jueves, 15 de febrero de 2024

Está cerca el reinado de Dios

Tened fe en esta buena noticia

18 de febrero 2024

Hemos comenzado el tiempo de Cuaresma. Y se nos habla del desierto, de penitencia, de conversión. Todo ello, unido a las imágenes que guardamos de tantos años de iglesia, nos puede resultar poco atractivo y de poco interés.

El texto del evangelio de Marcos, después de indicarnos que el Espíritu lo empujó al desierto y que estuvo tentado por satanás, nos dice que Jesús se puso a proclamar la buena noticia de parte de Dios.

La tradición de la Iglesia nos invita a que cada uno de nosotros hagamos nuestro desierto (retiro, reflexión) y busquemos la conversión (enmendaos - penitencia)... 
Quizás nos falta escuchar mejor el mensaje que nos propone Jesús y dejar que entre, de verdad, en nuestra mente, en nuestro corazón.

José Antonio Pagola nos ofrece esta hermosa aclaración: -"Para comenzar, el verbo griego que se traduce por «convertirse» significa en realidad «ponerse a pensar», «revisar el enfoque de nuestra vida», «reajustar la perspectiva». Las palabras de Jesús se podrían escuchar así: «Mirad si no tenéis que revisar y reajustar algo en vuestra manera de pensar y de actuar para que se cumpla en vosotros el proyecto de Dios de una vida más humana».

Detrás de las palabras de Jesús de Nazaret debemos entender que hay realmente un proyecto de Dios para todas las personas. Que no estamos en esta vida sólo para ir tirando, para disfrutar de lo que podamos, para comer, dormir, tener hijos y pasarlo lo mejor posible... Que nuestro mundo, nuestra sociedad (y toda la creación) lleva dentro de sí como un diseño y una finalidad: una humanidad que vive y convive con unas actitudes y unos pensamientos de compasión, de solidaridad, de fraternidad, de la relación que crea en nosotros vínculos de unidad con las otras personas y con todos los elementos de la creación.

Como comenta muy bien José A. Pagola: -"No se nos pide una fe sublime ni una vida perfecta; solo que vivamos confiando en el amor que Dios nos tiene. Convertirnos no es empeñarnos en ser santos, sino aprender a vivir acogiendo el reino de Dios y su justicia. Solo entonces puede comenzar en nosotros una verdadera transformación.

Vamos a necesitar el silencio del desierto (o de nuestra habitación) para escuchar bien el mensaje de Jesús y captar la invitación que nos hace a todas las personas. Tiempo, también, para la contemplación: las personas que nos rodean y también el universo (macrocosmos y microcosmos) con todas sus maravillas... Tiempo y silencio para ver y contemplar. Y llegar a sentir que ese proyecto de Dios es real y estamos incluidos en él.

Texto del evangelio de MARCOS 1, 12-15


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