sábado, 10 de agosto de 2013

Donde está tu tesoro allí estará tu corazón

Domingo 11 de Agosto de 2013  - 19º del Tiempo Ordinario – Ciclo C

"Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»

La reflexión sobre el texto del evangelio de cada domingo me ayuda a centrar mi vida, a poner un orden en la escala de valores que me guíen. Porque si digo que Jesús de Nazaret es mi Maestro, es su manera de pensar, su manera de ver y actuar, la que debe ser la pauta en todo que piense y haga.

Basta prestar un mínimo de atención al Maestro para entender que la Buena Noticia del Reino es algo central en toda su vida. Esa manera nueva de ver todas las cosas.
Que Dios es nuestro padre.
Que lo que más le importa es la compasión y la ternura.
Que los últimos son los primeros para Él.
Que la solidaridad, la fraternidad, el compartir es el camino obligatorio del Reino de Dios.
Que su corazón está puesto en esa buena noticia.
Que toda persona que quiera seguir su camino tiene que cambiar.
Que puedes perder tu vida si apuestas por el reino; pero que ganas una vida nueva, diferente...
Una vida que nos lleva hasta Dios mismo.

Ése es el único tesoro de verdad. Algo que no está hecho de euros o dólares, ni de casas o tierras, ni de acciones o inversiones.
"Que venga a nosotros tu reino".
Que mi corazón esté centrado en la Buena Noticia del Reino de Dios. Que mi tesoro sea precisamente en esa manera nueva de ser persona. Que mi gran preocupación, mi única preocupación, sea seguir las huellas de mi Maestro.
"No me dejes caer en la tentación"...

Texto del evangelio de Lucas (12,32-48)

sábado, 3 de agosto de 2013

La insensatez de nuestro mundo


 


CONTRA LA INSENSATEZ
Es un placer leer el comentario que hace José Antonio Pagola al texto de evangelio de este domingo, 4 de agosto 2013... (eclesalia@eclesalia.net)
JOSÉ ANTONIO PAGOLA, 
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

ECLESALIA31/07/13.- Cada vez sabemos más de la situación social y económica que Jesús conoció en la Galilea de los años treinta. Mientras en las ciudades de Séforis y Tiberíades crecía la riqueza, en las aldeas aumentaba el hambre y la miseria. Los campesinos se quedaban sin tierras y los terratenientes construían silos y graneros cada vez más grandes.
En un pequeño relato, conservado por Lucas, Jesús revela qué piensa de aquella situación tan contraria al proyecto querido por Dios, de un mundo más humano para todos. No narra esta parábola para denunciar los abusos y atropellos que cometen los terratenientes, sino para desenmascarar la insensatez en que viven instalados.
Un rico terrateniente se ve sorprendido por una gran cosecha. No sabe cómo gestionar tanta abundancia. “¿Qué haré?”. Su monólogo nos descubre la lógica insensata de los poderosos que solo viven para acaparar riqueza y bienestar, excluyendo de su horizonte a los necesitados.
El rico de la parábola planifica su vida y toma decisiones. Destruirá los viejos graneros y construirá otros más grandes. Almacenará allí toda su cosecha. Puede acumular bienes para muchos años. En adelante, solo vivirá para disfrutar:”túmbate, come, bebe y date buena vida”. De forma inesperada, Dios interrumpe sus proyectos: “Imbécil, esta misma noche, te van a exigir tu vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?”.
Este hombre reduce su existencia a disfrutar de la abundancia de sus bienes. En el centro de su vida está solo él y su bienestar. Dios está ausente. Los jornaleros que trabajan sus tierras no existen. Las familias de las aldeas que luchan contra el hambre no cuentan. El juicio de Dios es rotundo: esta vida solo es necedad e insensatez.
En estos momentos, prácticamente en todo el mundo está aumentando de manera alarmante la desigualdad. Este es el hecho más sombrío e inhumano: ”los ricos, sobre todo los más ricos, se van haciendo mucho más ricos, mientras los pobres, sobre todo los más pobres, se van haciendo mucho más pobres” (Zygmunt Bauman).
Este hecho no es algo normal. Es, sencillamente, la última consecuencia de la insensatez más grave que estamos cometiendo los humanos: sustituir la cooperación amistosa, la solidaridad y la búsqueda del bien común de la Humanidad por la competición, la rivalidad y el acaparamiento de bienes en manos de los más poderosos del Planeta.
Desde la Iglesia de Jesús, presente en toda la Tierra, se debería escuchar el clamor de sus seguidores contra tanta insensatez, y la reacción contra el modelo que guía hoy la historia humana.

Esta noche te van a exigir la vida

4 de agosto 2013 - 18º domingo tiempo ordinario

“Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?” Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.»

Si algo queda claro en Jesús de Nazaret es precisamente eso, que centra su vida en el reino de Dios, en la Buena Noticia. Es como una obsesión. La vida nueva, el estilo y manera de Dios. 
Sus palabras, su actividad, su pensamiento, sus deseos e intenciones...
"De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma..." dirá en otro momento.
Es lo más opuesto posible a la propuesta que nos hace el mundo de hoy: el consumismo. Tener, poseer, conseguir, acaparar...

Resulta curiosa esa expresión que usa Lucas: "...rico ante Dios".
Los maestros espirituales de la iglesia nos hablan de "buenas obras", de "obras piadosas", de "caridad", de "oraciones"... Y no sé si es acertado hablar así. Al menos a mí me parece que todo eso es como escaparse de la realidad de nuestro mundo. Creo que es mejor retomar el lenguaje de Jesús mismo: Rico ante Dios es... el buen samaritano, el que da de comer al hambriento, el que visita al que está preso, el acoge al pobre inmigrante, el que se hace solidario con los más débiles de nuestra sociedad, con los desprotegidos, los oprimidos...
Para mí es ésa la referencia, no las recomendaciones espirituales que nos suelen dar en los sermones de iglesia.
"...y el que pierda su vida, la ganará", dice Jesús en otro momento. Porque lo importante no es "ganar la vida (=todo el consumo que nos puedan proponer)", sino perderla y entregarla siendo solidarios y poniendo compasión y ternura entre tantos hombres y mujeres que son como los condenados de la tierra.
Texto del evangelio de Lucas (12,13-21)

sábado, 27 de julio de 2013

Enséñanos a orar

28 de julio 2013 - 17º domingo tiempo ordinario
«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.»
Él les dijo: «Cuando oréis decid: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación.”»
Siempre me ha llamado la atención el que en la iglesia (especialmente la católica) tenemos mucha gente rezadora, pero poca gente que sepa orar... en la forma que nos enseña el Maestro.
Lo recuerdo de cuando era un niño y lo sigo viendo hoy en día.
Sigue siendo necesario insistir a Jesús: "Enséñanos a orar..."

Hace muchos años me quedé impresionado con los comentarios sobre el "Padrenuestro" de Joachim Jeremías. Es como un desmenuzar el significado profundo de las palabras de Jesús. Desde la primera palabra, tal y como aparece en Mateo, "Abba"= papá, hasta la última.
En Jesús, en su forma de orar, podemos ver su principal preocupación, el motivo de su vida, su escala de valores: Papá, que sea santificado tu nombre... Y como explica Joachim Jeremías no se trata de un deseo, de algo pasivo. No, es un verbo de acción. Que mi vida, mis obras, mis palabras, mis deseos, mis acciones santifiquen tu nombre, te den gloria...
Que venga tu reino. De nuevo: una acción, un compromiso. Quiero hacer que tu reino (tu manera de ser y de pensar) vaya apareciendo en mi vida y en mi entorno.
El pan de mañana dánoslo ya hoy... Y esa petición enlaza con aquella otra expresión: "No sólo de pan vive el hombre..." Cuál es el pan por el que suspiro?
Perdona nuestros pecados, como al decir estas palabras yo también perdono... Nuestro padre nos perdona, claro... si yo mismo perdono. Es como una condición.
Y no nos dejes caer en la tentación... Siempre estamos tentados de cambiar nuestro objetivo: el reino de Dios. Y nos puede el dinero, el poder, el pasarlo bien, la importancia, el ser más que los demás...

En otro texto leemos que Jesús explica: Cuando oréis no necesitáis usar muchas palabras... porque Dios, nuestro padre,  ya sabe bien lo que necesitamos.
"Enséñanos a orar"! Así de sencillo, así de profundo, así de comprometido...
Texto del evangelio de Lucas (11,1-13)

sábado, 20 de julio de 2013

Sólo una es necesaria

21 de julio 2013 - 16º domingo tiempo ordinario
«Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.»
El texto de la eucaristía de este domingo, tomado de Lucas, se presta a las más diversas explicaciones. La iglesia, como institución, y la mayoría de sus dirigentes (sacerdotes, obispos, etc.) nos han ofrecido una interpretación espiritual que se aleja, a mi modo de entender, de lo que es el lema y el corazón de todo el mensaje de Jesús de Nazaret.

Nos hablan, tal y como lo hacía el sacerdote en la eucaristía de mi parroquia, de "escuchar" a Jesús, de leer la palabra de Dios, de acoger las enseñanzas de Jesús... en contraposición a tantas palabras y cosas que llenan nuestras mentes y nuestro corazón.
Sin embargo, creo que la gran noticia, el gran mensaje de Jesús no es con referencia a leer, a escuchar... sino a vivir, a hacer, a cambiar de estilo de vida. "Sólo una es necesaria". Y si hacemos un recorrido por por el evangelio, encontraremos que el acento y la insistencia de Jesús no es la de "leer" la biblia, escuchar las enseñanzas de los maestros de la Ley... sino la de cambiar de vida, convertirse y... amar. "Anda, haz tu lo mismo", actúa como lo hizo el buen samaritano.
Y es que las palabras ya las conocemos. Nuestra dificultad está en decidirnos a cambiar, a dar la vuelta, en poner todo nuestro acento, todo nuestro corazón, toda nuestra vida en esa cosa única necesaria.
Jesús lo resume bien cuando nos dice: "Porque tuve hambre y me disteis de comer..." O cuando responde: "No todo el que dice 'Señor, Señor' entrará en el reino... sino el que hace la voluntad de mi padre"...
Así podríamos recorrer todo el evangelio. ¿Cómo es posible que nos despistemos tanto? ¿Cómo no entendemos este mensaje tan claro de Jesús?
"Sólo una es necesaria".
Maestro, sólo tú tienes palabras que dan vida para siempre...
Texto tomado del evangelio de Lucas (10, 38-42)

domingo, 14 de julio de 2013

Anda, haz tú lo mismo

14 de julio 2013 - 15º domingo tiempo ordinario
¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?» Él contestó: «El que practicó la misericordia con él.»
Un texto que hemos escuchado tantas veces... Y pensamos en el sacerdote y el levita que pasan de largo. Y, quizás, nosotros nos ponemos en el papel del samaritano... Puede ser. Pero lo que me llama la atención hoy es que las indicaciones de Jesús apenas si han afectado nuestra vida. Nos proclamamos seguidores suyos; pero no hemos entendido bien su palabra: "Anda, haz tú lo mismo".

Tomo prestado el comentario de J.A.Pagola (publicado en Eclesalia.net): “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”. Esta es la herencia que Jesús ha dejado a la humanidad. Para comprender la revolución que quiere introducir en la historia, hemos de leer con atención su relato del “buen samaritano”. En él se nos describe la actitud que hemos de promover, más allá de nuestras creencias y posiciones ideológicas o religiosas, para construir un mundo más humano.
En la cuneta de un camino solitario yace un ser humano, robado, agredido, despojado de todo, medio muerto, abandonado a su suerte. En este herido sin nombre y sin patria resume Jesús la situación de tantas víctimas inocentes maltratadas injustamente y abandonadas en las cunetas de tantos caminos de la historia.
En el horizonte aparecen dos viajeros: primero un sacerdote, luego un levita. Los dos pertenecen al mundo respetado de la religión oficial de Jerusalén. Los dos actúan de manera idéntica: “ven al herido, dan un rodeo y pasan de largo”. Los dos cierran sus ojos y su corazón, aquel hombre no existe para ellos, pasan sin detenerse. Esta es la crítica radical de Jesús a toda religión incapaz de generar en sus miembros un corazón compasivo. ¿Qué sentido tiene una religión tan poco humana?
Por el camino viene un tercer personaje. No es sacerdote ni levita. Ni siquiera pertenece a la religión del Templo. Sin embargo, al llegar, “ve al herido, se conmueve y se acerca”. Luego, hace por aquel desconocido todo lo que puede para rescatarlo con vida y restaurar su dignidad. Esta es la dinámica que Jesús quiere introducir en el mundo.
Lo primero es no cerrar los ojos. Saber “mirar” de manera atenta y responsable al que sufre. Esta mirada nos puede liberar del egoísmo y la indiferencia que nos permiten vivir con la conciencia tranquila y la ilusión de inocencia en medio de tantas víctimas inocentes. Al mismo tiempo, “conmovernos” y dejar que su sufrimiento nos duela también a nosotros.
Lo decisivo es reaccionar y “acercarnos” al que sufre, no para preguntarnos si tengo o no alguna obligación de ayudarle, sino para descubrir de cerca que es un ser necesitado que nos está llamando. Nuestra actuación concreta nos revelará nuestra calidad humana.

Todo esto no es teoría. El samaritano del relato no se siente obligado a cumplir un determinado código religioso o moral. Sencillamente, responde a la situación del herido inventando toda clase de gestos prácticos orientados a aliviar su sufrimiento y restaurar su vida y su dignidad. Jesús concluye con estas palabras. “Vete y haz tú lo mismo”.
(Texto del evangelio de Lucas (10,25-37)

sábado, 6 de julio de 2013

El reino está cerca de vosotros

7 de julio 2013 - 14º domingo tiempo ordinario
"¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa.”...
Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el reino de Dios"

Escucho el texto de Lucas (el de este domingo) y me parece revivir lo que debió ser el estilo de aquella primera generación de seguidores de Jesús: "No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias... Y cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa..."
Hombres y mujeres de paz. Personas que anuncian buenas noticias a los que más las necesitan: los humildes, los desfavorecidos, los oprimidos, los que andan tan desanimados y sin esperanza, los últimos... "El reino está cerca de vosotros..."
Jesús llega a decir que "el reino está dentro de vosotros..."
Quizás ahí está nuestra dificultad. Hemos buscado lejos lo que está a nuestro lado (o mejor dentro de nosotros mismos). El reino. Una humanidad solidaria y justa. Una sociedad marcada por la compasión y la ternura. La esperanza puesta en las palabras de nuestro Maestro Jesús y no en nuestros medios, en nuestro dinero, en las influencias y discursos...
Me hace gracia que ante las maravillas que "han conseguido (hasta los demonios se nos someten en tu nombre...)", el Maestro les señala: "estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo..." Lo que viene a ser como decir: La razón de nuestra alegría no es por los éxitos y maravillas que podamos conseguir, por los eventos y actividades que desarrollamos, por las manifestaciones, encuentros, presentaciones y discursos... sino porque nos hemos apuntado al nuevo estilo de vida del Maestro. Porque vamos descubriendo el reino que está cerca, que está dentro de nosotros mismos. Porque el mundo nuevo, la humanidad nueva comienza a verse en mí mismo.
"Paz a esta casa". Que sea lo primero que comunique como señal de la nueva vida!

Texto del evangelio de Lucas (10,1-12.17-20)

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