domingo, 20 de enero de 2013

Haced lo que él diga


20 de enero 2013 - 2º domingo tiempo ordinario
-Su madre dijo a los sirvientes: «Haced lo que él diga.»
Las bodas de Caná y el signo de convertir el agua en vino es ya como un tópico en las lecturas de la iglesia. Podemos decir que todos hemos oído hablar de ello muchísimas veces y nos resulta simpático... La intervención de María, como cualquier mujer y madre, y la sorpresa del mayordomo ante el excelente vino de última hora...
Estaba reflexionando sobre el texto del evangelio y me ha parecido entender que demasiado a menudo nos hemos quedado con lo más externo, con el signo, con la petición de María, con la fiesta de la boda... y me temo que hemos perdido el nuevo estilo de Jesús de Nazaret, lo que anunciará con sus obras, con sus palabras, con su actitud a lo largo de toda su vida.
Es la fiesta de la vida comenzando por los últimos, los más humildes y necesitados. Su grito de: "Convertíos", cambiad de vida... es para que llegue la ternura y la compasión a todos, para que descubramos a Dios en todos y hagamos esa fiesta de la solidaridad, de la hermandad, de la justicia, de compartir.
El evangelio de Juan pone como primer signo éste de la boda de Caná y podemos recordar cuantísimas veces las parábolas de Jesús hacen mención de fiestas de bodas... ¿Acaso no le llamaron bebedor y amigo de fiestas?
Y es que nos han repetido tantísimas veces lo de que Jesús es el Mesías, el Salvador, el Hijo de Dios que lo hemos colocado tan lejos de nosotros, tan santo, tan religioso, tan Dios mismo que hemos olvidado que fue hombre como nosotros. Jesús no comenzó haciendo un sermón en la iglesia o en la sinagoga, ni dio una conferencia sobre la Buena Noticia, ni se hizo una presentación en el gran templo...
José Antonio Pagola hace este comentario al texto de hoy: "La madre de Jesús, atenta a los detalles de la fiesta, se da cuenta de que "no les queda vino" y se lo indica a su hijo...
Entre los campesinos de Galilea el vino era un símbolo muy conocido de la alegría y del amor. Lo sabían todos. Si en la vida falta la alegría y falta el amor, ¿en qué puede terminar la convivencia? ...
Este gesto de Jesús nos ayuda a captar la orientación de su vida entera y el contenido fundamental de su proyecto del reino de Dios. Mientras los dirigentes religiosos y los maestros de la ley se preocupan de la religión, Jesús se dedica a hacer más humana y llevadera la vida de la gente.
Los evangelios presentan a Jesús concentrado, no en la religión sino en la vida. No es solo para personas religiosas y piadosas. Es también para quienes se han quedado decepcionados por la religión, pero sienten necesidad de vivir de manera más digna y dichosa. ¿Por qué? Porque Jesús contagia fe en un Dios en el que se puede confiar y con el que se puede vivir con alegría, y porque atrae hacia una vida más generosa, movida por un amor solidario."
Por eso entiendo que seguir a Jesús y entender este primer signo de la boda de Caná es, ante todo, captar el nuevo rumbo que debemos dar a nuestra vida. Apostar por la vida, por la fiesta solidaria... mirando desde abajo: inmigrantes, marginados, personas que han perdido su casa, su trabajo, enfermos y olvidados... Que haya vino para todos! Que no les falte el pan!

Lectura del santo evangelio según san Juan (2,1-11):
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: «No les queda vino.»
Jesús le contestó: «Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.»
Su madre dijo a los sirvientes: «Haced lo que él diga.»
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó: «Sacad ahora y llevádselo al mayordomo.»
Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora.»
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.
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