domingo, 6 de agosto de 2017

Levantaos, no temáis

Domingo 6 de Agosto de 2017

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Hoy, en la eucaristía, se nos propone la fiesta de la Transfiguración y los comentarios que escuchamos en la celebración se nos fueron hacia la vida eterna, nuestra transfiguración al final de los tiempos, y a poner toda nuestra esperanza en que, también nosotros, nos transfiguraremos como Jesús... Para ello tenemos que comenzar a transfigurar nuestra mente, nuestro corazón, incluso nuestras pasiones.

Claro que se hacen muchas lecturas de los textos del evangelio. Y abundan las interpretaciones que parecen auténticas invenciones dando una mezcla de razonamientos que, en definitiva, creo que no llevan a ninguna parte.

Una vez más, prefiero centrarme en lo que es lo más serio y lo más profundo del mensaje de Jesús de Nazaret: La Buena Noticia del reino de Dios.
En domingos pasados leíamos y escuchábamos las parábolas. El reino de Dios se parece...
El tesoro escondido, la perla preciosa, la semilla... Y la pregunta que me hacía: ¿He encontrado el tesoro? El proyecto de Jesús es para mí un tesoro?

La lectura de hoy nos presenta esa escena de la transfiguración. Con sus personajes tan escogidos y todo el simbolismo que incluye. Pero creo que lo importante es la conclusión que hace el narrador: "Es mi hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.
Ése es el convencimiento. Jesús es el camino hacia el reino de Dios. Su estilo y su modo de vivir. Ahí están la Ley y los Profetas. Y ése es el tesoro escondido. Escuchadlo!
Y la razón no es a causa de la "transfiguración", sino porque sus palabras, su vida, sus acciones nos llevan a creer que ése es el camino hacia la manera de ser hijos de Dios.

La segunda palabra que me llama la atención: Después de esa visión, Jesús se acercó y les dijo: "Levantaos, no temáis".
Creo que todos necesitamos esa palabra de aliento. La realidad que nos rodea y envuelve nos oprime, nos angustia, nos desanima... En este mundo globalizado los medios de comunicación nos sirven todos los días las desgracias y carencias, los dolores y sufrimientos, la opresión y la codicia, los abusos y la corrupción... Por otra parte se olvidan de las grandes multitudes anónimas que sobreviven en situaciones inhumanas, degradantes, olvidadas de la mano de... (llegamos a decir "olvidadas de la mano de Dios").
Por eso necesito, y supongo que casi todos, esa palabra de aliento: No temáis!
Con ése ánimo quiero rezar la oración de Jesús: Padre nuestro, que santifique tu nombre, que me esfuerce para que llegue tu reino, que sepa vivir a tu estilo y manera... El pan que necesitamos dánoslo ya hoy, perdona todo el mal que he hecho como al decir estas palabras yo también perdono, no me dejes caer en la tentación y líbrame del Malo. Amén
Texto del evangelio de Mateo 17,1-9:

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