domingo, 30 de noviembre de 2014

Dormidos

Domingo 30 de Noviembre de 2014
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En las celebraciones de la iglesia hemos comenzado lo que se llama tiempo de Adviento. Una preparación a las fiestas de la Navidad y que, frecuentemente, se conecta con la llegada y vuelta del Señor...
Así comenta José Antonio Pagola: "La vigilancia se convirtió en la palabra clave. Los evangelios la repiten constantemente: «vigilad», «estad alerta», «vivid despiertos». Según Marcos, la orden de Jesús no es sólo para los discípulos que le están escuchando. «Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: Velad». No es una llamada más. La orden es para todos sus seguidores de todos los tiempos."
Y en lo que yo recuerdo, la Iglesia ha ido repitiendo esa palabra clave: Estad alerta, vigilad... fijando la vista en el futuro, en el más allá, en el regreso del Señor, en el juicio que nos va a hacer...
Sin embargo, con perdón y permiso de los sabios y doctores, pienso y creo que el centro de atención de Jesús no era tanto ese juicio o ese final más o menos lejano que todos tenemos.
Estamos llamados a ser "hijos de la luz", personas que viven la buena noticia del reino, gentes que intentan vivir al estilo y manera de Dios. Entonces nuestra visión y centro de atención no es otro que rehacer nuestra humanidad, prestar atención al hermano, al necesitado, al desvalido, al despreciado, al que apenas puede con su alma, como solemos decir...
Me digo, pues, que demasiado a menudo andamos como dormidos, pendientes de pequeñas cosas, de tener más, de ser más conocidos, más admirados, más famosos... y no vemos a nadie. Y el Señor llega y pasa a nuestro lado, en esa humanidad doliente, en esos hombres y mujeres que nuestro mundo y sociedad los va arrinconando, marginando, como si ése fuera su único destino.
Ese grito de alerta, esa vigilancia, se convierte de ese modo en un toque de atención a todos los que decimos ser seguidores de Jesús, nuestro Maestro.
Y, al intentar vivir según el estilo de nuestro Maestro, vamos rehaciendo nuestra humanidad y acercándonos a lo que Dios desea de todos nosotros: Hacer de nuestra vida una humanidad nueva marcada por la compasión y la ternura... Y así caminamos hacia el que es nuestro origen y raíz: Dios nuestro padre.
Lectura del santo evangelio según san Marcos 13, 33-37

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