sábado, 9 de noviembre de 2019

No es un Dios de muertos, sino de vivos

10 de Noviembre de 2019

"Para Él todos están vivos"

Después de leer el texto de Lucas (con el planteamiento que los saduceos le hacen a Jesús sobre el posible caso de la "mujer que se casa con siete hermanos... ¿Cuando llegue la resurrección, de quién será la mujer...?), me gusta el comentario que hace José Ant. Pagola: -"Jesús no se dedicó a hablar mucho de la vida eterna. No pretende engañar a nadie haciendo descripciones fantasiosas de la vida más allá de la muerte. Sin embargo, su vida entera despierta esperanza. Vive aliviando el sufrimiento y liberando del miedo a la gente. Contagia una confianza total en Dios. Su pasión es hacer la vida más humana y dichosa para todos, tal como la quiere el Padre de todos..."

Llevamos dentro de nosotros toda una tradición de Iglesia, explicada y comentada por tantos sabios y doctores, con la que ponemos como objetivo de nuestra vida "el más allá", la vida del mundo futuro, lo que encontraremos o no encontraremos después de la muerte. La predicación de tantos siglos, el arte, las representaciones, la imaginación religiosa ha ido creando una cantidad enorme de fantasmas que quieren ser respuesta a algo que es imposible que podamos saber.

Al igual que aquellos hombres (los saduceos), también a nosotros parece que nos preocupa más lo que vendrá después que lo que está sucediendo ahora mismo.
Como escribe Fray Marcos, -"No creo que sea coherente el postular para el más allá un cielo maravilloso mientras seguimos haciendo de la tierra un infierno..."

Por mi parte, intento ahondar en el mensaje de la Buena Noticia del reino de Dios y convertirlo en el punto número uno de mi vida, en ese objetivo que implique mi manera de ser y de vivir: Una buena noticia para todo el pueblo. Que podemos vivir a la manera de Dios, nuestro padre (nuestro papá-mamá). Un estilo de vida en el que la persona es lo más importante, cada persona, sin tener en cuenta lo que tiene, su poder, su dinero, su importancia o lo famoso que sea... Al revés, porque los más débiles pasan a ser los que más atención requieren; los pequeños porque ellos son los grandes ante Dios. Y los marginados y desahuciados son colocados en primera fila...
Y todo eso es un proyecto para ahora, para aquí, para esta sociedad, para este mundo.

Este domingo andamos de elecciones. Los políticos han hecho verdaderos escaparates de sus programas y me temo que, como tantas otras veces, lo único que quieren de nosotros es disponer de nuestro voto para luego mantener una sociedad en la que los importantes son los de siempre, los beneficiarios son los siempre, la atención y cuidados serán para los de siempre... Y eso nos llega a desanimar. Sin embargo, si queremos que el proyecto de Jesús siga adelante, tenemos que entender que somos nosotros mismos los que tenemos que remangarnos e ir aportando nuestro pequeño grano de arena...

Benjamín Forcano escribe una carta a los políticos con el título: "La fe que no es política, no es fe cristiana". Entiendo que adherirnos al mensaje y proyecto de Jesús de Nazaret no es cuestión de fe, sino de vida. Y vida comprometida y entregada.

La plenitud de mi vida (mi máxima aspiración) no es conseguir la vida eterna, sino vivir plenamente mi humanidad aquí y ahora. Y esa plenitud se realiza en el amor, en la entrega total para intentar que mi vida y mi entorno sea lo más humano posible... Por ahí anda la Buena Noticia del proyecto del Maestro.
El reino de Dios no es un reino de muertos... Una vida eterna, un mundo pensado para después de esta vida. Dios, fuente y raíz de todo lo que somos y tenemos, está dentro de nosotros y nosotros somos parte de Él. Lo que éramos antes de nacer y lo que seremos después de morir no es una cuestión que nos tiene que preocupar. Dios es energía y es vida y nosotros venimos y volvemos a Él...

Y termino con esto que dice José Antonio Pagola: -"...a Jesús le brota de su corazón creyente la convicción que sostiene y alienta su vida entera: Dios «no es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos son vivos».
Texto del evangelio de Lucas (20,27-38)

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