viernes, 30 de mayo de 2025

En su nombre se predicará la conversión...


...Y el perdón a todas las naciones

1 de junio 2025

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR

Como en tantas otras celebraciones de la Iglesia, la fiesta de la Ascensión la hemos vivido como algo literal, una historia que ocurrió hace dos mil años y que, hoy en día, apenas nos dice nada.
¿Qué nos ha pasado?
Los comentarios y explicaciones que se nos daban nos dejaban (como se dice en el texto de los Hechos de los Apóstoles)  con la boca abierta y mirando hacia arriba (hacia el cielo)... Tenían que venir los ángeles para decirnos: "Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?"
Poco a poco se comenzaron a escuchar otras voces en la Iglesia que nos hacían comprender que no era mirando al cielo que teníamos que vivir. Que nuestra tarea había que vivirla aquí, en la tierra...

Como comenta Fray Marcos: "No podemos seguir entendiendo literalmente un lenguaje mítico que nosotros ni entendemos ni necesitamos. Esta fiesta, entendida como subida física, es desconcertante."
"Debemos entender esta fiesta, como las demás del tiempo pascual, como una realidad espiritual. Ni la resurrección, ni la ascensión, ni la venida del Espíritu Santo son hechos que se puedan separar. No acontecieron en el tiempo sino en la eternidad."
"...El poder del que habla (Jesús) es la identificación total con Dios en el don total de sí mismo.·
"...Y el tema de la misión es crucial en todos los relatos pascuales. Quiere decir que la obsesión por llevar el mensaje a todos no fue una ocurrencia de la comunidad..."
"Enseñar no hace referencia a doctrinas sino a vivir como vivió él (Jesús), poniendo por encima de todo el servicio".

Y ése sería, para mí, el mensaje de este domingo y del evangelio: Jesús vivió identificándose cada día más con la voluntad del Padre (Abbá). Más allá de la pasión y de la muerte en cruz. Y esa muerte tan terrible y cruel (creo yo) no fue por la expiación de nuestros pecados, ni por haber sido enviado por Dios para salvarnos, ni por haber sido la víctima divina para el perdón de todos... Lo mataron creyendo que lo hacían por amor de Dios (por la Ley, por la religión). Y probablemente lo hicieron convencidos de que obraban correctamente.
La Pascua es el paso de la muerte a la vida. Comprender que ese paso Jesús lo fue dando a lo largo de su vida. Y leyendo los acontecimientos a la luz de esa nueva manera de comprender experimentaron la fuerza de su mensaje, de sus palabras, de su estilo de vida...
La vida nueva de Jesús la fue desarrollando y haciéndola real mientras estaba con ellos (aunque ellos no entendían nada).

Ahora, volviendo a la realidad de sus vidas, lo reviven y crece en ellos el entendimiento y el sentirse enviados a enseñar, a predicar, a anunciar a todo el mundo su buena noticia: La conversión, el cambio de vida y que Dios nos perdona siempre porque es nuestro padre (Abbá)...
Pero, claro, todos somos (y estamos) enviados a "enseñar y predicar", no enseñando doctrinas, dogmas de fe, explicaciones y conceptos sobre la vida divina, sino a mostrar nuestro nuevo modo de vivir. La alegría de vivir tan humanamente como Jesús, tan divinamente como verdaderos hijos de Dios, tan entregados, solidarios y compasivos que Dios, el Dios de Jesús (nuestro Dios) se haga presente en nuestro caminar por la vida.

Comentario final de Fray Marcos: -"Nuestra meta, como la de Jesús, es ascender hasta lo más alto, el Padre. No se trata de movimiento alguno, sino de toma de conciencia. Como Jesús, la única manera de alcanzar la meta es descendiendo hasta lo más hondo de mí y poniendo todo al servicio de todos."
Amén.

Texto del evangelio de LUCAS 24, 46-53

46 Y añadió:

- Así estaba escrito: El Mesías padecerá, pero al tercer día resucitará de la muerte; 47 y en su nombre se predicará la enmienda y el perdón de los pecados a todas las naciones. Empezando por Jerusalén, 48 vosotros seréis testigos de todo esto. 49 Yo voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre; por vuestra parte, quedaos en la ciudad hasta que de lo alto os revistan de fuerza.

50 Después los condujo fuera hasta las inmediaciones de Betania y, levantando las manos, los bendijo. 51 Mientras los bendecía, se separó de ellos y se lo llevaron al cielo.

52 Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén llenos de alegría.

53 Y estaban continuamente en el templo bendiciendo a Dios.

viernes, 23 de mayo de 2025

El que me ama guardará mi palabra


Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde

25 de mayo 2025
Estaba reflexionando sobre el texto del evangelio de Juan ("El que me ama guardará mi palabra") y mientras trataba de captar el sentido de esa expresión me he acordado de mis tiempos de estudiante. Aprendíamos algo de hebreo y recuerdo que para hablar de la Palabra de Dios, de sus mandamientos utilizaba el término "dabar - debarim"...  Las palabras de Dios (sus mandamientos) se expresaban con ese término.
Y ahora Juan nos dice que "el que ame a Jesús (el que quiera seguir sus huellas) guardará su palabra".
Y su palabra es el amor. El evangelio de Juan (al igual que sus cartas) es machacón con el tema.
-"Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros..."
-"El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará..."
-"Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado..."
-"El que dice que ama a Dios y no ama a su hermano, es un mentiroso..."
-"En eso sabemos que amamos a Dios, que amamos a los hermanos..."

Son textos bien conocidos. Deberíamos decir que siempre lo hemos sabido y que expresan el mensaje central de Jesús de Nazaret. Entonces ¿por qué nos enredamos en cien mil cuestiones, en teorías, en opiniones y estudios para hablar de la Iglesia, de la comunidad cristiana, para explicar qué significa ser cristiano o seguidor de Jesús?

En estos días he vuelto a leer un libro que tiene detalles conmovedores y tremendamente profundos. En inglés: "Mister God, This is Anna" - de Fynn. (En castellano: "Señor Dios, soy Ana"). Anna es una niña de 5 años y le preguntan: -"Crees en Dios? - Sí. -¿Qué es Dios? -Es Dios: 
-¿Vas a la iglesia? -No. -¿Por qué no vas a la iglesia? -Porque ya sé lo que hay que saber. ¿Y qué sabes? -Que hay que amar a Dios, a las personas, a los perros, a los gatos, a las arañas..., a todo, con todo el corazón..."
-"...Y a Dios lo encuentro en todas partes..."

Después de escuchar el texto del evangelio de Juan, ¿qué tendríamos que decir nosotros? En el fondo, nada. Ya conocemos su palabra. Ahora lo que importa y lo que hay que hacer es simplemente amar y tratar de comunicar a todo el mundo ese sentimiento, esa entrega, ese servicio, ese don total y esa atención especial dedicada a cada persona, a cada ser que nos encontramos en nuestra vida.

Texto del evangelio de Juan 14, 23-29

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.

El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.

Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.

La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo, Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis».

miércoles, 14 de mayo de 2025

En esto conocerán que sois mis discípulos...

Si os amáis unos a otros

18 de mayo 2025

Para Juan y su comunidad, cuando quisieron resumir en pocas palabras el mensaje central de Jesús de Nazaret, echaron mano de unas palabras que pudieran servirnos como guía a lo largo de nuestra vida: "Que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros".

Son palabras harto conocidas. Sí, todos las hemos escuchado una y otra vez. Quizás nos ha pasado como ocurre en nuestras relaciones. Hablamos del amor. Hacemos canciones del amor. Nos las decimos unos a otros con mucha emoción y gran intensidad... Pero ¿hablamos de los mismo? ¿Nuestro amor, nuestra emoción, nuestros deseos, se refieren a lo mismo que dice Jesús?
Nosotros, casi siempre, amamos y queremos con un sentido de tener y de poseer algo o alguien que me haga feliz, que responda a mis deseos (sexuales, sociales, de beneficio, de placer). Amo a esa persona porque me da todo eso que me interesa, que me atrae. De ahí que, en cuanto deja de proporcionarme lo que deseo..., se acabó el amor.

Fray Marcos me ayuda a reflexionar sobre estas palabras del evangelio de Juan: -"El auténtico amor no puede ser objeto de una norma. Amar así sería una programación engañosa. El amor del que habla el evangelio es consecuencia de la unidad. Sin experiencia de lo que me une a los demás no hay amor."
-"La expresión de hijitos míos está justificada porque se trata de un momento de máxima intimidad. Jesús va a la muerte y se está despidiendo de los más cercanos".
-"No les pide que amen a Dios, ni siquiera que le amen a él, sio que se amen como ama Dios, como ama él".
-"El igual que yo no es solo comparativo sino originario. Deben amar como ama Jesús... Él demostró su amor con la entrega y el servicio a todos... El amor sin entrega es una farsa. El amor por Dios y no por ellos mismos es una trampa en la que podemos caer."

Efectivamente. Creo que en nuestra formación religiosa nos hemos inclinado frecuentemente por aquello de amar a las personas o hacer algo por ellas por el amor de Dios. Damos una limosna, visitamos a un enfermo, damos nuestra ropa usada o rezamos por esas personas que piden limosna en la puerta de la iglesia... Por el amor de Dios. Y no prestamos a atención a la persona. Queremos cumplir con el mandamiento haciendo el bien como si se lo hiciéramos a Dios...

Tenemos que recordar y reflexionar seriamente en la parábola del buen samaritano. Ese hombre (que no es judío, que no cumple la Ley, que no va al Templo, que es un hereje) ve al herido, le presta atención, lo cuida, se preocupa por él... Entiendo que él podría ser nuestro modelo, nuestro ejemplo.
Esa manera de amar, como él mismo hizo, es la que propone Jesús de Nazaret. Y la comunidad de Juan (tal como aparece en el evangelio y como insiste en sus cartas) entendió que ése es el núcleo del mensaje.
-"Que os améis unos a otros, como yo os he amado".

Y me quedo con lo que he escuchado a otros maestros: "Tener atención consciente (a cada persona que encuentro) para comprender. Comprender (escuchar y conocer a esa persona) para amar".  Sin esa atención, sin esa comprensión, nunca seré capaz de amar.

Texto del evangelio de Juan 13, 31-33a. 34-35

Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús:
«Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros.

Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros».

sábado, 10 de mayo de 2025

El hombre que nos dio a conocer a Abbá

VISIBILIDAD DE DIOS

(Copio íntegro el comentario que nos ofrece Miguel Ángel Munárriz)
Me parece excelente y creo que nos acerca mucho más al Maestro, al que pasó haciendo el bien y curando...; el que nos habla en el lenguaje sencillo de las parábolas; el que acoge y es compasivo; el que sabe ver el fondo de las cosas y de las personas; el que nos hace ver que la persona es mucho más sagrada que la Ley, el Templo y todo el órden sacerdotal...
Gracias, Miguel Ángel.

    (Ref. Evangelio de Juan 10, 27-30)

«Yo y el Padre somos uno»

La reiteración de Juan en proclamar la identidad entre Jesús y el Padre –«yo y el Padre somos uno»–, acabó por imponer e n la Iglesia una cristología descendente muy distinta a la primera cristología formulada en Hechos. De la expresión más primitiva usada por Pedro para enunciar la divinidad de Jesús: «Dios estaba con él», pasamos a esta otra mucho más elaborada proclamada por Juan: «El Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios».

Estos dos enunciados tan distintos reflejan la evolución histórica que experimentó la forma de entender la naturaleza divina de Jesús. Algunos cristianos nos sentimos más cómodos con la ambigüedad de la fórmula usada por Pedro. La fórmula de Juan nos da vértigo y tendemos a reducirla al mensaje básico que encierra: “En Jesús hemos conocido a Dios”… El propio Juan, en el capítulo 14 de su evangelio, expresa esta idea de forma clara y terminante: «Quien me ha visto a mí ha visto al Padre»… Excelente noticia.

Podemos admirar a Jesús como lo han hecho tantos personajes no cristianos a lo largo de la historia, podemos aceptarlo como maestro de sabiduría, podemos quedar fascinados por su personalidad, valentía e independencia de juicio como quedaron fascinados los que le siguieron… y podemos “creer en él”, es decir, creer que sus hechos y sus dichos son reflejo fidedigno de Dios…

Juan es capaz de hacer formidables síntesis de la fe de los testigos, y sería una gran necedad no reconocer la importancia de su evangelio. No obstante, resulta difícil sentirse cómodo con el Jesús que nos presenta, pues esa imagen de hombre que lo sabe todo, que recorre Judea y Galilea prodigando discursos teológicos para sabios en lugar de contar parábolas para gente sencilla, que no se conmueve, que no está sometido a tentación y no se aterra ante la inminencia de la muerte en cruz, dista mucho del hombre verdadero en el que creemos.

Creemos en el Jesús que se siente necesitado del bautismo de Juan, que hace teología contando parábolas sencillas a gente sencilla, que antepone la persona a la Ley, que se conmueve ante el sufrimiento y se indigna ante la injusticia, que toca leprosos y come con pecadores, que responde con aplomo a los ataques de los santos de Israel… Que desplanta a los notables de Jericó por atender al jefe de los publicanos y a un mendigo ciego, que expulsa a los mercaderes del Templo, que no se arruga ante los constantes embates de los poderosos de Jerusalén, que se juega la vida y la pierde por salvar a una adúltera desconocida, que organiza una cena para despedirse de sus amigos porque sabe que lo van a matar, que lava los pies, que no se escabulle, que se angustia en Getsemaní y perdona a quienes le crucifican en el Calvario…

A Juan le debemos la fe en “Jesús visibilidad de Dios”, una gran deuda, pero quizás esta fe resulte más reconfortante mirando al hombre verdadero y fascinante que nos presentan los sinópticos.

 

Miguel Ángel Munárriz Casajús

jueves, 8 de mayo de 2025

Mis ovejas escuchan mi voz

...Y ellas me siguen

11 de mayo 2025

El texto del evangelio de Juan que escuchamos este domingo nos presenta la imagen de Jesús como el buen pastor...

-«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano..."

Hay muchos textos del evangelio que, a pesar de haberlos escuchado miles de veces, no llegan a afectarnos. Pueden ser una imagen amable y simpática (especialmente ahora que apenas vemos ningún pastor con sus ovejas); pero que no nos llega, no nos cuestiona.

-Mis ovejas escuchan mi voz... Aparte de escuchar el texto del evangelio en la misa... O el sermón que nos dirige el sacerdote... ¿Escucho su voz? ¿Resuena en mi interior? ¿Su mensaje de Buena Noticia tiene repercusión en mí?

-...Y ellas me siguen. Mi objetivo principal en la vida ¿es seguir las huellas de Jesús? Por encima de las oraciones, de los dogmas y sacramentos, mi interés ¿está centrado en la conversión, en el cambio de vida para parecer cada vez más hijo de Dios?

-...Y yo les doy la vida eterna. ¿Cómo entiendo yo eso? ¿Estoy pensando en la vida más allá de la muerte? ¿Es algo como el premio por haberme portado bien? Eso es algo que siempre nos parecía de gran consuelo y que hacía que valiera la pena el esfuerzo... Pero ¿se refería a eso Jesús?
Tal vez debamos corregir nuestro punto de vista y empezar a pensar y entender que Jesús nos está hablando de esta vida, de este momento, de cómo vivir aquí y ahora...

Poner nuestra confianza en él. Jesús marcha delante y nos marca el camino. Y, sin saber el final, nos ponemos en marcha hacia nuestro padre Dios. Porque desde ese momento nosotros también podemos decir como decía Jesús: -"Yo y el Padre somos uno". Nuestra vida estará fija y asentada en Dios nuestro padre-madre.


Texto del evangelio de Juan 10, 27-30

En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.

Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre.

Yo y el Padre somos uno».

jueves, 1 de mayo de 2025

¿Me quieres?

Tú sabes que te quiero

4 de mayo 2025

Seguimos con la lectura de textos pascuales... ¿Cómo transmitir a los seguidores de Jesús de Nazaret su experiencia pascual

Ellos habían conocido a Jesús de Nazaret, habían caminado y comido con él, le habían escuchado su mensaje, sus parábolas. Es cierto que, entonces, no habían entendido nada. También es cierto que no se esperaban el terrible final de su condena y su muerte en la cruz... Y todos tuvieron mucho miedo y huyeron. Todo eso lo habían vivido; pero después volviendo a sus tareas de siempre sintieron como una iluminación. Sintieron algo que les cambió la vida... Y de eso es de lo que hablan.
Bueno, los que escribieron los evangelios escribieron una narración con muchos detalles, con muchos adornos... Eso les servía de presentación del mensaje. Seguir a Jesús de Nazaret era empezar a vivir de otra manera. Era una nueva vida. Era... la resurrección. Algo que nadie podía explicar.

Nuestra dificultad (creo que es algo que hemos padecido en la Iglesia desde hace mucho, mucho tiempo) es que hemos tomado los relatos como algo que sucedió tal cual, literalmente. Nos quedamos con los adornos y perdimos el mensaje.

Como comenta Fray Marcos  (Ref. "A la fuente cada día"): "El objetivo de los textos pascuales no es ni convencer ni explicar lo que pasó sino invitar a la misma experiencia que tratan de compartir con los que no la han tenido".

Y apunta otro detalle que me parece muy interesante: "Jesús se hace presente en medio de las tareas simples. Nunca se aparece ni en el templo, ni en la sinagoga, ni mientras cumplen con las obligaciones religiosas."

El encuentro con el Señor, el captar su presencia, es algo que se da en nuestra manera de vivir. Nuestra atención consciente al momento que estamos viviendo. Justamente ahora. Es lo que místicos y las personas más espirituales llaman la presencia (la atención a lo que hago en cada momento). Y, en segundo lugar, lo que llaman la cotidianidad (lo de cada día, lo que solemos hacer). Como aquellos hombres que eran pescadores.

Es la invitación que nos tiene que llegar al escuchar la lectura de este domingo.

Y a la pregunta que le hace a Pedro: -Pedro, ¿me quieres?... ¿Qué le respondemos nosotros? 

Porque ¿qué puede significar la respuesta que le vamos a dar? (Tú sabes que te quiero...) 
Hubo un tiempo, sobre todo en tiempos de mis estudios y formación religiosa, que pensaba que con mis actos de piedad, con mis oraciones, con mis visitas al Santísimo, con mis sacrificios y penitencias, le demostraba que le quería...
Hoy me parece entender que amar a Dios (incluso seguir a Jesús de Nazaret) sólo podemos hacerlo y demostrarlo amando y sirviendo a los hermanos y hermanas (en especial a los que más lo necesitan). Es la atención consciente hacia los demás. Sólo ahí podré captar, entender y empezar a vivir la nueva vida de resucitado.


Texto del evangelio de Juan 21, 1-19

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.

Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar». Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo». Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?». Ellos contestaron: «No». Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis». La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro: «Es el Señor». Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger». Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: «Vamos, almorzad». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.

Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos. Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Jesús le dice: «Apacienta mis corderos». Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Él le dice: «Pastorea mis ovejas». Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» Y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero». Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras». Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme».

Dios no mandó su hijo al mundo para condenar...

...sino para se salve por él 14 de septiembre 2025 (Fiesta de la Exaltación de la Cruz) El texto que nos ofrece este fin de semana la Iglesi...