domingo, 27 de mayo de 2012

Así también os envío yo


27 de mayo 2012, Pentecostés

-"Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así os envío yo"
Hoy es uno de esos días que la iglesia celebra con gran pompa y gran demonstración... Los encargados del culto ponen toda la solemnidad posible: luces, adornos, flores, ropajes especiales, cantos... Es la venida del Espíritu Santo. Y parece como si, de nuevo, volviera a bajar sobre los discípulos de Jesús y todos se llenaran de ese espíritu...
Únicamente haría una observación. Y es que me da la impresión de que los oficiales del culto, los sacerdotes, obispos, cardenales y papa, dan como por supuesto que ellos ya poseen el espíritu santo, el espíritu de Dios. Y como poseedores de su espíritu son ellos los que tienen la verdad, la seguridad, las respuestas a todas las preguntas...
Y ahí me creo que hay un error. No somos nosotros (ni los que son oficiales del culto, ni nosotros que asistimos a los oficios) quienes poseemos al espíritu. Es el espíritu quien nos posee (si nos dejamos), es Dios quien nos conduce y nos guía (si se lo permitimos).
Otra cosa. La paz! Jesús nos da la paz, nos la desea, nos la ofrece, nos invita a vivir como él. En cambio la iglesia, como institución (y eso incluye a todos los que forman el organismo o pirámide de poder), parece que "impone" su paz. No hay invitación, no hay oferta... Es como la vencedora que impone sus condiciones de paz. Ahí está el Departamento del Vaticano (Santo Oficio o Departamento para el control de la Doctrina de la Fe...) para vigilar e imponer sus condiciones... Y eso no es paz.
De ahí esa enorme decepción dentro de la iglesia, como escribía Leonardo Boff.
Por eso, hoy quiero unirme a todos los discípulos de Jesús que reciben su espíritu y su paz. Los que acogen con sencillez el espíritu de Dios que sopla donde quiere y se hace presente entre los más humildes... Tal como sucedía en tiempos de Jesús de Nazaret.
Y saliendo de la iglesia o al margen de ella descubrimos los dones de Dios: la esperanza en medio de tantísimas dificultades; la fe en la utopía de Jesús en un mundo que adora el dinero, los bancos y los mercados, el consumo a ultranza; el amor y el perdón en barrios en los que parece que la venganza es la única solución; la fraternidad y solidaridad en personas capaces de entregarse sin medida poniendo por encima de todo a la gente, hombres y mujeres; la alegría y la sencillez en medio de este ambiente que se preocupa tanto del parecer, del aparentar, de ser más que los demás...
Y entiendo que ahí es Pentecostés. Me parece descubrir "las lenguas de fuego" del espíritu de Dios. Y siento que hay fiesta, que es toda una celebración... Y la paz de Jesús llega a ellos. Es la paz que da serenidad a nuestro corazón, calma en medio de tantos problemas, la sonrisa en nuestros labios y la acogida a los hermanos.
Tal vez no veamos ahí la "iglesia oficial", ni sus oficiales del culto, ni todos sus adornos y ceremonias...; pero siento por ahí pasa Dios y su espíritu va obrando todas esas maravillas. Porque Dios, nuestro padre, no necesita para nada ese monumento, esa pirámide de poder, todo ese protocolo, para que avancemos por el camino que Jesús nos mostró.
Felicidades a tantas pequeñas comunidades que reciben esos dones. Paz a vosotros!
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,19-23):
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

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