domingo, 13 de abril de 2014

El reino de Dios y su justicia

Domingo 13 de Abril de 2014

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Comenzamos hoy esos días solemnes que las iglesias cristianas dedican a conmemorar los dramáticos acontecimientos del final de la vida de Jesús de Nazaret.
Envueltos en muchas ceremonias, rezos y procesiones, los hemos convertido en algo "sagrado", algo así como tan espiritual y tan fuera de nuestras vidas ordinarias que, una vez que pasen los días "santos" se guardarán en sus capillas e iglesias hasta la próxima celebración.
Y siento que de esa manera nos alejamos de su significado y sentido profundo. La pasión y la muerte de Jesús de Nazaret como consecuencia de su empeño y decisión por buscar el "reino de Dios y su justicia".
Como comenta José Antonio Pagola: "Jesús no fue un suicida ni buscaba el martirio. Nunca quiso el sufrimiento ni para él ni para nadie. Dedicó su vida a combatirlo en la enfermedad, las injusticias, la marginación o la desesperanza. Vivió entregado a “buscar el reino de Dios y su justicia”: ese mundo más digno y dichoso para todos, que busca su Padre.
Si acepta la persecución y el martirio es por fidelidad a ese proyecto de Dios que no quiere ver sufrir a sus hijos e hijas. Por eso, no corre hacia la muerte, pero tampoco se echa atrás. No huye ante las amenazas, tampoco modifica ni suaviza su mensaje.

Le habría sido fácil evitar la ejecución. Habría bastado con callarse y no insistir en lo que podía irritar en el templo o en el palacio del prefecto romano. No lo hizo. Siguió su camino. Prefirió ser ejecutado antes que traicionar su conciencia y ser infiel al proyecto de Dios, su Padre."
Nosotros nos hemos quedado con aquello de "murió por nosotros"...; "tanto nos amó que quiso morir en la cruz como un malhechor..." con un regusto de masoquismo y un descargar todos nuestros fallos y pecados sobre su cruz.
Por mucho que digan los grandes doctores de la iglesia, no me parece correcto. No creo que sea ése el sentido de su pasión y muerte. Olvidamos fácilmente el motivo, la razón, el por qué... El reino de Dios y su justicia. Por ese mismo motivo encontramos, hoy en día, hombres y mujeres perseguidos, acorralados, calumniados, encarcelados e incluso ajusticiados.
En medio de tanta injusticia, tanta corrupción, tantas familias abocadas a vivir en la miseria, tantos inmigrantes marginados, sin medios, sin derechos... tendríamos que gritar a favor de ese reino de Dios y su justicia. Y probablemente nos tacharían de exagerados, de revolucionarios, de destructores del orden y de la paz... Y, tal vez, nos acusarían y mandarían a la policía y nos condenarían y...
El reino de Dios y su justicia molesta e incomoda a nuestro mundo y a nuestra sociedad.
Hoy me quedo con ese pensamiento y trataré de seguir el camino de nuestro Maestro.
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo (26,14–27,66)

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