jueves, 2 de marzo de 2023

Qué bien se está aquí...

Hagamos tres chozas...

5 de marzo 2023


Imma Calvo nos ofrece la introducción al texto del evangelio de este domingo:"En este segundo domingo de Cuaresma leemos el relato de la Transfiguración. Arriba en el Monte, que simboliza el ámbito de lo divino, se está tan bien que Pedro quiere instalar tres chozas. Pero no podemos quedarnos allí al resguardo, contemplando continuamente el rostro resplandeciente de Jesús. Nos despierta de nuestra ensoñación el grito de los migrantes, los indefensos y los marginados. La humanidad nos espera y nos invita a bajar del Tabor." 


Es un texto que siempre nos deja con la misma sensación que expresa Pedro: Qué bien se está aquí... Y, quizás, no llegamos a entender el mensaje que esconde ni cómo la primera comunidad de seguidores llegó a experimentar todo eso.


Fray Marcos nos echa una mano con su comentario: -"Aunque no sabemos cómo se fraguó este relato, debe ser muy antiguo, porque Marcos ya lo narra completamente elaborado. Una vez que descubrieron en la experiencia Pascual lo que Jesús era, trataron de encontrar la manera de comunicar esa vivencia que les había dado Vida. Para hacerlo creíble, lo adornaron con imágenes tomadas de la Escritura. Así disimulaban la ceguera que les había impedido descubrir quién era Jesús."


Hoy en día, los grandes conocedores de los textos del evangelio, los exégetas y teólogos, nos enseñan que Jesús de Nazaret en ningún momento jugó a ser hombre, ni tenía el poder de la divinidad escondido dentro de él para manifestar que era Hijo de Dios, para hacer milagros, para convencer de que era el Mesías... No, Jesús vivía como auténtico hijo de Dios. Vivía esa unidad con Dios desde dentro. Y ésa es precisamente la invitación a la que estamos llamados.

Si nos quedamos con la visión de la Transfiguración, seguiremos diciendo lo de Pedro: Qué bien se está aquí..., hagamos tres chozas, tres tiendas...


También de eso nos advierte José Antonio Pagola: "Logrado ya un cierto éxito profesional, encauzada la familia y asegurado, de alguna manera, el porvenir, es fácil dejarse atrapar por un conformismo cómodo que nos permita seguir caminando en la vida de la manera más confortable..."

"Es la eterna tentación de Pedro que nos acecha siempre a los creyentes: «plantar tiendas en lo alto de la montaña». Es decir, buscar en la religión nuestro bienestar interior, eludiendo nuestra responsabilidad individual y colectiva en el logro de una convivencia más humana."


Al decir todo esto siempre nos queda esa especie de regusto amargo, diría yo, de lo que hemos venido sintiendo en las celebraciones de la Cuaresma: Es como el planteamiento de los programas de penitencia, de esfuerzo, de disciplina, de sufrimiento... para alcanzar la gloria. Algo que a todos nos suena. Y que nos han puesto como modelo al mismo Jesús. Tuvo que pasar por la pasión y muerte en cruz para alcanzar la resurrección, para llegar a la Gloria del Padre. Eso es así, nos repetían. Pero eso no nos ayudaba mucho.


Hay algo que no hemos descubierto. Creo que no es que lleguemos a la gloria sufriendo, haciendo penitencia, mortificandose... Diría que todo eso llega a ser puro egoísmo porque lo que nos motiva es el premio que espero que me den, la gloria que alcanzaré, esa meta de llegar al cielo.


Como comenta muy bien Fray Marcos: "-A los cristianos nos queda aún un paso por dar. No se trata de aceptar el sufrimiento y la prueba como un medio para llegar a “la gloria”. Se trata de ver en la entrega, aunque sea con esfuerzo, la meta de todo ser humano. El amor es lo único que demuestra que somos hijos de Dios. Darse a los demás por una recompensa no tiene nada de cristiano."


Cuando amo a los demás, cuando me entrego, cuando soy solidario y compasivo... me estoy pareciendo a Dios. Y ése es mi orgullo y recompensa. Me parezco a mi Padre. Y eso es lo que tiene que llenarme de felicidad, lo que hará que me sienta bien... A pesar de todas las tentaciones que la sociedad, los medios de comunicación, el ambiente y la moda me están proponiendo cosas y actitudes, algo más parecido a lo de las chozas o tiendas que decía Pedro, para quedarme tranquilo y cómodo en casa.


Texto del evangelio de MATEO 17, 1-9

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