domingo, 12 de octubre de 2014

Convidados a la boda

Domingo 12 de Octubre de 2014

Odres Nuevos Evangelio 12 Octubre 2014.

Últimamente hemos participado en dos bodas. Y siempre resulta un acontecimiento lleno de alegría y emotividad: Encuentro de familias, de amigos, de conocidos... Todos dispuestos a celebrar y a compartir gozosos el amor de una pareja que hacen realidad el sueño de todo hombre y mujer: la unidad plena, el ser como una sola carne.

En la Eucaristía de hoy Jesús, una vez más, nos ofrece una parábola o comparación sobre el Reino de Dios. "El reino de los cielos se parece a..." Precisamente al comentar la ceremonia de la última boda (celebrada en la iglesia) me venía a la mente la de veces que Jesús compara el "reino de Dios" a una boda. Seguro que le encantaba ir de boda, participar en una fiesta así. Y veía la felicidad, el amor, la manera de compartir, la acogida, los abrazos, la bienvenida y todos los saludos y parabienes...
Y, pensándolo bien, me llama la atención el que en la Iglesia no se hable apenas de fiestas y de bodas. Me resultaría difícil comparar la "misa" (nuestra eucaristía) a una boda. De igual manera resultaría extraño que los sacerdotes, los catequistas, los que guían a la comunidad nos propusieran la imagen de la boda para decirnos cómo tiene que ser nuestra manera de vivir, de compartir, de comportarnos en nuestra sociedad...
¿Tan lejos estamos del modo de pensar de Jesús, nuestro Maestro?
Resulta curioso que, en el texto de hoy se termine haciendo hincapié en la persona que entró al banquete de bodas sin llevar el "traje de bodas"... Y se nos hable del bautismo, de la penitencia, de limpiar nuestro corazón para poder recibir la eucaristía. De ese modo lo esencial se nos queda al margen y nos olvidamos de la boda, de la fiesta, de la fraternidad, de compartir, de la alegría y del amor.
J.A. Pagola se expresa así: "Según Jesús, Dios está preparando un banquete final para todos sus hijos pues a todos los quiere ver sentados, junto a él, disfrutando para siempre de una vida plenamente dichosa.
Podemos decir que Jesús entendió su vida entera como una gran invitación a una fiesta final en nombre de Dios. Por eso, Jesús no impone nada a la fuerza, no presiona a nadie. Anuncia la Buena Noticia de Dios, despierta la confianza en el Padre, enciende en los corazones la esperanza. A todos les ha de llegar su invitación..."
Esa invitación, a TODOS, a la boda, a la fiesta, a la fraternidad, al amor... Ése es el mensaje. Todos llamados (porque siempre los hay que aparecen como invitados VIP y que no acuden porque están en sus negocios, en sus cosas...) y Jesús nos hace ver y entender que Dios, nuestro padre, ha cambiado las tarjetas VIP y las hace llegar a todos. 
Quiero que la emoción vivida en la boda, toda la ternura mostrada, todos los gestos de acogida, de compartir, de entrega, de ilusión y de vida nueva... se mantengan presentes en mi vida y en las personas que me rodean.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 22, 1-14

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