jueves, 18 de agosto de 2022

Llamando a la puerta

"No sé quiénes sois"

21 de agosto 2022

En el texto del evangelio que escuchamos este domingo una persona le pregunta a Jesús: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?». Y Jesús responde: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán..."

Pues bien, a lo largo de nuestra vida, en las explicaciones y comentarios que nos han ido enseñando y predicando hemos ido asumiendo que para salvarse había que cumplir mandamientos, renunciar a muchas cosas, hacer penitencia, rezar mucho... Todo ello para entrar por la puerta estrecha...

Sin embargo, reflexionando sobre todo ello creo que el mensaje de Jesús es mucho más profundo y abarca toda nuestra vida. Porque, ante todo, es una invitación a vivir de una manera nueva.

Por eso lo que me preocupa y me da apuro es que, siguiendo el ritmo y rutina de mi vida, llegue un momento en que llame a la puerta y Dios, nuestro padre (nuestro papá) me conteste: ¡No sé quién eres...!

El texto del evangelio, su lenguaje, es el de una cultura y utiliza expresiones que la gente pudiera entender. Y habla de puerta estrecha y de llamar a la puerta y de que Dios no sabe quiénes somos... Expresiones como ésas pueden despistarnos y más teniendo en cuenta que Jesús intenta hacernos comprender que Dios es nuestro padre (nuestro papá) que nos conoce, que sabe nuestras necesidades antes de que se lo pidamos, que hasta cuenta los cabellos de nuestra cabeza... Un lenguaje de Jesús que quiere que comprendamos todo el amor y ternura que Dios tiene hacia todas las personas...

Entonces, al decirnos que puede que Dios nos responda: No sé quiénes sois..., nos está indicando que nos hemos equivocado en algo. Que no nos vale eso de que: “Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”... Mira que estaba pensando que tal vez nosotros podamos decir: "Hemos participado en la eucaristía todos los domingos, hemos rezado el rosario todos los días, hemos dado limosna, nos hemos mortificado y hecho penitencia..." Que a todo eso nos pueda decir: No sé quiénes sois... Eso es fuerte, no?

Es por eso que me parece que deberíamos cambiar el chip de nuestra vida. Porque nuestra vida debe tener una referencia distinta.

En las cartas de San Juan hay unos comentarios que podrían ayudarnos a ese cambio que nos permita entrar por la puerta estrecha. 

Dice: "A Dios nadie lo ha visto. Dios es amor... Si amamos a los hermanos, hemos conocido a Dios. Y si alguien dice que ama a Dios y no ama a los hermanos, es un mentiroso..."

Entiendo que ése debería ser el objetivo de nuestra vida. En lugar de centrarse en la práctica religiosa, en lugar de centrarse en Dios... (parece un disparate, verdad?), tenemos que centrarnos en los hermanos. Todo lo demás nos impedirá entrar por la puerta estrecha. Aunque hayamos hecho cosas maravillosas..., si no amamos a los hermanos llamaremos a la puerta y oiremos la respuesta: No sé quiénes sois...

Hay otro texto en el evangelio de San Mateo en que Jesús pone en boca de Dios aquello de que: "Tuve hambre..., tuve sed..., estaba desnudo... o en la cárcel..." y me ayudasteis, me acogisteis, me visitasteis... Toda la referencia para entrar o no entrar por la puerta estrecha (o en el reino de Dios) es nuestra actitud hacia las otras personas, en especial las personas marginadas, oprimidas, despreciadas... O sea los "don-nadie", los que no cuentan.

Tendría que ser lo más importante en nuestra vida y cada mañana, al levantarnos, marcarlo como objetivo prioritario para el nuevo día.

Texto del evangelio de Lucas - 13,22-30

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