sábado, 21 de diciembre de 2019

Dios-con-nosotros

IV Domingo de Adviento – Ciclo A

22 de Diciembre de 2019

Resultado de imagen de emmanuel en hebreoYa estamos en vísperas de Navidad y el relato que escuchamos hoy tomado del evangelio de Mateo debería servirnos para centrar nuestro pensamiento y nuestro corazón.
Como bien advierte Fray Marcos"los relatos “de la infancia” de Mateo y Lucas, no son crónicas de sucesos, no son “historia” en el sentido que hoy damos a la palabra. Son teología narrativa..." Y por no entenderlo así, nos hemos ido por las ramas. Lo hemos convertido en una noticia de sucesos y apenas si nos cuestiona.
Una vez más me agarro a los comentarios y explicaciones que ofrece Fray Marcos: "Hoy la clave nos la da Pablo: “Nacido, según la carne, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu, Hijo de Dios.” ... Pablo considera normal la procedencia de la humanidad de Jesús. “nacido de una mujer”, pero lo importante es lo que hay en él de divino; y eso, sin duda ninguna, ha nacido del Espíritu."
Pienso que debiéramos empezar por ahí. Jesús de Nazaret, nacido de mujer (como todo ser humano), irá creciendo en edad, en conocimiento y en presencia del espíritu de Dios. Es como si hubiera ido activando la semilla de Dios en él centrando toda su vida, todo su hacer y todo su pensar en eso que supera nuestras realidades materiales. Tanto es así que, cuando se hace adulto, muchas personas le escuchan, otras se hacen seguidoras... Incluso la familia llega a considerar que está loco.
Es totalmente distinto. Habla de Dios de una manera nueva. Ve la religión de otro modo. Entiende que las personas son mucho más importantes. Y explica y proclama que ha llegado un tiempo nuevo. Que todos están invitados, sobre todo los menos agraciados, los que no son "nadie", los últimos... Que no es el Templo lo más sagrado y central, sino el vivir como hermanos y parecernos a Dios, padre de todos.
Y eso lo lleva hasta las últimas consecuencias que no son otras que la condena de las autoridades religiosas y civiles y la ejecución en el monte de las calaveras... Además como un blasfemo, como un impostor, como un agitador político...
Y aquellas primeras comunidades de seguidores terminaron entendiendo que, realmente, Jesús de Nazaret era alguien mucho más que un "hombre" nacido de mujer. Todo eso que decía, pensaba y vivía era cosa del Espíritu de Dios. Que su aliento y su fuerza estaban en él... Si no, ¿cómo podían explicar todo lo que habían visto y oído? De ahí las narraciones que hacen los evangelios de Mateo y de Lucas.
Ahora bien, la pregunta que me hago yo mismo: ¿Cómo veo y oigo a Jesús de Nazaret? ¿Qué está significando para mí? ¿He descubierto en él algo tan especial que me haga pensar y decir que está lleno del espíritu de Dios? Que su aliento, su modo de actuar y de pensar tiene que ser cosa de Dios mismo...?
En los relatos se le da un nombre: EnmanuelDios-con-nosotros. Así lo entendieron y así nos lo han transmitido (aunque sea con esa forma típica de la biblia, esa narración teológica). Y, prácticamente, ése es el proyecto de Jesús y esa es su buena noticia... Jesús vivió con toda intensidad lo de ser "hijo de Dios", poniendo todo su esfuerzo y capacidad en imitar a Dios al que llama "abbá" (papá-mamá).
“Enmanuel (Dios-con-nosotros)”. Fray Marcos hace este comentario: "La ausencia de Dios era la causa de todos los males para Judá. Su presencia garantizaba que las cosas iban a ir bien... El modelo de su vida será exclusivamente Dios. Será Hijo porque en todo imitará al Padre. Para nosotros, es un lenguaje extraño, pero en aquella época, la referencia de un hijo al padre no se medía por lo biológico, sino por la capacidad del hijo para imitar al padre..."
Entiendo que la propuesta que hacían aquellas comunidades de seguidores (y ahora nos hace el evangelio) es ésa: hacer presente a Dios en nuestras vidas y en nuestro entorno. Su ausencia, también hoy en día, tiene mucho que ver con la deshumanización, con el egoísmo consumista, con la marginación de tantas y tantas gentes...
Sólo con entender que, a través de Jesús de Nazaret, nos llega esa salvación, ya es una gran noticia. Y si comprendemos que es también una invitación a seguir sus huellas permitiendo que el aliento de Dios nos dé la energía y el impulso para pensar, vivir y actuar como "hijos de Dios", entonces también nosotros celebraremos que ha venido hasta nosotros y se está haciendo presente.
Texto del evangelio de Mateo (1,18-24)

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