sábado, 10 de febrero de 2018

Si quieres, puedes limpiarme

Domingo 11 de febrero de  2018

Del texto del evangelio de Marcos, el de la curación del leproso, nos hemos quedado con esas palabras: "Si quieres, puedes limpiarme". Y nos acercamos a recibir la eucaristía repitiendo esas palabras o las del centurión romano: "yo no soy digno de que entres en mi casa..." Lo que sucede es que nuestra formación (o deformación) religiosa lo aplica a nuestra conciencia de pecado, a algo que tiene que ver con el cumplimiento de leyes y mandamientos. Quiero decir que terminamos siendo verdaderos seguidores del estilo y modelo que proclamaban los escribas y fariseos. La Ley, el Templo, las normas y mandamientos... Eso es lo que nos hace puros o impuros, lo que nos acerca a Dios y nos convierte en verdaderos hijos suyos.

La actitud y modo de ver las cosas de Jesús de Nazaret nos cuestiona y nos provoca. La pureza y dignidad, la buena conciencia y el acercarnos a la manera de Dios (para ser como Él mismo) van en otra dirección.

Acercarse a un leproso, tocarlo... te convertían a ti mismo en una persona impura que no podía acercarse a los demás, entrar en el Templo, poder rezar a Dios como miembro de su pueblo... Y Jesús le toca y le responde quiero, queda limpio...
Y nos decimos que para Jesús no cuenta porque es el Hijo de Dios... Y de esa manera pasamos por encima de su mensaje y lo que quiere hacernos entender.

Jesús de Nazaret nos marca la dirección: La persona. Todo hombre y toda mujer están por encima de todo eso. Su dignidad está en su misma humanidad. Y Dios se hace "carne" en toda persona. Y si no logro descubrirlo es que he perdido el camino.

Fray Marcos lo comenta de este modo: "Jesús se pone al servicio del hombre sin condiciones. Lo que tenemos que hacer es servir a los demás como hace Jesús. Dios no tiene nada que ver con la injusticia, ni siquiera cuando está amparada por la ley humana o divina. Jesús se salta a la torera la Ley, tocando al leproso. Ninguna ley humana, sea religiosa, sea civil, puede tener valor absoluto. Lo único absoluto es el bien del hombre. Pero para la mayoría de los cristianos sigue siendo más importante el cumplimiento de la ley que el acercamiento al marginado..."

Siento que las normas sociales y religiosas han creado en nosotros toda una serie de condiciones y filtros que clasifican a las personas y las hacen "puras o impuras", dignas o indignas, políticamente correctas o marginadas. 

Desde la perspectiva de Jesús de Nazaret es difícil mantener nuestra dignidad y superioridad con referencia a grupos humanos que las leyes y la política (además de los comentarios y predicaciones dentro de la iglesia misma) han dejado de lado y declarado como "impuros".
José Antonio Pagola añade este comentario: "Siempre que discriminamos desde nuestra supuesta superioridad moral a diferentes grupos humanos (vagabundos, prostitutas, toxicómanos, psicóticos, inmigrantes, homosexuales…) y los excluimos de la convivencia negándoles nuestra acogida nos estamos alejando gravemente de Jesús..." 
Texto del evangelio de Marcos (1,40-45)

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