sábado, 25 de diciembre de 2010

Y acampó entre nosotros


25 de diciembre 2010 - Fiesta de Navidad
"Y la palabra se hizo carne y acampó entre nosotros"
Anoche, al igual que en muchísimas familias, tuvimos la Cena de Nochebuena. Nos reunimos, comimos, bebimos, brindamos por las fiestas, por la familia, por la salud...
Podría decir que ya no es como era antes. Ni siquiera abundan los villancicos o aquellas alegrías que provocaba el nosotros el turrón y los mazapanes o el ver una mesa repleta de buena comida...
Nuestro mundo rico ya tiene todo eso. Ya no es necesario esperar a Navidad para disfrutar de todas esas cosas.
"Nos ha nacido un niño", "En el portal de Belén", "Campana sobre campana"... ya va sonando a algo antiguo y pasado de moda...
Y lo veo y no siento pena.
Me parece bien celebrar (ojalá sea en horas del día y no a las tantas... que lo llevo fatal), y el juntarnos, y las comidas en familia. Incluso los belenes me parecen una expresión popular que, al menos en otros tiempos, nos llenó de ternura y nos removía por dentro.
Pero me parece entrever que nada de eso es la Navidad.
El evangelista Mateo nos presentaba la Navidad con las imágenes de los emigrantes, José y María, terminando refugiados en una cueva a las afueras del pueblo... y con el único regalo y felicitación por el nacimiento del niño que el de unos pobres pastores que dormían al raso.
Hoy, el evangelista Juan da un giro a la presentación y nos habla de "la Palabra (Dios) que se hizo carne (como cualquier hombre y mujer, niño y niña) y acampó entre nosotros".
Yo diría que vienen a decir lo mismo.
A lo largo de su vida, Jesús de Nazaret nos hablará del Reino, del nuevo estilo de vida, de la manera de ser de Dios, de sus preferencias, de su presencia... y cómo encaminarnos hacia El.
Los emigrantes, los acampados a las afueras del pueblo, los desfavorecidos, los olvidados, los maltratados por la "vida", como solemos decir, los que han perdido todo o que nunca lo tuvieron, son la palabra de Dios que se hace carne y que acampa entre nosotros.
Creo que de tanto celebrar el nacimiento de Jesús de Nazaret (el 25 de diciembre o la fecha que sea), de tanto montar belenes y adorar las pequeñas imágenes del Niño, hemos olvidado esa Palabra que se ha hecho carne. Hemos convertido en ídolo la señal que iluminó a los pastores...
"Vino a su casa y los suyos no le recibieron..."
Dios, la Palabra, el punto y referencia de toda la creación, vino a los suyos, se acerca a nosotros y no le reconocemos...
Pero "a cuantos le reconocen les da poder de ser hijos de Dios".
Eso sí que es un buen regalo de Navidad: Reconocer y recibir esa Palabra que se hace carne, que acampa entre nosotros...
Eso es lo que voy a pedir. Que Dios, la Palabra, me abra los ojos como a los pastores, que me ayude a reconocer y a recibirla. Palabra hecha carne que hoy también acampa entre nosotros.
Feliz Navidad! y Gloria a Dios en lo más alto y paz a los hombres de buena voluntad!

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