sábado, 5 de mayo de 2012

Permaneced en mí, y yo en vosotros



6 de mayo 2012 - 5º domingo de Pascua
"Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador"
"...el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante..."
Estos días estoy leyendo un libro de Albert Nolan ("Dios en Sudáfrica") y me ha llamado la atención la claridad de este hombre respecto a Jesús de Nazaret y su evangelio o buena noticiado .
Y cuando dice esto no se está refiriendo a la teoría, a las enseñanzas, a los escritos sobre él. Habla de esa presencia de Dios en la historia de la humanidad, de cómo actúa, de cómo interviene... y cómo Jesús mismo con su vida, con su estilo de hacer y comportarse es "buena noticia".
Y hace referencia a los "signos de los tiempos" que los antiguos profetas supieron ver e interpretar, que Jesús de Nazaret detectó y trató de darlos a entender a las gentes de su tiempo... y que, hoy en día, nosotros deberíamos ser capaces  de entrever y actuar siguiendo sus huellas.
A partir de ahí, escuchando las palabras de Juan, quiero entender el mensaje que nos llega:
Dios, nuestro padre, es el labrador. Y lo que espera es recoger frutos buenos de humanidad, de justicia, de solidaridad, de justicia y de hermandad...
Jesús nos ha mostrado el estilo y manera de vivir. Nos anuncia una buena noticia para los últimos, para los desvalidos, para los oprimidos, para los abandonados y olvidados, para los viven en sufrimiento, en hambre y enfermedad... Que llega un mundo nuevo! Que Dios apuesta por ellos! Que llega su salvación!
Y como anotaba Albert Nolan en su libro: "Buena noticia sólo para los pobres"? Definitivamente, sí. Para todos aquellos que tomen ese camino (que es el seguido por Jesús de Nazaret). Porque no se trata de una "verdad universal" o una medicina que sirve para todo y para todos... No! Sólo si estamos unidos a la vid, si estamos unidos a Jesús, daremos frutos...
Y ahí es donde debo descubrir los signos de los tiempos...
Cuando parece que no hay más valor que el dinero, los mercados, el poder y los medios...
Cuando aumenta sin cesar el número de gentes hambrientas, enfermas y desamparadas...
Cuando se da más importancia a tener, a subir más alto, a tener más importancia...
Cuando hasta la instituciones aspiran a ser protagonistas y estar en las portadas y en los informes de la televisión...
El modo y manera de Jesús de Nazaret lo plantea de manera ruda y directa: No podemos servir a dos señores, a Dios y al dinero... Y la apuesta de Dios, el labrador, es clara: Frutos de justicia, de misericordia, de solidaridad, de fraternidad.
Y si las personas, especialmente los más débiles, los que menos pueden, los menos "importantes", pasan primero, son los más importantes para Él... entonces ¿cómo va a ser mi comportamiento en estos tiempos? ¿cuál va a ser mi escala de valores?
Si no me uno al estilo de vida de Jesús, si no me comienzo a actuar a su manera, no daré frutos. Seré como un sarmiento seco, como la rama de un árbol seca, separada del propio árbol... Sólo serviré para que me quemen o para que me echen a la basura.
Y eso no se puede hacer realidad si no guardo su palabra. No si me las sé (incluso de memoria). No si digo "amén" a lo que digan los predicadores, los doctores, los grandes sabios...
Únicamente si mi vida empieza a convertirse en "buena noticia" para todos esos que hemos citado. Porque creo que el camino de Jesús no sólo es posible, es el bueno, el que me lleva a ese mundo nuevo, a esos "campos" de nuestro Padre (el labrador, el campesino) que darán frutos...
Lectura del santo evangelio según san Juan (15,1-8):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»

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