.
El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos.
Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».
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