sábado, 19 de febrero de 2011

Ser como Dios


20 de febrero - 7º domingo Ciclo A
"Habéis oído que se dijo... pero yo os digo"

En la eucaristía de hoy he tratado de imaginarme el impacto que debió suponer en los que escuchaban a Jesús de Nazaret oírle decir eso de "pero yo os digo..."
Una sensación de que se iba por encima de la Ley, de que mostraba otros valores, algo que importaba más. Ya en la lectura del domingo pasado lo experimentaba (es todo el capítulo de Mateo en el que resumen todas sus explicaciones). Se dijo a los antiguos que... pero yo os digo...
Pues bien, en la lectura de hoy en la que comenta la ley antigua: "Ojo por ojo, diente por diente... Amarás a tus amigos y odiarás a tus enemigos, etc." Pero yo os digo: Amarás a tu enemigo, incluso. Porque si amamos a nuestros familiares y amigos, qué hacemos de más que no hagan los gentiles? Y si saludamos a los conocidos y familiares, en qué superamos a los paganos?
Yo os digo, dice Jesús, sed perfectos como vuestro padre es perfecto. Dios, nuestro padre, que hace salir el sol para buenos y malos...
Y escuchando esas palabras de Jesús me quedó con esa palabra: "Ser como Dios".
Me gusta. Y me gusta pensar que esa es mi meta: ser como Dios.
¡Qué barbaridad!, verdad?
Pienso que Dios que nos ha dado este soplo de vida, que nos regala el sol y las maravillas de la naturaleza, que ha puesto ahí el universo entero como algo insuperable, que ha diseñado tan maravillosamente el microcosmos y lo más íntimo del ser... ese mismo Dios nos llama a que nos parezcamos a Él, a ser como Él, a vivir a su estilo.
Por eso me gusta tanto pensar que me dice eso de "ser como Dios".
Y la experiencia de muchos hombres y mujeres (en los libros de la Biblia: profetas y gentes piadosas; en otras religiones y culturas también encontramos personas que se han acercado mucho a ese sentir) y, sobre todo, la profunda experiencia de Jesús de Nazaret nos muestra a Dios como el padre, como la madre llena de misericordia y compasión que en tantos aspectos nos van a recordar pequeñas experiencias de nuestra propia vida: la mamá que se deshace en cuidados con los pequeños, en las tareas de la casa, en la entrega constante a los suyos... Y nos dice que Dios es así, que le importa mucho más la misericordia y la compasión, que le conmueven los pequeños, los desvalidos, los abandonados, los olvidados, los últimos. Además nos dice que éstos serán los primeros en el reino de Dios...
Entonces ser como Dios es ir adquiriendo poco a poco esa manera de ser y de vivir. Que nos importe sobre todo y por encima de todo esa "justicia" y esa manera de obrar porque esa es la vida de Dios, ése es su Reino.
Y dice eso de "sed perfectos como vuestro padre es perfecto"...
Antes me parecía como exagerado. Sed perfectos...! Era imposible!
Ahora lo vuelvo a escuchar y me siento motivado...
Como que, me digo, tengo que intentarlo. Sí, todos los días; en cualquier lugar; en cualquier situación... Ser como Dios. Hacer que su manera de ser y de vivir vaya apareciendo en mi vida.
Así entiendo esa frase del "Padre nuestro": Que venga tu reino! Que yo sea capaz de hacer que tu reino, ese estilo de hacer, de pensar y de vivir vaya apareciendo en mi vida y en mi entorno...
Eso va a ser lo más importante en mi vida: "Ser como Dios". Y así encaminarme hacia Él (que es el final que tantas veces nos preocupa y nos pone tensos... La muerte, el final, el dejar todo esto).
Que esa sea siempre mi oración. Amén

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