sábado, 4 de enero de 2020

La luz que alumbra a todos

II Domingo de Navidad – Ciclo A

5 de Enero de 2020

Resultado de imagen de vino a su casa y los suyos no lo recibieronEl texto que escuchamos este domingo, tomado del inicio o presentación del evangelio de Juan, es tan denso que necesitamos tomarlo a pequeños sorbos... Es demasiado fuerte y requiere como una conexión especial para la que no nos sirve toda la técnica y todos los medios informáticos del momento.
Es una especie de himno que aquellas primeras comunidades de seguidores de Jesús fueron componiendo y que quería resumir todo lo que significaba el Maestro para ellos.
El Verbo - La Palabra - Dios... / La Palabra hecha carne - La luz - La Tiniebla / Acogida - Rechazo - poder ser hijos de Dios
Hace ya tantos años que celebramos la Navidad, que repetimos las fórmulas conocidas y escuchamos los mismos relatos, y pasadas las fiestas volveremos a esa vida de sucesos vistos y escuchados en los medios de comunicación, a nuestras actividades y trabajos que van llenando nuestra mente y nuestro corazón de deseos y sueños que raras veces se dejan atrapar.
Escuchando el texto de este evangelio me preguntaba si yo también podía afirmar que Jesús es luz que me alumbra, que es guía para mí en la vida que llevo.
Hay esa otra frase: Vino a su casa y los suyos no lo recibieron...  Parece que siempre hemos querido aplicarla a los judíos, al pueblo de Israel. Me pregunto si no irá dirigida a todo el mundo, a todos nosotros. Nos bautizaron y, en teoría por lo menos, pertenecemos a la iglesia, a la comunidad de seguidores... Pero, ¿lo he acogido? ¿cómo?
Lógicamente no estamos hablando (como tampoco lo hacía aquella primera comunidad) de acoger físicamente a Jesús de Nazaret. Pienso que se refiere a la acogida de su Palabra. La Buena Noticia de la que siempre hablaba, ese cambio que nos haría vivir de otra manera y entrar en esa nueva dinámica del reino de Dios. "Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder ser hijos de Dios..." Así dice el texto. Y ser hijos tiene mucho que ver con seguir las huellas del Maestro: esa confianza total en Dios, nuestro abbá=padre-madre; ser más compasivos, acogedores, solidarios; estar atentos a las otras personas, en especial a los pequeños, a los débiles, a los marginados, a los necesitados.
Entender y sentir, como dice el mismo texto de Juan, que Dios se hizo carne y acampó entre nosotros no es fácil. Siempre terminamos por pensarlo lejos (en el cielo o donde sea) y nos cuesta entender y aceptar que está más dentro de nosotros de lo que podamos imaginar... Es cierto que a Dios nadie lo ha visto...; pero Jesús de Nazaret nos ha dado tantas pistas con su propia vida, con su actitud y con sus palabras que, apenas nos decidimos a seguirlo una luz nueva ilumina nuestra vida.
Texto del evangelio de Juan (1,1-18)

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