jueves, 10 de marzo de 2022

Aprender a escuchar

Éste es mi hijo, el Elegido. Escuchadlo a él

13 de marzo 2022


Este fin de semana se nos propone un texto del evangelio de Lucas al que se le ha dado el nombre de la Transfiguración.


A lo largo de la historia la Iglesia (sus predicadores y sus pintores) nos han presentado frecuentemente como un verdadero espectáculo en el que Jesús aparecía en toda su gloria. Era como dejar ver su divinidad.

Y nos parecía graciosa la intervención de Pedro al proponer lo de "hacer tres chozas: una para Jesús, otra para Moisés y otra para Elías".


Porque Jesús, nuestro Salvador, llevaba dentro de sí toda la santidad, toda la gracia y toda la gloria de su divinidad... Y por eso nos salva, nos libra del pecado y de la muerte. Él que luego se entregará a la muerte (y muerte de cruz, como escribe Pablo).


Ésa es la doctrina. Lo hemos escuchado muchas veces, lo hemos pensado y reflexionado y estamos convencidos de que es así, tal como nos han enseñado.

Pero...


Veamos. Como escribe Fray Marcos: -"La transfiguración no debemos entenderla como una puesta en escena por parte de Jesús. El querer explicar el relato como si fuera una crónica de lo sucedido, es la mejor manera de hacer polvo el mensaje. No es verosímil que Jesús montara una exhibición de luz y sonido, ni para tres ni para tres mil."


Ese Jesús que vemos o imaginamos en la Transfiguración, o el que veremos y escucharemos en los relatos de Pascua es el mismo que nos habla en las parábolas, el que nos dice cómo vivir y actuar, el que nos habla de la Buena Noticia del Reino de Dios (que ya está dentro de nosotros), el que dirá que el hombre es más importante que el sábado, que si vas a hacer tu ofrenda (o a misa) y recuerdas que tu hermano o tu vecino tiene algo contra tí..., deja la ofrenda, la misa o lo que sea y vete a reconciliarte con él...

Jesús, en su hacer de cada día, en su humanidad, llevaba ese algo tan grande y maravilloso que todos entendieron que era la manera de ser de Dios, su divinidad. Y todo su esfuerzo e interés fue darnos a entender que ese estilo de vida era lo que Dios quería: que cada uno de nosotros fuera creciendo en humanidad, en fraternidad, en entrega y solidaridad... Eso es lo que nos haría hijos de Dios. Y si no somos capaces de ver y mirar a los otros con los ojos de Dios, nunca nos reconocerá.

Y para ello lo que tenemos que hacer es escuchar. Prestar atención a su mensaje, a su vida, a su Buena Noticia.

Creo que, en general, nos sobran doctrinas y explicaciones. Incluso muchas normas y ritos. Y tenemos el peligro de quedarnos con todas esas apariencias olvidando lo que es principal.


José Antonio Pagola lo resume así: -"Los seguidores de Jesús no vivimos de cualquier creencia, norma o rito. Una comunidad se va haciendo cristiana cuando va poniendo en su centro el Evangelio y solo el Evangelio. Ahí se juega nuestra identidad. No es fácil imaginar un hecho social más humanizador que un grupo de creyentes escuchando juntos el «relato de Jesús». Cada domingo podemos sentir su llamada a mirar la vida con ojos diferentes y a vivirla con más responsabilidad, construyendo un mundo más habitable."


Ahora mismo todos andamos pensando en esa guerra y todas sus consecuencias (entre Rusia y Ucrania). Pero cuántas guerras, cuántas agresiones y violencias, cuántas personas humilladas y despreciadas... en tantos otros países.

Tenemos que espabilarnos, salir de nuestro sueño, y escuchar todo lo que nos dice Jesús el Maestro.

Texto del evangelio de LUCAS 9, 28-36


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