domingo, 4 de febrero de 2018

Curar, servir y amar



Domingo 4 de febrero de 2018

Resultado de imagen de y se puso a servirlesSeguimos con el evangelio de Marcos (curaciones de enfermos y endemoniados... También la suegra de Pedro) y trato de entender y hacer mío el mensaje de Jesús de Nazaret...
Luego me fijo en nuestras celebraciones, nuestras eucaristías, nuestras devociones... Y siguiendo el pensamiento y modo de entender de teólogos y entendidos de hoy día, siento que hemos convertido la buena noticia de Jesús en una "religión". Con sus ritos, sus presentaciones, sus dirigentes, sus doctores y escribas y... sus muchas normas y mandamientos.
La eucaristía a la que asistí anoche, sábado, tenía más de espectáculo y celebración dirigida a animar y entusiasmar al público que de vivencia y encuentro en torno a la buena noticia del reino de Dios.
Nada más empezar, el sacerdote invitó a la asamblea a "aplaudir" a Jesús allí presente en la eucaristía. Luego nos dijo de "pedir perdón a Dios"... Y en esos momentos recordaba un comentario del libro de María y José Ignacio López Vigil ("Otro Dios es posible") que dice que "no es a Dios a quien tenemos que pedir perdón, sino al hermano" al que he ofendido, al que he olvidado o marginado...
Y ahí, de nuevo, y a lo largo de toda la ceremonia, volvía a sentir eso de la religión. Y me pregunto si no nos sentiremos decepcionados al encontrarnos con el Jesús de los evangelios.
Me gusta y me hace reflexionar el comentario de Fray Marcos: "Todos los evangelios empiezan constatando la euforia con que la gente sigue a Jesús. Pero pronto, se va apoderando de ellos, primero la decepción, después el abandono, y finalmente la oposición total. En Jn este proceso se escenifica de manera genial en el capítulo 6, después de la multiplicación de los panes, cuando quieren hacerle rey y terminan abandonándole todos diciendo: “¿quién puede hacerle caso?” El por qué de esta actitud es claro: buscan ser curados, liberados, queridos, no están interesados en curar, servir y amar...
Si tomásemos conciencia de este cambio en la gente, comprenderemos donde falla nuestro cristianismo. La respuesta está en el relato de la curación de la suegra de Pedro. Jesús cura para que seamos capaces de servir. Esto es precisamente lo que no nos gusta. Cuando Jesús va dejando claro que Dios no es un tapagujeros, que su predicación lo que persigue es cambiar las actitudes fundamentales del ser humano y convertirle en libre servidor en vez de opresor, la gente empieza a sentirse incómoda y le abandona sin contemplaciones..."

Si la buena noticia de Jesús tiene como objetivo a las personas (hombres y mujeres), es decir a la humanidad, nuestros encuentros y celebraciones tienen que tener como objetivo el renovar y revivir el mensaje, afianzarnos en su seguimiento, subrayar el estilo y manera del Maestro.
Buscamos la "curación" (en su encuentro y en su palabra) y la señal de que andamos en el buen camino es que nos ponemos a "servir" y "amar". Todo lo demás (con sus ritos y ceremonias, con sus jefes, con sus doctores y escribas) es hacer de su mensaje una religión al estilo de tantas otras.
Texto del evangelio de Marcos (1,29-39)

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