domingo, 27 de enero de 2013

Buena noticia para los que más lo necesitan


27 de enero 2013 - 3º domingo tiempo ordinario
"Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor."
A partir de lo que he ido leyendo y escuchando, entiendo que los seguidores de Jesús de Nazaret quedaron tan impactados por el estilo de Jesús, por su manera de hacer, por sus palabras que terminaron comprendiendo que aquello que un día dijo Isaías, el profeta, era exactamente lo que significaba la buena noticia de Jesús.
El final tan terrible, su pasión y su muerte, provocó el que entendieran el sentido profundo de su mensaje.
Y la comunidad de hermanos, hombres y mujeres que reconocieron a Jesús como su Maestro, se convirtió igualmente en buena noticia para los más necesitados. Ponían todo en común y se trataban como hermanos.

Creo que no hay que añadir muchas palabras. Lo único necesario que nosotros seamos (no que digamos) buena noticia: anunciadores de libertad, de nueva visión, de nuevo trato y humanidad, capaces de descubrir a Dios, nuestro padre, que se esconde y encarna en esas personas que cuentan tan poco en nuestro mundo...

José Antonio Pagola lo expresa de esta manera: Jesús es..."Buena Noticia para los pobres. Su actuación es Buena Noticia para la clase social más marginada y desvalida: los más necesitados de oír algo bueno; los humillados y olvidados por todos. Nos empezamos parecer a Jesús cuando nuestra vida, nuestra actuación y amor solidario puede ser captado por los pobres como algo bueno."

Aceptar a Jesús como mi Maestro implica que haga mías esas palabras. No porque las aprenda de memoria, sino porque cualquiera las pueda reconocer en mi manera de vivir... y dé gloria a Dios, nuestro padre. Que mi vida, mis obras, mis pensamientos y mis palabras "santifiquen tu nombre, que te den gloria".
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,1-4;4,14-21):
Excelentísimo Teófilo: Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza de] Espiritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mi, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.» Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él.
Y él se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»

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