jueves, 4 de agosto de 2022

La sorpresa de Dios

Donde está tu tesoro, ahí está tu corazón

7 de agosto 2022

El lenguaje del evangelio (texto de Lucas) nos puede despistar y plantear nuestra vida como si se tratara de pasar un examen para así conseguir el premio del Cielo...

"Vendan sus bienes y den limosnas. Consíganse unas bolsas que no se destruyan y acumulen en el cielo un tesoro que no se acaba, allá donde no llega el ladrón, ni carcome la polilla..."

Es lo que siempre nos han dicho..., podríamos decir. Era como decir que las cosas de aquí abajo (valle de lágrimas) no valían nada. Lo que hacía falta era hacer obras buenas para así alcanzar la vida eterna.

Pero lo que realmente nos plantea el evangelio es algo mucho más serio y profundo: "Estén listos, con la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque..." 

Porque Dios es una auténtica sorpresa: "Estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen vendrá el Hijo del hombre..."

Ahí tenemos como dos puntos que nos obligan a reflexionar: 

En primer lugar tratar de ver y descubrir cuál es nuestro tesoro... ¿En qué hemos puesto nuestro corazón? ¿El trabajo? ¿La salud? ¿El dinero? ¿Comer, beber y pasarlo bien?

Jesús de Nazaret dice: Buscad primero el Reino de Dios... Y eso quiere decir llevar una vida solidaria, compasiva y fraterna. Intentar hacer de nuestra sociedad un mundo más humano... De ahí que nos diga y nos grite: "¡Convertíos! El reino está dentro de vosotros..."

Tenemos que descubrir a Dios que está ahí mismo, a nuestro lado. Y Jesús nos insiste: "Estén listos... Estén preparados..."

No os ha ocurrido nunca haber ido a una estación de tren, a una de autobuses o a un aeropuerto a esperar a alguna persona muy querida... Y sentirte nervioso, mirando continuamente a ver cuándo anuncian la llegada del avión, del tren o del autobús... y vigilar atentamente a los que van llegando... Sí, estén listos..., estén preparados...

Dios, que es nuestro padre, es todo amor, un don que se nos da continuamente. No es que, al final de nuestra vida, nos dará un premio; sino que cada instante de nuestra vida es una sorpresa-regalo. Y a nosotros nos toca descubrirlo y vivir a su manera y estilo. 

Y ahí debe estar nuestro corazón. Él debe ser nuestro tesoro. Como nos dice Jesús: "Consíganse unas bolsas que no se destruyan y acumulen en el cielo un tesoro que no se acaba, allá donde no llega el ladrón, ni carcome la polilla..." Y no confundamos el cielo con un lugar allá arriba por encima de nosotros.

Texto del evangelio de Lucas, 12, 32-48

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