miércoles, 10 de septiembre de 2025

Dios no mandó su hijo al mundo para condenar...

...sino para se salve por él

14 de septiembre 2025

(Fiesta de la Exaltación de la Cruz)


El texto que nos ofrece este fin de semana la Iglesia, tomado del evangelio de Juan, quiere presentarnos esa exaltación de la Cruz.
Supongo que todo ese comentario que Juan pone en boca de Jesús en su conversación con Nicodemo es la reflexión teológica que hizo su comunidad (o que hizo él mismo). Pero me resulta chocante.
Nos viene a dar a entender:1.-Dios envió a su hijo (a Jesús) a morir en la cruz. 2.- Sufrir y morir en la cruz es una ofrenda que agrada a Dios.
3.- La Cruz es el precio que paga por nosotros...

A mi entender (y según he ido leyendo y aprendiendo de personas que entienden y saben más que yo), Dios no envió a Jesús (ni a nadie) a sufrir y morir en la cruz. Tampoco creo que el sufrimiento, el dolor, la muerte sea algo que agrada a Dios. Igualmente me parece que la cruz sea un precio a pagar por los pecados de los demás...


Entonces, la Exaltación de la Cruz me parece que es escamotear el sentido de la muerte en la cruz de Jesús. El asesinato de Jesús, su tortura, su humillación, el desprecio de los grandes dirigentes de la religión y de los poderosos, no es algo a envolver en actos religiosos, en espiritualidad y rezos... A lo largo de los tiempos la religión oficial ha bendecido cruces, imágenes, pinturas y esculturas (también medallas y cruces que se llevan colgadas al cuello) como si fueran signos de bendición, algo que nos salva y santifica.

De ahí, hemos pasado a bendecir a los pobres, la miseria, la opresión, la marginación y la tortura…(también la penitencia, el dolor corporal, los sacrificios) porque nos salva de los pecados y nos lleva a la vida eterna.


El mensaje de Buena Noticia que nos trajo Jesús de Nazaret es el del amor de Dios nuestro padre, nuestra madre; su deseo que vivamos como hermanos; la sed y ansia de que ese reinado (esa presencia de Dios) se vaya haciendo presente en nuestra vida, en nuestro mundo. Aquí y ahora. No en el más allá (después de la muerte). 

Y cuando, a lo largo de la historia (en todas las edades) los poderosos (también los grandes dirigentes religiosos) masacran, torturan y matan a tantas personas inocentes... Eso no es voluntad de Dios. No son ninguna ofrenda que agrada a Dios. Nos duele, nos sentimos heridos con ellos. Y nos tiene que llamar a cambiar nuestro modo de vivir para que eso no ocurra más.


El texto que hemos leído subraya que Dios no mandó a su hijo (ni a nadie) al mundo para condenar..., sino para que nuestro mundo, nuestra sociedad, todos nosotros, nos salvemos. Es decir tengamos la vida de verdad, que es la vida de Dios. La fraternidad, la compasión, la entrega y el servicio que no salva de la marginación, del desprecio y humillación, de la desigualdad que provoca la muerte en la cruz (o de hambre, de enfermedad, de falta de recursos y cuidados).


Asumir la cruz (como nos decía en el texto que leímos hace poco) y seguirle (a Jesús de Nazaret) viviendo como él, en ese estilo que tanto nos cuesta asumir. Sí, incluso si nos llega el sufrimiento, la falta de aprecio, de fama o la misma muerte...

Entonces la exaltación única es la de Dios nuestro padre-madre que está en cada uno de nosotros, en todo el universo que nos rodea. Y al descubrirlo nos unimos a esa gloria de Dios que, prácticamente, desaparece en nosotros a pesar de ser el alma, el aliento vital que nos hace ser y existir.



Lectura del evangelio de Juan 3, 13-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.

Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.

Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él».

miércoles, 3 de septiembre de 2025

Quien no renuncia a todos sus bienes...

...No puede ser discípulo mio

7 de septiembre 2025


El texto de Lucas que se nos ofrece este fin de semana en la celebración de la eucaristía es la propuesta exigente de Jesús de Nazaret a todas aquellas personas que desean seguir sus huellas.

Me llama poderosamente la atención el que esta exigencia la hace Jesús dirigiéndose a todas las personas. En mis años de formación se nos enseñó y predicó todo esto como una exigencia dentro de la vida religiosa (sacerdotes, monjes, monjas...). Y, como consecuencia, se nos comentaba el significado de los votos de pobreza, castidad y obediencia que debíamos profesar y cumplir lo mejor posible.

Y, viviendo en comunidad, entendíamos que cumplíamos bien con la petición del Maestro.
Sin embargo, me temo que con toda la buena voluntad y empeño de parte de los religiosos, religiosas, sacerdotes, etc. no acabamos de entender la profundidad de la exigencia propuesta por Jesús de Nazaret.

En primer lugar, no es algo que esté dirigido a las personas consagradas en la vida religiosa. Es una petición dirigida a toda persona que desee seguir a Jesús, ser su discípulo. Y ahí es donde tenemos que ahondar en su significado.

Renunciar a todos sus bienes... Enseguida nos preguntamos: ¿Cuáles son mis bienes? Instintivamente y biológicamente tratamos de aferrarnos a algo. Mis cosas, lo que me pertenece, lo que he conseguido, lo que me he apropiado... Es una meta que nos la imponemos sin pensarlo. Al final, eso se convierte en el objetivo de mi vida. Con mis estudios, con mi trabajo, con mi esfuerzo, tengo que acumular todo aquello que me garantice una vida estable, cómoda, llena de todo aquello que pueda necesitar...

Ahora Jesús de Nazaret te plantea soltar lastre, todo eso que se ha ido convirtiendo en el objeto de tu vida... Es como decirnos que hay algo mucho más elevado, más digno de mi esfuerzo, de mi ambición, de mi lucha: Es la vida verdadera. No se refiere a la vida del más allá, después de la muerte. No, es vida verdadera en esta vida.

Como comenta Fray Marcos: "-Ser discípulo de Jesús es hacer suyos los objetivos del Maestro. Sólo si nos proponemos la plenitud humana, estaremos en condiciones de posponer todos los demás valores..."

Cuando nuestro objetivo en la vida es que venga el reino de Dios. Que Dios esté presente en mi vida y en todo lo que me rodea de manera que la fraternidad, la compasión, la solidaridad, la entrega y el servicio a los demás sea el verdadero objetivo de mi vida... Entonces todos mis bienes se irán quedando atrás. Mi vida estará iluminada por una luz distinta, una claridad que me permitirá alcanzar esa vida nueva anclada en Dios, nuestro padre-madre. Así comenzaremos a parecer hijos suyos.

Texto del evangelio de Lucas 14, 25-33

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.

Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.

Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?

No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
“Este hombre empezó a construir y no pudo acabar”.

¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil?

Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.

Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».

martes, 2 de septiembre de 2025



GAZA
El grito silenciado de la humanidad

EVARISTO VILLAR, evaristo.villar@gmail.com
MADRID.



Es doloroso constatar la crueldad, el odio, la sed de venganza, el afán de destruir y apropiarse de las tierras de los otros (los palestinos), el desprecio a todo lo que significa humanidad... El artículo de Evaristo Villar lo refleja bien. Y quiero unirme a ese grito desesperado deseando que pueda brillar algo de esperanza.

ECLESALIA, 01/09/25. Desde hace casi dos años, Gaza, una franja de 365 km² con casi dos millones de habitantes, se ha convertido en una trampa mortal y el rostro del sufrimiento humano. Más de 60.000 personas han sido asesinadas —siete de cada diez civiles, un tercio niños—, una generación borrada. El resto sobrevive sin comida (la ONU advierte hambruna) y sin medicinas (hospitales destruidos, convertidos en morgues). Ciudades con siglos de historia han sido reducidas a polvo y la muerte es horizonte cotidiano.

Mientras, la comunidad internacional oscila entre impotencia y complicidad, bloqueando resoluciones de paz. “La guerra es siempre una derrota”, dijo el Papa Francisco. Pero Gaza es más: un espejo moral que interroga nuestra conciencia. Rostros incontables nos dicen: “No matarás”.

Netanyahu, Herodes de nuestro tiempo

El gobierno de Benjamin Netanyahu ha rechazado sistemáticamente las iniciativas de alto el fuego, incluida la promovida por Egipto, y, en lugar de detener la masacre, ha aprobado la construcción de 3.400 nuevos asentamientos en Cisjordania, una política que busca hacer irreversible la ocupación, y ha declarado su intención de ejercer la “ocupación total de la ciudad de Gaza”. Se trata de un proyecto de muerte que ha convertido a Israel, fundado tras el trauma del Holocausto, en un Estado señalado por la Corte Internacional de Justicia por crímenes de lesa humanidad.

La filósofa Hannah Arendt, en su análisis de la banalidad del mal, advirtió: “la violencia puede destruir el poder, pero es incapaz de crearlo”. Netanyahu encarna la figura de Herodes, el gobernante que, según el Evangelio, ordenó la matanza de los inocentes (Mt 2,16) por miedo a perder su poder. Cada niño palestino muerto bajo las bombas confirma ese paralelismo: la brutalidad calculada contra los más indefensos. Algunos lo identifican incluso con la Bestia del Apocalipsis, símbolo del poder que, cegado por una ideología de seguridad nacional absoluta, devora y destruye todo a su paso, incluida la propia alma de su pueblo.

Donald Trump, padrino del genocidio

Nada de esto sería posible sin la complicidad activa y el sostén geopolítico de Estados Unidos. Donald Trump es el verdadero padrino político de esta tragedia. Durante su presidencia, rompió con décadas de consenso internacional al reconocer Jerusalén como capital indivisa de Israel, legitimó asentamientos ilegales considerados así por el derecho internacional y desmanteló los acuerdos de paz al retirar el apoyo a la solución de dos Estados.

Hoy, desde su influencia en el Partido Republicano, sigue defendiendo a Netanyahu en el Consejo de Seguridad de la ONU, bloqueando resoluciones de condena con su poder de veto, garantizando un flujo constante de armas y recibiéndolo en la Casa Blanca como aliado preferente. Todo ello pese a que la Comisión Internacional de Justicia ha señalado a Israel por crímenes de guerra y genocidio. Netanyahu ejecuta, pero Trump le proporciona el escudo de impunidad. Ambos representan hoy día el Armagedón bíblico. 

Noam Chomsky, analizando el poder estadounidense, acuñó el término “Estado canalla” para definir a aquellas naciones que desprecian el derecho internacional. Con sus acciones, Trump no sólo apoya a un aliado, sino que avala y financia la transformación de Israel en eso, en otro Estado canalla.

Europa humillada y la esperanza de los testigos

La Unión Europea aparece impotente, dividida y moralmente avergonzada. Alemania, en particular, carga con el peso de una Staatsräson (razón de Estado) profundamente contradictoria: sostener hoy con armas y diplomacia a un Estado acusado de genocidio, mientras proclama el “Nunca más” del Holocausto como su máximo compromiso moral.

Esta parálisis recuerda al hombre unidimensional de Herbert Marcuse, atrapado en un sistema que prohíbe criticar a ciertos aliados, anulando su capacidad moral. El profeta Isaías gritaba: “¡Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal, que cambian las tinieblas en luz y la luz en tinieblas!” (Is 5,20). Esa denuncia se hace actual en cada silencio europeo.

Pero, frente a la pasividad de los poderosos, surge la esperanza de los testigos. Un gesto como el del Papa León XIV, entrando en Gaza y abrazando a los supervivientes, podría sacudir la conciencia mundial. Pero para que este gesto fuera verdaderamente revulsivo, debería ir acompañado, mientras dure,  del cierre de todas las iglesias e instituciones católicas del planeta. ¡La humanidad que se mata en Gaza lo exige!

También una visita del Secretario General de la ONU a los campos de refugiados, compartiendo hambre, enfermedad y miedo, sería,  antes de que se apague el débil eco moral de eta institución, un buen aldabonazo. Aunque ninguno de estos actos detenga las bombas, serían signos proféticos que podrían agrietar el poder irracional y recordar, como afirmaba Edward Said, que la resistencia comienza al dar testimonio y negarse a aceptar la voz única del más fuerte.

Compromiso con la vida

La guerra en Gaza no es un conflicto lejano entre dos bandos equidistantes: es la prueba definitiva de nuestra humanidad, un punto de inflexión ético para nuestra era. Quienes callan por cálculo geopolítico se hacen cómplices; quienes justifican la masacre con eufemismos, verdugos; quienes actúan con misericordia y exigen justicia, portadores de esperanza.

El Evangelio proclama: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios” (Mt 5,9). Decir “basta” al genocidio no es una opción política, es una obligación moral ineludible.

Gaza, tierra de milenaria historia, debe dejar de ser infierno para ser semilla de vida. Solo así el clamor de sus mártires se transformará en la fuerza que, “libere la historia” de su continuum de violencia y le devuelva dignidad al relato humano. El futuro juzgará dónde estuvimos cada uno de nosotros y nosotras, y como sociedad mundial, cuando Gaza gritó.

De Blogger en 1 septiembre, 2025

viernes, 29 de agosto de 2025

Cuando des un banquete...


...invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte

31 de agosto 2025



"En estos tiempos con tantas brechas y diferencias,
indignación y protesta,
llenos de espacios protegidos y basureros que se esconden,
de banquetes a lo grande y comedores sociales,
de mansiones para perderse y pisos que se pierden,
de desahucios sin contemplaciones y fondos buitre...

En estos tiempos en los que vivimos, o quizá solo malvivimos,
con trabajos precarios y míseros salarios,
con derechos humanos solo para unos privilegiados,
con emigrantes, exiliados, desplazados
y refugiados por todas partes,
con tanta gente silenciada que no deja de oírse...

En estos tiempos que muchos aplauden
y otros desean que cambien,
con plazas y puestos que no se discuten,
poltronas y sillones para pagar favores,
corrupción en todas las sedes,
cajas B para reírse de la buena gente,
crisis para cargar a otros los desmanes,
cambios para que nada cambie y trajes muy elegantes
para cubrir tanta podredumbre...

En estos tiempos, es hora de preguntarse
por nuestros puestos, leyes y dignidades:
Y tú, ¿cuántas veces has dejado el asiento a otro?
¿A cuántos has acogido sin juzgarlos por su aspecto?
¿A quiénes invitas a estar contigo? ¿Con quiénes compartes banquete y camino?

¿A quiénes abres tu corazón, casa y piso?
Y tú, ¿cómo te rozas con pobres y excluidos?
¿Para qué usas tus dones y títulos?

¿Has decrecido o sigues aferrado a tu sitio?...

En estos tiempos, Señor,
¡qué extraños resultan tus consejos
y el ser discípulo!"

(Y TÚ, ¿A CUÁNTOS HAS CEDIDO TU PUESTO? Florentino Ulibarri)

Escuchar a Jesús de Nazaret es cuestionarse también. ¿En qué afecta a mi vida? Prestar atención, escuchar atentamente, dar tiempo al silencio y ahondar en mi vida y en mi corazón.

Texto del evangelio de  Lucas 14, 1. 7-14

En sábado, Jesús entró en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando.

Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola:
«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y al otro, y te diga: “Cédele el puesto a este”. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.

Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:
“Amigo, sube más arriba”. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.

Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido».

Y dijo al que lo había invitado:
«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.

Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos».

miércoles, 20 de agosto de 2025

Hay últimos que serán primeros...

...Y primeros que serán últimos

24 de agosto 2025


Una vez más el modo de pensar y de hacer de Jesús de Nazaret nos descoloca. Y espontáneamente nos sale aquello de "no es justo", "no hay derecho", "no lo entiendo".
Efectivamente, no lo entendemos. El reino de Dios, el modo de hacer de Dios, su estilo, no es el nuestro. Vivimos en un mundo de competencia o mejor dicho de competición. A través de todos los medios de comunicación, en la televisión, en los periódicos y en las redes, nos muestran una y otra vez, los resultados de la competición. También en las empresas se exigen resultados, ganancias... De ahí ese subconsciente que se nos clava y nos empuja a tener más, a estar por encima de los demás, a destacar, a hacer más goles, a acumular ganancias.

A la hora de apuntarnos al movimiento de Jesús de Nazaret lo único que nos pide es... amor, servicio, entrega, ser compasivos, ser hermanos. Eso parece ser el lugar de los perdedores, de los segundos o quizás de los últimos. Eso a nuestro ego le duele y le cuesta un montón. Porque cuando sirves, lo que importa es que la persona que recibe el servicio esté contenta, bien atendida, que se le alegre la cara y supere sus sufrimientos y molestias.
Cuando eres compasivo, lo que importa es que la persona caída en manos de los salteadores, la persona oprimida o malherida se vea cuidada, escuchada y querida.
Cuando te sientes hermano de las personas que te rodean, lo que importa es que esas personas que se sienten desanimadas, desesperanzadas, sin fuerzas para seguir, sientan el apoyo y el ánimo para seguir y experimenten que Dios está ahí, también en medio de las dificultades, de las deficiencias, de nuestras limitaciones. Y ese amor llene su boca de risas.

Y en todo eso no hay medallas, ni trofeos, ni fotos de la prensa o grabaciones para la televisión. No, no hay fama ni reconocimiento social... Todas esas personas se quedarán entre los últimos, comparten su vida con ellos, se confunden con ellos. Pero ellos sí han entendido el mensaje de Jesús de Nazaret. Y su corazón se llena de paz y de alegría.
Porque hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos...
Aunque, ellos también, digan aquello de:-“Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”
Pero Dios no los reconoce: "No sé quiénes sois".

Ése es nuestro reto o nuestro objetivo. Porque, contrariamente a lo que se nos decía, no estamos llamados a ser santos; sino a vivir como personas que sirven, las que lavan los pies de los que llegan cansados y agotados, las que ponen su afán y su corazón en amar y estar atentas a los caídos en el camino... ¡No!, no son los altares, ni la fama de la canonización... 

Texto del evangelio de  Lucas 13, 22-30

En aquel tiempo Jesús pasaba por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén.

Uno le preguntó:
«Señor, ¿son pocos los que se salvan?».

Él les dijo:
«Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo: Señor, ábrenos; pero él os dirá: “No sé quiénes sois”. Entonces comenzaréis a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”.
Pero él os dirá: “No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad”.

Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.

Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos».

miércoles, 13 de agosto de 2025

He venido a traer fuego a la tierra...

...¡Y cuánto deseo que esté ya ardiendo!

17 de agosto 2025


El texto que nos trae este fin de semana Lucas, precisamente en estos días de tantísima calor y de tantos incendios en tantos sitios, es una expresión dura y atrevida.

Andamos (está en la mente de todas las personas) preocupados por encontrar la manera de controlar y apagar tanto incendio que destruye nuestro entorno, los bosques y montes, incluso propiedades de todo tipo... ¿Cómo entender eso que nos dice Jesús? "He venido a prender fuego a la tierra, ¡Y cuánto deseo que ya esté ardiendo!...

Podemos hacer una lectura moralista y referirnos a los pecados que se cometen. Podemos pensar e imaginar que Jesús se podía referir a las malas costumbres, a los abusos, a las injusticias, a los desórdenes que aparecen en nuestra sociedad, en nuestro mundo...
Por otra parte, nos choca que diga que no ha venido a traer paz, sino división...
¿Cómo entender esos mensajes de Jesús de Nazaret?

Quizás, después de tantos siglos de predicar las palabras del evangelio, las hemos domesticado y han terminado por decir palabras y mensajes pacíficos, adaptados a nuestro sentido más cómodo, menos comprometido, más pacífico... 
Nuestra iglesia nos ha comentado y programado el camino que tenemos que seguir. Todo está normalizado, y si seguimos los pasos que nos ha propuesto conseguiremos alcanzar la felicidad eterna, el cielo.
Sacramentos, ritos, oraciones, comportamientos y actitudes, mandamientos de Dios y de la Iglesia... Todo ello nos traerá la paz y nos permitirá vencer al mundo. Sí, ese mundo que es malo y al que Jesús quiere incendiar, que arda hasta que sea destruido...

Sin embargo, creo que el mensaje de Jesús tenía otra profundidad. Él tiene claro su mensaje (buena noticia) del reino de Dios. Un mundo de fraternidad, de solidaridad, de compasión y empatía hacia todas las personas (en especial hacia los más desvalidos, desprotegidos, marginados, enfermos y dependientes... Los don-nadie). Y tiene unos deseos ardientes, prisa e impaciencia, de que todo eso se vaya haciendo realidad. Centrar nuestra vida en la persona, no en la Ley y el Templo. Porque lo que traerá el reino de Dios no son los mandamientos, los ritos, las ceremonias, los sacrificios, los sacerdotes y levitas... Y seguramente se preguntaba: -¿Por qué no lo ven? -¿No se dan cuenta? La voluntad de Dios es el amor entre las personas, construir un mundo de servicio, de entrega.  
No es raro que llegara a decir todo eso.
Por eso mismo, intuye que con su mensaje no va a traer paz, sino división. Cuando te das cuenta de su mensaje y de cómo tendrías que vivir, enseguida te vas a encontrar con muchas otras personas que lo que quieren es que las dejes en paz, que no las metas un compromiso. Prefieren desentenderse de las demás personas. Que cada uno se las apañe como pueda... Sobre todo si se trata de extranjeros, negros, gitanos, marroquíes, latinos..., gente marginada, sin medios, con otra cultura, otra religión, otra raza... ¿Por qué no se vuelven a su país?
Nos molesta la pobreza, la marginación, los pobres extranjeros... Y ahí tenemos la división.
Seguir a Jesús de Nazaret no es fácil. Su mensaje es duro y comprometedor. Y a eso nos invita cada día. La eucaristía debería cuestionarnos siempre sobre nuestra manera de seguirlo.

Texto del evangelio de Lucas 12,49-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!

¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división.

Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».

miércoles, 6 de agosto de 2025

Donde está vuestro tesoro...

...Allí estará también vuestro corazón

10 de agosto 2025


Los textos de evangelio se prestan a consideraciones y/o explicaciones que tienen más de recomendaciones o exhortaciones piadosas que de reflexión seria y profunda sobre el mensaje de Jesús de Nazaret.

He propuesto como cabecera esa frase que ya conocemos bien: "Donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón".
Solía seguir un comentario animándonos a preparar y amontonar un gran tesoro en el cielo. Actos piadosos, actos de caridad, oraciones y rezos, asistencia diaria a la misa, la práctica de los sacramentos, etc. Todo ello nos haría poseedores de un gran tesoro en el cielo.

Y me pregunto si Jesús estaría pensando en todo eso. Él hablaba a gente sencilla, campesinos de Galilea, gentes humildes que vivían de su trabajo y que no tenían fácil salir adelante con sus familias... Habla del tesoro, de lo más preciado y precioso para aquellas gentes. Habla de estar vigilante y atento porque... el hijo del hombre llega cuando menos lo esperas: -"Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame."

-"Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.

Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos."

Aquella gente sabía de qué les hablaba. Gente humilde que espera a su señor. Y si llega a la segunda o a la tercera vigilia... Bienaventurados ellos.

Felices porque están atentos, porque viven centrados en el mensaje y estilo de vida que él nos ha mostrado.

Por eso, me pregunto (tengo que hacerlo todos los días): -¿dónde está mi tesoro?. ¿Qué es lo más importante para mí? En la vida hemos podido hacernos ilusiones, hemos hecho planes y nos hemos propuesto objetivos: El trabajo, el dinero, los estudios, la posición social, el saber y el conocimiento... Y, quizás, hemos dedicado esfuerzo y dedicación hasta conseguir lo que nos parecía que sería nuestra mayor felicidad.

Supongo que todos hemos pasado por eso. Y también llega un día en el que nos preguntamos si esos objetivos nos llenan, nos hacen felices de verdad, si nos hacen más humanos, más personas, más plenamente felices.

Y pasamos poco a poco a entender que es mucho más importante ser plenamente humano, crecer en esas cualidades que nos acercan a las demás personas, a nuestro entorno, a la naturaleza, a tantas pequeñas cosas que hemos ido dando por supuesto y que hemos ido dejando de lado. Jesús de Nazaret nos ofrece un montón de ejemplos en su manera de acoger, de atender, de escuchar, de estar atento... sobre todo (como tantas veces hemos escuchado) a los más apartados, marginados, enfermos, despreciados, extranjeros, menos religiosos, menos cumplidores de la Ley. Ellos son el Señor que llega... a la primera vigilia, o a la segunda o a la tercera. Él es el que cayó en manos de los bandidos en su camino de Jerusalén a Jericó. Por ahí anda el tesoro escondido.

-"Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón"


Texto del evangelio de Lucas 12, 32-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.

Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.

Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.

Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos.

Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.

Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

Pedro le dijo:
«Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?».

Y el Señor dijo:
«¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?

Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes.

Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.

El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos.

Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».

Dios no mandó su hijo al mundo para condenar...

...sino para se salve por él 14 de septiembre 2025 (Fiesta de la Exaltación de la Cruz) El texto que nos ofrece este fin de semana la Iglesi...