viernes, 26 de marzo de 2021

La consecuencia de una vida

Jesús ante su muerte

28 de marzo de 2021 - Domingo de Ramos

Ya estamos en Semana Santa. Al igual que el año pasado, las ceremonias, las procesiones, los actos religiosos se verán condicionados por las medidas sanitarias, por los contagios, por los cierres de las comuidades... Y, para más de una persona, resultará una Semana Santa deslucida, sin atractivo, sin la emoción que proporciona el desfile de las grandes procesiones, las multitudes que cantam. que rezan, que aclaman... imitando a la "entrada de Jesús en Jerusalén" que narra el texto del evangelio.


Sin embargo hay otro modo de entrar y vivir la Semana Santa. Para la primera comunidad de seguidores de Jesús de Nazaret (y para muchísimas otras a lo largo de los tiempos y a lo ancho de tantos y tantos países del mundo) los acontecimientos que recordamos de manera especial en estos días marcaron sus vidas de una manera difícil de explicar.

Lo primero de todo, como escribe Fray Marcos, "No se puede pensar en la muerte de Jesús, desconectándola de su vida. Su muerte fue consecuencia de su vida. No fue una programación por parte de Dios para que su Hijo muriera en la cruz y de este modo nos librara de nuestros pecados..."

A lo largo de nuestra vida se nos ha explicado, comentado y predicado la muerte de Jesús como la espiación por nuestros pecados, el precio que costó nuestra salvación, el rescate que el Hijo de Dios tuvo que pagar por nosotros... Todo ilustrado con imágenes tomadas del Antiguo Testamento (el sacrificio de Abraham, los sacrificos que se ofrecían en el Templo de Jerusalén, etc.), comentarios de San Pablo y de otros doctores de la Iglesia.

Estoy seguro que todo eso ayudó y sigue siendo un gran estímulo para muchas personas; pero me parece que no estamos entendiendo bien el mensaje del evangelio.

"No debemos seguir interpretando la muerte de Jesús -escribe Fray Marcos- como un rescate exigido por Dios para pagar la deuda por el pecado. Además de ser un mito ancestral, está en contra de la idea de Dios que el mismo Jesús desplegó en su vida. Un Dios que es amor, que es Padre, no casa muy bien con el Señor que exige el pago de una deuda hasta el último centavo..."

A partir de ahí, la pregunta que se nos plantea es: ¿Cómo interpreto yo la muerte de Jesús? Creo que en muchos momentos, supongo que a otras personas también les ha pasado, he pensado y sentido la muerte de Jesús como algo grandioso, y sobrehumano, increíble, (que entregara su vida por mí, por salvarme...), un gesto que jamás podría agradecer suficientemente. Eso por un lado. Por otra parte, el dolor causado por mis pecados, la miseria de mi vida que tuvo como consecuencia una muerte tan horrorosa...

Algo así aprendimos en la Iglesia. Por eso teníamos que pedir perdón, hacer penitencia, convertirnos y dar gracias a Dios todos los días de nuestra vida...

Pero nos faltaba llegar al fondo de la cuestión. Toda esa explicación nos valía, nos consolaba (alguien había pagado por nosotros) y nos invitaba a ser mejores aunque no comprometía nuestra vida. Y eso es lo que importa. Porque estamos llamados (todos con vocación) a seguir las huellas de Jesús.

Fray Marcos lo apunta de esta manera: "La interpretación de la muerte de Jesús determina la manera de ser cristiano. Ser cristiano no es subir a la cruz con Jesús, sino ayudar a bajar de la cruz a tanto crucificado que hoy podemos encontrar en nuestro camino. Jesús, muriendo de esa manera, hace presente a un Dios sin pizca de poder, pero repleto de amor, que es la fuerza suprema. En ese amor reside la verdadera salvación."

Visto así, mi Semana Santa, mi vivencia de la Pasión y muerte de Jesús, tiene que adquirir una perspectiva nueva. Como seguidor de Jesús de Nazaret releer esas páginas de los evangelios tienen que moverme hacia un estilo de vida distinto.

Me resultan de mucha ayuda las reflexiones que escribe José Antonio Pagola: 
"Si queremos saber cómo vivió Jesús su muerte, hemos de detenernos en dos actitudes fundamentales que dan sentido a todo su comportamiento final. Toda su vida ha sido «desvivirse» por la causa de Dios y el servicio liberador a los hombres. Su muerte sellará ahora su vida. Jesús morirá por fidelidad al Padre y por solidaridad con los hombres...
Toda su vida ha consistido en defender a los pobres frente a la inhumanidad de los ricos, en solidarizarse con los débiles frente a los intereses egoístas de los poderosos, en anunciar el perdón a los pecadores frente a la dureza inconmovible de los «justos»...
Ahora sufre la muerte de un pobre, de un abandonado que nada puede ante el poder de los que dominan la tierra..."

Domingo de Ramos, Jueves Santo, Viernes Santo... Mientras celebramos los diferentes Oficios de estos días recordaré que tan intensamente vivió "la causa de Dios" (su mensaje liberador de compasión y ternura hacia todos) y "la causa de los más débiles (de los enfermos, marginados, despreciados, pecadores) hasta esa consecuencia final de la muerte en una cruz... Ésa es nuestra vocación.

Texto del evangelio de Marcos 15, 1-39


 

sábado, 20 de marzo de 2021

Para dar vida, es necesario morir

Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo
21 de Marzo de 2021
V Domingo de Cuaresma 

"Pocas frases encontramos en el evangelio tan desafiantes como estas palabras que recogen una convicción muy de Jesús: «Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere da mucho fruto». Así comienza su comentario José Antonio Pagola.

Este domingo quinto de Cuaresma escuchamos este texto del evangelio de Juan. Es una reflexión bien profunda que Juan y su comunidad de seguidores de Jesús fueron madurando a lo largo de los años. Poco a poco fueron captando un mensaje y un estilo de vida que, de entrada, les resultó duro e incomprensible.

Este texto nos acerca a la visión tremenda y terrible en la que Jesús siente que las autoridades religiosas lo rechazan y quieren matarlo... "Padre, líbrame de esta hora"... Ha llegado la hora... He venido para esta hora... Y en ese contexto, esa frase paradójica: Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo..." Eso cualquier persona de campo lo entiende bien; pero ¿cómo se aplica a la gente? ¿qué puede significar para nosotros?

Seguramente todos hemos escuchado comentarios sobre este tema en algún sermón de la iglesia, en alguna charla, en alguna reflexión que nos hayan hecho. Y también es probable que todas nuestras conclusiones hayan terminado en alguna práctica piadosa, en lo que se llamaba algún "sacrificio" o "penitencia" como nuestro pequeño camino del calvario.

Hoy en día, a raíz de los comentarios y explicaciones que nos brindan los estudiosos del evangelio y mejor conocedores de su mensaje, creo que tanto el texto de hoy, como el mensaje global de Jesús de Nazaret implica y nos complica bastante más.

La Buena Noticia a la que nos invita y que irá proclamando a lo largo y ancho de su camino es una invitación a la Vida, a una vida más plena, a una vida que tenga el aliento de Dios mismo (su espíritu). Y, en todo momento, aparece una atención especial a todas aquellas personas que más lo necesitan (los marginados, los enfermos, los desgraciados, los pequeños, los últimos, los malditos para la Ley)
Hasta el último momento expresa ese deseo de que toda persona que quiera seguirlo plantee su vida como un servicio (como el esclavo que lava los pies de los otros, como el pan que parte y se reparte,,,). Y, sí, llega su hora, ese momento terrible en el que le quitan la vida, lo condenan, lo crucifican... en el que, al mismo tiempo será glorificado.

"No se puede -escribe José A. Pagola- engendrar vida sin dar la propia. No es posible ayudar a vivir si uno no está dispuesto a «desvivirse» por los demás. Nadie contribuye a un mundo más justo y humano viviendo apegado a su propio bienestar. Nadie trabaja seriamente por el reino de Dios y su justicia si no está dispuesto a asumir los riesgos y rechazos, la conflictividad y persecución que sufrió Jesús." (Yo mismo marco en negrita todo este texto porque me parece tan serio y tan profundo).

Un comentario si se quiere más filosófico nos lo ofrece Fray Marcos: "El amor consiste en superar el apego a la vida biológica y psicológica. En contra de lo que parece, entregar la vida no es desperdiciarla, sino llevarla a plenitud. No se trata de entregarla de una vez muriendo, sino de entregarla poco a poco en cada instante, sin miedo a que se termine. El mensaje de Jesús no conlleva un desprecio a la vida, sino todo lo contrario, sólo cuando nos atrevemos a vivir a tope, dando pleno sentido a la vida, alcanzaremos la plenitud a la que estamos llamados."

En pocas palabras: Desvivirse por los demás... Entregar mi vida poco a poco, en cada instante... Eso sería vivir a tope y dar pleno sentido a mi vida... alcanzando la plenitud a la que estoy llamado...

Texto del evangelio de Juan (12,20-33)


jueves, 18 de marzo de 2021

Una iglesia con vocación

 Día de las Vocaciones?

Mañana, día 19 de marzo, es la fiesta de San José y también se hacen oraciones y peticiones especiales por las vocaciones sacerdotales, además de la colecta en apoyo de las mismas.

Pues bien, quiero hacerme eco de lo que escribe JUAN ZAPATERO BALLESTEROS, en ecleSALia.net

Por un lado: "El pasado día 7 de marzo, víspera del Día Internacional de la Mujer, se manifestaron delante de la catedral o de algunas iglesias de varias ciudades de España numerosos colectivos de mujeres cristianas reclamando a la jerarquía eclesiástica el reconocimiento de su derecho por la igualdad dentro de la propia Iglesia y para que se ponga fin, ya de una vez, su estructura patriarcal..."

Y por otro, mañana día 19, lo que comentábamos al principio... "Es el día en que,  además de hacer una cuestación especial para sostener los seminarios que preparan a los futuros sacerdotes, se dedica fundamentalmente a rezar por las vocaciones sacerdotales..."

Escuchando las dos propuestas uno se pregunta si en la iglesia, en nuestra comunidad, en nuestro grupo de cristianos estamos mirando al pasado o si es posible otra Iglesia, otro modo de entender nuestro seguimiento de Jesús de Nazaret.

Así lo comenta Juan Zapatero: "Dos realidades que, si bien forman parte en principio de un objetivo común en su caminar hacia la consecución del Reino y, por lo mismo, avanzar juntas, no lo hacen, sin embargo, de esa manera, es decir, juntas; sino, más bien, de manera paralela, como lo hacen las vías del tren: cada una por su lado y sin ninguna posibilidad de llegar a juntarse. Pero es que, además, es así porque, si bien el fin es el mismo, creo que de eso no duda nadie, los caminos para llegar a dicho fin son, sin embargo, no solo diferentes, sino que me atrevería a decir que opuestos en muchos momentos."

Me remito a la reflexión que escribe en su artículo. Vale la pena leerlo.

"Por un lado, unos candidatos preparándose para recibir el sacramento del Orden, dentro de una Iglesia jerárquica y piramidal. Una iglesia separada en dos bloques: el clero y el pueblo. Una Iglesia en la que el sacramento del Orden sacerdotal es “más de primera” que el sacramento del Bautismo. Una Iglesia en la que los ministros, que un día saldrán de esos seminarios, una vez ordenados por el obispo, serán quienes decidan en todos los asuntos dentro de las parroquias y/o comunidades; eso sí, como máximo, después de oír y/o consultar a algunos fieles o miembros de dichas parroquias o comunidades. Una Iglesia en la que los sacerdotes que la sirven deben asumir obligatoriamente el celibato como “conditio sine qua non” para poder recibir después el sacramento del Orden Sacerdotal. Una condición, por cierto, que cierra el camino a muchos candidatos, exclusivamente masculinos en este caso, que pudieran sentirse vocacionados para el servicio ministerial, pero, en cambio, sin la fuerza suficiente para vivir con alegría el carisma del celibato; ya que, por tratarse de un don no recibido, carecen de la gracia necesaria para vivirlo como vale la pena, precisamente porque no les ha sido dado. Una Iglesia que no impone, pero que sí que aconseja a sus sacerdotes y a quienes lo serán en un futuro que se distingan por un tipo de vestir ante toda la gente que los pueda ver; y no solo ante la gente perteneciente a la propia parroquia, comunidad o movimiento eclesial. Porque, queramos o no, esta Iglesia a la cual servirán los futuros sacerdotes, continúa teniendo, para sus dirigentes, mucho de “cristiandad” y muy poco de “pueblo de Dios”.

"Por otro lado, unos colectivos de mujeres, junto a comunidades de base y muchas otras personas y grupos, tanto de hombres como de mujeres, que no coinciden con los parámetros de Iglesia según el Derecho Canónico. Una Iglesia de iguales, donde la persona que la presida sea un miembro de la propia comunidad, escogido/a de manera libre y democrática por los miembros que la forman. Una Iglesia donde, por estar formada precisamente por hombres y mujeres, a los/as candidatos/as a presidirla no se les tenga en cuenta, a la hora de ser escogidos/as, el sexo ni la orientación sexual. Una Iglesia insertada plenamente en la vida de los hombres y mujeres, sin distinciones ni privilegios. Una Iglesia que camina con el pueblo, junto al pueblo, escuchando al pueblo en todo momento, lejos de los parámetros de “cristiandad” en la que tanto pesa el sentido proselitista. Una Iglesia, en definitiva, vacía de normas de conducta y de leyes impositivas, excepto las necesarias para asegurar el correcto funcionamiento; pero siempre consensuadas por todas/os miembros. Una Iglesia sin dogmas ni preceptos; con la única excepción de creer en el Dios que enseñó y testimonió Jesús: el Dios que ama y perdona sin condiciones. Por ello precisamente, una Iglesia que, por creer únicamente en el amor, practica la caridad de manera incansable y se esfuerza por vivir en la esperanza de la “Utopía final”. Una Iglesia…"

Los textos en negrita los he marcado yo... Quizá eso nos ayude también a reflexionar. ¿Día de las Vocaciones? Acaso no estamos llamados todos a servir? A lavar los pies a los más débiles y necesitados? No tenemos que ser una fraternidad? No nos pidió el Maestro que a nadie llamemos señor y que el más importante sea vuestro esclavo? Estamos llamados, sí. Llamados a una comunidad de hermanos y hermanas... Todos constatamos que si no fuera por las mujeres muchas iglesias tendrían que echar el cierre, proponer un ERTE o lo que sea,,,

Mañana, un buen día para reflexionar.

viernes, 12 de marzo de 2021

A qué esperamos

Una vida definitiva

14 de marzo 2021

Así comienza el texto que escuchamos este fin de semana: "Lo mismo que en el desierto Moisés levantó en alto la serpiente, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que lo haga objeto de su adhesión tenga vida definitiva."

A lo largo de los tiempos, y supongo que también nos ha pasado a nosotros, nos hemos hecho a la idea de que la fe, la relligión, mi práctica religiosa, debía ir encaminada a conseguir la salvación. Y normalmente la entendiamos como ir al cielo después de la muerte, al final de nuestra vida. Por eso poníamos el acento en la conversión de los pecados, en la penitencia, en las obras de misericordia de  manera que fuéramos acumulando méritos para entrar en el cielo (aunque fuera pasando primero por el purgatorio).

Sin embargo, como bien lo señalan los estudiosos y entendidos de hoy, el texto (y reflexión de la primera comunidad) de Juan nos habla ante todo de adhesión al mensaje de Jesús de Nazaret, a su buena noticia, a su manera de vivir y de hacer. Y en segundo lugar nos dice que tendrán vida definitiva... No porque la encontraremos en el más allá; sino porque la verdadera vida definitiva es la vida misma de Dios, nuestro padre, que es amor. Y todo el que ama tiene la vida de Dios.

Así lo resume Fray Marcos: "En el trozo del discurso que acabamos de analizar nos encontramos con los aspectos más originales de la salvación ofrecida por Jesús según este evangelio: 1) La salvación es Vida. 2) Viene de Dios, que es VIDA. 3) Es don gratuito e incondicional. 4) Es absoluto, no una alternativa a la condenación. 5) Exige la adhesión a Jesús. 6) Se manifiesta en las obras. Cada uno de estos puntos nos tendría que advertir de los errores en que caemos a la hora de hablar de esa salvación. Tendemos a esperar de Dios una salvación raquítica..."

O sea que el objetivo de mi vida es, ante todo, poner todo mi empeño en la ahesión al mensaje de Jesús de Nazaret y vivirlo a tope. Con frecuencia nuestro gran interés y preocupación (la salvación eterna) se mezclan con toda una serie de cosas que no tienen nada que ver con esa adhesión. Como comenta Fray Marcos, "Queremos que Dios nos libere del sufrimiento, la enfermedad, la muerte. Todo eso forma parte de nuestra condición de criaturas y es inherente a nuestro ser. Ni Dios puede hacer que sigamos siendo criaturas sin limitacio­nes..."

Vivir mi vida como una adhesión a Jesús de Nazaret, a su mensaje, a lo que él proclama, es lo que me encaminará a la vida definitiva. Y  es lo único que dará plenitud a la misma.

José Antonio Pagola lo expresa así: "La razón de ser de la Iglesia, lo único que justifica su presencia en el mundo, es recordar el amor de Dios..." Un don gratuito que se me da y que yo mismo estoy llamado a compartir.

 Pagola completa su pensamiento así: "En estos momentos en que todo parece confuso, incierto y desalentador, nada nos impide a cada uno introducir un poco de amor en el mundo. Es lo que hizo Jesús. No hay que esperar a nada. ¿Por qué no va a haber en estos momentos hombres y mujeres buenos que introducen en el mundo amor, amistad, compasión, justicia, sensibilidad y ayuda a los que sufren...? Estos construyen la Iglesia de Jesús, la Iglesia del amor." 

Nuestro encuentro en la iglesia, como comunidad, como grupo, lo necesitamos para animar y reforzar nuestra adhesión a Jesús, repetir el gesto de Jesús (ejemplo al lavar los pies a los discípulos) y dar gracias por haber captado su mensaje y ser conscientes del amor gratuito de Dios nuestro Padre.

Texto del evangelio de Juan 3, 14-21

viernes, 5 de marzo de 2021

La casa de mi Padre


El amor no se compra

7 de Marzo de 2021 - III Domingo de Cuaresma 

Este fin de semana, el tercero de Cuaresma, escuchamos y/o leemos un texto del evangelio de Juan (la expulsión de los mercaderes del Templo). 

A lo largo de los tiempos la compra-venta de víctimas para los sacrificios, los cambios de moneda para hacer las ofrendas en el Templo de Jerusalén, se había convertido en un verdadero negocio...

Por eso, como escribe José Antonio Pagola, -"Quien conozca a Jesús no se extrañará de su indignación. Si algo aparece constantemente en el núcleo mismo de su mensaje es la gratuidad de Dios, que ama a sus hijos e hijas sin límites y solo quiere ver entre ellos amor fraterno y solidario..."

Y ahí andamos con nuestras vidas. Sin casi darnos cuenta ese negociar se nos ha metido hasta lo mas hondo de nuestro subconsciente. También en nuestra prática religiosa: Misas oídas, novenas, rosarios, jaculatorias, incluso limosnas que damos de cuando en cuando... terminan teniendo una finalidad. La salvación eterna, el perdón de los pecados, el favor de Dios, la curación de una u otra enfermedad... Vamos haciendo como los políticos que venden y cambian. Nada se da a cambio de nada. 

Resulta tremendamente serio esto que comenta José Ant. Pagola: "Lo grave es olvidar que Dios es amor, y el amor no se compra. Por algo decía Jesús que Dios «quiere amor y no sacrificios».

Me pregunto ¿cómo anunciamos nosotros el mensaje de Jesús de Nazaret? Quiero decir, ¿nuestra vida, nuestro modo de hacer, nuestra práctica del día a día, qué es lo que anuncia?

"La casa de mi Padre..." no es un mercado. Quizás deberíamos abrir nuestro corazón y nuestra mente para no pensar exclusivamente en el "Templo", en la "iglesia" (como edificios); sino pensar en este mundo, este país, esta ciudad, este barrio... La casa de mi padre, pensada y vivida como una comunidad de hermanos capaces de compartir, de expresar compasión y ternura hacia los que más lo ncesitan.

Por cierto, me ha llegado muy adentro algo que escribe Fray Marcos: "Si te desentiendes de las necesidades de los demás, te estás deshumanizando... Y el principal objetivo de tu vida quedará sin conseguir" La Casa de mi Padre.

Y vuelvo con el comentario de José Antonio Pagola: "Tal vez, lo primero que necesitamos escuchar hoy en la Iglesia es el anuncio de la gratuidad de Dios. En un mundo convertido en mercado, donde todo es exigido, comprado o ganado, solo lo gratuito puede seguir fascinando y sorprendiendo, pues es el signo más auténtico del amor..."

Texto del evangelio de Juan (2,13-25)



viernes, 26 de febrero de 2021

Seguimos invitados, estamos a tiempo

Escúchalo!
28 de Febrero de 2021 - II Domingo de Cuaresma 

Seguimos con la Cuaresma y la lectura del evangelio de Marcos. Y este fin de semana escuchamos y/o leemos el relato de lo que se llama la Transfiguración, un texto que nos habla de que Jesús subió a un monte alto con tres de sus discípulos y allí se transfiguró hablando con Moisés y Elías y, mientras hablaba, oyeron una voz que les decía: "Éste es mi hijo amado, escuchadlo!"

Todos recordamos, más o menos, ese texto. Lo que se nos hace más difícil es llegar a entenderlo. Si sucedió o no, si realmente se aparecieron Moisés y Elías, si escucharon esa voz que les llegaba desde las nubes...

Me ha ayudado mucho, además de entender su sentido más profundo, lo que escribe Fray Marcos: "La manera de construir el relato quiere demostrar que lo que descubrieron de Jesús después de su muerte, ya estaba en él durante su vida, solo que no fueron capaces de apreciarlo. Jesús fue siempre lo que se quiere contar en este relato, antes de la muerte y después de ella. Lo que hay de divino en Jesús está en su humanidad, no está añadido a ella en un momento determinado..."

Esto es como escuchar el comentario que hace la primera comunidad de seguidores de Jesús (empezando por sus seguidores más cercanos). Este Jesús, al que queremos seguir, tiene y está lleno del espíritu de Dios, es su hijo amado. Escuchadlo! Les costó descubrirlo, les costó entender su mensaje, les costó entender las parábolas del reino de Dios.
Bueno, algo como lo que nos pasa a nosotros. Después de tantos años de religión, de misas oídas, de prácticas religiosas... apenas si llegamos a lo que expresa la actitud de Pedro (ante la aparición de Moisés y Elías en la montaña): ¡Qué bien se está aquí. Hagamos tres tiendas, una para tí, otra para Moisés y otra para Elías!".
El entusiasmo de una gran misa cantada, de un coro maravilloso en la iglesia, una procesión hermosa con muchísima gente...
Seguir las huellas de Jesús de Nazaret no es nada de eso, ni siquiera es saber, decir o recitar el credo. Es más bien, vivir como Jesús de Nazaret.

Así lo expresa José Antonio Pagola: "Para ser cristiano, lo más decisivo no es qué cosas cree una persona, sino qué relación vive con Jesús. Las creencias, por lo general, no cambian nuestra vida. Uno puede creer que existe Dios, que Jesús ha resucitado y muchas cosas más, pero no ser un buen cristiano.
 Lo importante no es creer en Moisés ni en Elías, sino escuchar a Jesús y oír su voz, la del Hijo amado. Lo más decisivo no es creer en la tradición ni en las instituciones, sino centrar nuestra vida en Jesús."

Se trata de vivir de una manera diferente. Los primeros seguidores, finalmente, (después de seguirlo, después de su pasión y muerte, después de sentir y experimentar lo que llamaron resurreción)  comenzaron a entender que el espíritu (el aliento, la vida) de Dios estaba con él, que lo que le movía era esa vida... (Y dice Pedro "que por eso pasó haciendo el bien y curando a todos...").

Cuando comenzamos a escucharlo, cuando nos decidimos a seguir sus huellas, como escribe José A. Pagola: "Desde Jesús podemos vivir de manera diferente. Ya las personas no son simplemente atractivas o desagradables, interesantes o sin interés. Los problemas no son asunto de cada cual. El mundo no es un campo de batalla donde cada uno se defiende como puede. Nos empieza a doler el sufrimiento de los más indefensos. Nos atrevemos a trabajar por un mundo un poco más humano. Nos podemos parecer más a Jesús..."

Aún estamos a tiempo. Seguimos invitados a cambiar y a acoger el reino de Dios.

Texto del evangelio de Marcos (9,2-10)



viernes, 19 de febrero de 2021

Cambia tu estilo de vida

Confía en esa Buena Noticia

21 de febrero 2021


Empezamos la Cuaresma. Y estaba pensando que, a lo largo de mi vida, cuántas y cuántas veces he vivido, escuhado y reflexionado sobre este tiempo que nos propone la Iglesia. Y, sin embargo, creo que cada año es diferente. También es cierto que durante mucho tiempo hablar de la Cuaresma venía a ser algo así como un tiempo de hacer penitencia, de rezar más, de hacer incluso "sacrificios" para que Dios me perdonara los pecados y me encaminara hacia la salvación.

Supongo que esa tradición tan antigua en la Iglesia ha servido de gran ayuda a muchas personas que es como decir que hay muchas maneras de seguir las huellas del Maestro. Pero... al releer una vez más el texto del evangelio de Marcos, me pregunto si el mensaje tan tradicional de la Iglesia coincide con el de Jesús de Nazaret.

"La llamada a la conversión -escribe José Antonio Pagola- evoca casi siempre en nosotros el recuerdo del esfuerzo exigente, propio de todo trabajo de renovación y purificación. Sin embargo, las palabras de Jesús: «Convertíos y creed en la Buena Noticia», nos invitan a descubrir la conversión como paso a una vida más plena y gratificante..." 



















Ante todo Jesús anuncia su mensaje como Buena Noticia: El reino de Dios está cerca... Y, a lo mejor lo que tenemos que hacer es escuchar el mensaje con nuestros propios oídos normales. Que no es un mensaje de la iglesia, de los curas, de la institución religiosa. Buena Noticia! Que el Reino de Dios está cerca!  También es muy probable que a más de uno de nosotros nos surja la pregunta: -El reino de Dios... Y qué? -Qué es eso del reino de Dios? Con lo que nos volvemos a encontrar en la casilla de salida.


Aquellas personas que escuchaban a Jesús de Nazaret, judíos como él mismo, sí esperaban "el reino de Dios"; que llegara el fin de la opresión, la liberación del pueblo, salir de la miseria, de las injusticias... Y esperaban que todo eso se lo traería el Mesías...
Y Jesús anuncia ese Reino y les dice que crean y se fíen de esa Buena Noticia. Les pide que para que se haga realidad se conviertan, que cambien de vida... -Y ya está?
José Antonio Pagola lo comenta así: "El evangelio de Jesús nos viene a decir algo que nunca hemos de olvidar: «Es bueno convertirse. Nos hace bien. Nos permite experimentar un modo nuevo de vivir, más sano y gozoso. Nos dispone a entrar en el proyecto de Dios para construir un mundo más humano»...

Me parece tan importante el sentido profundo del mensaje de Jesús que si no ponemos el acento en ese cambio de estilo de vida, en esa manera nueva de enfocar nuestro modo de hacer las cosas, no podremos entender la Buena Noticia.
A partir de ahí, todo lo que hagamos tiene que ir encaminado a ese camino nuevo: La Oración, el Ayuno, la Limosna... que se suelen aconsejar y proponer como prácticas de Cuaresma, tienen que ir dirigidas a ese objetivo. Mi relación con Dios (esa oración constante con Dios nuestro padre), mi relación con las personas (la solidaridad, la compasión, la fraternidad) y mi relación con las cosas (sí, con el mundo, con la naturaleza, con los bienes que tengo)... 
Y siempre con la alegría de que el Reino de Dios cada día se hace más presente en mí, en mi entorno, en mi mundo, en mi sociedad.

Texto del evangelio de Marcos, 1, 12-25


Dios no mandó su hijo al mundo para condenar...

...sino para se salve por él 14 de septiembre 2025 (Fiesta de la Exaltación de la Cruz) El texto que nos ofrece este fin de semana la Iglesi...