domingo, 26 de agosto de 2012

¿A quién vamos a acudir?

26 de agosto 2012 - 21º domingo ordinario
«Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?»

Hoy, también, seguimos el texto de Juan. 
Una reflexión sobre la actitud y planteamiento de vida que hacía Jesús a aquellas personas que le seguían... A los que participaron del "milagro de la multiplicación de los panes y los peces", a los que le escuchaban, incluso a los que parecían los más cercanos y más próximos seguidores...

Comer de su comida (su carne y su sangre), entrar en su estilo de vivir, decidirse por aquella comida que les llevará hasta a una comida que sacia, de verdad, el hambre... Algo que sólo la persona que se acerque y se decida podrá comprender y le llevará hasta la vida que no termina, hasta la raíz misma, hasta el padre de todos, Dios mismo...

Qué nuevo resultaba todo eso!
Durante siglos, ellos, sus padres y los padres de sus padres habían escuchado las palabras de los sabios y doctores de la Ley, a los profetas, a los sacerdotes y escribas... La Ley y los profetas. Y ahora Jesús les saca de su camino de siempre y les habla de algo mejor que "el maná", de una comida que les va a dar vida para siempre... ¡Qué duro era ese modo de hablar!

Nosotros ya llevamos toda nuestra vida escuchando ese discurso. Y nuestros padres y los padres de nuestros padres ya lo oyeron... Nos hemos acostumbrado. Nos lo han hecho espiritual, como un café sin cafeína; un azúcar que no sea de caña sino sacarina... algo edulcorado. Y no nos altera, no nos resulta nada duro, ni nos molesta...

Y, sin embargo, creo que sí debiera de hacerlo. Si las palabras de Jesús tocaran nuestra vida, nos plantearan un cambio de vida real, que nos situara ante una decisión que afectara a nuestro modo de vivirla, incluso a nuestro bolsillo... entonces seguro que diríamos que "era demasiado duro", radical, revolucionario.
Y ahí entra lo de "compartir nuestra comida", compartir nuestra carne y nuestra sangre, permitir que los más débiles, los de abajo, los pobres de verdad, los despreciados, los que no cuentan... participen de mi mesa, de mi vida, de lo que soy... entonces diría, seguro, que eso era demasiado duro!
Que mi vida no es sólo mía, que lo que tengo es también de ellos, que sólo entraré en el camino y modo de Dios si accedo a ese tipo de comida... Que sólo al intentarlo puedo comprender ese lenguaje nuevo. Que ahí está precisamente el espíritu y la vida nueva de Dios. Porque no son los ritos, ni las palabras (aunque sean las de los profetas y doctores de la Ley), ni las ceremonias, ni la religión... las que nos llevan al Padre.

Y al entrar en ese modo nuevo es cuando siento las palabras que pone Juan en boca de Pedro: "¿A quién vamos a acudir?"
Eso mismo me digo yo: Siento que los discursos y sermones clásicos, las explicaciones que me han llegado, los comentarios (a veces muy sabios y estudiados) no me sacian, no me impulsan hacia Jesús y su nueva manera de entender la vida... ¿A quién voy a acudir? Sólo él tiene esas palabras que me llevan hasta la vida verdadera y para siempre.
Y es como una contradicción. Porque me parece entender que al perder mi vida es cuando puedo encontrar la que vale de verdad, al hacer de mi vida comida para los demás (carne y sangre) me uno a la manera de Jesús que me dice que "él es verdadera comida" y quien no coma su carne y beba su sangre no participará de su vida y buena noticia del reino hasta llegar al Padre...

Posiblemente las palabras que Juan pone en boca de Pedro fueron fruto que maduró después de la prueba de la pasión y muerte del maestro... Cuando vieron cómo Jesús había quedado convertido en verdadera carne y sangre entregada, desgarrada, hecha pedazos... Cuando el espíritu de Dios les ayudó a comprender la dimensión de la nueva vida... que saltaba hasta más allá de la muerte... "Tú, Jesús, tienes palabras de vida eterna, de vida para siempre, que va más allá de la cruz..." "Tú eres el Santo consagrado de Dios, el que ha entregado su vida (se ha convertido en verdadera comida y bebida) en su camino hacia el padre de todos y se ha identificado con Él.
Y "Dios le ha glorificado", lo ha tomado consigo, se ha hecho uno con Él... que es la expresión que se ha identificado con "resurrección", "estar sentado a la derecha del Padre", etc.

¿Es duro del lenguaje de Jesús? Creo que sí; pero hay alguien más que pueda saciar mi hambre? Hay alguien que pueda darme una respuesta válida en los tiempos que corren, ante las situaciones tan terribles que vivimos? Hay alguien que me ofrezca una alternativa que dé vida a mi vida?
Creo y siento que no.
Jesús, ¿a quién voy a acudir?

Lectura del santo evangelio según san Juan (6,60-69):
En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?»
Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: «¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen.»
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: «Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.» Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?»
Simón Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.»

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