viernes, 21 de mayo de 2021

La manifestación de su presencia

Atentos al Espíritu de Dios

23 de mayo 2021


Pentecostés. ¡Una fiesta vivida en la Iglesia con tanta solemnidad! Cantos, ceremonias, vigilias de oración, imposición de manos... pidiendo y clamando para que el "Espíritu Santo" venga también sobre nosotros.
Las predicaciones y comentarios que he escuchado a lo largo de mi vida crearon en mi pensamiento y en mi conciencia la imagen del "espíritu" en forma de lenguas de fuego que tenía que bajar sobre los que fueran verdaderos discípulos de Jesús. Y sólo entonces se crearía ese cambio y conversión que los convirtiera en verdaderos apóstoles del evangelio.
Desde luego, nunca llegué a experimentar tal fenómeno. A lo mejor sólo pudo ocurrir la primera vez. Y sólo a aquellos primeros discípulos...
Hoy en día, leyendo a los teólogos y conocedores de la biblia, me parece entender algo bien distinto. Dios, a quien llamamos "padre" (como nos enseña Jesús), es Uno, es Indivisible, es Fuerza, es Vida, es Amor... Como no lo podemos ver ni tocar, le henos echado mucha imaginación y cada persona se ha ido haciendo una imagen... Y ahí entra la Santísima Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo. Todo a nuestra manera

Fray Marcos lo comenta así: "En esas culturas (las recogidas en la biblia) el signo de vida era la respiración. Ruah vino a significar soplo vital. Cuando Dios modela al hombre de barro, le sopla en la nariz el hálito de vida. En el evangelio que hemos leído hoy, Jesús exhala su aliento para comunicar el Espíritu. La misma tierra era concebida como un ser vivo, el viento era su respiración..."

Ese Espíritu tenemos que entenderlo como el aliento de Dios, su soplo vital, lo que quiere comunicarnos y compartir. De entrada, pues, tenemos que decir que estamos hablando de la mmisma realidad.

"Hoy sabemos, -explica Fray Marcos- que el Espíritu Santo es un aspecto del mismo Dios. Por lo tanto, forma parte de nosotros mismos y no tiene que venir de ninguna parte. Está en mí, antes de que yo mismo empezara a existir. Es el fundamento de mi ser y la causa de todas mis posibilidades de ser en el orden espiritual..."
Ese aliento vital, ese espíritu, se manifiesta de muy diferentes maneras en cada persona: "El labrador, el médico, el sacerdote tienen que tener el mismo objetivo vital si están movidos por el mismo Espíritu, pero su tarea es completamente diferente. Una mayor humanidad será la manifestación de su presencia. La mayor preocupación por los demás es la mejor muestra de que uno se está dejando llevar por él..."

Es cierto que, demasiado a menudo, podemos sentirnos como huérfanos, como si nos faltara ese Espíritu Santo. Y esperamos que en algún momento caiga sobre nosotros y sobre toda la Iglesia para que seamos buenos testigos de la Buena Noticia del Evangelio...

Quizás, como apunta José Antonio Pagola, lo que nos falta es una mirada más profunda, una mayor atención y una perspectiva diferente: Porque entre nosotros sigue habiendo personas llenas de ese Espíritu, de ese Aliento Vital: "No hablan mucho. No se hacen notar. Su presencia es modesta y callada, pero son «sal de la tierra». Mientras haya en el mundo mujeres y hombres atentos al Espíritu de Dios será posible seguir esperando..."
"Tienen defectos y limitaciones. No están inmunizados contra el pecado. Pero no se dejan absorber por los problemas y conflictos de la vida. Vuelven una y otra vez al fondo de su ser. Se esfuerzan por vivir en presencia de Dios. Él es el centro y la fuente que unifica sus deseos, palabras y decisiones...
Viven en comunión con personas a las que jamás han visto. Aman con ternura y compasión a gentes que no conocen. Dios les hace vivir en unión profunda con la creación entera..."

Estoy pensando que nuestra oración y nuestra máxima atención tiene que centrarse en acoger en la vida de cada día, en cualquier momento y actividad ese Espíritu que ya está dentro de mí... Y hacer mío ese Aliento Vital como manifestación de su presencia.


Texto del evangelio de Juan 20, 19-23


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