miércoles, 5 de noviembre de 2025

"Quitad esto de aquí...

...No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»

9 de noviembre 2025

El texto del evangelio de Juan nos presenta una escena que siempre ha dado mucho que hablar y comentar: "La expulsión de los mercaderes del templo...". Ovejas, bueyes, cambistas, vendedores de palomas...

Una escena que nos es totalmente ajena y que no tiene fácil comprensión. El culto del templo de Jerusalén se basaba en la ofrenda de animales (que luego se sacrificaban); también era necesario el cambio de moneda (ya que en el templo las ofrendas se debían hacer en la moneda judía)... Todo ello suponía un negocio increíble para los que gestionaban la administración del Templo.
Posiblemente en el fondo de la cuestión estaba en que el culto a Dios (el Dios de nuestros padres Abraham, Isaac y Jacob) terminaba centrándose en dichas ofrendas y quedaba muy lejos de lo que Jesús sentía y creía que debía ser el verdadero culto a Dios...

Basta recordar el diálogo con la samaritana: "J
esús le dice que se acerca un tiempo en que la adoración no dependerá del lugar, sino de la actitud del corazón. Adoración en espíritu y verdad: El mensaje central es que los verdaderos adoradores se conectarán con Dios a través del espíritu  y serán sinceros en su fe, independientemente de su ubicación física..."
También en su encuentro con Nicodemo. Jesús le habla de "nacer de nuevo"...
Son detalles que nos hablan de la manera de entender Jesús la relación que se debía tener con Dios.
Finalmente se llegaba a la conclusión de que, para Jesús, tanto el Templo como la Ley, eran muy relativos y no eran lo más importante a la hora de encontrar a Dios y vivir la vida de hijos-hijas de Dios.

Y es que escuchar ese texto del evangelio de Juan y aplicarlo a nuestra vida viene a ser y tener el mismo mensaje que tanto molestó a los Sacerdotes, Letrados y Fariseos de su tiempo. De nuevo nos plantea nuestra relación con Dios, nuestro padre. ¿En qué la hemos convertido? ¿Qué significa para mí? ¿Es el cumplimiento de la Ley? ¿Asistir a la iglesia los domingos y días de fiesta?
En otras palabras, mi vida, mis actividades, mis actitudes, mi lenguaje y mis opiniones ¿son las de un hijo de Dios? 
Mi oración (mi encuentro con el Señor) ¿se reduce a las que rezo en la iglesia? ¿Se reduce a oraciones hechas, a repetir algo aprendido en la catequesis? ¿Intento, a lo largo del día, tener momentos de conectar con la vida de Dios?

"-No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre."

Mi relación con Dios no debe ser para conseguir algo, para ganar nada, para congraciarme con Él, ni siquiera para pedirle perdón... No, mi relación con él me hace ver y entender que sólo soy humano; que me equivoco a menudo y cometo errores, que soy débil...; que estoy lejos de alcanzar esa humanidad que Él espera de mí. Eso está clarísimo.  Y sé que Él me conoce mejor que yo mismo, me comprende y me perdona... Y, en mi encuentro con Él, me pongo en sus manos, me fío de Él y sé que en medio de mi actividad diaria voy de camino hacia Él que es el origen, raíz y fuente de toda vida. Y mi deseo es que su vida se haga cada día más evidente en mí.


Texto del evangelio de Juan 2,13-22

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.

Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
«Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»

Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»

Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
«¿Qué signos nos muestras para obrar así?»

Jesús contestó:
«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»

Los judíos replicaron:
«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»

Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

miércoles, 29 de octubre de 2025

El que cree en Jesús...

...Aunque haya muerto, vivirá

2 de noviembre 2025


Una celebración especial: El día 1, celebramos a Todos los Santos. Y el día 2, recordamos a Todos los Difuntos.

Son fechas y momentos que cada uno ha vivido según la tradición o según el sentir o vivencia personal.
Siguiendo la distribución del año litúrgico este fin de semana leeríamos el evangelio del encuentro de Jesús con Zaqueo...
Entiendo que cada referencia al Jesús del evangelio nos lleva a una reflexión sobre su mensaje y sobre el reino de Dios, es decir de la presencia de Dios mismo en nuestras vidas.

Los textos de los evangelios, en más de una ocasión,  nos resultan difíciles de encajar, de entender y aplicar a nuestra vida.
El texto de la resurrección de Lázaro y todo el diálogo con Marta, su hermana (tantas veces escuchados y leídos en los funerales) nos pone un interrogante que se escapa a nuestro entendimiento: -¿Resucitó, de verdad, a Lázaro después de días muerto y enterrado? -¿Se trata de algo real o es un mensaje dirigido a la comunidad de los seguidores de Jesús?
-¿Resucitar para volver a morir? -Y ¿cómo es eso de que el crea en Jesús, aunque muera, volverá a vivir?

Yo me centraría en el mensaje principal: Todos los Santos y Todos los Difuntos fueron llamados a vivir la vida de Dios (el reino de los cielos). Es la invitación de Jesús en su proclamación de que el reino de Dios ha llegado. Llamados a convertirnos, a cambiar de estilo de vida, a ser hermanos, a estar atentos a los hermanos y hermanas para ser servidores, compasivos y crear en nosotros y en nuestro rededor una humanidad justa y solidaria a la imagen de nuestro padre-madre...
A eso estamos llamados. Nos alegramos con las personas que ya se fueron (con aquellas a las que declaramos santas) y con todas las que formaron parte de nuestro entorno (padres, madres. abuelos, abuelas...) y reafirmamos nuestro compromiso de seguir a Jesús cambiando nuestra vida, como lo hizo Zaqueo.
Llamados a crear en nosotros y en nuestro entorno una humanidad más humana, como comenta Fray Marcos.
-"El ser humano es el que ha abandonado el egoísmo, el que está preocupado por los demás, el que intenta ayudar a todo el que lo necesita sin esperar nada a cambio, el que no se aprovecha de nadie en beneficio propio, el que acepta a los demás sin condiciones y sin querer cambiarles, el que se da cuenta de que tiene todo lo que necesita para ser en plenitud, etc., etc."
-"Reconocer el valor absoluto de la persona humana sería la demostración del más espectacular progreso. Sería el primer paso para alcanzar el mayor logro de toda la historia de la humanidad. Debemos dejar de defender dioses, religiones, doctrinas, ideologías, filosofías, conocimientos y poner por delante de cualquier valor al ser humano concreto."
-"Un auténtico progreso espiritual nos llevaría a tomar conciencia de que el valor supremo es y será siempre la persona humana, cualquier persona y en cualquier circunstancia. Mientras no asumamos que el más alto dignatario y el mendigo que duerme bajo un puente tienen el mismo valor, no alcanzaremos la armonía entre los seres humanos y seguiremos mostrando nuestras carencias en verdadera humanidad."

Creo que Jesús, en toda su vida y en todo su mensaje, se está refiriendo a este estilo de vida. "El que crea en el mensaje de Jesús, el que intente seguir sus pasos, aunque muera, vivirá para siempre". Cierto que todos moriremos. Cierto que todos los que siguieron al Maestro murieron. Pero también es cierto que su vida cambió totalmente al aceptar ese camino, al cambiar de mentalidad y poner como objetivo en su vida ese don de Dios, esa manera de vivir entregados, servidores, solidarios y compasivos creando en ellos mismos y en su entorno esa humanidad que es servicio, amor y entrega total.

Por eso, cuando leemos el texto de las Bienaventuranzas sentimos que nuestra realidad choca con esa proclamación: Bienaventurados los pobres, los que lloran, los perseguidos por la justicia, los hambrientos... Tantas y tantas personas que, al optar por el camino de Jesús, han puesto como primer valor y objetivo la vida nueva de Dios. Porque su consuelo es otro, su alegría es otra, su paga es totalmente diferente. Ya no es el acumular riquezas, la fama y aprecio de los demás, el poder y dominio sobre los otros, el hambre de cosas y propiedades... Y recuerdo ahora mismo lo que decía Teresa de Jesús (Santa Teresa): Sólo Dios basta (la vida de Dios).


Texto del evangelio de Juan 11, 17-27

Cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos quince estadios; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano.

Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús:
«Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».

Jesús le dijo:
«Tu hermano resucitará».

Marta respondió:
«Sé que resucitará en la resurrección en el último día».

Jesús le dijo:
«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».

Ella le contestó:
«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».

miércoles, 22 de octubre de 2025

El que se enaltece será humillado...

...Y el que se  humilla será enaltecido

26 de octubre 2025

Hay parábolas que las sabemos de memoria. Quizás la dificultad que encontramos sea el cómo entenderla y aplicarla a nuestra propia vida.

Casi todos, al igual que el fariseo, confiamos en nosotros mismos y nos consideramos justos. Y por eso despreciamos a los demás... En nuestro interior (al igual que el fariseo) hacemos lista de nuestro cumplimiento y de nuestras virtudes: Vamos a misa, cumplimos los mandamientos, damos limosna de cuando en cuando, ayudamos en las obras de la parroquia, no defraudamos a Hacienda, tampoco robamos...
Y miramos de reojo a tantas personas que estamos seguros que no son buena gente. Y, si son extranjeros, inmigrantes, gentes sin religión... Entonces los miramos con compasión, con pena, porque los vemos como perdidos...

Y, quizás, también nosotros escucharíamos a Jesús decir lo mismo de nosotros (cristianos, seguidores suyos): "Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

De todos modos, como comenta Fray Marcos, andamos lejos de comprender o por lo menos tener una pequeña idea de Dios, nuestro padre-madre. "A primera vista nos sentimos identificados con el publicano por su humildad y su falta de estima. Rechazamos instintivamente al fariseo por su soberbia. Sin embargo no es ése el mensaje de Jesús.
"El fariseo falla al creer que lo merece todo por su cumplimento de la Ley. El creerse por encima de los demás es la mejor manifestación de inhumanidad. Y el publicano falla por seguir pensando en un Dios que tiene todo el derecho a premiar y castigar. Lo único que pretende es que no le mande al infierno por sus pecados.
"El fariseo se equivoca al confiar que son sus obras las que garantizan su cercanía a Dios. El publicano falla al no confiar en el amor gratuito de Dios y pensar que tiene que golpearse el pecho para que le acepte. No percibe que está pidiendo lo que ya tiene..."
"Nuestra única tarea es descubrir y vivir el amor incondicional..."

Sigue en nuestro subconsciente la imagen de Dios todopoderoso, que nos ve y vigila, nos juzgará rigurosamente y... puede condenarnos. Para aquellas personas que escuchaban a Jesús lo más importante era cumplir la Ley, observar los mandamientos... Esa misma idea ha pasado a nosotros como una exigencia sin cuyo cumplimiento nadie podía salvarse. Y todo el lenguaje de la Iglesia oficial sigue esa pauta. Es como si la vida de Jesús, sus acciones, sus actitudes, sus comentarios no significaran nada...

Seguimos, pues, intentando escuchar y comprender el mensaje de Jesús: el amor de Dios, que es nuestro padre-madre, que lo que importa es captar ese amor de Dios extendido y desplegado en todo el universo, en cada criatura, en cada persona... Y vivir a su estilo, como hijos-hijas de Dios. Solo el amor nos salva. El amor que recibimos y el amor que damos... Todo lo demás son añadidos sin valor.


Texto del evangelio de Lucas 18, 9-14

En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que se confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:
«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:
“¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”.

El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo:
“Oh Dios!, ten compasión de este pecador”.

Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

viernes, 17 de octubre de 2025

La parábola del juez y la viuda

"Para explicarles que tenían que orar siempre y no desanimarse..."

19 de octubre 2025


"-Había una vez un juez que ni temía a Dios ni respetaba al hombre..." Había, también, una viuda que le insistía: "Hazme justicia frente a mi adversario"...

Así cuenta la parábola... Y dice que, cansado de escucharla (esta viuda me está amargando la vida), le hizo justicia.
Dice Lucas en la introducción que (Jesús) "para explicarles que tenían que orar siempre y no desanimarse..." les propuso esa historieta.

Una vez más, Jesús nos propone una dirección: acercarnos a Dios, a nuestro padre-madre. Tratar de entender cómo es Dios y emprender ese camino de la conversión que nos haga vivir como hijos-hijas de quien nos ha dado todo, que está en toda vida, en toda la realidad de nuestro entorno, en todo lo que somos.
Citando a personas que saben mucho más que yo, "mi vida y mi realidad con Dios es todo (soy Dios mismo). Yo y todo lo que pueda decir, tener, sospechar o entender... sin Dios, no hay nada. Soy cero." Sin saber cómo y sin entenderlo estoy y vivo dentro de la realidad de Dios mismo.
Y nos dan otros ejemplos: "La ola que pregunta qué es el mar... sin darse cuenta que ella es el mar. Y sin él ella no es nada".

Para explicarles que tenían que orar siempre y no desanimarse...
Quizás, en nuestra mentalidad y forma de entender la cosas (eso que llaman antropoformismo) seguimos pensando e imaginando a Dios como ese juez que nos ve, nos observa, nos vigila y nos juzgará... Y, por ese camino, jamás entenderemos ese Dios que Jesús trató de acercarlo y de que pusiéramos toda nuestra confianza y nuestra esperanza en él.

Fray Marcos insiste siempre en sus comentarios en decir que: -"Dios no tiene que hacer nada más. Que nos lo ha dado todo. Que está en todo lo que hacemos, en lo que nos rodea, en nuestro propio ser..." Y siempre nos señala la dirección del padre amoroso, tierno y compasivo. El del hijo pródigo. El que no se para a examinar, a cuestionar, a juzgar, a criticar...; sino que sale al encuentro, abraza, manda que le pongan un vestido nuevo y manda preparar un banquete con música y todo...

Miguel Ángel Munárriz lo comenta así: "-Jesús nos habla frecuentemente de Dios en el evangelio, pero siempre a través de un lenguaje parabólico, analógico, que no trata de definirlo ni abarcarlo, sino de desvelar su relación con nosotros. Por supuesto, Dios no es padre, ni pastor, ni médico, ni sembrador, pero estas imágenes al alcance de todos tienen la virtud de situar nuestra mente en la buena dirección cuando pensamos en Él."

"-...Todo lo que necesitamos saber de Dios para vivir con sentido lo hemos visto en Jesús, pero somos gente curiosa y queremos saber lo que no nos han dicho; obtener respuestas por nuestra cuenta obviando a veces lo que Dios nos ha dicho de sí mismo a través de Jesús..."

Entonces, después de escuchar el texto de Lucas, mi comentario sería referente a no desanimarnos en esa búsqueda de Dios, en centrarnos en él, en sentir y experimentar que Él es todo para nosotros y que mi mayor felicidad es empezar a gustar de ese don que recibo continuamente. Saber y vivir que soy (somos) hijos-hijas de Dios. Todo lo demás es muy relativo, no tiene consistencia, es como un soplo, como una sombra... Así, sin más preguntas, sin más razones ni argumentos.

Por todo eso tenemos que orar siempre y no desanimarnos.



Texto del evangelio de LUCAS 18, 1-8

1 Para explicarles que tenían que orar siempre y no desanimarse, les propuso esta parábola:

2 – En una ciudad había un juez que ni temía a Dios ni respetaba a hombre. 3 En la misma ciudad había una viuda que iba a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario".

4 Por bastante tiempo no quiso, pero después pensó: "Yo no temo a Dios ni respeto a hombre, 5 pero esa viuda me está amargando la vida; le voy a hacer justicia, para que no venga continuamente a darme esta paliza".

6 Y el Señor añadió:

- Fijaos en lo que dice el juez injusto; 7 pues Dios ¿no reivindicará a sus elegidos, si ellos le gritan día y noche, o les dará largas? 8 Os digo que los reivindicará cuanto antes. Pero cuando llegue el Hijo del hombre, ¿qué?, ¿va a encontrar esa fe en la tierra?

miércoles, 8 de octubre de 2025

¿Dónde están los otros nueve?

«Levántate, vete; tu fe te ha salvado»
12 de octubre 2025


Acostumbrados a escuchar los textos del evangelio con los milagros, los discursos puestos en boca de Jesús, las parábolas..., el texto de este domingo nos señala una dirección diferente. Quizás ni siquiera le prestamos atención.

Jesús va por el camino y le salen al encuentro diez leprosos... -«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros». Y Jesús les dice: -«Id a presentaros a los sacerdotes». Así. Continúa el texto: -Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios... ¡Qué bien!, no? Todos camino a la casa de los sacerdotes para notificar que estaban limpios... Bueno, todos no. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias.

Este era un samaritano.
Ahí está el contrapunto. ¿No han quedado limpios los diez? ¿Dónde están los otros nueve?... ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero

Hace un momento estaba leyendo el texto del evangelio de Lucas en el que los discípulos le piden a Jesús que les enseñe a orar... Sí, todos aprendimos la oración del Padre nuestro. Y la recitamos con regularidad. Forma parte de nuestra religión y religiosidad al igual que la señal de la cruz. Diría que al realizar esos gestos y recitar esa oración cumplimos con la ley, con lo que está mandado... Como los leprosos que quedan limpios y van a presentarse a los sacerdotes. 
Pero lo que subraya Jesús es otra cosa: Dar las gracias a Dios. Ser conscientes y darnos cuenta de todo lo que hemos recibido. Entrar dentro de nosotros mismos y descubrir todo lo que se nos ha dado...

Como comenta Fray Marcos: -"Espero que no se nos ocurra pensar que Jesús estaba repitiendo una y otra vez el padrenuestro. Lo que hacía Jesús era contemplación... La originalidad del padrenuesto nos habla de la profunda intimidad con Dios, de la experiencia de Jesús..."

Tanto el comentario que hace Jesús sobre el extranjero (el samaritano) que se vuelve dando gracias a Dios como lo que añade Fray Marcos, me llevan a pensar y a decirme a mí mismo que lo que nos falta es esa contemplación, ese dar gracias, tomando conciencia de todo lo que nos rodea, lo que hemos recibido: la vida, los dones y facultades que conlleva, la propia naturaleza, la humanidad (hombres y mujeres) que nos rodea... Y, olvidando todo eso, seguimos con nuestra rutina, nuestra inquietud y múltiples ocupaciones que nos impiden parar a contemplar y dar gracias como ese extranjero, samaritano.

También me parece bien hacerme eco del libro que estoy leyendo: "Dios impotente" (de José Laguna), que nos invita a lo que llama la inoperosidad (a no hacer nada), para vivir y contemplar.  La fiesta de la vida. Lo que era el sabath de los judíos. Tiempo de no-producción. Tiempo de descanso. Tiempo de dar gracias. Tiempo de convivir y prestar atención a los demás.
Porque esa atención, esa fe, es la que nos salva. Sí, como al leproso. Y esa reflexión me lleva a decir que lo que nos salva es precisamente eso. No son los rezos, los ritos y ceremonias, toda la religiosidad que podamos desarrollar.
Señor, enséñame a contemplar, a darme cuenta, a ser agradecido.

Texto del evangelio de Lucas, 17, 11-19
Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:
«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, les dijo:
«Id a presentaros a los sacerdotes».
Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias.
Este era un samaritano.
Jesús, tomó la palabra y dijo:
«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?».
Y le dijo:
«Levántate, vete; tu fe te ha salvado».

Auméntanos la fe

 "Si tuvierais fe como...

5 de octubre 2025



La lectura del texto del evangelio de Lucas que leemos este fin de semana me lleva a dos reflexiones que el mismo texto nos sugiere:

-Los discípulos que le dicen a Jesús: "Auméntanos la fe". Y me digo que ésa misma oración tenemos que hacer cada día. Nos decimos discípulos y seguidores del Maestro; pero tenemos muchas dudas. Creemos en él, nos decimos que nos apuntamos a eso del Reino de Dios, que deseamos vivir como hijos de Dios, como hermanos... Y, al mismo tiempo, ante la situación y el modo de vida que nos ofrece y brinda el mundo en el que vivimos, sentimos que (como le pasó a Pedro al pedirle de "caminar sobre el mar") nos hundimos, que nos ahogamos...

-La segunda reflexión es la que nos hace Jesús: "-"Cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid:

“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».

Podemos llegar a pensar que nos hemos esforzado mucho, que hemos hemos grandes cosas, que nos merecemos un gran premio, incluso que ya nos hemos ganado el premio de la vida eterna... (el ir al cielo como se nos decía siempre). Sin embargo Jesús nos hace ver que sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer...
Porque, ¿qué se espera de nosotros?
Como comenta Tomás Maza: -"El mensaje de Jesús se centraba en lo que él llamaba el Reino o reinado de Dios. Muchas veces el evangelio lo llama “El reino de los cielos”. No conozco la expresión exacta que utilizaba Jesús, pero el llamado Reino de los cielos nos ha hecho creer, y así permanece en el imaginario del mundo cristiano, que se trata de la vida en Dios después de la muerte. Yo entiendo que a lo que se refería Jesús es a la vida humana aquí y ahora, es decir un mundo aquí en la Tierra según el deseo de de Dios, una sociedad humana tal como la quiere Dios. La voluntad de Dios es que la vida humana sea completa, que sea todo lo feliz que pueda ser en este mundo todavía imperfecto..."
Entiendo que éso es lo que se espera de nosotros. Ese vivir día a día con ese objetivo, con ese cometido e ilusión: Empezar a vivir como hermanos, tener unas relaciones de compasión, de atención y de cariño que haga aparecer el reinado de Dios entre nosotros.
Y si, en el día de hoy, intento aportar mi pequeño grano de arena... tendré que pensar y decir como dice Jesús: -“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».


Texto del evangelio de Lucas 17, 5-10

En aquel tiempo, los apóstoles le dijeron al Señor:
«Auméntanos la fe».

El Señor dijo:
«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:
“Arráncate de raíz y plántate en el mar”, y os obedecería.

¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida, ven y ponte a la mesa”?

¿No le diréis más bien: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?

¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid:
“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».

miércoles, 24 de septiembre de 2025

"Había un hombre rico...

...Y un mendigo llamado Lázaro"

28 de septiembre 2025


Una parábola más de Jesús. En otros tiempos nos la contaban como la parábola del "rico epulón"... En aquellos sermones era fácil cargar contra los ricos. Así, sin más. Es que, además, la misma parábola los mandaba al infierno. "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado..."
Hoy, mi reflexión me lleva a la distracción y despiste que vivimos frecuentemente. Porque el tema no es que nosotros (los que tenemos y podemos comer bien todos los días, los que tenemos casa y ropa para vestirnos, los que no estamos marginados o vivimos oprimidos) nos acordemos de dar alguna limosna a los mendigos que esperan a la puerta de la iglesia o del supermercado. No, no es el gesto de la caridad el que nos va a salvar.

Nuevamente me viene a la mente aquella otra parábola, la del buen samaritano. El fallo del sacerdote y del levita es que pasaron de largo.
En esta parábola el rico ése no se entera siquiera. El sigue a lo suyo: a comer y beber, a disfrutar, a gozar la vida... Si hay mendigos, no es su problema.
Es algo que lo podemos ver en nuestra actualidad.

Como comenta bien Fray Marcos: -"La parábola nos pega a la realidad sangrante. El rico no ha descubierto al pobre a su puerta. Es la clave del relato..."
...Apelar al más allá para solucionar las injusticias del más acá es frustrante.
...No se pone al pobre como ejemplo de buena persona ni se critica al rico por su maldad... La opulencia y el banqueteo se cargan de maldad por el hecho de que Lázaro está a su puerta y él no se ha enterado,
...Yo no puedo solucionar el hambre del mundo, pero sí amortiguar el dolor de tanto Lázaro que está en mi portal." 

Si en mi seguimiento de Jesús de Nazaret no he captado que el camino para entrar en el reino de Dios, la manera de alcanzar la vida eterna, vivir como hija-hijo de Dios, pasa por el acercamiento al prójimo... Tener una atención consciente, saber escuchar, comprender a esa mujer, a ese hombre, al mendigo, al marginado, al necesitado, al rechazado por su raza, por su cultura, por su origen, al que no es importante, ni conocido... Seguro que entonces descubriré al mendigo, al migrante marginado y olvidado, al anciano-anciana solitario, al ignorante, al que carece de los medios para comer, para tener donde vivir, que se siente despreciado o no encuentra acogida...

Sí, había un hombre rico... (como tantos de nosotros). Y había, también, un mendigo llamado Lázaro... (O Abú, Hasan, Luis, Andrea, Yorgos, Hafed...)
Abre mis ojos, Señor, para ver en profundidad y descubrir que tú estás ahí, que tú te encarnas en todas esas personas. Que no me haga el desentendido. Llena mi mente y mi corazón de compasión y de empatía. Amén.


Texto del evangelio de Lucas 16, 19-31

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día.

Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.

Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.

Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.

Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo:
“Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”.

Pero Abrahán le dijo:
“Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.

Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros”.

Él dijo:
“Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento”.

Abrahán le dice:
“Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”.

Pero él le dijo:
“No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán”.

Abrahán le dijo:
“Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”».

"Quitad esto de aquí...

...No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.» 9 de noviembre 2025 El texto del evangelio de Juan nos presenta una escena que siempre ...