sábado, 2 de junio de 2012

Todo lo que os he mandado

3 de junio 2012 - Santísima Trinidad
"Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado..."


Escuchando este texto del final del evangelio de Mateo tuve la sensación de estar metido en la celebración de una comunidad de seguidores de Jesús, en un rito religioso, en algo establecido y que forma parte del reglamento o manera de actuar con relación a gentes que no saben de Jesús de Nazaret, que no han vivido ni escuchado la buena noticia...
Y repetirlo así, fuera de contexto, como separado de todo el mensaje de Jesús, de todo lo que significó su propuesta de estilo de vida, me ha parecido pobre, alejado totalmente de aquello que te cambia la vida, que te decide a seguirlo.
Hemos hecho un esquema de "ser cristiano" y lo vemos reducido a un bautismo con agua y unos ritos que "nos hacen hijos de Dios y herederos del reino"...
Claro, se nos pide que conozcamos los mandamientos, los sacramentos, el credo, las oraciones... ¿Crees en todo eso? Entonces... "yo te bautizo..."
Y me pregunto: -Es realmente así?
Rebobinando un poco y volviendo a Jesús de Nazaret, lo que él proponía era realmente eso?
Hablando a aquellas gentes sencillas, con una vida llena de dificultades a todos los niveles (políticos, económicos, religiosos, sociales...), Jesús les habla de la proximidad de reino de Dios, de que ha llegado el tiempo, de que todo eso tiene que cambiar, que Dios que es nuestro padre quiere algo distinto de todos los hombres y mujeres, que lo que importa es su humanidad solidaria, justa, compartida en la que los más pequeños son importantes y que si no somos capaces de acercarnos a los de abajo y compartir con ellos no podremos entrar en el reino... Que tenemos que darnos la vuelta, convertirnos, porque si no lo hacemos todos los ritos, todos los rezos y oraciones, toda nuestra religión es algo vacío, no sirve de nada...
Y decía todo eso en tiempos de una grandísima agitación política y religiosa... Con un imperio que aplastaba todo lo que no se adaptaba a sus normas y condiciones, una religión que se arropaba con la nueva situación y se mantenía por encima exigiendo una pureza "espiritual" a base de ritos, ceremonias y sacrificios; pero que no se metía en lo que se refería a la situación social, económica y política de su gente.
Y había también corrientes de radicales, luchadores, profetas y mesías que, con armas en la mano, luchaban contra el imperio, contra la corrupción, contra el abuso de los ricos, contra el abuso de las gentes sencillas...
Juan el Bautista gritó en el desierto, acudió mucha gente a escucharle, denunció la grave situación y... lo mataron.
Jesús de Nazaret continuó el camino de Juan y dijo a todo el que quiso escucharle su buena noticia del reino de Dios... Sabía a quién se dirigía, sabia todo eso que estaba ocurriendo, conocía cómo actuaba el imperio romano en su tierra, estaba al tanto de cómo vivían los ricos y los sacerdotes y las autoridades...
Y se puso de parte de los más humildes. Es más, dijo que Dios estaba de parte de ellos. Que si no nos decidíamos y comenzábamos a vivir así... Dios también nos desconocería a nosotros... "porque lo que no hacemos a estos más humildes, tampoco se lo hacemos a Dios".

Hoy, se nos habla de la Santísima Trinidad. Todo un misterio. Algo que nadie sabe ni entiende; pero que hay que razonarlo, explicarlo, tratar de entenderlo... Y se llegan a decir muchas tonterías. Es cierto, lo aprendimos de memoria y parece que ya todo nos da igual. Y nos dicen de rezar el "credo niceno-constantinopolitano"... Nada menos! Unas fórmulas que a la hora de explicar los doctores se quedan solos. Y buscan explicaciones en lo que dijeron unas personas hace muchos siglos, en un lenguaje que hoy no nos dice nada...
¡Qué lejos estamos ya de la sencillez del lenguaje de Jesús de Nazaret!
Nos habla de Dios, que es nuestro padre... Que nos invita a vivir de una manera más humana, justa y solidaria. Dios que se humaniza (se encarna en los más humildes, en los más abandonados, en los más desgraciados...) y al que tenemos que descubrir en nuestra propia humanidad... Y cuando comenzamos a darnos cuenta de eso, es como si el aliento de Dios nos animara... Su aliento, su espíritu, su vida...
Y al hablar así, nos habla con la sencillez que todo el mundo entendía. Sin fórmula raras, sin explicaciones que no van a ninguna parte... Dios, su aliento, su espíritu, su estilo de vida... A eso lo convertimos en "otra persona" y ya lo hemos liado.
Y si las primeras comunidades, a entrar en la cultura y expresión griega, comienzan a expresar en esas fórmulas, probablemente a ellos les serviría; pero a nosotros, hoy, nos deja más bien fríos y ha perdido toda la fuerza de la buena noticia.

Me quedo con lo que dice de intentar "guardar todo lo que nos ha mandado"... Y en eso entiendo ese darnos la vuelta, cambiar, acercarnos a los más vulnerables, a los débiles y despreciados, a los más oprimidos... Y hoy en día tenemos tantos y tantos! Gentes en paro, jubilados abandonados, inmigrantes sin papeles, sin trabajo y sin medios, jóvenes que se ven sin futuro y sin salida... Hacer un mundo más humano, más justo y solidario... Y sin esa humanidad, hecha carne en mi vida, no entraré en el reino. Aunque tenga todos los sacramentos, haga todos los ritos y rece todas las oraciones todos los días. Amén
Evangelio: Mt 28,16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»

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