sábado, 8 de septiembre de 2012

Hace oír a los sordos y hablar a los mudos


9 de septiembre 2012 - 23º domingo tiempo ordinario

 «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»

Escuchar y reflexionar sobre el texto del evangelio hace que intente fijarme más y más en la persona de Jesús de Nazaret.
Cómo actúa, cómo vive, su mensaje, sus motivaciones, la respuesta que va dando a la vida que se le presenta.
Durante mucho tiempo (me refiero a mi propia vida) veía la figura de Jesús como algo grandioso, mágico, poderoso, lleno de la fuerza misma de Dios... al que le atribuía todos los calificativos que Dios mismo podía tener. Era Jesucristo, o mejor el Cristo, el Hijo de Dios, Dios mismo. Y a partir de ahí las conclusiones que podía ir sacando no eran otras que las de un dios que pasa entre los hombres y va haciendo milagros y pronunciando discursos y sermones que sólo podían tener una respuesta: Amén.
Aparecían en mis reflexiones y sentimientos las enseñanzas que durante tantos años había escuchado a mis maestros y profesores, a los predicadores y sacerdotes que hablaban desde el altar...
La conclusión es que Jesús de Nazaret, el hombre, había desaparecido. ¿A quién seguía yo? ¿Qué tenía que ver todo eso con mi vida, con la vida de la gente que me rodeaba? ¿Y los millones de personas que viven o sobreviven simplemente en unas condiciones infrahumanas? ¿Cómo leer y escuchar el mensaje de ese hombre, Jesús, en este tiempo?

Jesús, hombre judío de Palestina, vivió con gran entrega e intensidad su vida y su fe en Dios. Era judío de verdad. Vivía la religión de sus padres y de sus antepasados. Había escuchado muchas veces a los escribas, a los doctores de la Ley, a los que entendían más de la religión...
La diferencia está en que lo que más impacta a ese hombre es la vida de la gente, su humanidad, la pobreza, la miseria, el olvido y desprecio hacia los más humildes... y siente con muchísima fuerza que el Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob, el Dios de sus padres, el Dios de los profetas, estaba gritando otra cosa. Señalaba con su dedo a esos más pequeños, a aquellos a los que ya sólo les queda su humanidad... En ese gran grupo (conocido de todos, también de Jesús) entraban los ciegos, los leprosos, las prostitutas, los pordioseros y vagabundos, los extranjeros, las mujeres, los niños...
Y comienza a pregonar el reino de Dios que va a llegar, que está tan próximo... Porque si no cambiamos todo su mundo desaparece, se acerca una auténtica catástrofe. Por eso tenemos que cambiar, darnos la vuelta, comenzar a vivir una nueva humanidad...
Si no hacemos eso Dios nos rechaza, no nos conoce, nos aleja de Él. 
Y habla de ese juicio en el que lo que importa es la compasión y la misericordia: Si dimos de comer al hambriento, de beber al sediento, vestir al desnudo, visitar al que está en la cárcel...
Eso es la voluntad de Dios, nuestro padre.
Todo eso debió de impactar de una manera grandísima en aquellos hombres y mujeres que le seguían. Y Marcos toma nota y pone en boca de aquellas personas que veían y escuchaban a Jesús: "Todo lo ha echo bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos"...

Tomo prestado el comentario que hace José Antonio Pagola al texto de hoy:
"Tal vez uno de los pecados más graves de los cristianos es esta sordera. No nos detenemos a escuchar el Evangelio de Jesús. No vivimos con el corazón abierto para acoger sus palabras. Por eso, no sabemos escuchar con paciencia y compasión a tantos que sufren sin recibir apenas el cariño ni la atención de nadie.
A veces se diría que la Iglesia, nacida de Jesús para anunciar la Buena Noticia de Jesús, va haciendo su propio camino, lejos de la vida concreta de preocupaciones, miedos, trabajos y esperanzas de la gente. Si no escuchamos bien las llamadas de Jesús, no pondremos palabras de esperanza en la vida de los que sufren."

Una de las ventajas de acercarse a colaborar con Cáritas o con alguna ONG, como Karibu (acogida a los inmigrantes africanos) es que te permite ponerte en sintonía con el mensaje de Jesús de Nazaret. Abrir la mente y el corazón a toda esa humanidad, a esos hombres y mujeres que sobreviven a auténticos dramas y que muestran infinidad de carencias...
Cuando estás a su lado, cuando escuchas y prestas atención, quedan muy lejos las palabras de los políticos, también los discursos y sermones que a veces escuchamos en las iglesias... Sordos, mudos, enfermos, gentes sin alojamiento, en paro, sin comida, sin papeles con todas las dificultades oficiales que eso supone.
Y vuelvo a escuchar el comentario que hacían sobre Jesús de Nazaret: "Todo lo ha hecho bien..." Y, cuidado, que no hablan de cumplir los mandamientos, de los ritos que hay que seguir, de las ceremonias o rezos... 
Su respuesta es aquella que dio a los que fueron a preguntarle (de parte de Juan el Bautista) quién era. Y da la respuesta del profeta: "Los ciegos ve, los sordos oyen, los leprosos quedan limpios, los muertos resucitan..." Toda una referencia a la humanidad, a nuestra humanidad, al mundo de los marginados, despreciados en nuestra sociedad, olvidados en nuestro mundo en el que los "mercados", las grandes empresas, los bancos y los dirigentes políticos miran en otra dirección...
"Todo lo ha hecho bien..." Voy a intentar seguir esas huellas.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (7,31-37):

En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.
Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete.»
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»

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