domingo, 19 de enero de 2014

He contemplado el Espíritu

Domingo 19 de Enero de 2014

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Ciertamente el texto del evangelio de Juan, al igual que los otros tres, tienen expresiones y maneras de presentar que difícilmente podemos entender ahora. El "cordero de Dios", el espíritu que baja en forma de "paloma", incluso lo de "bautizar" sacado del contexto religioso... Por eso tenemos el peligro de perdernos en explicaciones que se convierten en clases de religión; pero alejadas de nuestra vida y que no tienen significado alguno.
Para aquellos hombres y mujeres que siguieron a Jesús de Nazaret, que echaron mano de las palabras y ejemplos de su cultura y de su educación, todo lo que estaban viendo y oyendo supuso algo tan novedoso, tan lleno de esperanza e ilusión que tenía que venir de Dios, que era como la mano misma de Dios, su espíritu, su aliento, su vida misma. Jesús con su vida, con sus palabras, con su estilo era el hijo mismo de Dios.
Hoy repetimos las mismas palabras; pero creo que nos falta la vivencia y la experiencia suya. Nos hemos quedado con las palabras, pero sin la densidad y profundidad que tenían para ellos.
En palabras de Juan, dice que ha visto el espíritu santo, el espíritu de Dios, su aliento, posarse sobre Jesús de Nazaret...
Me hace  recordar la respuesta que dio Jesús mismo: Id y decidle a Juan lo que habéis visto y oído. Los ciegos ven, los cojos anda, los leprosos quedan curados y los pobres reciben la buena noticia... ¿No será, precisamente eso, el espíritu de Dios? El aliento que movía a Jesús, lo que animaba su vida, lo que centraba todo lo que hacía y decía... Es que resulta que se convierte en el motivo, en el estribillo de todo lo que anuncia y vive: La Gran Noticia de la que da testimonio, la que le va a llevar hasta el final, hasta su propia muerte en la cruz.
O sea que lo importante no es lo del cordero de Dios, lo de la paloma que baja y se posa sobre él. Es su manera de vivir y respirar, su sentido de humanidad, de compasión y ternura. Precisamente el espíritu, el aliento que le falta a nuestro mundo y a nuestra sociedad. Es que lo de Jesús de Nazaret es una verdadera locura. Eso de poner como lo más importante, el centro, lo único que importa a las personas... ¿quién se lo cree? Y sin embargo así es. Ve a los humildes, a los más débiles, a los olvidados, a los marginados de todo tipo, como los primeros, como los preferidos de Dios. Nada, que te pones a decir eso y lo menos que te van a contestar es que eres un tonto, que no entiendes nada...
Es igual. Ése es el espíritu de Dios. Eso de espíritu quiere decir el "aliento", su manera de respirar... Entonces siempre que vea un modo de vivir y de actuar así, comprenderé que por ahí anda Dios. No tengo más que seguirlo y hacer lo mismo. Amén
Texto del evangelio de Juan (1,29-34)

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