domingo, 11 de marzo de 2018

La salvación

Domingo 11 de marzo de 2018

La salvación es una palabra importante, con mucha profundidad sea el que sea el sentido que queramos darle. Salvarse en la vida: de catástrofes, de accidentes, de desgracias, de enfermedades, de juicios y condenas, de estafas y engaños, de robos y atropellos...
Resultado de imagen de para que el mundo se salveSalvarse en la muerte: Eso ya es más confuso. Si somos religiosos, pensamos en el premio que me darán si he sido buena persona, en alcanzar una vida de felicidad y descanso, en conseguir todo aquello que nos gustaría haber tenido en esta vida (incluida la visión de todo aquello que no podemos siquiera imaginar). Y si no somos religiosos, el final de una vida que, en más de una persona, ha sido un cúmulo de trabajos, sufrimientos y penalidades.
En la iglesia la oímos mucho. La salvación de Dios. Jesucristo, nuestro salvador. Jesús que murió en la cruz para salvarnos. Tantas obras que tenemos que hacer si queremos salvarnos...
¿Es de eso que habla el evangelio, la buena noticia de Jesús de Nazaret? Qué sentido tiene en su mensaje, en su anuncio del reino de Dios, eso de salvarse? Y, ante todo, realmente quiero salvarme? O me basta con aceptar que "Jesús me salva", que él ya murió para salvarnos a todos y es suficiente con que yo me lo crea y le dé las gracias...
Creo entender que el mensaje de la buena noticia del reino de Dios, el proyecto de Jesús de Nazaret, es para ahora, para esta vida, para nuestra sociedad y nuestro mundo. No es una salvación para "después de la muerte". La hemos entendido y pensado tan espiritual que parece que lo que importa es acertar con la "buena salida" de esta vida (aquello de "recibir los santos sacramentos" antes de morir). Y las cosas de esta vida sólo son lo que nos pasa en "este valle de lágrimas" mientras esperamos la salvación de Dios.
Fray Marcos hace este comentario: "La salvación no me viene de fuera. La salvación surge de lo hondo de mi ser. Desde ahí, Dios presencia y posibilita mi plenitud. Hay que tener muy claro que me salva totalmente Dios y me salvo totalmente yo. La acción de Dios y la del hombre, ni se suman, ni se restan, ni se interfieren, porque son de naturaleza distinta. "Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti" (Agustín). Todo lo que depende de Dios ya está hecho. Mi salvación depende solo de mí..."
Cuando Jesús de Nazaret comienza a proclamar la buena noticia del reino de Dios, insiste en "cambiar", en darse la vuelta, convertirse, en comenzar a vivir de otra manera... José Antonio Pagola dice: "Probablemente, a la hora de querer transformar nuestra vida orientando nuestros pasos por caminos más nobles, lo más decisivo no es el esfuerzo por cambiar. Lo primero es abrir los ojos. Preguntarme qué ando buscando en la vida. Ser más consciente de los intereses que mueven mi existencia. Descubrir el motivo último de mi vivir diario..."
Tal vez, si me pregunto por los motivos de mi vivir diario, me encuentre con que los objetivos de mi vida se reducen a la salud, la comodidad, el comer y el dormir...
"La conciencia que tenemos -añade Fray Marcos de que Dios puede no salvarme, es prueba de que esperamos una salvación equivocada. Queremos que Dios nos libere del sufrimiento, la enfermedad, la muerte… Todo eso forma parte de nuestra condición de criaturas y es inherente a nuestro ser..."
Al salir de la iglesia me he quedado con las palabras con las que ha empezado la celebración: "Alrededor de tu mesa venimos a recordar que tu palabra es camino y tu cuerpo fraternidad..." Sí, entender y aceptar la buena noticia de Jesús es "hacer camino", vivir a su estilo... Y lo que celebramos (la muerte del Señor, dice Pablo) es "la fraternidad" a la que nos sentimos llamados. 
Y con esos pensamientos me vuelvo a mi vivir diario, en el que empieza también mi "salvación".
Texto del evangelio de Juan (3,14-21) 

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