sábado, 17 de octubre de 2020

A Dios lo que es de Dios

"A Dios lo que es de Dios" 

18 de octubre

Una frase que hemos escuchado muchas veces: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios"... A Jesús le preguntan por aquello de si hay que pagar los impuestos al emperador, a Roma; si está bien o habría que negarse...

Como comenta Inma Calvo en la introducción de los textos de este fin de semana: "El evangelio del denario del César, que leemos este domingo, nos lleva a reflexionar sobre nuestras sociedades. Es importante entender que no se habla de un duelo entre el poder civil o el religioso. Jesús aboga por la fraternidad y no por el poder, que siempre corrompe si no se entiende como servicio."

Sin embargo, demasiado a menudo hemos escuchado reflexiones en el sentido de que existe una separación de mundos y realidades: las cosas de Dios y las cosas del César (de la política, de los negocios, de las empresas, de las cosas de este mundo, vaya!). Y así nos hemos encontrado con situaciones que, si las piensas bien, resultan realmente escandalosas. Como que se podía ser un buen cristiano (un buen católico) yendo a misa y cumpliendo con lo que mandaba la Santa Madre Iglesia y, al mismo tiempo, se podía contratar a un inmigrantes con salarios de miseria, tener sirvientas abusando de su tiempo, de su horario y pagándoles como si fuera una limosna... O empresas que podían acumular beneficios increíbles al tiempo que los trabajadores eran explotados... A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César.

El otro día, en la reunión de Cáritas, Iñaki nos comentaba precisamente este evangelio y nos hacía esa pregunta: "-¿Qué es de Dios?" Y nos señalaba que de Dios es sencillamente el hombre. Y, a partir de ahí, podemos deducir que todo lo que va contra el hombre (contra cualquier hombre, mujer, niño, niña, anciano, anciana) va contra el mismo Dios, contra su plan, contra la finalidad misma de la vida. 

"La exégesis moderna, escribe José Ant. Pagola, no deja lugar a dudas. Lo primero para Jesús es la vida, no la religión. Basta con analizar la trayectoria de su actividad. Se le ve siempre preocupado por suscitar y desarrollar, en medio de aquella sociedad, una vida más sana y más digna..."

Siempre nos resulta más fácil cumplir con Dios y con la Iglesia en aquellas cosas que son ritos, ceremonias, rezos y devociones... al tiempo que dejamos aparte todo lo que atañe a nuestra sociedad, a nuestras relaciones laborales, a todo eso que llamamos política. De ahí, también, la frase de "yo no me meto en política".

"Al preguntar por la imagen, comenta Fray Marcos, Jesús está haciendo clara referencia al Génesis, donde se dice que el hombre fue creado a imagen de Dios. Si el hombre es imagen de Dios, hay que devolver a Dios lo que se le ha escamoteado, el hombre. La moneda que representa al César, tiene un valor relativo, pero el hombre tiene un valor absoluto, porque representa a Dios. Jesús no pone al mismo nivel a Dios y al César, sino que toma claro partido por Dios. Esta idea es una de las claves del mensaje de Jesús..."

Siguiendo el hilo de estas reflexiones, me pregunto cómo entiendo yo el reino de Dios del que Jesús de Nazaret habla siempre. El aceptar la invitación que me hace me afecta en algo? Puedo seguir tan tranquilo pensando que yendo a misa, rezando y recibiendo los sacramentos ya cumplo con Dios, ya doy a Dios lo que es de Dios? O acaso me está señalando un camino de cambio y conversión? Porque resulta chocante que, al final, el mensaje de Jesús sobre el reino de Dios lo hemos traducido en una religión con su jerarquía y organización mientras que lo de la fraternidad, la compasión, la atención a los desvalidos, a los marginados, a los oprimidos... se podría decir que se lo dejamos a "los misioneros y misioneras", o todo lo más a los curas y monjas.

Sencilla y clara hace su reflexión final J.A.Pagola: "A veces, los cristianos exponemos la fe con tal embrollo de conceptos y palabras que, a la hora de la verdad, pocos se enteran de lo que es exactamente el reino de Dios del que habla Jesús. Sin embargo, las cosas no son tan complicadas. Lo único que Dios quiere es esto: una vida más humana para todos y desde ahora, una vida que alcance su plenitud en la vida eterna. Por eso nunca hay que dar a ningún César lo que es de Dios: la vida y la dignidad de sus hijos."


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