jueves, 16 de junio de 2022

La Eucaristía, mesa común

"Dadles vosotros de comer..."

19 de junio 2022

 

El texto del evangelio de Lucas que escuchamos este fin de semana es super conocido: "La multiplicación de los panes y los peces..."

Es verdad que, demasiado a menudo, nos hemos entretenido pensando, reflexionando o tratando de entender lo que nos cuenta el evangelio como un signo de Jesús de Nazaret.

Y nos conformamos con pensar y aceptar que Jesús, como es Hijo de Dios, podía y puede hacer cualquier milagro.

Pero creo que el mensaje que nos da el evangelio es algo muy distinto.

 

"Según los exegetas, -comenta José Antonio Pagola- la multiplicación de los panes es un relato que nos permite descubrir el sentido que la eucaristía tenía para los primeros cristianos como gesto de unos hermanos que saben repartir y compartir lo que poseen."


En otra ocasión comentamos que Juan, al hablar de la última Cena, subraya el servicio de "lavar los pies" a los hermanos. Eso que Jesús dijo más de una y más de dos veces: El que quiera ser el primero que se haga esclavo de los demás... Y eso tenía que ser el estilo y actitud de los seguidores del Maestro.


Ahora, escuchando la narración de la multiplicación de los panes y los peces, J.A. Pagola nos ofrece un texto muy antiguo (del siglo II) en el que San Justino describe cómo celebraban los cristianos la eucaristía semanal: "Dice que cada uno entrega lo que posee para «socorrer a los huérfanos y las viudas, a los que sufren por enfermedad o por otra causa, a los que están en las cárceles, a los forasteros de paso y, en una palabra, a cuantos están necesitados».


Y San Cipriano, obispo de Cartago (en el siglo III) hablaba en el mismo sentido: "Te imaginas celebrar la cena del Señor sin tener en cuenta la ofrenda. Tú vienes a la cena del Señor sin ofrecer nada. Tú suprimes la parte de la ofrenda que es del pobre".


Nuestra Eucaristía, nuestra celebración semanal tiene que ir adquiriendo ese sentido social. Tenemos que ser una comunidad de hermanos que nunca olvide a los marginados, a los oprimidos, a los que carecen de lo más necesario. El signo que celebramos en nuestras misas: El cuerpo de Jesús que se parte y se reparte... Así tiene que ir transformándose nuestra vida haciéndose solidaria y compasiva.


Una última recomendación y comentario de José A. Pagola: "Sería una contradicción pretender compartir como hermanos la mesa del Señor cerrando nuestro corazón a quienes en estos momentos viven la angustia de un futuro incierto. Jesús no puede bendecir nuestra mesa si cada uno nos guardamos nuestro pan y nuestros peces."


Texto del evangelio de LUCAS 9, 11-17


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