sábado, 9 de abril de 2016

«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»

Domingo 10 de Abril de 2016

El texto que nos presentan en este domingo se presta a muchos comentarios que, de una manera o de otra, ya hemos escuchado en muchas ocasiones.
Después de los terribles acontecimientos del juicio y condena de Jesús, después de la durísima prueba de la muerte en cruz, vuelven a estar juntos los seguidores de Jesús. Existe una confianza y una seguridad de que Jesús de Nazaret y su proyecto no se han terminado en la cruz. Lo sienten vivo, presente...; pero parece como si en la cabeza de Pedro le siguiera atormentando su triple negativa: "No soy uno de ellos", "No lo soy", "Yo no estaba con él"... ¿Cómo es posible que le hubiera negado de esa manera... Hasta tres veces! Tan seguro que estaba él...
La escena que presenta Juan es como la recuperación de Pedro. También es un baño de humildad...Una pregunta triple: "De verdad me amas? Simón, hijo de Jonás, me quieres?
Hoy me llama la atención de manera especial esa misma pregunta: "Me quieres?"
En nuestra vida, en grupo, en familia, en pareja, en más de una ocasión se nos plantea esa misma pregunta: Me quieres, tienes confianza en mí, me aceptas como soy, quieres que compartamos nuestra vida...?
En estos momentos entiendo que esa misma pregunta me la hace a mí también Jesús de Nazaret. Y supongo que cada uno de los que nos llamamos seguidores podemos sentirla.
Porque creo que decidirse a "seguir al Maestro" es, ante todo, un punto de confianza y de entrega. Me gusta su proyecto (ése que él llama "reino de Dios") y me gusta su estilo de vida. Sé que en muchos momentos es como una locura que parece que nos movemos en un mundo al revés... Pero me gusta. Y le quiero. Bueno, "tú sabes que te quiero" (como termina contestando Pedro).
Entiendo que tenemos que insistir en eso de "quererle". En medio de tantas historias y proyectos, en medio de unos acontecimientos políticos y sociales que nos desbordan, ahí está el Maestro que nos llena de ilusión y optimismo y me hace entrever ese mundo nuevo del que habla siempre. A pesar de todos nuestros fallos y fracasos queremos seguir apostando por él. 
Nuestro encuentro semanal (la eucaristía que celebramos) nos permite mantener el contacto con él y, junto con todos los otros seguidores suyos, poder responder a su pregunta: "¿Me quieres? Señor tú lo conoces todo, tú sabes que te quiero"...

Texto del evangelio de Juan (21,1–19)

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