viernes, 30 de abril de 2021

Yo soy la vid y vosotros los sarmientos

El sarmiento no tiene vida propia

2 de Mayo de 2021

El texto que leemos y/o escuchamos este domingo, tomado del evangelio de Juan, nos ofrece imagen preciosa y de un gran sabor agrícola. Hoy en día, andamos muy alejados de las cosas del campo. Pues bien, al igual que en otras ocasiones, a través de una actividad que todos conocían muy bien nos anima a reflexionar sobre nuestra adhesión a la Buena Noticia del reino de Dios.

La vid. En las páginas del Antiguo Testamento es frecuente la referencia a la "viña", "los viñadores", "el amo de la viña"..., siempre en referencia al pueblo de Israel, a los dirigentes del pueblo, al mismo Dios. En el evangelio de Juan (probablemente la reflexión de la comunidad de seguidores en torno a Juan) se refuerza la idea y nos ayuda a acercarnos más al mensaje mismo de Jesús de Nazaret. Como comenta Fray Marcos: "El sentido que le da Juan es completamente original. El doble aspecto, una misma vivencia individual y una proyección a los demás, es la clave de la experiencia pascual. La Vida de Dios, la de Jesús y la de los discípulos es la misma. Aunque no se nombra expresamente, la Vida sigue siendo el centro del discurso..."

A partir de ahí, me hago la siguiente reflexión: En Jesús de Nazaret se manifiesta la Vida de Dios. Con su vida, con sus palabras y con sus obras nos ofrece el mensaje de la Buena Noticia del reino de Dios que no es otra que vivir a la manera de Dios en la que la relación con las otras personas es lo más importante, es decir, en su humanidad, en la compasión y en la ternura mirando a las demás personas con los ojos y el corazón de Dios.
Entonces ahí viene la imagen de la vid. Si yo que soy un sarmiento no estoy unido a la vid (a la cepa) nunca daré fruto. Mi vida estará vacía y seca...

José Antonio Pagola hace este comentario: "La imagen pone de relieve dónde está el problema. Hay sarmientos secos por los que no circula la savia de Jesús. Discípulos que no dan fruto porque no corre por sus venas el Espíritu del Resucitado. Comunidades cristianas que languidecen desconectadas de su persona..."

Comentábamos en casa cómo es que las iglesias, las comunidades cristianas se ven cada día más reducidas y parecen ser algo del pasado, con un mensaje conocido y pasado de moda... Y me pregunto si nuestra vida no tendrá mucho de sarmiento, pero con poca conexión a la verdadera Vid, a la Vida misma (la de Jesús de Nazaret y la de Dios).

Muy agudamente comenta Fray Marcos: "Hay que tener en cuenta que la vid es una de las plantas que no produce fruto de provecho si no se poda severamente. Su capacidad de echar follaje es tan grande que, si no se le aplican fuertes correctivos, se le va toda la fuerza en tallos y hojas..."

Tal vez nuestra vida y nuestra práctica como seguidores de Jesús de Nazaret se ha preocupado más de los tallos y de las hojas, descuidando y desconectándose de la propia Vid. 

La explicación que ofrece Fray Marcos me ayuda a entenderlo mejor: "Para Jesús, Dios es la savia, la Vida que se comunica a toda la vid. Jesús es el primer sarmiento que vivió plenamente de esa savia divina. No debemos confundir al hombre Jesús con el Dios cristiano, sino como el primer cristiano que, haciendo suya la misma Vida de Dios, nos ha indicado la manera de alcanzar la verdadera plenitud humana. El mensaje de Jesús consiste en que todos vivamos esa Vida divina..."

Y, para terminar, esta frase que hemos leído en el texto del evangelio: "Porque sin mí, no podéis hacer nada."
"El sarmiento que es una sola vida con la cepa produce fruto y hace que la vid sea capaz de dar fruto. El que está separado, no sirve para nada porque no tiene vida. Se trata, pues, de participar de la misma Vida de Jesús, que es la del Padre..."

Al final me quedo con la duda de si, después de oírlo tantas veces, nos hemos hecho a la idea de que si mi práctica religiosa es la que nos enseñaron (la misa, los sacramentos, las devociones, etc.), ya estoy unido a la Vid, ya estoy dando los frutos que Dios espera de mí... Y, si así fuera, empezaría a comprender que mi vida sería un sarmiento con muchas hojas y tallos, pero sin la Vida que nos propone Jesús de Nazaret.

Texto del evangelio de Juan (15,1-8)


viernes, 16 de abril de 2021

Jesús en medio de ellos


Pensaban ver un fantasma

18 de abril de 2021



El texto que escuchamos y/o leemos este fin de semana es otro relato de las apariciones de Jesús, tomado esta vez del evangelio de Lucas. Más o menos todos conocemos la narración que nos cuenta que Jesús se apareció a los doce, se puso en medio, les mostró las manos y los pies, y los saludó diciéndoles: Paz a vosotros...


Lo que me hace reflexionar no son los detalles de esas apariciones (la aparición a los discípulos que iban a Emaús; la vez que se aparece y falta Tomás; cuando se aparece y tienen miedo porque creen que es un fantasma..., etc.). No es eso. Lo que me parece importante y profundo es que la experiencia vivida por aquellas personas (hombres y mujeres) fue tan fuerte que les cambió la vida. Eso que se suele explicar llamándolo "experiencia pascual", o de la resurrección del Señor.

Cada fin de semana me detengo a reflexionar sobre la Buena Noticia del evangelio y me hago  mí mismo la pregunta: ¿Todo esto que leo en el evangelio hasta qué punto afecta a mi vida? A la vida, sí. Porque no se trata del pensamiento o de las ideas... Jesús cuando habla de la buena noticia la compara con el tesoro escondido, con la perla preciosa, con lo más grande que puedas encontrar... Porque de qué te sirve ganar el mundo entero si pierdes la verdadera Vida?, así dice el Maestro.

Eso lo encontramos en personas muy especiales a las que no dejamos de admirar; pero, pensando en mi propia vida, me digo que a lo mejor no me he topado con Él y me falta ese punto en el que la escala de valores cambia de sentido, las innumerables cosas que casi colapsan nuestro día a día dejan de tener verdadero valor y Jesús de Nazaret es el no va más.

Un comentario de Fray Marcos: "El relato de Emaús, que precede, había dejado claro que Jesús se hace presente en el camino de la vida, en la Escritura y en la fracción del pan. Aquí se hace presente en medio de la comunidad reunida. Esto lo tenía ya muy claro la comunidad, cincuenta o sesenta años después de la muerte de Jesús, cuando se escribió este evangelio..."

Que aquellos hombres y mujeres "creyeran que era un fantasma"... "Lo que intenta es decirnos lo difícil que fue para ellos aceptar que había una Vida después de la muerte..."

Y sigue el comentario de Fray Marcos: "Mientras estaba con vosotros. Indica con toda claridad que ahora no está con ellos físicamente. Estas son las pistas que tenemos que advertir para no caer en la trampa de una interpretación material. Jesús está presente en medio de la comunidad. Su presencia es objeto de experiencia personal, pero no se trata de la misma presencia de la que disfrutaron cuando vivía con ellos. Jesús es el mismo, pero no está con ellos de la misma manera que lo hacía cuando andaba por los caminos de Galilea. Esta presencia de Jesús en medio de la comunidad es mucho más real que antes. Ahora es cuando descubren al verdadero Jesús..."

Es todo una invitación a vivir y descubrir al Maestro en la comunidad de seguidores, en el servicio a los demás, en el compartir el recuerdo del Señor, su palabra y el pan que partimos... Y, sobre todo, hacer mío su mensaje de buena noticia del gran amor de Dios, nuestro padre, de manera que yo también intente moldear mi vida siguiendo las huellas de Jesús.


Texto del evangelio de Lucas 24, 35-48


Experimentar a Jesús

Experimentar a Jesús

 

11 de abril 2021 - 1º domingo de Pascua

Hemos celebrado la Semana Santa. Hemos vivido la fiesta de la Pascua y todos volvemos a las tareas de nuestras vidas.

Las narraciones que nos hacen los evangelios nos remiten a aquella primera comunidad o comunidades de seguidores de Jesús que volvían a sus trabajos y a sus familias: pescadores o lo que fueran; pero algo había cambiado en aquellas personas. Todos eran judíos y celebraban el “sabat” como todos los demás; pero habían añadido un encuentro, una celebración nueva, al día siguiente, en la que revivían su experiencia de Jesús de Nazaret. Sentían una marca especial, algo que les hacía vivir de una manera diferente. Y, en esa reunión, en esa nueva comunidad, oraban, partían el pan (como había hecho él), hacían comunidad de bienes y, por encima de todo, vivían y se sentían como hermanos.


Ahora nos toca a nosotros. Como comenta Fray Marcos: Sin una experiencia personal, llevada a cabo en el seno de la comunidad, es imposible acceder a la nueva Vida que Jesús anunció antes de morir y ahora está comunicando. Se trata del paso del Jesús aprendido al Jesús experimentado. Sin ese cambio no hay posibilidad de entrar en la dinámica de la resurrección. Que Jesús siga vivo no significa nada si yo no vivo su misma Vida…”


El texto que escuchamos y leemos (del evangelio de Juan) nos introduce en una teología de la Pascua. Algo que resultaba difícil de explicar si no se experimentaba también esa nueva Vida. Y nos hace la narración de las apariciones, primero a los once y luego a los once+Tomás… El centro está en la comunidad (con Jesús como punto de convergencia y de unión).

No me sirve ir a misa cada domingo; rezar las oraciones de cada día; cumplir con todas las devociones aprendidas a lo largo de los años… Tengo que dar el paso ése del que habla Fray Marcos: “Tengo que pasar del Jesús aprendido al Jesús experimentado… Y eso lo tenemos que hacer en comunidad. Recordemos lo que decía el Maestro: “Donde dos o más se reúnan en mi nombre, allí estoy yo”.


Y me gustaría añadir que sólo amando de verdad podemos experimentar la Vida que nos propone Jesús, que no es otra que la Vida misma de Dios. Y transmitir ese mensaje se convierte en la misión  del grupo o comunidad. Que Dios nos ama con un amor incondicional y que me llama a vivir de la misma manera. Ése es nuestro mensaje como comunidad a nuestro mundo, a nuestra sociedad. Si sólo lo sabemos, pero no lo experimentamos… sonará a falso, a palabras de religión, a historias que tienen poco que ver con nuestra vida de cada día.


Un apunte más. El texto del evangelio de Juan nos habla de que Jesús sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el espíritu santo…”

Me parece importante afinar nuestro entendimiento y captar el sentido de la narración. Así lo comenta Fray Marcos: “El Espíritu es el criterio para discernir las actitudes que se derivan de esa Vida. Debemos tener cuidado de no hacer decir a los textos lo que no dicen. El Espíritu no es la tercera persona de la Trinidad. Se trata de la Fuerza que les capacita para la misión. Del mismo modo, deducir de aquí la institu­ción de la penitencia, es ir mucho más lejos de lo que permite el texto. El concepto de pecado que tenemos hoy no se elaboró hasta el s. VII. Lo que se entendía entonces por pecado era algo muy distinto…”


A lo largo de nuestra vida se nos ha predicado, comentado y explicado lo de la bajada del Espíritu Santo, las lenguas de fuego sobre las cabezas de los apóstoles… De ahí se pasó a hablar de la tercera persona de la Santísima Trinidad. Y, con todo eso, ya nos hemos hecho un lío y apenas si entendemos nada.

Cualquier judío entendía eso del “soplo” de Dios al crear al hombre (en la narración del Génesis), el soplo o aliento de Dios que dio vida a todas las cosas…

Ahora, en la nueva comunidad, vuelven a sentir el aliento de Dios al vivir como hermanos siguiendo las huellas del Maestro. Y ése será el criterio para discernir que entramos en esa nueva Vida. 

Texto del evangelio de Juan 20, 19-31

domingo, 4 de abril de 2021

Es la Pascua

Pasar de la Muerte a la Vida

4 de abril de 2021

Celebramos la Pascua. Es una palabra tan conocida que todos la usamos sin apenas caer en la cuenta de toda la historia y tradición que acumula.

La Pascua. La celebramos nosotros, todos los cristianos (católicos, ortodoxos, anglicanos, protestantes) y también los judíos... Es la Pascua! Lo difícil es que todos pensemos y sintamos lo mismo. Porque, ¿realmente qué celebramos?

Fray Marcos lo expone de esta manera: "La Pascua bíblica fue el paso de la esclavitud a la libertad, pero entendidas de manera material y directa. También la Pascua cristiana debía tener ese efecto de paso, pero en un sentido distinto. En Jesús, Pascua significa el paso de la MUERTE a la VIDA; las dos con mayúsculas, porque no se trata ni de la muerte física ni de la vida biológica. Juan lo explica muy bien en el diálogo de Nicodemo. “Hay que nacer de nuevo”. Y “De la carne nace carne, del espíritu nace espíritu”. Sin este paso, es imposible entrar en el Reino de Dios..."

Creo que muchas personas (y yo me incluyo entre ellas) hemos vivido la fe en Jesús de Nazaret, su seguimiento, como algo que sucedió en el pasado (la vida, muerte y resurrección del Maestro) y como algo que nos llegará en el futuro (la vida después de la muerte, el triunfo y la gloria junto a Dios con Jesucristo)... Y, mientras tanto, nuestra vida de ahora, tenía que ser un caminar por sendas que, a veces, podían ser luminosas; pero que, en otros momentos, se llenaban de oscuridad y tristeza, por no decir de amargura y dolor.

Y nuestra Pascua, nuestra celebración, tenía mucho de recuerdo, de fiesta de algo que ocurrió; pero que, fuera de la fiesta y su celebración, apenas si afectaba nuestra rutina del día a día.

Retomo el comentario de Fray Marcos. "Si Cristo no ha resucitado, nuestra fe es vana (dice San Pablo). Yo diría: Si nosotros no resucitamos, nuestra fe es vana, es decir vacía. Aquí debemos buscar el meollo de la resurrección. La Vida de Dios, manifestada en Jesús, tenemos que hacerla nuestra, aquí y ahora. Si nacemos de nuevo, si nacemos del Espíritu, esa vida es definitiva. No tenemos que temer la muerte biológica, porque no puede afectarla para nada. Lo que nace del Espíritu es Espíritu..."

A ver. Si al celebrar la Pascua, la Resurrección de Jesús, yo no siento y experimento una Nueva Vida, es que no he pasado de un recuerdo folclórico y me refiero a algo y a alguien que es como un mito para muchas personas.
Los primeros seguidores descubrieron y entendieron que en Jesús de Nazaret existía y era totalmente verdad todo eso que decía. Y fue, precisamente, después del amargo trago de la condena, ejecución y muerte en la cruz cuando se les abrieron los ojos. Sí, su ejecución y muerte en la cruz tenía que ser y significar el aplastamiento, la reducción a la nada. la desaparición de todo lo que podía haber dicho o hecho esa persona... ¿Y?

Aquellas personas que le seguían, que lo vieron morir en la cruz, que sintieron todo el horror y la impotencia, que, incluso, corrieron al sepulcro para terminar de honrar su recuerdo... experimentaron un cambio tan grande, una conmoción que no encontraron palabras para explicarlo. Lo llamaron resurrección. Pero estaban sintiendo en ellas mismas lo de "nacer de nuevo - una Vida Nueva", algo que ahora, sí, comprendían y creían que Jesús ya lo estaba viviendo y que ni la muerte de cruz podía hacer desaparecer. Era la Vida misma de Dios.

José Antonio Pagola hace un comentario que nos puede ayudar a captar mejor lo que tiene que significar para nosotros la Pascua: "Ahora sabemos que Dios es un Padre fiel, digno de toda confianza. Un Dios que nos ama más allá de la muerte. Le seguiremos llamando «Padre» con más fe que nunca, como tú nos enseñaste..."

"Ahora sabemos que Dios es amigo de la vida. Ahora empezamos a entender mejor tu pasión por una vida más sana, justa y dichosa para todos. Ahora comprendemos por qué anteponías la salud de los enfermos a cualquier ley o tradición religiosa. Siguiendo tus pasos, viviremos curando la vida y aliviando el sufrimiento. Pondremos siempre la religión al servicio de las personas..."

"Ahora sabemos que Dios hace justicia a las víctimas inocentes: hace triunfar la vida sobre la muerte, el bien sobre el mal, la verdad sobre la mentira, el amor sobre el odio. Seguiremos luchando contra el mal, la mentira y los abusos. Buscaremos siempre el reino de ese Dios y su justicia. Sabemos que es lo primero que el Padre quiere de nosotros..."

Y con esos pensamientos y sentimientos quiero desearos Feliz Pascua!

Texto del evangelio de Juan, 20, 1- 9



viernes, 2 de abril de 2021

La Vida de Jesús

 Triduo Pascual


estos días se prestan a una reflexión, a revisar la propia vida como seguidores de Jesús de Nazaret. ¿Vivimos del recuerdo de una persona? ¿Celebraciones y funciones religiosas que son como homenajes a alguien que, como dice Pedro, "pasó haciendo el bien y curando a los poseídos por el diablo", o van más allá de las lecturas, los cantos las ceremonias, las procesiones y rezos diversos?

Hubo un tiempo en el que todas esas funciones y ceremonias me resultaban tan emotivas... Tanto el Jueves Santo, como el Viernes Santo, con todo su protocolo, las diversas ceremonias, cantos y escenificaciones me parecían tan serias y tan profundas que estaba convencido que en ellas se concentraba lo más sagrado, la motivación más grande para seguir al Maestro.

Hoy tngo mis dudas. Sigo participando en las ceremonias y funciones. Me parecen importantes; pero no ando convencido. En más de un momento veo más la fachada de la Iglesia y la justificación de lo que la compone: su jerarquía, su organización, su doctrina y su poder. Sigue apareciendo la pirámide como sociedad y organización. Y eso, en algún momento, me desanima. Y pienso que andamos muy lejos de la comunidad de hermanos y hermanas que quieren vivir el mensaje de jesús de Nazaret.

Otros años me atrevía a escribir mis comentarios pensando que, quizás, podrían significar una pequeña aportación para las personas que los reciben. Este año no me siento con ánimo. He leído ya los comentarios que hacen otras personas más entendidas que yo, más cercanas al evangelio y más conocedoras del mismo y con eso me basta. Voy a recoger lo que más me ha afectado y queme ayuda a centrarme en lo profundo del mensaje.

IMMA CALVO, amigos@feadulta.com (LAS ROZAS (MADRID)
"La carta viene cargada de material muy valioso para recorrer el Triduo Pascual. Si tuviera que fijarme en una sola idea, de las muchas e inspiradoras aportaciones de nuestros colaboradores, creo que sería esta: es la vida de Jesús la que nos salva, no su muerte. Es su vida de entrega la que nos inspira y nos conmueve. Su coherencia hasta la muerte en la cruz manifiesta una esperanza inquebrantable y el convencimiento de que la vida espiritual está en otro plano que la vida biológica..."

Un comentario que ofrece Fray Marcos (para el Jueves Santo) me parece importante y que, además, cuestiona un montón muestra vida de Iglesia: "La liturgia del Jueves Santo está estructurada como recuerdo de la última cena. La lectura del evangelio de Juan nos debe hacer pensar; se aparta tanto de los sinópticos que nos llama la atención que no mencione la fracción del pan. Pero en su lugar, nos narra una curiosa actuación de Jesús que nos deja desconcertados. Si el gesto sobre el pan y el vino, tuvo tanta importancia para la primera comunidad, ¿por qué lo omite Juan? Y si realmente Jesús realizó el lavatorio de los pies, ¿por qué no lo mencionan los tres sinópticos?

Hemos centrado la vida de la Iglesia en torno a la Eucaristía. Es una tradición tan antigua como ella misma. Pablo la recuerda y la recomienda. Las primeras comunidades la vivían. Quizás no se vivía como ahora. Desde muy antiguo y poco a poco se ha ido centrando, incluso como mandamiento y obligación, la celebración de la Eucaristía y junto con ella la elección, y formación de los jefes de la Iglesia que pasan a ser directores, organizadores, mandamases de cada comunidad, pueblo o agrupación. Y ahí aparecieron los Papas, los Obispos, los sacerdotes, los diáconos... que, tal como están las cosas ahora, resultan imprescindibles... Sin ellos no hay Eucaristía, sin ellos cerramos las iglesias, podríamos decir...
Y todo eso lo unen a la Última Cena de Jesús con sus discípulos. De ella sacan la institución de la Eucaristía como Sacramento, del Sacerdocio como otro Sacramento más. Todo consagrado y decidido por Jesús de Nazaret.

Me siento incómodo con todo eso. Lógicamente la Iglesia, como institución, lo defiende como dogma de fe, como algo prescrito por Jesús mismo. Y tengo la sensación de que, en su mayor parte, sólo es algo pensado, organizado y dirigido por hombres que se se hicieron con el poder de la organización y que, en realidad, no tiene nada que ver con lo que Jesús vivió y quiso transmitir a sus seguidores.

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Para el día de hoy, Viernes Santo, acabo de leer un comentario que expresa mucho mejor lo que me gustaría decir.

POLVO, SUDOR Y GENTE "Viernes santo"
CÉSAR ROLLÁN SÁNCHEZ, eclesalia@gmail.com
MADRID.


Viernes, 02/04/21.- ¿Y si solo nos hemos quedado mirando la cruz? ¿Y si nada de lo que pasó tiene ya importancia después de su muerte? ¿Y si lo que vino después es un montaje interesado? Jesús muere en la cruz. Jesús pasó por el mundo haciendo el bien.

A Jesús le vivieron vivo quienes le siguieron por Galilea. Pero luego llegó Jerusalén y, más tarde, Roma, y lo que era pura vida se convirtió en institución. Con la intención buena, sin duda, en muchas y muchos, de organizar la asamblea, llegó la Iglesia. La institución, la organización, la jerarquización, mayoritariamente masculina, por otra parte, de la viva vida vivida de Jesús, se agarró a la historia, sostenida por bendecidas filosofías antiguas, justificando el poder “por la gracia de Dios”, convirtiendo en rituales los recuerdos de la vida del nazareno.

La primera luna llena de primavera nos marca el día de hoy como "viernes santo". Establecido el día de la Pascua, se colocan el resto de celebraciones de la pasión y muerte de Cristo. Bien por los recuerdos, bien por la memoria, bien por la tradición, pero ¿eso es todo? Nada hace sospechar que el hijo de María quisiera perpetuarse recogido en un sagrario, ni transformado en un templo, ni vivificado en una liturgia, y, sin embargo, aquí estamos los cristianos, cargando con todo eso, tratando de sostenerlo y buscando que no se pierda.

La mayoría no tenemos nada que ver con algunos tiempos oscuros del pasado, aunque haya quien se empeñe en glorificar gestas antiguas como propias del espíritu cristiano. Lo de Jesús es el auténtico pasado que, por ser auténtico, es presente y futuro. Jesús de Nazaret, el hijo de María, el que caminó por Galilea haciendo el bien y murió asesinado en Jerusalén, es el fundamento de la fe. Todo lo demás son montajes, que hacen el bien cuando sirven para avivar esa fe en esperanza y amor, pero que sobran cuando pretenden sostener creaciones de poder, discriminación y manipulación.

La asamblea de seguidoras y seguidores de Jesús, en este "viernes santo", no se queda delante de los sagrarios, ni en los templos, ni vive solo de las liturgias; no es eso es lo importante; lo importante y fundamental es la vida de cada una, de cada uno, resonando la vida de Jesús, construyendo eso que, según dicen, llamaba reino de Dios, que más sabe a polvo de los caminos que a incienso; al sudor de la lucha por la justicia que a cirios; a presencia de Dios (en el buen sentido de la palabra) con la gente que nos rodea que a jerarquías.

Lo mataron por no querer acatar las órdenes establecidas por el poder. Quienes le seguían lo vivieron resucitado porque no podían menos que sentirle profundamente interiorizado por el impacto que les causó. No podemos seguir sosteniendo montajes interesados en torno a la profunda experiencia de Jesús. Si es así, todo lo que sea alejarse de ellos será un buen camino para vivir como Él vivió


viernes, 26 de marzo de 2021

La consecuencia de una vida

Jesús ante su muerte

28 de marzo de 2021 - Domingo de Ramos

Ya estamos en Semana Santa. Al igual que el año pasado, las ceremonias, las procesiones, los actos religiosos se verán condicionados por las medidas sanitarias, por los contagios, por los cierres de las comuidades... Y, para más de una persona, resultará una Semana Santa deslucida, sin atractivo, sin la emoción que proporciona el desfile de las grandes procesiones, las multitudes que cantam. que rezan, que aclaman... imitando a la "entrada de Jesús en Jerusalén" que narra el texto del evangelio.


Sin embargo hay otro modo de entrar y vivir la Semana Santa. Para la primera comunidad de seguidores de Jesús de Nazaret (y para muchísimas otras a lo largo de los tiempos y a lo ancho de tantos y tantos países del mundo) los acontecimientos que recordamos de manera especial en estos días marcaron sus vidas de una manera difícil de explicar.

Lo primero de todo, como escribe Fray Marcos, "No se puede pensar en la muerte de Jesús, desconectándola de su vida. Su muerte fue consecuencia de su vida. No fue una programación por parte de Dios para que su Hijo muriera en la cruz y de este modo nos librara de nuestros pecados..."

A lo largo de nuestra vida se nos ha explicado, comentado y predicado la muerte de Jesús como la espiación por nuestros pecados, el precio que costó nuestra salvación, el rescate que el Hijo de Dios tuvo que pagar por nosotros... Todo ilustrado con imágenes tomadas del Antiguo Testamento (el sacrificio de Abraham, los sacrificos que se ofrecían en el Templo de Jerusalén, etc.), comentarios de San Pablo y de otros doctores de la Iglesia.

Estoy seguro que todo eso ayudó y sigue siendo un gran estímulo para muchas personas; pero me parece que no estamos entendiendo bien el mensaje del evangelio.

"No debemos seguir interpretando la muerte de Jesús -escribe Fray Marcos- como un rescate exigido por Dios para pagar la deuda por el pecado. Además de ser un mito ancestral, está en contra de la idea de Dios que el mismo Jesús desplegó en su vida. Un Dios que es amor, que es Padre, no casa muy bien con el Señor que exige el pago de una deuda hasta el último centavo..."

A partir de ahí, la pregunta que se nos plantea es: ¿Cómo interpreto yo la muerte de Jesús? Creo que en muchos momentos, supongo que a otras personas también les ha pasado, he pensado y sentido la muerte de Jesús como algo grandioso, y sobrehumano, increíble, (que entregara su vida por mí, por salvarme...), un gesto que jamás podría agradecer suficientemente. Eso por un lado. Por otra parte, el dolor causado por mis pecados, la miseria de mi vida que tuvo como consecuencia una muerte tan horrorosa...

Algo así aprendimos en la Iglesia. Por eso teníamos que pedir perdón, hacer penitencia, convertirnos y dar gracias a Dios todos los días de nuestra vida...

Pero nos faltaba llegar al fondo de la cuestión. Toda esa explicación nos valía, nos consolaba (alguien había pagado por nosotros) y nos invitaba a ser mejores aunque no comprometía nuestra vida. Y eso es lo que importa. Porque estamos llamados (todos con vocación) a seguir las huellas de Jesús.

Fray Marcos lo apunta de esta manera: "La interpretación de la muerte de Jesús determina la manera de ser cristiano. Ser cristiano no es subir a la cruz con Jesús, sino ayudar a bajar de la cruz a tanto crucificado que hoy podemos encontrar en nuestro camino. Jesús, muriendo de esa manera, hace presente a un Dios sin pizca de poder, pero repleto de amor, que es la fuerza suprema. En ese amor reside la verdadera salvación."

Visto así, mi Semana Santa, mi vivencia de la Pasión y muerte de Jesús, tiene que adquirir una perspectiva nueva. Como seguidor de Jesús de Nazaret releer esas páginas de los evangelios tienen que moverme hacia un estilo de vida distinto.

Me resultan de mucha ayuda las reflexiones que escribe José Antonio Pagola: 
"Si queremos saber cómo vivió Jesús su muerte, hemos de detenernos en dos actitudes fundamentales que dan sentido a todo su comportamiento final. Toda su vida ha sido «desvivirse» por la causa de Dios y el servicio liberador a los hombres. Su muerte sellará ahora su vida. Jesús morirá por fidelidad al Padre y por solidaridad con los hombres...
Toda su vida ha consistido en defender a los pobres frente a la inhumanidad de los ricos, en solidarizarse con los débiles frente a los intereses egoístas de los poderosos, en anunciar el perdón a los pecadores frente a la dureza inconmovible de los «justos»...
Ahora sufre la muerte de un pobre, de un abandonado que nada puede ante el poder de los que dominan la tierra..."

Domingo de Ramos, Jueves Santo, Viernes Santo... Mientras celebramos los diferentes Oficios de estos días recordaré que tan intensamente vivió "la causa de Dios" (su mensaje liberador de compasión y ternura hacia todos) y "la causa de los más débiles (de los enfermos, marginados, despreciados, pecadores) hasta esa consecuencia final de la muerte en una cruz... Ésa es nuestra vocación.

Texto del evangelio de Marcos 15, 1-39


 

sábado, 20 de marzo de 2021

Para dar vida, es necesario morir

Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo
21 de Marzo de 2021
V Domingo de Cuaresma 

"Pocas frases encontramos en el evangelio tan desafiantes como estas palabras que recogen una convicción muy de Jesús: «Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere da mucho fruto». Así comienza su comentario José Antonio Pagola.

Este domingo quinto de Cuaresma escuchamos este texto del evangelio de Juan. Es una reflexión bien profunda que Juan y su comunidad de seguidores de Jesús fueron madurando a lo largo de los años. Poco a poco fueron captando un mensaje y un estilo de vida que, de entrada, les resultó duro e incomprensible.

Este texto nos acerca a la visión tremenda y terrible en la que Jesús siente que las autoridades religiosas lo rechazan y quieren matarlo... "Padre, líbrame de esta hora"... Ha llegado la hora... He venido para esta hora... Y en ese contexto, esa frase paradójica: Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo..." Eso cualquier persona de campo lo entiende bien; pero ¿cómo se aplica a la gente? ¿qué puede significar para nosotros?

Seguramente todos hemos escuchado comentarios sobre este tema en algún sermón de la iglesia, en alguna charla, en alguna reflexión que nos hayan hecho. Y también es probable que todas nuestras conclusiones hayan terminado en alguna práctica piadosa, en lo que se llamaba algún "sacrificio" o "penitencia" como nuestro pequeño camino del calvario.

Hoy en día, a raíz de los comentarios y explicaciones que nos brindan los estudiosos del evangelio y mejor conocedores de su mensaje, creo que tanto el texto de hoy, como el mensaje global de Jesús de Nazaret implica y nos complica bastante más.

La Buena Noticia a la que nos invita y que irá proclamando a lo largo y ancho de su camino es una invitación a la Vida, a una vida más plena, a una vida que tenga el aliento de Dios mismo (su espíritu). Y, en todo momento, aparece una atención especial a todas aquellas personas que más lo necesitan (los marginados, los enfermos, los desgraciados, los pequeños, los últimos, los malditos para la Ley)
Hasta el último momento expresa ese deseo de que toda persona que quiera seguirlo plantee su vida como un servicio (como el esclavo que lava los pies de los otros, como el pan que parte y se reparte,,,). Y, sí, llega su hora, ese momento terrible en el que le quitan la vida, lo condenan, lo crucifican... en el que, al mismo tiempo será glorificado.

"No se puede -escribe José A. Pagola- engendrar vida sin dar la propia. No es posible ayudar a vivir si uno no está dispuesto a «desvivirse» por los demás. Nadie contribuye a un mundo más justo y humano viviendo apegado a su propio bienestar. Nadie trabaja seriamente por el reino de Dios y su justicia si no está dispuesto a asumir los riesgos y rechazos, la conflictividad y persecución que sufrió Jesús." (Yo mismo marco en negrita todo este texto porque me parece tan serio y tan profundo).

Un comentario si se quiere más filosófico nos lo ofrece Fray Marcos: "El amor consiste en superar el apego a la vida biológica y psicológica. En contra de lo que parece, entregar la vida no es desperdiciarla, sino llevarla a plenitud. No se trata de entregarla de una vez muriendo, sino de entregarla poco a poco en cada instante, sin miedo a que se termine. El mensaje de Jesús no conlleva un desprecio a la vida, sino todo lo contrario, sólo cuando nos atrevemos a vivir a tope, dando pleno sentido a la vida, alcanzaremos la plenitud a la que estamos llamados."

En pocas palabras: Desvivirse por los demás... Entregar mi vida poco a poco, en cada instante... Eso sería vivir a tope y dar pleno sentido a mi vida... alcanzando la plenitud a la que estoy llamado...

Texto del evangelio de Juan (12,20-33)


Dios no mandó su hijo al mundo para condenar...

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