jueves, 16 de mayo de 2024

Paz con vosotros

Igual que el Padre me ha enviado a mí, os envío yo también a vosotros

19 de mayo 2024



Tal y como escribe Imma Calvo, "En la fiesta de Pentecostés, anhelamos con intensidad la paz para el mundo. Nos afligen las guerras que derraman sangre inocente, la polarización y el odio de las redes sociales, la xenofobia y la indiferencia que sufren los migrantes..."


Al celebrar esta fiesta todos los seguidores de Jesús de Nazaret nos vemos empujados, ahora como a lo largo de los siglos y de los tiempos, a suspirar por ese aliento divino, por esa presencia y esa fuerza que nos mantenga firmes en el proyecto de la Buena Noticia a la que nos invita día a día el Maestro.

No resulta fácil. Las manifestaciones de odio y rechazo hacia los migrantes. El desprecio hacia las personas de otra raza, de otro color, de otra cultura. El abuso sobre los más débiles. El machismo manifiesto u oculto que sigue creando nuevas víctimas... Y las guerras declaradas, tanto en Rusia contra Ucrania como en Israel contra Hamás avasallando, destruyendo y matando a lo largo del corredor de Gaza... Y tantas otras guerras ocultas o desconocidas que repiten una y otra vez la violencia que corroe, destruye y mata...


Ven, Espíritu Santo!

Así se canta en la Iglesia. Así se escucha en tantos y tantos himnos y salmos.


"Como decía Ruiz de Galarreta: «Creer en el viento de Dios es una hermosa profesión de fe en que Dios no está ausente, sino presente y activo de una manera concreta: alentando, empujando»

Cito ahí a Miguel Ángel Munárriz en esa especie de resumen de su comentario a la fiesta de Pentecostés.


Y añado unos párrafos de José Antonio Pagola que abundan en la misma idea: -"Los hebreos se hacían una idea muy bella y real del misterio de la vida. Así describe la creación del hombre un viejo relato, muchos siglos anterior a Cristo: «El Señor Dios modeló al hombre del barro de la tierra. Luego sopló en su nariz aliento de vida. Y así el hombre se convirtió en un [ser] viviente».

"Al final de su evangelio, Juan ha descrito una escena grandiosa. Es el momento culminante de Jesús resucitado. Según su relato, el nacimiento de la Iglesia es una «nueva creación». Al enviar a sus discípulos, Jesús «sopla su aliento sobre ellos y les dice: Recibid el Espíritu Santo».

 

El Antiguo Testamento habla del aliento de Dios, de su espíritu... Y Jesús de Nazaret también se refiere a ese aliento de Dios, a ese algo que crea, recrea, impulsa, da vida, rejuvenece, hace florecer, santifica... Todos los símbolos, las imágenes, comentarios y explicaciones que intentemos dar a la presencia de Dios en la creación, en la humanidad, en cada uno de nosotros... Y, por supuesto, en la Iglesia y en todas las personas de buena voluntad (sean de la religión que sea, de la cultura que sea,  de la tradición que sea).

Nosotros (y me refiero a toda la Iglesia) nos hemos hecho como poseedores del Espíritu-aliento de Dios. La Iglesia lo declara Espíritu Santo y parece como si sólo pudiera manifestarse a través de la Institución.

Además, los grandes doctores y entendidos lo han declarado Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Lo que hace todavía más difícil de entender y asumir. Es más, creo que eso de las tres personas de la Santísima Trinidad le sonaría raro y extraño al propio Jesús de Nazaret.


Se habla y se comenta en la Iglesia hablando del "Espíritu de Jesús"; pero yo creo que tendríamos que seguir hablando del "aliento de Dios, nuestro padre, de su espíritu" que está presente en la creación y en cada uno de nosotros... Por eso, corrigiendo un poco el comentario de J.A. Pagola, tomo prestado lo que dice: -"Sin el Espíritu - aliento de Dios (Jesús), la Iglesia es barro sin vida: una comunidad incapaz de introducir esperanza, consuelo y vida en el mundo. Puede pronunciar palabras sublimes sin comunicar el aliento de Dios a los corazones. Puede hablar con seguridad y firmeza sin afianzar la fe de las personas. ¿De dónde va a sacar esperanza si no es del aliento de Dios (Jesús)? ¿Cómo va a defenderse de la muerte sin el Espíritu que animó a Jesús a lo largo de su vida (del Resucitado)?"


Esta fiesta, pues, nos invita a abrirnos a esa presencia de Dios, a dejarnos penetrar de su aliento y permitir que nazca en nosotros la nueva criatura que respira, vive y actúa al estilo y modo de Dios mismo, como hijas e hijos suyos. "Paz con vosotros - Shalom alehem - Salam aleikum - Pakea zuekim..." Tantas formas de expresarlo. 

El mundo de hoy, esta sociedad que nos ha tocado vivir, necesita mujeres y hombres de paz... en todos los aspectos y situaciones de la vida.

"Ven, espíritu-aliento de Dios e infunde vida en cada uno de nosotros"


Texto del evangelio de JUAN 20, 19-23


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