miércoles, 11 de septiembre de 2024

Y tú, ¿quién dices que soy yo?

"Quien quiera salvar su vida, la perderá..."

15 de septiembre 2024


El texto que leemos/escuchamos este domingo (Marcos, cap. 8, 27-35) lo conocemos. Es más, diría que también aprendimos la respuesta. De los tiempos del Catecismo o preparación a la Primera Comunión aprendimos a dar la respuesta que da Pedro: "Tú eres el Mesías".

Quedó grabado en nuestro subconsciente y, como cristianos seguidores de Jesús, nos atenemos a esas palabras convirtiéndolas en dogmas de fe.
Pero, si Jesús me hiciera la pregunta a mí... ¿Quién digo yo que es él?
¿Qué representa él para mí, para mi vida, para mi manera de actuar y relacionarme con las otras personas? 

El evangelio de Marcos recoge, también, la actitud de Pedro ante el panorama que les muestra Jesús: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días».
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo.
Y la reacción de Jesús...: «¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».

Creo que, aún hoy, seguimos pensando al estilo de Pedro. A Jesús lo vemos y consideramos el Mesías triunfante, el Maestro que hace milagros, el que tiene el poder sobre la enfermedad y sobre el mal, el que está sentado a la derecha de Dios Padre... Y si nosotros le seguimos también alcanzaremos su gloria y celebraremos el triunfo en la gran fiesta del cielo.

Lo malo es que no es ése el camino de Jesús. La Buena Noticia del reino de Dios apunta a una vida de entrega y servicio. Se refiere a una vida convertida en fraternidad que pone en el centro y prioritario el estilo de atención y compasión a las otras personas dándonos a entender que el hombre -toda persona: hombre-mujer-joven-anciano-niño-niña- está por encima de la Ley... Que la vida de Dios se refleja en esa empatía, en ese servicio a la persona, en especial aquella que sufre, está marginada, es despreciada, oprimida o simplemente ignorada.

Y, cuando asumes esa actitud, te llueven los problemas. Si te pones de parte de esos inmigrantes que llegan en patera... Si te quejas del abuso del trato a las personas extranjeras en los trabajos de servicio... Si declaras que no es justo los contratos laborales mediante los cuales pueden pagar lo que les dé la gana... Si apoyas a personas de diferente cultura, raza, sexo... Si intentas entender y ayudar a mujeres y familias que se encuentran en apuros y no consiguen salir adelante con tantos hijos...

Todo eso que dice Jesús de seguirle tomando su cruz...
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará. Pues ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?».

Muchos hombres y mujeres entendieron bien esa proclamación de Jesús.  Hombres y mujeres a los que hoy proclamamos santos y santas. Entre ellos San Francisco Javier... San Ignacio de Loyola (otro hombre de estas tierras) le repetía machaconamente: ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?

Ahí nos queda la pregunta: -¿Y tú, quién dices que soy yo?

Texto del evangelio de San Marcos 8, 27-35


No hay comentarios:

Dios no mandó su hijo al mundo para condenar...

...sino para se salve por él 14 de septiembre 2025 (Fiesta de la Exaltación de la Cruz) El texto que nos ofrece este fin de semana la Iglesi...