viernes, 3 de febrero de 2017

Ser sal de la tierra

Domingo 5 de Febrero de 2017

Resultado de imagen de sal y luz del mundoEl texto de Mateo que vamos a escuchar en la celebración de la eucaristía de este fin de semana nos ofrece dos imágenes claras y sencillas. Algo que la gente sencilla, especialmente las mujeres que siempre andaban con las tareas de la casa, podían entender mejor que nadie.

Jesús de Nazaret les dice: "Vosotros, vosotras, sois la sal de la tierra..." "Vosotros, vosotras sois la luz del mundo..."
Son expresiones que hemos escuchado muchas veces. Y nos las han explicado. Y creo que hemos llegado a pensar que, efectivamente, "somos la sal y la luz de la tierra". Tal vez por el simple hecho de estar bautizados o por ir a misa o por rezar muchas oraciones.
Pero, ¿somos de verdad sal de la tierra? ¿nuestra presencia en el grupo en el que estamos, en la comunidad, en el barrio en que vivimos... es como la sal en la comida?
Si lo pensamos bien, nos daremos cuenta de que es una comparación exigente y nada fácil.
Jesús cuando anuncia la Buena Noticia lo primero que nos pide es "convertirnos", cambiar nuestro estilo de vida... Ese cambio lo presenta y lo visualiza con el ejemplo de la sal. Un elemento que no es para guardar y conservar, sino para echarlo y disolverlo en la comida, por ejemplo. Ahí está la fuerza de la parábola.
José Antonio Pagola lo comenta así: "Las dos metáforas coinciden en algo muy importante. Si permanece aislada en un recipiente, la sal no sirve para nada. Solo cuando entra en contacto con los alimentos y se disuelve en la comida puede dar sabor a lo que comemos. Lo mismo sucede con la luz. Si permanece encerrada y oculta, no puede alumbrar a nadie. Solo cuando está en medio de las tinieblas puede iluminar y orientar. Una Iglesia aislada del mundo no puede ser ni sal ni luz..."

Entiendo que es exigente y duro porque lo que importa no es que yo "tenga sabor", sino que mi vida se vaya deshaciendo en dar sabor al mundo, a las personas que me rodean. De ahí el comentario claro de Jesús: "si la sal se vuelve sosa... no sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente..."
Dar sabor a nuestro mundo (tal vez sólo al pequeño mundo que me rodea), que sepa a humanidad, a solidaridad, a mirada tierna y cariñosa (especialmente hacia aquellos que no cuentan, que están marginados, que incluso son despreciados).

Lo mismo ocurre con la luz. Si yo tengo luz y sólo me sirve a mí para mirarme en el espejo, para gozar con las cosas buenas que tengo (mi fe, mi religión, mi bautismo, mis prácticas religiosas)..., de poco sirve. Y nuestro mundo, nuestra sociedad seguirá manteniendo ese estilo en el que lo importante es el consumo, el tener, el yo primero... Lo dice el que manda ahora en el imperio americano ("America first"). Bueno, creo que muchos terminamos diciendo lo mismo. Mientras tanto la insistencia de las imágenes nos hablan de un mundo en el que la miseria, el hambre, las terribles carencias de muchos intentan encontrar alguna solución en las playas de los países más ricos.

Ser sal y ser luz... Ése es el reto que nos plantea nuestro Maestro.
Texto del evangelio de Mateo (5, 13-16)

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