viernes, 2 de julio de 2010

Llamados a la libertad


27 de junio - 13º domingo Tiempo ordinario
-Elías pasó y le echó el manto encima...
-Nuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche el egoísmo; al contrario, sed esclavos unos de otros por el amor
-Te seguiré... Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el hijo del hombre no tiene donde reposar su cabeza... Deja que los muertos entierren a sus muertos: tú vete a anunciar el reino de Dios.

Una vez más, las lecturas de la eucaristía de este domingo nos llevan junto a Jesús de Nazaret, el maestro.
Es cierto que muchas veces se ha hecho una lectura restringida y se ha aplicado a una parte de la iglesia: a los sacerdotes, a los religiosos y religiosas. Pero me parece abusivo. Todas las lecturas son para la comunidad cristiana, sin restricciones. Para todos...
La primera lectura (del libro de los Reyes) narra el comienzo y compromiso del profeta Eliseo. Elías, con ese gesto de echarle el manto encima, le compromete a seguir sus pasos como hombre de Dios... libremente. Suya será la decisión.
Y Pablo, en su carta a los cristianos de Galacia, escribe ese párrafo tan inspirado y profundo:
"Hemos sido llamados a la libertad"...
Lo decía Pablo hace dos mil años. Y me creo que hoy debemos seguir proclamando esa palabra. Y, tampoco en este caso, debemos aplicarlo únicamente a esa parte del hombre que llamamos espiritual o del espíritu.
Llamados a la libertad. Así, de forma clara. Libres como personas, libres en nuestra vida de cada día, libres en nuestra relación, en nuestra manera de vivir y de actuar.
Pablo añade enseguida: "no una libertad para que se aproveche el egoísmo; al contrario, sed esclavos unos de otros por el amor".
San Agustín llegó a decir: "Ama y haz lo que quieras..."
Quizás nuestra gran dificultad no es la libertad, sino el amor.
La lectura que hacemos del evangelio de Lucas abunda, también, en esa libertad.
A la propuesta que uno le hace a Jesús de seguirle a donde quiera que vaya, le responde: "Mira, las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos; pero el hijo del hombre no tiene donde reposar su cabeza..."
Tiene tan pocas cosas que es libre más que un pájaro (con su nido) o la zorra (con su madriguera)...
Libertad. Llamados a ser libres, a liberarnos, de deshacernos de toda clase de ataduras...
Ni siquiera nos ata, dice Jesús, el tener que enterrar a los muertos... Quizás sería como decir: Hemos sido llamados a ser libres, a no atarnos a las cosas, tampoco a las personas... y todo lo que hacemos lo vivimos con la intensidad del que anuncia el Reino de Dios, con una entrega y un amor que somos como esclavos unos de otros... Y eso es lo que importa.
Anunciar el Reino que es vivir a la manera de Dios siguiendo la huella de Jesús de Nazaret.
Creo que esa profundidad del amor ha preocupado siempre a los dirigentes de la iglesia. Tanto nos hemos acostumbrado a que nos indiquen y marquen el camino y los pasos que tenemos que dar que hablar de libertad, como lo hace Pablo en esa carta, nos apura y da miedo. Entonces apelamos al orden, a las normas y mandamientos. No sólo señalamos los "mandamientos de Dios", sino que se han añadido otros "mandamientos de la iglesia..."
Y terminamos viviendo un cristianismo con el alma encogida y el corazón temeroso. Desaparece la libertad, se escapa la alegría de vivir el reino de Dios.
Y Jesús advierte. "El que echa la mano al arado y sigue mirando atrás... no vale para el reino de Dios". Nosotros ya no vemos eso de arar los campos como se hacía antiguamente con un arado... pero podríamos decir que el que se pone al conducir un coche y sigue mirando atrás...
Entrar en el estilo nuevo de Jesús y seguir deseando o echando de menos la comodidad del consumo, la exclusividad de su vida, la privacidad de sus propiedades, la fama y el poder... eso es no entender su mensaje. Si somos o vivimos así, no valemos para el Reino de Dios.
Proclamar, como hace Pablo, que nuestra vocación es la libertad resulta tan refrescante y tan nuevo...! Puntualizando eso de que "no es para el egoísmo"... Llamados a la libertad amando como yo mismo debo amarme...
Y sólo eso importa. Me atrevo a decir que por encima de normas, ritos y mandamientos. Y amar al otro como yo mismo debo amarme no es fácil.
Los discípulos de Jesús más destacados (esos a los que llamamos santos así lo entendieron. Hasta dar su vida. En una gran libertad y un inmenso amor. Sólo voy a recordar a la Madre Teresa de Calcuta.
Que la palabra de hoy nos llene de alegría y de paz. Amén

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