sábado, 23 de junio de 2012

La mano del Señor estaba con él

24 de junio 2012 - 12º del tiempo ordinario
-"¿Qué va a ser de este niño?" Porque la mano del Señor estaba con él...


Hoy en la eucaristía (mejor dicho, el sábado por la noche) nos hablaron del culto a los santos, del culto a María la madre de Jesús, de la adoración a Dios...
Y nos hablaron de la figura tan especial de Juan el Bautista, como precursor de Jesús.
A él hace referencia el texto del evangelio de Lucas.

Nuestra iglesia, así lo entiendo yo, abunda mucho en devociones, rezos, plegarias, ritos y ceremonias y se aleja mucho, por no decir muchísimo, del mensaje central de Jesús de Nazaret.
Donde Jesús nos habla del amor del Padre, nuestro padre, que aparece como el pastor que busca la oveja perdida (dejando a las otras en el redil) o como la mujer que barre bien toda la casa hasta que encuentra la moneda perdida, o como el padre de ese hijo que se fue de casa y anda perdido por ahí... y a su regreso celebra una gran fiesta...
Pues bien, donde Jesús nos dice todo eso, la institución nos pone delante a santos y santas... Y nos habla de todos esos cultos y devociones... Que, claro, no hay que confundir... y habla entonces de "dulía", "hiperdulía", de "latría"... palabras griegas que tienen que explicar: pero que, a la larga nos basta con ver cómo vuelven las imágenes a nuestras iglesias y se renuevan las devociones y prácticas piadosas (novenas, horas santas, procesiones, triduos, exposiciones...) como los mejores medios para ser buenos cristianos y buenos hijos de Dios.
Y me quedo confuso.
La buena noticia para los pobres dónde se quedó?
El sentido de humanidad, la encarnación de Dios mismo en los más débiles, ese grito que llega hasta Dios (como decían los antiguos hombres santos judíos), grito de los débiles, de los oprimidos, de los marginados, dónde se quedó todo eso?
La compasión, la ternura, ese estar cerca de todos esos en los que podemos y debemos encontrar a Dios, se han vuelto tan espirituales que parece que basta con "rezar por ellos"... y así nos alejamos de la humanidad, de todo lo que es carne y sangre, vida que se toca... y que es la que tenemos y en la que debemos hacer realidad la buena noticia.

Y mientras celebramos la eucaristía de la manera más ortodoxa y más católico-romana, pienso en tantas pequeñas comunidades que suspiran por el reino de Dios, ponen en primer lugar la humanidad y la realidad de los hermanos más débiles y aguantan la violencia en sus propias carnes con la esperanza firme en nuestro padre Dios guiados por Jesús de Nazaret.
Esa doble visión de iglesia es la que encontramos en los acontecimientos recientes de Paraguay. El mundo de los ricos (que se llaman a sí mismo liberales) no soporta que alguien ponga en su punto de mira a su propio pueblo, su miseria, su pobreza, la necesidad de una humanidad justa y solidaria... y por eso se buscan todos modos y mañas para recuperar el poder, el control, todos los ídolos antiguos y de siempre: el dinero, la riqueza, la explotación...

La figura de Juan el Bautista, como la de tantos hombres y mujeres que nos han precedido, es importante si nos fijamos en su manera de vivir, en esa urgencia que sentían de que había que cambiar nuestro tipo de vida, nuestra humanidad...
Insistía en un cambio radical, en un estilo diferente: compartir lo que tenemos, no hacer extorsión a los demás, purificarse de todo pecado...
Jesús, en cambio, va a apurar más y nos habla de "darnos la vuelta", de convertirnos, de llenar nuestra vida de ternura y compasión, de entender que Dios apuesta por los más pobres y marginados y que si no lo hacemos no entraremos en el reino de Dios. Que eso es más importante que todos los ritos, mandamientos, normas y purificaciones... Jesús era judío también y sabía lo que suponía ese cambio. Ésa era su "violencia", su conversión...

Cada vez que encontramos a alguna persona que actúa en esa línea podemos decir que "la mano del Señor está con ella"... Y, gracias a Dios, hay muchas. Personas anónimas, desconocidas, escondidas... pero que tienen y viven con ese sentido de humanidad atenta, justa y solidaria...
Y, como decía el sacerdote en la eucaristía, me "maravillo" de lo que hacen, de su entrega, de su compasión, de esa presencia de Dios en ellas... "porque la mano del Señor está con ellas..."  -Tal vez sea ése el "culto" que debemos tener...
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,57-66.80):
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre.
La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

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