domingo, 6 de junio de 2010

Ellas, las mujeres


En el mundo y en la iglesia.
Sin su presencia el mundo dejaría de ser lo que es o lo que puede ser. Sin su presencia y actuación la iglesia dejaría simplemente de ser...
No hay que ser profeta ni nada de eso. Basta con mirar con un poco de atención. Qué ocurre en las iglesias, en las parroquias, en las actividades que esa misma iglesia proclama con orgullo? Realmente quién lleva adelante tanto programa, tanta actividad, tanta entrega y dedicación?
Claro que hay hombres también; pero la inmensa mayoría no son mujeres?

Estaba leyendo el libro de Tucker Malarkey - "El secreto de Nag Hammadi" y me llamó la atención el siguiente comentario:
"-¿Vas a la iglesia?
-Solía ir con mi madre, aunque no estoy muy segura de hasta qué punto era ella religiosa. Era muy buena en la cocina y tenía mucho éxito cuando vendía comida para las colectas. Es una de las pocas maneras en las que una mujer pude colaborar. Mientras los hombres saben pontificar, dirigir y decidir el destino del mundo, una mujer sabe hacer un pastel.
-Eso es un poco duro.
-¿Ah, sí? La religión es diferente para las mujeres. Punto final..."

Me parece comprender y estar de acuerdo con esta observación... Tiene su ironía y su punto de humor; pero ¿acaso no es así?
Al menos en la iglesia católica no ha habido, en general, una actitud de dejar de lado, de infravalorar, quizás incluso de cierto desprecio o poco aprecio hacia la mujer... Para responder a la crítica se cita entonces a las numerosas mujeres declaradas santas, a las declaradas doctoras... pero la realidad es cabezona y terca. La iglesia, siguiendo la moda o las indicaciones de la sociedad (o quizás al revés) ha ido relegando a la mujer a la cocina, a la trastienda, a la limpieza, al cuidado de... Porque para eso sí sirve: "para hacer un buen pastel".
Los hombres, antes y ahora, seguimos pontificando, dirigiendo, decidiendo... como si ellas no tuvieran nada que decir, como si no tuvieran opinión, como si no supieran pensar.
Y así nos luce.
Luego decimos que nuestro mundo es un "mundo sin corazón"... ¿No tendríamos que añadir que es un mundo "sin mujeres"? No que no existan, sino que no dejamos que ellas opinen, que ellas digan, que ellas decidan, que ellas aporten todo el corazón que van derrochando en casa, en las mil tareas que van desarrollando a lo largo de su vida...
Conseguir un mundo más femenino, una iglesia más femenina, nos haría mucho bien.
Siguiendo una corriente muy, pero que muy misógina hemos mantenido el mito de que la culpa de todos los males los tuvo la mujer (Eva), que la mujer es tentación, provocadora, que sólo quiere hacer caer a los hombres en el pecado (=sexo)... De ahí a identificar mujer= pecado, sexo.
Y todo eso es malo. Así que la mujer "al rincón" y cuidado con ella!
Qué pena que tantos hombres dirigiendo el mundo y la iglesia hayan visto los dones de Dios (incluído el cuerpo del hombre y la mujer y su sexo) como algo pecaminoso, ofensivo y que hay que reprimir... Así uno se pregunta: ¿dónde está la alegría de los hijos de Dios? ¿dónde está la libertad de vivir como tales en una comunidad en la que no hay hombre y mujer, esclavo o libre...?
Se ha usado demasiada goma de borrar o tippex y tenemos una versión tan mutilada que nuestra humanidad y nuestra iglesia sufre síntomas de grave enfermedad.
Quiero brindar por tantas y tantas mujeres que no se rinden y que esperan que este mundo nuestro y esta iglesia abra sus ojos y sepan apreciar esa mayoría tan olvidada y tan necesaria!

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