domingo, 13 de mayo de 2012

Que os améis unos a otros


13 de mayo 2012 - 6º domingo de Pascua
Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos
En más de una ocasión me ocurre que escuchando algunos textos del evangelio me asombro de cómo he podido vivir tanto tiempo aceptando unos comentarios y unas explicaciones que se alejaban tanto de la realidad...
Es como hablar y escuchar un lenguaje diferente, otro idioma, que apenas si tiene algo que ver con la vida normal de la gente, con las situaciones y problemas que oímos continuamente, con nuestra propia vida.
El texto de hoy, del evangelio de Juan, recoge una propuesta que debió causar un impacto formidable en aquellos hombres y mujeres: "Que os améis..."
Cierto que nuestros predicadores de hoy utilizan esas palabras. Nos explican y comentan todo eso del "mandamiento nuevo", de que es lo más importante, de que Jesús dio su vida por nuestro amor, de que también nosotros tenemos que amarnos...
¿Y eso qué significa?
Para responder a esa pregunta ya el comentario se eleva, se va para arriba y se aleja de nuestra realidad, de nuestro mundo, y sube por encima de las nubes... ¿Cómo es eso de amar? 
Sigo leyendo en estos días el libro de Albert Nolan ("Dios en Sudáfrica") y quizás, así lo entiendo, sus palabras pueden ayudarnos a comprender mejor eso del amor.
Ayer, 12M ("celebrando la indignación de la gente..."), cuando se volvieron a llenar las plazas de manifestantes que claman su indignación, su protesta, su reclamación por el sistema económico, por las leyes laborales, por los recortes en sanidad y educación... Y, siguiendo con las reflexiones de A. Nolan, pienso que el amor verdadero es el único capaz de ver la realidad de nuestro mundo... y protestar. Ante el sufrimiento de la gente, de tantos que lo pasan mal, que viven en la miseria, que no consiguen trabajo, que se ven en la calle, que sufren violencia de todo tipo... no puedo quedarme indiferente si tengo amor verdadero.
"Amaos unos a otros"... 
Si lo que ocurre a mi alrededor me deja indiferente... Si tengo miedo a protestar... Si me digo que no es cosa mía... Si entiendo que sólo nos queda tener paciencia... Si, además de todo eso, llego a pensar que es voluntad de Dios... Creo que puedo asegurar que ahí no hay amor, estoy muy lejos de ese "mandato nuevo" de Jesús de Nazaret.
La biblia habla, a veces, de la ira y de la cólera de Dios. También en Jesús de Nazaret aparece esa ira y esa cólera... Y es cuando ve la opresión, la injusticia, el desprecio y el abandono... cuando olvidamos a los pequeños, a los débiles, a esos que llamamos los últimos de nuestra sociedad.
En contraposición al amor, sigo con A. Nolan, el pecado es lo que produce "sufrimiento".
Un sistema, una empresa, un gobernante, un dirigente, un poderoso que provoca sufrimiento con su actuación, con su dejadez, con su descuido, con su olvido... es una situación de pecado. Y si yo me aparto diciendo que no es cosa mía, que no puedo hacer nada, que es lo de siempre, que todos somos egoístas... lo único que hago es mantener esa situación de pecado.
Y amar es todo lo contrario. Me duele lo que está ocurriendo. Siento ese sufrimiento. Me está llegando esa ira y cólera de Dios (nuestro padre)... y no me puedo quedar así de brazos cruzados.
Creer en el camino de Jesús de Nazaret, aceptar su mandamiento nuevo, implica todo ese compromiso. Al tratar de vivirlo es cuando comienza a aparecer en nosotros el mundo nuevo, el reino de Dios, en el que las personas dejan de ser objetos y nuestro dios deja de ser el dinero (que todo lo puede, que condiciona nuestra vida, nuestro consumo, nuestras aspiraciones, nuestras propiedades y nuestras mayores conquistas...). Entonces comenzamos a amar a las personas, a quererlas, a pelear por ellas, a desear lo mejor para ellas. Eso es tenerlas en cuenta.
"Amaos unos a otros". Tan fácil de decir y tan lejos de practicar.
Lectura del santo evangelio según san Juan (15,9-17):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»

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