jueves, 12 de mayo de 2016

Así también os envío yo

Domingo 15 de Mayo de 2016

En la iglesia se celebra la fiesta de Pentecostés. Una fiesta importante con una liturgia hermosa y melodías (en el canto gregoriano) de las más bellas.
Y la tradición nos ha regalado con un gran repertorio de discursos, sermones y explicaciones que, a pesar de todos los esfuerzos, siempre resultan difíciles de entender y asimilar.
La tradición judía (ahí todo el Antiguo Testamento) habla de Dios y habla de su aliento, su espíritu. Luego, ya dentro de las comunidades cristianas, los jefes de las iglesias se reunieron, discutieron y decidieron que Dios era "tres personas". Que sí, que no... Muchas discusiones, peleas y algo más. Y ahí se quedó eso.
La dificultad que encontramos es cómo puede nadie saber lo suficiente como para definir a Dios. Juan en sus cartas recordaba que "a Dios nadie le ha visto". Jesús de Nazaret nos habla desde su vida y experiencia. Nos habla en parábolas y ejemplos... Por eso creo que resulta arriesgado ir más allá de todo eso.
El evangelio es una invitación constante a seguir a Jesús, a vivir como él. Y para eso tenemos que cambiar, convertirnos. Y como lo vemos tan difícil el Maestro nos promete el "espíritu de Dios", su aliento, su respiración y vida. Y nos dice aquello de "no tengáis miedo, que no tiemble vuestro corazón"... Y es que, una vez que aceptamos su modo y estilo de vida, él camina con nosotros, sigue vivo a nuestro lado. Ahí podemos sentir el "aliento de Dios", su espíritu.
A partir de ese momento Jesús de Nazaret nos envía: "Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo".
Hubo un tiempo en que me parecía entender que ese envío era algo especial que daba a los sacerdotes y misioneros, a las religiosas y misioneras. Ahora me parece que esa manera de pensar es un error. Creo que Jesús dirige esas palabras a todos sus seguidores. Porque se trata de la buena noticia del reino de Dios: la posibilidad de un mundo solidario y fraterno, una humanidad que pone como centro de su existir a la persona comenzando por los más débiles, por los pobres y oprimidos, los marginados y olvidados de un mundo en el que el dios dinero se ha convertido en el amo de nuestras vidas y relaciones.
Que Dios nos envíe su aliento, su fuerza, su propio pulso para que seamos capaces de vivir a su manera.
Gracias. Amén.

Lectura del Santo Evangelio según san Juan (20,19-23)

sábado, 7 de mayo de 2016

Testigos

Domingo 8 de Mayo de 2016

En otros tiempos teníamos y vivíamos una fe social, algo que era común a todos. Digamos que nuestra sociedad estaba marcada con el signo de la cruz y la vida del pueblo venía orientada por la iglesia y sus representantes.
Ahora, sobre todo en la gran ciudad, apenas si quedan signos de todo aquello. Probablemente haya personas que echan de menos incluso el sonido de las campanas y todas aquellas manifestaciones religiosas que indicaban que éramos cristianos, católicos y romanos.
El texto de la eucaristía de este fin de semana (del evangelio de Juan) es el recuerdo que se hace a la comunidad de seguidores de Jesús de Nazaret de que, ante todo, somos "testigos" de la buena noticia del reino de Dios, aquella "buena noticia" que anunciaba el Maestro desde el principio: "Convertíos, daos la vuelta. El reino de Dios está entre vosotros"... Dice el texto: "Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén..."
Tenemos que ser testigos de ese cambio, de ese nuevo estilo de vida, de ese nuevo modelo de humanidad. Testigos porque nosotros vivimos así... Y ahora que escribo esto, me pregunto qué clase de testigo soy.
Recojo un párrafo del comentario de José Antonio Pagola: Los cristianos hemos caído más de una vez a lo largo de la historia en la tentación de vivir el seguimiento a Jesús de manera infantil. La fiesta de la Ascensión del Señor nos recuerda que, terminada la presencia histórica de Jesús, vivimos «el tiempo del Espíritu», tiempo de creatividad y de crecimiento responsable..."
Tal vez nos hemos quedado con las normas y preceptos de la iglesia y hemos arrinconado el "espíritu" que empujaba a Jesús de Nazaret. Ese espíritu que hizo de aquellas primeros seguidores convertirse en comunidades que vivían como hermanos, compartían todo y atendían a los más débiles y necesitados.
Nuestra sociedad necesita que seamos testigos de aquello. Testigos de la buena noticia del reino, testigos de una sociedad nueva, más humana y más solidaria. Ante nosotros desfila una inmensa multitud de personas que han perdido todo. Apenas si les queda lo mínimo que es el ser hombres y mujeres, su humanidad: Refugiados, inmigrantes, personas que buscan por todos los medios una vida más digna. ¿Cuál es nuestro testimonio ante ellos?
Las leyes y normas de los Estados sólo atienden a los que tienen "papeles". Incluso dan dinero y ponen medios para atenderlos... ¿Qué pasa con los que no tienen esos papeles? ¿Dejan de ser personas? ¿Se les va a quitar incluso su humanidad?
Ser testigos en esta sociedad nuestra. Tener la mirada y el corazón de Jesús de Nazaret. Convertirnos y cambiar para anunciar que es posible la nueva humanidad, que está dentro de nosotros.
Texto del evangelio de Juan (24,46-53) 

sábado, 30 de abril de 2016

Que no tiemble vuestro corazón

Domingo 1 de Mayo de 2016

Seguimos escuchando un texto del evangelio de Juan.
Hace un par de días comentaba con unos amigos la situación actual, aquí en España... Volveremos a tener elecciones. Y, un día sí y otro también, siguen apareciendo personas y empresas llenas de corrupción y de injusticias que todo lo justifican y han venido haciendo que todas las trampas lleguen a aparecer como "legales".
Y ésa es la "paz" que nos ofrece este mundo.
Supongo que el que escribía el evangelio de Juan también sabía de esa paz: Con una mayoría inmensa de marginados (esclavos, extranjeros sin papeles, campesinos y mujeres), la opresión "legal" de los siervos y criados, el poder y la riqueza en manos de unos pocos, la aspiración y la esperanza de que algún "mesías" llegara para traer la liberación y un mundo más justo y solidario.
A veces me pregunto si hemos evolucionado tanto como nos creemos.
Nuestro mundo ha dejado de ser sólo un pequeño rincón, un pueblo, una ciudad... Ahora los medios de comunicación nos hacen dar un recorrido rapidísimo por todos los continentes: las manifestaciones de París, el bombardeo de un hospital en Afganistán, los muchos muertos en Alepo (otro bombardeo), un nuevo barquito cargado de subsaharianos, los numerosos casos de corrupción en nuestro país... Ésa es la "paz" de nuestro mundo. Un bienestar hecho de riqueza y opulencia en la casa de los ricos y poderosos que parecen vivir en otro mundo.
"Mi paz os dejo, mi paz os doy... No os la doy como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde..."
Mirando a mi alrededor, puedo asegurar que en más de una ocasión tengo mis dudas y tiemblo por dentro. Por eso, a la pregunta (volvemos al tema de la elecciones) "a quién votar?"  vuelvo a escuchar las palabras de Jesús de Nazaret. La paz no me la dan los políticos, ni me la da esta sociedad en la que vivimos. Todo lo más intento ver y distinguir qué personas o grupos se acercan un poco más a la propuesta de nuestro Maestro.
Me gusta el comentario de José Antonio Pagola: "La paz de Jesús no se construye con estrategias inspiradas en la mentira o en la injusticia, sino actuando con el Espíritu de la verdad. Han de reafirmarse en él: «Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde»...
Entiendo, además, que Jesús de Nazaret mantiene siempre su pensamiento y su manera de entender la vida y la sociedad: el reino de Dios, un mundo solidario y de hermanos en el que la vida la vamos haciendo más humana y más al estilo de Dios que (con todo el estilo poético de las parábolas de Jesús) se interesa y le importa los "pájaros del cielo, las flores del campo", y los niños, los desvalidos, los olvidados y desprotegidos.
"Que no tiemble nuestro corazón..."

Texto del evangelio de Juan (14,23-29)

domingo, 24 de abril de 2016

La señal

Domingo 24 de Abril de 2016

El texto de la eucaristía de este fin de semana, tomado del evangelio de Juan, me ha dejado con una pregunta y con una oración: Soy discípulo de Jesús de Nazaret? En qué se nota?
Y es que el texto hace que me revise a fondo. 
Los que nos llamamos "discípulos de Jesús", cristianos, (los de ahora) en qué se nota que lo somos...? Cuál es nuestra señal? Que vamos a misa? Que rezamos nuestras oraciones? Que obedecemos lo que nos dice el Papa, los obispos, los sacerdotes? Que recibimos los sacramentos? Realmente lo que todo eso significa es que somos "gente de iglesia" más o menos piadosos, pero ¡vaya! gente de misa.
Lo que pasa es que no es ésa la señal que da Jesús. José Antonio Pagola lo comenta así:«La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros». Lo que permitirá descubrir que una comunidad que se dice cristiana es realmente de Jesús, no será la confesión de una doctrina, ni la observancia de unos ritos, ni el cumplimiento de una disciplina, sino el amor vivido con el espíritu de Jesús. En ese amor está su identidad..."
Hay una canción que se repite en la eucaristía de estos domingos. Dice así el estribillo: "Te conocimos, Señor, al partir el pan. Tú nos conoces, Señor, al partir el pan"... Y me quedo reflexionando. A Jesús de Nazaret, su mensaje y su estilo, lo reconocemos en el gesto de "partir el pan". Y todo su mensaje se centra en el partir y compartir. Y él nos reconoce como seguidores suyos al actuar así (porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, estaba desnudo y me vestisteis, en la cárcel y me visitasteis...).  O sea que nuestra identidad, nuestro carnet de socio, no es otro que el amor. Y no hace falta investigar mucho para encontrarse con textos como el de Pablo cuando habla del amor y dice aquello de: "aunque hable todas las lenguas, aunque haga milagros, aunque entregue mi cuerpo a las llamas... si no tengo amor no sirve de nada". Y Juan en su carta primera comenta: "si no amas al hermano a quien ves, no amas a Dios (a quien no ves)..."
Cito otra parte del comentario de J.A. Pagola: Eric Fromm llegó a decir que «el amor es un fenómeno marginal en la sociedad contemporánea». La gente capaz de amar es una excepción.Los cristianos hemos hablado mucho del amor. Sin embargo, no siempre hemos acertado o nos hemos atrevido a darle su verdadero contenido a partir del espíritu y de las actitudes concretas de Jesús. Nos falta aprender que él vivió el amor como un comportamiento activo y creador que lo llevaba a una actitud de servicio y de lucha contra todo lo que deshumaniza y hace sufrir el ser humano..."
Texto del evangelio de Juan (13,31-33a.34-35)

sábado, 16 de abril de 2016

Escuchar y seguir



Domingo 17 de Abril de 2016

El texto que nos proponen en la eucaristía de este domingo es un texto del evangelio de Juan. Es un fragmento bien corto: Toma la imagen del pastor y de sus ovejas... Una imagen que ya comienza a resultar extraña para los que vivimos en la ciudad.

José Antonio Pagola lo subraya de esta manera: Jesús "solo subraya dos rasgos, los más esenciales e imprescindibles: «Mis ovejas escuchan mi voz… y me siguen». Después de veinte siglos, los cristianos necesitamos recordar de nuevo que lo esencial para ser la Iglesia de Jesús es escuchar su voz y seguir sus pasos..."
Y es que, finalmente, lo importante, lo único importante es seguirle. Meternos en el evangelio, escuchar su voz, hacer nuestro su mensaje, su estilo de vida y seguirle. Y creo que eso quiere decir hacer nuestro su proyecto, su buena noticia del reino de Dios.

"La aventura -sigue el comentario de J.A.Pagola-  consiste en creer lo que él creyó, dar importancia a lo que él dio, defender la causa del ser humano como él la defendió, acercarnos a los indefensos y desvalidos como él se acercó, ser libres para hacer el bien como él, confiar en el Padre como él confió y enfrentarnos a la vida y a la muerte con la esperanza con que él se enfrentó...

"Si quienes viven perdidos, solos o desorientados pueden encontrar en la comunidad cristiana un lugar donde se aprende a vivir juntos de manera más digna, solidaria y liberada siguiendo a Jesús, la Iglesia estará ofreciendo a la sociedad uno de sus mejores servicios..."
Me parece tan bien expresado que no me alargo más en mi comentario. Nuestra comunidad cristiana, nuestra propia actitud personal tiene que ir marcada por la manera de ver y hacer de nuestro Maestro Jesús de Nazaret.

Texto del evangelio de Juan (10,27–30)

sábado, 9 de abril de 2016

«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»

Domingo 10 de Abril de 2016

El texto que nos presentan en este domingo se presta a muchos comentarios que, de una manera o de otra, ya hemos escuchado en muchas ocasiones.
Después de los terribles acontecimientos del juicio y condena de Jesús, después de la durísima prueba de la muerte en cruz, vuelven a estar juntos los seguidores de Jesús. Existe una confianza y una seguridad de que Jesús de Nazaret y su proyecto no se han terminado en la cruz. Lo sienten vivo, presente...; pero parece como si en la cabeza de Pedro le siguiera atormentando su triple negativa: "No soy uno de ellos", "No lo soy", "Yo no estaba con él"... ¿Cómo es posible que le hubiera negado de esa manera... Hasta tres veces! Tan seguro que estaba él...
La escena que presenta Juan es como la recuperación de Pedro. También es un baño de humildad...Una pregunta triple: "De verdad me amas? Simón, hijo de Jonás, me quieres?
Hoy me llama la atención de manera especial esa misma pregunta: "Me quieres?"
En nuestra vida, en grupo, en familia, en pareja, en más de una ocasión se nos plantea esa misma pregunta: Me quieres, tienes confianza en mí, me aceptas como soy, quieres que compartamos nuestra vida...?
En estos momentos entiendo que esa misma pregunta me la hace a mí también Jesús de Nazaret. Y supongo que cada uno de los que nos llamamos seguidores podemos sentirla.
Porque creo que decidirse a "seguir al Maestro" es, ante todo, un punto de confianza y de entrega. Me gusta su proyecto (ése que él llama "reino de Dios") y me gusta su estilo de vida. Sé que en muchos momentos es como una locura que parece que nos movemos en un mundo al revés... Pero me gusta. Y le quiero. Bueno, "tú sabes que te quiero" (como termina contestando Pedro).
Entiendo que tenemos que insistir en eso de "quererle". En medio de tantas historias y proyectos, en medio de unos acontecimientos políticos y sociales que nos desbordan, ahí está el Maestro que nos llena de ilusión y optimismo y me hace entrever ese mundo nuevo del que habla siempre. A pesar de todos nuestros fallos y fracasos queremos seguir apostando por él. 
Nuestro encuentro semanal (la eucaristía que celebramos) nos permite mantener el contacto con él y, junto con todos los otros seguidores suyos, poder responder a su pregunta: "¿Me quieres? Señor tú lo conoces todo, tú sabes que te quiero"...

Texto del evangelio de Juan (21,1–19)

sábado, 2 de abril de 2016

«No seas incrédulo, sino creyente»

Domingo 3 de Abril de 2016

Del texto del evangelio de la eucaristía de este domingo (Juan, capítulo 20) creo que lo mejor hemos aprendido es a decir las palabras de Tomás: "Si no lo veo..., no lo creo". Y me temo que eso lo aplicamos a todo el evangelio.
Repetimos con gusto las palabras que termina diciendo el mismo Tomás: "Señor mío y Dios mío"; pero tal vez no sabemos aplicarlas.
Hoy me quedo con el comentario de Jesús de Nazaret: "No seas incrédulo, sino creyente"
Y a mi modo de entender esas palabras no van dirigidas a la resurrección, sino a la buena noticia del Reino de Dios, al estilo de vida que tienen que llevar sus seguidores, a aceptar que es posible terminar en la cruz como un derrotado, como un marginado y apestoso... Pero que, a pesar de todo, el Reino de Dios sigue adelante. Que esa vida es mucho más fuerte que los tormentos, los sufrimientos, incluso la misma muerte. No seas incrédulo, sino creyente.
Escuchamos las noticias sobre nuestros políticos que hacen planes, que hacen pactos, que programan y que nos van a "salvar"... Luego nos enteramos de otros tantos planes de corrupción, de trampas y abusos, de violencias y egoísmos. ¿Creemos en algo?
Jesús de Nazaret, nuestro Maestro, con su vida, con sus actitudes y con sus palabras, nos propone algo bien distinto. Una manera de entender la vida y la sociedad. Como escribe Leonardo Boff: ...“el camino de Jesús”, se funda más en valores e ideales que en doctrinas. Son esenciales el amor incondicional, la misericordia, el perdón, la justicia y la preferencia por los pobres y marginados, y la total apertura a Dios Padre. Jesús, a decir verdad, no pretendió fundar una nueva religión. Él quiso enseñarnos a vivir. A vivir con fraternidad, solidaridad y cuidado de unos a otros..."
Reflexionando estas palabras y mirando a Jesús (que creo que está por encima de la cruz y su muerte violenta), me parece escucharle lo que le dijo a Tomás: "No seas incrédulo, sino creyente". Porque ése es el camino. Es lo que resuena en las palabras de las primeras comunidades de seguidores (Ponían todo en común y cuidaban unos de otros...).
Las imágenes de los miles y miles de refugiados, las familias desahuciadas, la enorme tasa de paro y marginación... nos hablan de lo lejos que andamos de ser "creyentes", verdaderos seguidores del Maestro.

Texto del evangelio de Juan (20,19–31)


Dios no mandó su hijo al mundo para condenar...

...sino para se salve por él 14 de septiembre 2025 (Fiesta de la Exaltación de la Cruz) El texto que nos ofrece este fin de semana la Iglesi...